“Fue uno de los peores momentos de mi vida y el más difícil. Una injusticia”, dice Guillermo Cañas, a tres lustros de que fuera sancionado por doping y se convirtiera en el primer Top Ten del tenis en recibir este castigo. Una pena que logró revertir en medio de una historia de ocultamiento, médicos que desaparecen y una reunión con “Gardel”.
A pesar de no guardar rencor, Cañas cree que “la ATP y Zurutuza (director del torneo de Acapulco) hicieron lo que hubiese hecho la mayoría de las personas si ocuparan esos puestos” y reconoce a ese tiempo como el pasaje más triste e injusto de su carrera.
“El peor de todos y el más difícil. ¿Sabés lo que más me dolió?”, pregunta casi de manera retórica, y se responde, “la ATP me dejó solo, en ningún momento ellos reconocieron lo que me sucedió, siempre fueron atacando sobre lo que me pasó”.
En los primeros días de mayo de 2005, cuando comenzaba el torneo de Roma, aquel que transitara de chico las calles de Tapiales recibía la comunicación menos deseada, en un test durante el certamen de Acapulco había dado positivo de hidroclorotiazide (HCT), un diurético incluido en la lista de sustancias prohibidas. Los diuréticos, en sí, no contribuyen a una mejora deportiva, pero sirven como enmascarador de otras sustancias que sí posibilitan un rendimiento superior en la actividad y por eso se sanciona su presencia.
Desde su nuevo hogar en Miami, rodeado de su mujer Fabiana y su pequeño hijo Juan, Cañas descarta que haya sido algo personal, aunque desde lo emocional no puede negar que “muchas veces pensé ‘¿por qué a mí?‘. El haber tenido el caso de doping para mí fue la peor cosa que me pasó en mi vida deportiva, una gran injusticia que me tocó vivir”. El derrotero mental lo lleva a recrear momentos y situaciones que se entrelazan transformándose en el hilo conductor de los hechos.
Desde mayo en adelante, Cañas hizo pública la investigación sobre su caso, dejó de competir y le prohibieron el ingreso al US Open para ver la participación de su ex novia Pitu Salerni, lo que provocó un gran revuelo. Luego, llegaron los 2 años de suspensión, el cambio de estudio de abogados y la apelación al Tribunal Arbitral del Deporte (TAS). Para ese momento en que llegó a la Corte de Lausana, el tenista argentino debió escarbar en los recuerdos para rearmar lo sucedido 11 meses atrás.
“Tuve que comprobar lo que había sucedido y lo comprobé -dice Willy-, pero no fue nada fácil.. Yo me crié con una consigna que me dieron siempre: nunca vayas a un médico que no sea el del torneo. Y no hice nada diferente, estaba congestionado, fui al médico del torneo, me dio algo y lo tomé”, le contó a Infobae. Pero, luego, como una tormenta del Pacífico se le vinieron encima los días del torneo de Acapulco. “Mi culpa era tener en mi cuerpo algo que el médico del torneo -el doctor Chinchilla- me había dado. Fueron meses y meses de volver la historia atrás, porque cuando a vos te presentan el caso, ya ha pasado mucho tiempo y tenés que volver a recrear todo eso y ver qué pasó. Y acá vos sos culpable hasta que demuestres tu inocencia, al revés de lo que sucede habitualmente. Pero el día que me tuve que presentar en Roland Garros, dije lo que me sucedió y tuvimos que salir a comprobarlo. Y no es nada fácil. Por eso llevó mucho tiempo”, rememora.
La primera etapa fue un revés que lo dejó parado con el rostro mirando al piso: “Yo no sabía cómo proceder, la ATP me acusaba de doping y acudí a un estudio de abogados españoles que la misma ATP me recomendaba para mi defensa”. Con dos años de suspensión y la devolución de 276 mil dólares, Guillermo Cañas se convertía en el primer tenista Top Ten (ocupaba la posición N° 8 del ranking) en ser sancionado al haber sido encontrado culpable por doping.
Nunca antes un jugador entre los 10 mejores del mundo había sido castigado, al menos públicamente, el de Tapiales era el sexto argentino con este tipo de sanciones y un mes más tarde se conocerían otros dos: Mariano Puerta y Mariano Hood.
-¿Pensaste alguna vez en que podrían estar apuntando a los argentinos?
- (Responde rápidamente) Nunca me puse a pensar seriamente si hubo una estrategia contra los argentinos. Había algo muy claro, Argentina no servía para los intereses económicos de la industria del tenis. Pensá que en esos años, desde Montecarlo hasta Roland Garros, tenías a un argentino en la final cada semana. Y la televisión argentina no aportaba en el aspecto económico. Si lo ves desde ese lado, puede ser. Pero la verdad es que no puedo decir si hubo o no algo así, porque si yo hubiese pensado que eso era cierto no podría haber vivido más dentro del tenis. No puedo pensar que haya tanta corrupción en algo. Mirándolo desde afuera, uno puede decir que son prejuicios, pero Guillermo Cañas tenista nunca lo pensó, no podría haberlo enfrentado. Hay muchas cosas que están en “veremos” con la ATP, pero no podía dejar por un segundo que esa imagen pudiera haber sido real. Lo que sí te puedo asegurar es que, después de mi caso, varias cosas se modificaron.
Una vez dada a conocer la resolución del TAS en favor de la reducción de la pena que pesaba sobre Cañas, la ATP comunicó que a partir de ese momento los médicos de los torneos no serían más de su responsabilidad. “Algo que nunca había pasado”, dice Guillermo y agrega que, además, existieron otras modificaciones en la estructura de investigación y juicios: “Echaron al que llevaba todos los casos de la ATP y se quedan sin casos, porque, en un tercer punto no menor, la ATP se los pasa todos a la ITF”.
Pero para alcanzar esta reducción hubo que transitar otra historia.
Nuevos abogados, sorpresiva estrategia y el encuentro con “Gardel”
La defensa de Cañas tuvo ribetes estratégicamente pensados y algunos hechos fortuitos que terminaron jugando en favor del tenista argentino. Luego de la mala experiencia con el estudio español sugerido por la ATP, Cañas optó por cambiar de abogados y dejarlo en manos de Diego García Sáenz. “En el juicio no se había acreditado cómo ingresó la sustancia, así que hubo que empezar todo de nuevo”, recuerda el letrado a Infobae. Para hacerlo, debió volar a México a encontrarse con viejos conocidos en busca de asesoramiento para reunir las pruebas que necesitaba. Para ese momento, Salvador Cinchilla, quien fuera el médico del torneo de Acapulco, había desaparecido y no se conocía el paradero como para que declarara.
“Un amigo me dice en el DF (Ciudad de México) -rememora García Sáenz-, ‘si querés que se te abran todas las puertas en Acapulco te tenés que encontrar con Gardel’. ¡Con Gardel!”, resalta como para destacar su sorpresa. El homónimo del Zorzal no era más que un argentino “anclao” en la ciudad del estado de Guerrero, de ahí su apodo. Este personaje, llegado algunos años antes, se ganó su fama no por cantar, sino por los contactos y las buenas relaciones, aseguraban algunos conocedores de los corredores intrincados de la noche de Acapulco. “Me encontré con él”, le cuenta el abogado a Infobae y recuerda que le indicó a quiénes ver para que las gestiones que debía realizar fueran fructíferas, por lo que “Gardel” terminó siendo una pieza relevante para armar la defensa y presentarse en el TAS.
Otro punto clave fue la elección del juez. Cada parte tiene el derecho a seleccionar a uno de los integrantes del tribunal entre quienes componen el cuerpo. “Los estudié uno por uno y encontré que había tres argentinos”, cuenta García Sáenz. Pero la decisión fue tan clave como sorpresiva. Para evitar cualquier tipo de suspicacias de encuentros o apoyos nacionales, el estudio de Cañas descartó a los argentinos y optó por elegir a un juez estadounidense vinculado al deporte, lo que en principio daría indicios de la solidez del caso presentado.
“A Guillermo Cañas no se le atendió (con el médico) durante el torneo”, había dicho Raúl Zurutuza, director del torneo mexicano, y el doctor Salvador Chinchilla no apareció más. No fue la única vez en que el organizador de Acapulco salió para complicar al argentino.
Durante el juicio que llevó adelante el TAS, la defensa de Cañas presentó a un testigo que afirmaba haber visto al bonaerense en el consultorio del médico del Abierto de México. Sin embargo, “después compareció Zurutuza cargando contra Guillermo y diciendo que ese testigo había mentido, porque no había estado acreditado en el torneo, por lo que no habría estado allí. Con eso se cerró el caso y pasaron a deliberar”, recuerda el abogado Diego García Sáenz. “Se nos caía todo y sabíamos que el fallo no sería favorable. Hablé con nuestro testigo y nos dijo que él no estaba acreditado, pero sí su empresa, que no había mentido. Por eso le pedí que me enviara el contrato para reabrir el caso”, agrega.
El contrato llegó luego de varios intentos por convencerlo de que lo hiciera, ya que temía realizar el envío porque le habían informado que si lo hacía no le renovarían el vínculo en lo sucesivo en ninguna de las actividades ligadas a la empresa. “Con ese documento, reabrieron el caso y logramos revertir lo que para nosotros era una situación difícil generada por Zurutuza. Pero quedó todo comprobado y documentado”, concluyó García Sáenz.
El director del torneo de Acapulco se había mostrado primero preocupado por Cañas, después indolente y hasta en contra el argentino; para luego del fallo del TAS, aparecer frío y distante, detrás de un breve comunicado: “Bien por Cañas”.
-¿Si te tiro el nombre Zurutuza?
Guillermo hace una pausa, se reclina sobre la silla y vuelve con un… “No tengo ningún problema con él. Mirá, él tenía dos posibilidades o me ayudaba a mí o ayudaba a la compañía que gana millones. Yo creo que él quiso ayudarme, pero en un momento desde el torneo de México le dijeron, ‘hasta acá podés, porque vamos a perder’. Un tiempo después, la ATP se quedó con un contrato con Corona que acercaron ellos (la cerveza mexicana era uno de los principales patrocinadores del torneo de Acapulco). Está todo ligado. Él es director de una compañía que gana o pierde millones de dólares al año, por eso, creo que debe haber alguien que se lo dijo. Y la ATP también habrá tocado sus cosas y habrá puesto límites. Por eso, me desilusioné mucho con él, pero hoy pienso que hizo lo que el 95% de las personas hubiesen hecho, tomó la decisión de bancar a su torneo, a su médico y a la ATP. Eso le iba a dar más rédito de lo que le devolvería ayudarme a mí”.
El 23 de mayo de 2006, el Tribunal de Arbitraje reconoció que “un error en la entrega de la medicación fue cometido por el personal del torneo”, aunque remarcó la “negligencia del jugador en tomar la medicación, sin reparar en el contenido de la caja, aún sabiendo que había pasado por varias manos antes de llegar a él”. Con estos argumentos, el TAS le redujo la sanción a 15 meses y definió la devolución de los puntos y el premio que había obtenido en el Abierto mexicano.
“Me hice cargo de un error que cometió otro. Mi error fue el de no haber chequeado qué me habían dado. Fueron muchos meses de levantarme de la cama preguntándome por qué estaba pagando por cosas que no debía. Entonces, no fue fácil poder estar conviviendo con eso. Pero logré sacarle una parte positiva a todo esto, y es que uno no sabe el tipo de gente que tiene al lado hasta que ocurren este tipo de cosas”, se sincera Cañas, quien entre triunfos sobre Federer y títulos ATP, rememora que sintió que su celebración por el regreso fue diferente, casi íntima, en el challenger de Belem (Brasil).
Me dieron un wild card (invitación) para volver. En el primer partido iba 6-0, 5-0 (en realidad, 6-0 y 5-1, ante el venezolano Jhonathan Medina Alvarez) y me largué a llorar. Perdí ese game y después cerré el match. Ese fue el momento en el que me di cuenta de que estaba de vuelta, de que todo lo que había vivido en esos 15 meses ya había pasado. No me olvido más. Todo fue una injusticia, claro que sí. Por eso, para mí, una de las cosas más importantes de conseguir era volver a estar ahí y lo pude lograr, pero cuesta muchísimo. Sólo quien pasó por esto o por una lesión puede saber lo que cuesta, porque volver es muy difícil. Física y mentalmente te cansa”.
Hoy, Guillermo Cañas continúa con su Academia en Estados Unidos, con más de 50 canchas en La Florida y decidido a permanecer con su familia, dejando de lado los viajes como entrenador en el circuito profesional.
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