De la furiosa arenga en la previa al desconsuelo por los cuatro goles recibidos en la primera parte. Así se minó la moral de Lionel Messi en los 45 minutos iniciales del partido entre el Barcelona y el Bayern Múnich por los cuartos de final de la champions League en el estadio Da Luz de Lisboa.
El capitán del Barça se recostó como extremo derecho, tal como lo había hecho en gran parte del compromiso anterior frente al Napoli. Allí trato de generar asociaciones con Sergi Roberto y Semedo, con el que coordinó en tres cuartos de cancha antes del mano a mano que Luis Suárez dilapidó con Neuer de arranque, en una maniobra que pudo poner 2-1 arriba a los catalanes.
Al minuto, en un córner corto ejecutado por Sergi Roberto, Messi halló el hueco para centrar con rosca, cerrado, desde la derecha. El balón se cerró, ningún de sus compañeros llegó a conectarlo y se estrelló contra el segundo palo defendido por el arquero alemán, que apenas atinó a rezar.
En medio de los idas y vueltas que se registraron en el match en los primeros instantes, Leo le entró de atrás al canadiense Alphonso Davies, en una infracción que ameritó amonestación pero no fue entendido así por el árbitro esloveno Damir Skomina, quien lo perdonó.
Antes de llegar a los 20′ aceleró en posición de número ocho y con un slalon eléctrico pisó el área grande, antes de abrir su pie izquierdo y definir al segundo poste. Neuer, bien ubicado, no tuvo inconvenientes en apoderarse del esférico. Cuando se completó la primera mitad, con el 1-4 en el tanteador, su cara rumbo al vestuario lo dijo todo: seriedad suprema que anticipó los retos que hubieron puertas adentro.
Bajaron las revoluciones en el amanecer del complemento y los españoles achicaron la diferencia con una jugada que tuvo al rosarino como protagonista: abrió largo y profundo para un Jordi Alba que escaló como extremo izquierdo y pasó al medio para Suárez, que se sacó de encima la marca de manera magistral y sentenció el arco de Neuer.
La reacción duraría poco porque el dominio del Bayern volvió a prevalecer y al poco tiempo Davies armó una jugada bárbaro por el callejón izquierdo en el que dejó parados a varios rivales, entre ellos Messi.
A los 64′ le bloquearon un remate y obtuvo un córner, mientras que a los 76′ no pudo con la oposición de Neuer con otro tiro desde la puerta del área grande. La imagen que reflejó la impotencia del Barcelona se registró cuando promediaba la segunda mitad, con Lionel retrocediendo hasta atrás de mitad de cancha para tomar el balón, perdiéndolo, tirándose al piso para recuperarlo y recibiendo infracción ante la asfixiante presión de los alemanes.
Los tantos que redondearon la goleada por 8-2 del Bayern Múnich no hicieron más que desfigurar el rostro de un Messi que sufrió la peor derrota de su carrera profesional. Tras el pitazo final, hizo un gesto que llamó la atención: se mordió los labios y señaló a alguien agitando su cabeza.
El único dato positivo para el argentino es que con este duelo se convirtió en el futbolista con más partidos disputados en instancia de cuartos de final de Champions League. Llegó a 23 y le sacó uno de ventaja a Cristiano Ronaldo y Paco Gento (Gerard Piqué llegó a 22).
Esta fue la peor caída en la carrera profesional de Lionel Messi, que había recibido su peor golpe el día que la selección argentina conducida por Diego Armando Maradona perdió 6-1 en la altura de La Paz ante Bolivia por las Eliminatorias camino a Sudáfrica 2010.
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