Corrían 37 minutos del primer tiempo del duelo entre Boca y Libertad, cuando Frank Fabra, urgido por el peligro en el arco de Esteban Andrada, debió cruzar hacia la banda derecha para cortar el ingreso de Antonio Bareiro al área. El colombiano buscó cortar el avance con los tapones en exhibición y las piernas extendidas; casi en el aire, como en una escena de una película de artes marciales: le birló la pelota, pero al mismo tiempo puso en riesgo el físico de su adversario. El árbitro chileno Roberto Tobar sancionó la infracción, pero sólo le mostró la tarjeta amarilla.
¿Acertó la autoridad del encuentro? No. Porque por la forma en la que el marcador de punta, de 29 años, disputó la pelota; por el ímpetu que le imprimió a la puja, sin medir el peligro que corría la integridad física de su rival, mereció ser expulsado. Del lanzamiento se hizo cargo Mathias Espinoza, quien desvió el remate por encima del travesaño, ante una elaborada barrera propuesta por el Xeneize, con Agustín Obando recostado sobre el césped para obturar el tiro rasante.
A Fabra le costó un poco el regreso a la titularidad (fue uno de los jugadores del plantel que padeció coronavirus), luego de dos fechas en las que el puesto de lateral izquierdo lo cumplió Emmanuel Mas. Si bien el colombiano mostró su habitual proyección, ofreció algunas ventajas desde lo físico y en la marca. Y en el cruce con Bareiro, al que arribó con lo justo y en una acción peligrosa, se notó. En la segunda parte, al menos, logró combinarse mejor en ofensiva, como en sus mejores momentos.
El encuentro ante Libertad en la Bombonera fue el tercero para Boca en el reinicio de la Copa Libertadores tras el parate por la pandemia de coronavirus. Ante el mismo rival, en Asunción, se había impuesto 2-0, con sendos gritos de Toto Salvio. La semana pasada, contra el DIM en Colombia, los conducidos por Miguel Ángel Russo volvieron a hacer gala de su jerarquía al imponerse 1-0 en el epílogo, con otra conquista del ex Lanús.
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