Hace cuatro años Daniel Osvaldo se marchaba de Boca después de haberse cruzado fuerte en un vestuario con Guillermo Barros Schelotto, entrenador de turno. Fue después de un partido por Copa Libertadores ante Nacional de Montevideo, cuando el Mellizo le recriminó que encendiera un cigarrillo en los vestidores. El escándalo derivó en su salida y posterior retiro transitorio para dedicarse a la música. Ahora un ex compañero de Guillermo en la época dorada xeneize descubrió su paradójico vicio: el tabaco.
“¿Un compañero que me sorprendió con lo que corría a pesar de lo que fumaba? Guille, (Diego Cagna)...”, declaró Óscar Córdoba en el segmento Líbero Versus de TyC Sports. Y Guille es la clara referencia en el mundo Boca para uno de los ídolos máximos de la institución. Al percatarse de que ese era un detalle que pocos conocían, el colombiano trató de evadir la cuestión con una broma: “¿O era Gustavo (su hermano)? Borralo, borralo. Me acuerdo, de pronto lo estoy confundiendo con otro, ja”.
Hace algún tiempo, Osvaldo contó detalles de la mala relación que tuvo con el Mellizo cuando lo dirigió en la entidad de la Ribera: “Sentía que me provocaba, creo que eran más los que no lo querían que los que sí. Recuerdo que tardé mucho en recuperarme de una lesión y él empezó a especular con que no tenía nada y me hacía el lesionado”. Barros Schelotto, de más bajo perfil, se llamó a silencio desde su alejamiento de Boca como DT.
Esta no fue la única perlita que dejó la entrevista con Córdoba, quien confesó cuál fue el peor insulto que le dijeron en una cancha y cómo fue el cruce con el simpatizante que le gritaba: “Me han dicho que yo le llevaba droga a Diego (Maradona). Un hincha me insultaba todos los partidos cuando yo llegaba. Yo decía ‘pero si estoy ganando todo, soy el arquero menos goleado, campeón de Copa Libertadores e Intercontinental y ¿no lo he convencido?’. Luego él me explicó que me insultaba por cábala, sentía que si no me puteaba las cosas no me iban a salir bien en el arco. Él iba a los palcos, donde reconoces las caras perfectamente. Lo fui a encarar a este loco y me dijo ‘ídolo’. Me desarmó con eso porque yo iba a meterle un sopapo. Y ahí explicó por qué insultaba”.
Con Maradona, cuando recién había arribado a Boca proveniente del América de Cali, también registró una anécdota que refrescó: “Llegó al entrenamiento con una Ferrari Testarossa. Hizo un par de trompos en una esquina y la estacionó. Yo me quedé revisándola porque no conocía una Ferrari. Me dice ‘che Córdoba, llevatelá’. ¿Llevármela? No puedo. Si le dañaba una llanta a la Ferrari me tocaba jugar gratis en Boca toda la vida”.
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