* Desde París
“Esto que me pasa es de locos”, comenta entre pausas. “Yo no lo puedo entender y, seguramente, muchos de mis colegas no lo puedan entender. Me imagino a Clezar -se ríe-, que me ganó la semana pasada en cuartos del challeger, viéndome ahora en tercera ronda, acá, y él perdiendo en la Qualy de otro challenger”, dice Coria, tratando de explicar su felicidad y la notoria rareza tras disputar el Abierto de Francia, por primera vez en su carrera. Aún a pesar de su derrota en la tercera ronda ante el italiano Jannik Sinner por 6-3, 7-5 y 7-5, Federico siempre tuvo muy en claro la satisfacción y el compromiso que significaba jugar en Roland Garros, porque su apellido le acercaba las sensaciones que en años de juventud comprometieron la continuidad de su carrera.
“El apellido, acá, suena o vende, no sé cómo decirlo, así que ganarle a Benoit Paire (francés y 26 del mundo), iba a ser noticia”, respondía ante su mirada a la aplicación del torneo que lo mostraba en la portada. “Por eso -continuó-, yo estuve alejado de todo eso, me enfoqué en el partido y en lo que tenía que hacer, porque si me ponía a pensar en todas esas cosas, se hacía muy difícil jugar”.
- ¿En cuánto te pesa ser hermano de Guillermo?
- En este momento de mi vida, con 28 años, ya lo llevo con total normalidad y mucho más tranquilo. En su momento, cuando tenía 16, con total inmadurez y no teniendo una personalidad fuerte, me costaba. Pero a medida que va pasando el tiempo, uno va aceptando y tratando de mejorar".
Pero no resultó sencillo escribir su propia historia, siempre lo ligaron a la carrera de un hermano, que más que hermano era su ídolo. Al que veía muy poco en persona y bastante más por televisión. “Yo lo fui trabajando con el psicólogo. Hay que abrirse, no guardarse las cosas. Eso me ayudó a mejorar muchísimo. A principio de este año, que me veía con posibilidad de entrar a Roland Garros sabía que iba a ser noticia que el hermano de Guillermo Coria jugara el torneo. Y es extraño, porque nunca había podido entrar, ni de junior ni a las qualies. Por eso, lo empecé a trabajar desde muchos meses antes con mi psicólogo, y mal no me fue”, terminaba con una mueca de satisfacción en sus labios.
¿Qué te decía tu psicólogo?, le preguntó Infobae. “Primero tuve que aceptar los miedos propios, tratar de exteriorizarlos, creo que esa parte la manejo bien, no me guardo nada, como antes, y no tengo problemas en hablar de mis miedos. Después, que debía tomarlo como un torneo más, aunque es muy difícil. Pero pienso que el destino me va poniendo pequeñas oportunidades y yo me tengo que tirar de cabeza para intentar agarrarla, si después no sale, mala suerte. Pero me van pasando cosas lindas, que fui muy valiente en mi juego, en mis devoluciones”, respondió.
Ante la consulta sobre si era más valiente dentro o fuera de la cancha, Federico hizo una pausa, inspiró y se tomó un par de segundos antes de responder. "¡Puuuf! Se escucha. Suspira, piensa y exhala. “En realidad, creo que soy valiente en ambos lados, porque, para mí, de la forma en que uno vive, es de la forma que juega dentro de la cancha. ¿Pequeños ejemplos? En otro momento de mi vida, habiendo tenido una semana como la de Roma (jugó 5 partidos, incluida la clasificación) no hubiese tomado la decisión de ir a un challenger en Forli, porque podría haber perdido la confianza. Tal vez, la fácil, era venir directamente a Roland Garros a entrenar y esperar a que empiece el torneo. Y yo decidí irme a seguir intentando sumar puntos, a seguir remándola. Son pequeñas decisiones que uno va tomando, me puse en contra de lo que pensaba mi equipo, porque yo no quería quedarme en la fácil. Me gusta animarme a otras cosas, como cuando fui a Kazajistán o jugar en la altura y en el cemento de Monterrey. Ahora me anoté en los indoor de Europa de fin de año, y eso lo hago de valiente. Y dentro de la cancha, cada día es una nueva historia, porque uno puede ser valiente y que no salgan las cosas. Contra Paire, yo me decía que debía ser atrevido y falte al respeto, en lo tenístico, porque era mi momento”.
- ¿Cuándo te vienen más nervios, al momento de salir a jugar, ya dentro de la cancha o ante una pelota en la que pensás la cantidad de puntos y plata en juego?
- “Es peor la previa”, asegura. “En el US Open me pasó, el día anterior a jugar, de regresar en el micro y sentir que las piernas se me empezaban a aflojar y dije: ‘¡la puta madre! Si venía muy tranquilo.’ Yo había hablado con mi psicólogo, anteriormente, y le decía que no sentía nervios, y el día anterior los sentí a todos juntos de una”, confesaba, mientras agregaba que en Roland Garros, también los días previos la pasó un poco mal: “Me puse mucha presión. Sentía que era favorito contra Jung (primera ronda) y que tenía una gran chance de seguir adelante en un Grand Slam y sobre polvo de ladrillo. Pero cuando me levanté y vi cuáles eran las condiciones del tiempo y que lloviznaba, otra vez maldije y pensé que podía pasar cualquier cosa. En mi caso, la previa es peor que en el partido, porque durante el partido no pienso ni en la plata ni en los puntos en juego. Me tira un poco más la historia y la gloria que todo lo otro”.
Cacho, su padre, fue el encargado de enseñarles tenis a sus hijos, pero también se encargó, en un momento, de desalentar a Federico. “Es que ya el tenis me había llevado un hijo y no quería que me sucediera lo mismo otra vez”, confesó a Infobae poco tiempo atrás. Una actitud que terminó con una emotiva charla de habitación y el pedido de comprensión de Cacho a su hijo. “Hasta los 14 años, él trató de inculcarme la disciplina de trabajar, de pedirme una más. Se enojaba y repetía que uno puede ir a entrenar por cumplir, como cuando vas a la escuela, o podés ir a aprender. Mi papá me rompía las bolas para que me interiorice, que juegue una más, que esté concentrado. Cuando pasó el tiempo dejó de hacerlo, porque ellos no estaban de acuerdo con que yo juegue y Guille tampoco, querían que hiciera una vida más normal, que estudie”, explicaba sobre una de las tempranas decisiones que debía tomar.
Sin embargo, reconoce que su padre le inculcó mucha disciplina, pero que con el tema del apellido se le fue haciendo muy difícil disfrutar del deporte, algo que pudo modificar de grande. “De bastante grande, por boludo, porque perdí muchos años. Y ahí sí pude empezar a entrenar a consciencia. Por eso, cuando entreno con chicos más jóvenes que tienen futuro, trato de transmitirles ese mensaje, que cuando se vayan de la cancha se vayan satisfecho. Y más, porque los jugadores con los que hablo tienen todo armado, con entrenadores, sponsors, entonces, eso tal vez te hace más boludo y no la ves a la jugada clara de esforzarte de verdad y no para cumplir”, comenta casi en confidencia.
Hace dos años, durante este torneo, se confirmaba una noticia triste para Federico Coria y otros dos jugadores, por arreglo de partidos. A pesar del escenario y de su actuación en esta edición de Roland Garros, considera que esto no es una revancha para él. “Diría mejor que fue como un renacer para mi carrera, cero revancha. Siento que, hasta cuando vuelva Nico (Kicker) le van a pasar grandes cosas, porque va a volver con un hambre impresionante, además del talento que tiene. La verdad es que acá no le estoy dando espacio a esos pensamientos negativos, porque estoy con muy buena vibra, mucha energía positiva y ese tema es como que no me trae buenos recuerdos. A este momento no lo tomo ni como revancha ni como nada, es algo que pasó, que me hizo madurar, que me hizo aprender un montón de cosas y que me hizo conocer a la gente en este ambiente, te hace dar cuenta de cómo es cada uno. Por eso, lo tomo como algo muy bueno que el destino me tenía preparado para mí”.
Este momento lo encuentra alegre a Federico, disfrutando de estar, por primera vez, entre los 100 del mundo, aunque no se ve instalado en ese lugar, porque cree que todavía le falta. “Lo bueno es que estoy muy fresco de cabeza y con muchas ganas de seguir aprendiendo y mejorando. Tuve la suerte de jugar acá dos partidos con Diego (Schwartzman), en dobles, y estas experiencias tan fuertes me van a servir cuando tenga que jugar un challenger. Supongo que este año voy a tratar de sumar la mayor cantidad de puntos para poder jugar la mayor cantidad de tiempo acá, el año que viene. Pienso que si sigo intentando mejorar como lo vengo haciendo, me puedo instalar dentro de los 100, lo que pasa es que todos en este nivel son muy profesionales y juegan muy bien. Y está todo muy difícil.
- Estás dentro de los 100, ¿no te ves como ellos?
- Es raro y difícil verme a mí mismo (se le nota cierto dejo de vergüenza). Ayer veía los highlights y me costaba darme cuenta de que era yo, porque adentro uno no se va dando cuenta de que está jugando bien. Pero viéndome de afuera, no estoy acostumbrado a verme jugar así, en una cancha así, contra un rival así. Pero me gustó. Se me va a hacer más fácil, porque verme con esa actitud no me va a molestar mirarme. Pero todavía no tengo el chip cambiado (se ríe) para ponerme en ese lote de jugadores.
- ¿Qué cosas aprendiste?
- Que acá sí que te tiemblan las piernas de verdad (se ríe). Cuando suena la campana, sin faltarle el respeto a todos los partidos que he jugado antes, es otra cosa. En el US Open nunca sentí lo que me pasó previamente a un partido.
MÁS SOBRE ESTE TEMA: