De ganar un Mundial Sub 20 con Messi y brillar en Racing y San Lorenzo a participar en rituales sangrientos en Kazajistán

El fútbol le regaló innumerables experiencias al Chaco Torres. Desde que dejó Puerto Vilelas, el ex volante atravesó por los universos más dispares de su profesión. Incluso en la actualidad analiza la posibilidad de convertirse en árbitro

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El equipo argentino campeón del
El equipo argentino campeón del mundo Sub 20 en Holanda 2005

A los 12 años se subió por primera vez a un avión y partió rumbo a Buenos Aires con una mirada entusiasta y una sonrisa cargada de ilusión. Un bolsito con un par de botines, medias, short, calzoncillos y dos o tres remeras fue lo único que se llevó de Puerto Vilelas, el pueblo del Chaco en el que se crió hasta que el intendente local le consiguió una prueba en Racing.

Como el funcionario era fanático de la Academia, aprovechaba cada viaje hacia la gran ciudad para visitar al Cilindro. Algunas reuniones improvisadas con los ídolos de la institución y unos diálogos esporádicos con los miembros de la Comisión Directiva hicieron que después de varios encuentros el forastero del norte construyera una amistad con uno de los dirigentes del club. Ambos idearon un proyecto para que el chaqueño acercara a las jóvenes promesas de su localidad, pero el único que concretó el sueño fue Juan Manuel Torres.

Un caluroso miércoles de enero pisó las canchas de las juveniles albicelestes y su producción fue tan buena que le pidieron que regresara al otro día. El jueves se volvió a destacar a base de goles, ya que en sus primeras funciones jugó de delantero.

La capacidad física y técnica del vilelense acaparó la atención de Juan Barbas, quien por ese entonces trabajaba en las inferiores. “Me preguntó qué quería hacer, porque era muy chico y su intención era sumarme al próximo año, pero yo ya estaba ahí y me quería quedar”, recordó el Chaco Torres en diálogo con Infobae.

El viernes de esa misma semana volvió a su casa para despedir a sus familiares y amigos. Un fin de semana en el pueblo fue suficiente para evitar un futuro desarraigo, dado que el lunes partió hacia la Academia dejando atrás las calles de tierra, los picados y el colegio.

Cuando se instaló en la pensión conoció las calamidades que atravesaba la institución que por ese entonces era presidida por Daniel Lalín. “Fui a parar a Berazategui y mis viejos tuvieron que hacer todos los trámites para conseguirme una escuela por la zona. Después vino la época del gerenciamiento y se acomodaron un poco las cosas, pero cuando recién llegué, hubo un día que nos dijeron que teníamos que volver a nuestras casas porque no había presupuesto para comida y hospedaje”.

Aquellas advertencias se amparaban en la crítica realidad que atravesaban los pibes del club. En más de una ocasión, cuando finalizaban los entrenamientos se encontraban que sólo tenían para comer jamón y queso. “Nos tuvieron que ayudar mucho los familiares y representantes, quienes nos daban algo de plata para ir a comer unos sándwiches de milanesa que vendían a la vuelta del Cilindro”, aclaró el Chaco.

El ex volante central también tiene presente la vez que tuvo que ir a defender el remate de la sede de Villa del Parque junto a sus compañeros y el momento en el que le tiraron el redoblante por la cabeza a Lalín. “Fue una locura. Estaba todo muy complicado y cuando volvimos a Berazategui nos dijeron que nos teníamos que ir por unas deudas que tenía el club. Nos dividieron en dos grupos, porque a los más grandes los llevaron a un lugar cerca de la cancha y los más chicos nos fuimos a vivir abajo del estadio. Fue un proceso en el que se empezó a establecer todo, pero durante ese período hubo días que no había para comer”.

Un nuevo cambio de colegio no impidió la carrera maratónica de Juan Manuel Torres. Tras salir campeón con la Sexta División en 2002, el coordinador de las inferiores Miguel Ángel Micó lo subió a la Reserva, donde debutó ante Unión de Santa Fe bajo la dirección técnica de Saturno. Después de tres partidos Osvaldo Ardiles le pidió que fuera a entrenar con la Primera, que todavía tenía la base del campeón del Apertura 2001. “El Pitón hablaba muy poco. Lo justo y necesario. Pero nosotros nos reíamos cuando festejaba los goles diciendo ¡Yes! El que más hablaba era (Ricardo) Villa y los que me dieron una mano muy grande fueron Chiche Arano y Diego Milito; porque yo no tenía auto y me colaba en el de ellos para ir a las prácticas”.

Pelotín Vitali, Chirola Romero, el
Pelotín Vitali, Chirola Romero, el Chaco Torres y el Lobo Ledesma entrenando en Racing

El sacrificio constante que tuvo que hacer en Racing le permitió alcanzar la gloria en la selección juvenil. La convocatoria de Francisco Ferraro para el Sudamericano de Colombia en 2005 fue clave para conformar la base del equipo que ganó el Mundial disputado en Holanda. Durante esas concentraciones conoció en profundidad a Lionel Messi, quien “ya demostraba que era un distinto”. “Era un plantel muy unido. Yo compartía la habitación con Pablo Zabaleta, porque éramos los más grandes y ya teníamos partidos en Primera. Leo siempre estaba con el Kun (Agüero), porque eran los más chicos. Así como Messi era muy tranquilo e introvertido, el Kun era un rompe bolas tremendo”, reveló el Chaco, sin omitir una postura humorística sobre el comienzo fallido en el certamen organizado en los Países Bajos: “Leo y yo arrancamos en el banco contra Estados Unidos y perdimos 1 a 0. Después entramos y él la rompió toda ¡Explotó!” Los goles del rosarino a Egipto (2-0), Colombia (2-1), España (3-1) y Nigeria (2-1) confirmaron la sentencia del chaqueño.

Durante toda su preparación también fue sparring de la selección de Marcelo Bielsa en el proceso previo a la Copa del Mundo que organizaron en conjunto Corea y Japón en 2002. “Todo fue muy rápido. Recién ahora me doy cuenta de lo que significaba estar ahí. No tenía dimensión de dónde estaba”, confesó. Sin embargo, trabajar con el Loco suponía una concentración superior a la habitual y durante su adolescencia conoció las exigencias del entrenador.

Una tarde, en el predio de Ezeiza, el DT había diseñado un trabajo en el que los sparrings debían habilitar a los delanteros consagrados (Batistuta, Julio Cruz, Piojo López, por citar algunos ejemplos). Para Bielsa era una tarea sencilla, ya que se trataba de un pase fuerte y preciso delante de unas vallas. Los atacantes debían recibir y patear al arco. Simple. “Pero yo tiré dos descargas hacia atrás y Marcelo paró la práctica de inmediato”...

¡Claudio! ¡Claudio! ¡Sacámelo a este pibe que desde que llegó está haciendo todo mal”, le gritó Bielsa a Vivas, quien se desempeñaba como su colaborador. “Dos pases duré. Me sacó del entrenamiento al toque”, recordó el Chaco. Y continuó: “No sabía dónde meterme, porque los más grandes me miraban como diciendo que había hecho todo mal. Estaban el Cholo Simeone, Verón, Batistuta”…

Con una angustia notable y el temperamento suficiente para contener las lágrimas, Torres abandonó la práctica y se quedó sentado a un lado de la cancha aguardando hasta que termine la sesión. Al otro día todavía se encontraba mortificado por el reto de Bielsa, pero cuando estaba dispuesto a realizar el precalentamiento, el Loco lo llamó para pedirle perdón.

¡Torres! Venga un momento que tengo que hablar con usted”, le gritó el DT. “Discúlpeme por lo de ayer, lo que pasa es que quiero que el trabajo sea preciso para que salga bien. Simplemente eso. Muchas gracias”, agregó. “Yo no podía creer que supiera mi nombre. Después de eso me relajé un poco, pero fue un momento que me marcó para siempre”, cerró el ex Racing.

El festejo de la selección
El festejo de la selección Sub 20, luego de eliminar a Brasil en las semifinales del Mundial disputado en Holanda

Su carrera siguió por San Lorenzo, donde fue dirigido por Ramón Díaz durante la prometedora Copa Libertadores que terminó con el sueño frustrado por la eliminación ante Liga de Quito. El histórico clásico frente a River (el día del Silencio Atroz) alimentó las esperanzas del título, pero la serie contra los ecuatorianos marcó el inesperado final. El Chaco Torres se encargó de desmentir la supuesta reunión que habían tenido los referentes del plantel con los directivos del Ciclón para discutir los premios hasta altas horas de la madrugada, la noche previa al partido disputado en el Pedro Bidegain. “No hubo nada de eso. Fue una desgracia que le pasó a Orion, cuando quiso hacer jueguitos y se la pellizcó Bieler. Incluso en Quito perdimos por penales”, sentenció.

Su estadía en el Nuevo Gasómetro continuó bajo el proyecto de Simeone, a quien conocía de la Academia antes del retiro del Cholo. “Fue raro, porque pasó de ser mi compañero a dirigirme. En Racing concentraba siempre con Mario Cuenca, pero cuando llegó me tocó compartir la habitación con él ¡se tiraba a dormir a las 11 de la noche y me apagaba la televisión! Un día me rebelé y le dije que iba a ver la tele; pero la tuve que poner muy despacito para que no se despertara”...

Antes de partir hacia Ucrania, el ex volante comprendió que durante sus días en el fútbol argentino tuvo a entrenadores de jerarquía que le “dejaron algo positivo”. Con Miguel Ángel Russo tuvo un enorme aprendizaje porque el actual técnico del Xeneize le habló como si fuera su papá. “Me había mandado una macana en la pretemporada y pidió que me fuera. En ese verano tuve suerte, porque no me iban a tener en cuenta y Boca se había contactado con mi representante para incorporarme; pero como en San Lorenzo no sumaron refuerzos, volvieron a llamarme”.

“La macana” a la que hizo referencia el ex mediocampista se remonta a una tarde en Mar del Plata, cuando el plantel tenía unas horas de licencia. Un arribo fuera del horario establecido despertó el enojo de Russo, aunque un tiempo después entendió las disculpas del jugador. “Miguel me habló como un padre. Me dio muy buenos consejos. El Cholo y Ramón también. Tuve técnicos muy humildes que lo han ganado todo. Ellos no tenían la necesidad de hablarle a un pibe, pero todos tuvieron gestos que me sirvieron mucho en la vida. Me hicieron ver lo que era mejor para mí, cosa que muchos no lo hacen”.

El Chaco Torres le roba
El Chaco Torres le roba la pelota a Juan Román Riquelme ante la mirada de Carlos Ischia

En Ucrania disfrutó de su mejor momento. Cuando se sumó al Metalist compartió el vestuario con el Churry Cristaldo, el Principito Sosa, el Papu Gómez, Sebastián Blanco, Torsiglieri y Villagra. “Éramos 7 argentinos y 6 brasileños que nos adueñamos del vestuario”, aseguró el ex volante, quien era uno de los encargados de musicalizar los camarines con cumbia santafesina.

El Chaco asegura estar enamorado del país de la Europa del este. Si bien prefirió evitar el tema relacionado a las mujeres locales, sus risas confirmaron que la pasó muy bien. “Estuve 5 años y volvería para quedarme a vivir”, sentenció.

Además, descubrió que la pasión de los hinchas se remite a una euforia descontrolada en las tribunas, pero sin violencia fuera de ellas. “Siempre pedían fotos, hasta cuando perdíamos. Incluso, durante todo el tiempo que estuve salió campeón Shakhtar y la gente nos seguía pidiendo autógrafos. Nunca nos insultaron”.

Aquella experiencia fue un paso previo al destino más exótico que atravesó antes de colgar los botines. Tras un regreso al Chaco para jugar en el Ascenso, un día lo llamó el traductor que había conocido en Ucrania con una propuesta misteriosa. “El ayudante de campo del Metalist había agarrado un equipo de Kazajistán y me preguntó si tenía ganas de ir allá, porque necesitaba a un mediocampista. Como yo no tenía nada que hacer, me fui sin dudarlo”, recordó.

El Chaco Torres jugó durante
El Chaco Torres jugó durante 5 temporadas en el Metalist de Ucrania

Su estadía de un año le alcanzó para sorprenderse con la belleza y modernidad que ostenta Astana. “Fui a una ciudad que se llama Aktobe, que es muy parecida a Kiev. Hablaban prácticamente el mismo idioma que los ucranianos y la vida era muy tranquila, pero el fútbol era muy malo”.

A pesar de no estar en el pico de su rendimiento, el volante surgido de Racing hacía la diferencia en un país que contaba con todas las canchas con césped sintético. Comprendió que el nivel era similar al amateur de la Argentina, pero la diferencia cultural lo afectó más de la cuenta. “Mis compañeros eran muy raros. Tenían costumbres que no entendía”...

Así fue como, sin tener la menor intención, participó de uno de los rituales más extravagantes y sangrientos que presenció desde que dejó Puerto Vilelas. Como si se tratara de una ofrenda similar a la que los vikingos le entregaban a sus dioses, el Chaco Torres observó al capitán del equipo en uno de los arcos del estadio con una oveja y una ollita. “En la última práctica antes de empezar el torneo el arquero hizo arrodillar a todo el plantel en el borde del área grande. Yo no entendía nada, hasta que un brasileño que estaba a mi lado me comentó que era para atraer la buena suerte”...

Aquel chico de pueblo que había jugado en los mejores estadios de la Argentina y compartido vestuarios con figuras de la talla de Messi, Agüero, D´Alesandro, Milito o Simeone se encontraba desorientado en medio de un sacrificio que no pudo evitar. “Mientras estábamos ahí arrodillados, sin entender mucho lo que sucedía, el arquero agarró un cuchillo y se lo clavó en el cuello a la oveja ¡Zas!” El resonante balido del animal se ahogó en su propia sangre y la escena continuó con el derrame del fluido rojo que chorreaba de la yugular por todo el área y el arco…

Para mí fue una locura. Nunca había visto algo así”, reflexionó el Chaco antes de cerrar la descripción de la escena con una cuota de humor: “La cuestión es que durante todo el campeonato en ese arco no pudimos hacer ni un solo gol y los rivales nos cagaron a goles. Terminamos el torneo de mitad de la tabla para abajo y nos tuvimos que ir todos los sudamericanos”.

En la actualidad está instalado en el norte argentino, donde trabaja para la Secretaría de Deportes de Corrientes. Forma parte de un grupo de profesores de gimnasia y administra su tiempo estudiando los cursos de entrenador y de árbitro (sí, ¡de árbitro!).

Considera que será muy importante para su futuro contar con los títulos formativos, porque su idea es seguir ligado al fútbol. “Si en algún momento surge alguna oportunidad, me encantaría probar como técnico; y si no se da esa chance, quién te dice que me transforme en árbitro”, deslizó aquel ex volante que se caracterizaba por la recuperación constante en la mitad de la cancha.

Para ello tendrá que recordar todas las reglas y actualizaciones que se fueron modificando desde el día que decidió retirarse. “Cuando jugaba era mucho más fácil, porque todo se limitaba a una patada y al pedido de alguna amarilla o una roja”. Si bien es difícil imaginarlo, en un futuro cercano no sería descabellado sorprenderse con el Chaco Torres vestido de negro impartiendo justicia por el norte argentino. Podría tratarse de un fenómeno de la nueva normalidad. O tal vez sea otra de las tantas ironías que nos regale el fútbol.

Crédito de las fotos: NA y Fotobaires

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