Braian Requena siempre soñó en grande. Dicen quienes lo conocen que admiraba toda la mitología que recorría a los capos barras y a los poderosos narcos latinoamericanos, como Pablo Escobar. Unos años atrás, unió sus dos pasiones: ganó la tribuna de Sportivo Belgrano cuando se impuso en la interna y consagró su liderazgo y el del barrio La Florida al frente de Los Mismos de Siempre, como se autodenomina el núcleo violento del club de San Francisco, Córdoba, que supo jugar el Nacional B y hoy milita en el Federal A.
Pablo Esser es un empresario de 47 años conocido en la zona. Antes fue futbolista del club y hasta se consagró campeón en la Liga Cordobesa. En 2003 y con sólo 29 años llegó a presidente de la institución de la mano de Carlos Granero, gerenciador también de Talleres de Córdoba entre 2004 y 2008 desde la firma Atelier, en la cual Esser fue gerente general. Carlos es además hermano de José Granero ex titular durante el kirchnerismo (desde 2004 hasta 2011) de la Secretaría de Programación para la Prevención de la Drogadicción y la Lucha contra el Narcotráfico, cuyo nombre estuvo vinculado al desvío de 50 toneladas de efedrina en una causa que llevaba la jueza María Servini, de la que finalmente salió indemne.
Pues bien, los nombres de Requena y Esser, actual presidente del club (cargo que había dejado en 2007 y reasumido en abril de 2019) se unen en una impactante trama narco-futbolística-judicial: están acusados de armar una asociación ilícita de la que participa la cúpula de la barra para proveer droga en toda la zona este de la provincia de Córdoba y el oeste santafesino con más de una decena de bunkers distribuidos estratégicamente y con lazos con los grandes grupos narcos de Rosario, con la sombra de Los Monos omniprescente.
Pero además la causa que investiga desde hace dos años el fiscal Luis María Viaut y que desató en las últimas horas 30 allanamientos y ya tiene 11 detenidos, entre ellos Esser, y dos prófugos, entre ellos Requena, arroja otra particularidad: es la primera vez que va preso el máximo dirigente de un club por estar acusado de formar una asociación delictiva con su barra. Hasta ahora como antecedentes estaba el proceso que se llevó adelante a fines de los 90 al ex presidente de Estudiantes de La Plata, Daniel de la Fuente, acusado de bancar a los violentos del club, en el que quedó finalmente sobreseído (le habían pedido un año de prisión) mientras un barra, Cristian Albornoz, fue condenado a seis años de cárcel.
Más cercano en el tiempo están la causa por administración fraudulenta que une a la dirigencia de River encabezada en su momento por Daniel Passarella con Los Borrachos del Tablón, aún tramitando en Tribunales, y la de la barra brava de Independiente con los directivos del club, donde están elevados a juicio entre otros Bebote Alvarez y el secretario de la institución, Héctor Yoyo Maldonado, mientras espera turno para su indagatoria este miércoles el vicepresidente, Pablo Moyano. Pero nunca se ha dado que caigan presos al mismo tiempo toda una barra y el presidente de un club, como ahora.
“Es una investigación que venimos llevando hace mucho tiempo y nació a través de denuncias anónimas y que gracias a muchas diligencias, entre ellas escuchas a todos los protagonistas, pudimos avanzar”, le dice a Infobae el fiscal Viaut. Según las constancias del proceso cuya primicia la obtuvo el medio local La Voz de San Justo, Esser sería el financista de la operación por la cual cada diez días el capo de la barra, Requena, partía hacia Iberlucea, en las afueras de Rosario, para cambiar 20.000 dólares por 3,5 kilos de cocaína, que después estiraban en San Francisco y distribuían en los búnkers para una venta que dejaba una ganancia dos veces mayor a lo invertido.
Que estamos hablando de un negocio ilícito millonario nadie duda: desde que agarró la jefatura de la barra y todos sus negocios circundantes, Requena pasó de vivir en una propiedad prestada a comprarse presuntamente según la investigación siete casas que puso a nombre de testaferros, una de ellas de dos pisos con una pileta de dimensiones muy importantes y jacuzzi al aire libre, y un campo con muchos caballos, algunos de pedigree que para cotizarlos la Justicia debió pedir ayuda al Jockey Club local. Y no se movía justamente en bicicleta: le fueron secuestrados una camioneta y un automóvil de altísima gama y varias motos de gran cilindrada.
“La dinámica que nosotros observamos fue que Esser (propietario de una financiera) aportaba el financiamiento, Requena hacía el cambio de dólares por droga y el resto de la barra se encargaba de la logística del narcomenudeo. Esser se negó a declarar en su indagatoria y está detenido y esperamos que Requena caiga a la brevedad”, afirma Viaut.
“¿Si pudimos encontrar también delitos vinculados a pases de jugadores, negocios de cancha y otras vinculaciones con el fútbol? Por historia de este fenómeno de barras y dirigentes no podemos descartarlo, eso usted lo sabe mejor que yo, pero hasta ahora sólo nos concentramos en el delito que descubrimos, que es el narcotráfico. Y el club como institución no tiene nada que ver, lo allanamos porque muchas veces contaban la plata de lo producido por la venta en sus oficinas, pero nada más”, concluye el fiscal. Y nada menos, claro: dirigentes y barras en una causa por asociación ilícita que puede marcar un hito en la relación entre los dueños y los violentos del fútbol.
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