“Mamá también juega”. Esa fue la frase con la que se despidió Bárbara Corte el día que sus hijos se “encapricharon” y la hicieron llegar unos minutos tarde al entrenamiento de Villas Unidas, el equipo del que es capitana. Esa tarde, el entrenador Gustavo Levine no le hizo ningún reparo por su demora, él sabe de los esfuerzos y sacrificios que hacen las futbolistas para atender sus múltiples tareas como trabajar, estudiar, hacer las tareas domésticas y jugar al fútbol, entre otras. Esas obligaciones se sienten aún más en un club que tiene como misión la captación de los talentos que viven en los barrios populares de la Ciudad y el Gran Buenos Aires.
El club Villas Unidas nació como una idea de Fernando Signorini, el histórico preparador físico de Diego Maradona, a partir de su inquietud respecto de adónde iban las ganancias multimillonarias que se generaban -hasta ese momento- en el fútbol de varones. La realidad marcaba que, aunque la mayoría de los jugadores surgían de los barrios vulnerados (o “villas”), el dinero de las transferencias nunca regresaba a los orígenes. Es por eso que decidió crear una institución que se nutriera de chicos y chicas de esos barrios, y que las ganancias de los futuros intercambios internacionales queden en el club para que puedan reformularse nuevos proyectos que apuntan no solo a lo deportivo, sino también a la contención social, la enseñanza de oficios o el apoyo a carreras universitarias.
Con apoyo de la escuela de entrenadores de César Luis Menotti y de otras organizaciones sociales, el club Villas Unidas vio la luz en noviembre de 2018. Pronto recibió una invitación de AFA para participar de sus torneos y las autoridades decidieron que la mejor opción era ser parte de la Primera C del fútbol femenino, una categoría que recién había sido creada.
Inmediatamente, se organizó una prueba de jugadoras. Aquella primera convocatoria se hizo en los clubes de barrios populares que ya tenían fútbol 11 o futsal entre sus actividades. Corría abril de 2019 y, de aquellas primeras evaluaciones, surgieron unas 12 futbolistas. Luego se sumaron otras tantas que el cuerpo técnico encabezado por Levine ya conocía de su paso por otros clubes. Ellas serían las encargadas de transmitir su experiencias en torneos de AFA a las más nuevas. El torneo empezó en septiembre.
El plantel de Villas Unidas -que se entrena tres veces por semana en un predio del barrio de Floresta y hace de local en la cancha de un complejo de Pilar- se caracteriza por su heterogeneidad. Hay futbolistas menores de 20 años que llegaron solo con la experiencia de haber jugado con sus amigas en el barrio y, tal vez, en el fútbol 5, mientras que otras pasaron las tres décadas y acumulan algunas temporadas en los torneos de AFA. Las jugadoras provienen de distintos estratos socio-culturales y viven realidades diferentes: algunas son profesionales y otras recién están terminando la secundaria. Muchas trabajan, algunas son madres y tienen varios hijos. Este popurrí de características hace que la dinámica grupal se complemente y equilibre tanto dentro como fuera de la cancha.
Para ser un equipo nuevo y sin rodaje en competencias, “Las Villanas”-tal como se apodan- tuvieron un correcto desempeño en el torneo de la Primera C. Cabe recordar que el certamen no pudo llegar a su fin y fue dado por terminado a raíz de la pandemia de coronavirus. El conjunto que dirige Levine quedó en el puesto 11° entre 16 participantes. En 8 fechas, ganó seis partidos, empató tres y perdió nueve. Convirtió 39 goles y le hicieron 40.
“Estamos muy contentos. Al no ser un club tradicional de fútbol hubo que armar todo desde cero. La materia prima, que son las jugadoras, no las teníamos. Partimos de la base de la convocatoria y luego se fueron haciendo los temas de logística como conseguir lugar para entrenar, una cancha para hacer de local y el micro para viajar a los partidos. Los resultados a nivel deportivo siempre son parte de un proceso, así lo entendemos desde el concepto que tenemos en la escuela de Menotti, y todo se fue dando de menor a mayor. Hemos logrado conformar un muy buen grupo no solo de futbolistas, sino de personas”, destacó el entrenador Levine en diálogo con Infobae.
Uno de los máximos logros en este tiempo ha sido, además, que una de las jugadoras de Villas Unidas haya sido convocada a la Selección de su país. Adriana Arteaga, de 19 años, fue citada por la Sub 20 de Perú y estuvo en los llamados previos al Sudamericano de la categoría que se disputó en marzo pasado en la Argentina. Aunque no quedó en la lista final, pudo volver a su país para entrenar con su seleccionado y ver a su familia. También viajó a Brasil y participó de una serie de amistosos en ese país.
“Son cosas que surgen de darles la posibilidad a los más humildes de tener acceso a otras instancias. En solo un año ya empezaron a verse los frutos. Ver cómo nuestras chicas trascienden y disfrutan de eso, forma parte de los logros que hemos alcanzado en este tiempo”, recalcó el DT.
Levine, de 55 años, está al frente del equipo desde sus inicios. Ya cuando era chico jugaba al fútbol con su hermana por lo que para él ver mujeres en este ámbito no es una rareza. Aunque sus comienzos como DT estuvieron ligados a la rama masculina, luego comenzó a transitar su camino en equipos femeninos como Sportivo Italiano, la UBA y Excursionistas. A raíz de su trabajo en la escuela de entrenadores de César Luis Menotti -con quien suele tener profundas charlas de café sobre la disciplina de mujeres- se hizo cargo de construir desde las bases el equipo de Villas Unidas bajo una perspectiva que tiene en cuenta las múltiples desigualdades que afrontan las jugadoras, que en su mayoría son mujeres de barrios populares.
- ¿Qué les ofrece el fútbol femenino a estas mujeres que sufren diversas opresiones?
- Yo creo que el derecho de la mujer a jugar al fútbol es absolutamente igual al del hombre. En Argentina vivimos en una cultura futbolera desarrollada durante un siglo solamente por varones y en una sociedad machista. Por eso muchos hombres consideraron durante décadas enteras que ellos tenían que darle permiso a las mujeres. Cada vez hay más hombres que modifican esta posición y que se dan cuenta de que las mujeres están en las tribunas o jugando en las plazas. También ven cuando van con sus amigos a una canchita de fútbol 5 que tienen que esperar a que termine un grupo de mujeres para entrenar ellos. Fue así como se empezaron a dar cuenta de que no es ‘yo te dejo jugar’. Tenemos que pensar, además, que en la década del 70′ la figura de la mujer en el fútbol era La Raulito en Boca y la Gorda Matosas en River, que hasta en sus nombres estaban asociadas a lo masculino. Hoy yo veo un montón de personas que ven jugar bien a una chica y dicen ‘Es la Messi del femenino’ y no es así, en todo caso será la (Estefanía) Banini. Lo que yo veo en los entrenamientos de Villas Unidas es que hay poco porcentaje de ausencia y que viajan tres horas para ir y venir del entrenamiento. Cuando se toma dimensión de eso, se sabe que a la persona le gusta mucho lo que está haciendo. Es decir, a estas mujeres les apasiona el fútbol y está totalmente ganado ese terreno: a partir de ahora tenemos que empezar a hablar de la revolución de las mujeres en el fútbol y ya no de la lucha. Eso de pelear contra algo lo hicieron las generaciones anteriores. Hoy esto ya está ganado, empecemos a hablar de fútbol femenino y no de la comparación con el masculino.
- ¿El fútbol femenino tiene ciertas características específicas que tienen que ser tomadas en cuenta? ¿Cómo las trabajan?
- Hay una condición que tiene que ver con el embarazo, que pertenece al fútbol femenino, y hay que atenderla. Eso va acompañado del ciclo menstrual. También están las cuestiones emocionales. Hay una cuestión de diferencia anatómica, que es evidente y que hay que atender: cierto formato de articulación entre el fémur y la cadera tiene otro ángulo y hace que la estética del fútbol femenino sea otra, porque el movimiento es otro. Cuando tenemos un bailarín hombre y una bailarina mujer, vemos que se mueven diferente y en el fútbol es igual. Estas cuestiones hay que atenderlas porque son específicas del fútbol femenino.
- ¿Con qué herramientas cuentan para trabajar estas cuestiones? Porque me imagino que “los libros del fútbol” deben estar escritos para varones…
- Los entrenadores y entrenadoras todavía estamos viendo cómo hacer un trabajo específico que nos beneficie. Hay infinidad de cosas a trabajar en paralelo, no solo pegarle mejor a una pelota. A eso hay que sumarle el tema de la cultura respecto del fútbol y a cómo una jugadora hoy llega a jugar en Primera División. La gran falencia en Argentina, en gran parte de Sudamérica y en Centroamérica es la no conformación de infantiles e inferiores. Hoy un entrenador/a de fútbol femenino tiene que saber que de un plantel de 30 jugadoras es muy probable que en cada entrenamiento tenga cuatro o cinco menos y que, incluso en un partido, de las titulares, pueden faltar una o dos. Por eso siempre hay que tener un Plan A, B y C. Mientras, hay que encargarse de generar divisiones inferiores, de que las nenas se acerquen más al fútbol y de que los padres y las madres sepan que son un factor esencial para llevarlas cuando las nenas a los seis años les dicen que quieren jugar. Hay que considerar al ser mujer en su totalidad para entrenar fútbol femenino, después la técnica y táctica es lo mismo que en cualquier ámbito del fútbol.
- ¿Qué cambios notaste en las jugadoras desde que empezaron con la actividad hasta hoy?
- Los cambios son en general. A aquella que venía poco a entrenar le hemos ido demostrando que cuanto más entrena. mejor va a rendir en el partido. Pero el gran trabajo hoy, sobre todo en clubes que recién empiezan como Villas Unidas, es el de la educación deportiva. Hay clubes como Lanús, Platense o River que están trabajando muy bien y por eso sus jugadoras llegan a primera división con una educación deportiva que ya es anterior. En nuestro caso, esa educación tenemos que darla al mismo tiempo que pensamos, por ejemplo, en que el domingo tenemos que ir a jugar contra Tigre que va primero e invicto. Es todo una vorágine y tenemos que tratar de no contagiar a las jugadoras, pero sí concientizarlas de que cada una es importante y de que todas juntas son aún mucho más importantes. El fútbol es un deporte de conjunto y hay que armar el grupo para que luego sea un equipo en la cancha. Las mejoras que hemos encontrado, entonces, son en el compromiso hacia la actividad y la toma de conciencia. Además, el hecho de tener en el plantel una jugadora que de un día para el otro se subió a un avión para ir a jugar en su Selección y que después nos mandaba fotos desde el predio de la Confederación Brasileña de Fútbol con la camiseta de su país fue algo que revolucionó al grupo, sobre todo a las más jovencitas, que ahora se dan cuenta de que tienen un futuro. Lo que pasa es que todavía no pueden dimensionarlo porque ven que solo las chicas de la Selección pueden vivir del sueldo que ganan en el fútbol.
- Hoy estamos viendo jugadoras que firman contratos y cobran sueldos o que se van a jugar al exterior. Aún cuando no ganen mucho dinero, el fútbol comienza a ser una salida laboral también para las mujeres...
- Si bien es cierto que hay más varones que ganan fortunas con el fútbol, eso viene atado de la enorme cantidad de niños que a los seis años ya van a la escuela de fútbol con el sueño de ser Messi. La base de la pirámide es muchísimo mayor a la del fútbol femenino. En nuestro caso, Adriana Arteaga, con solo tres meses en el fútbol de AFA, ya llegó a la selección de Perú. Eso quiere decir que las oportunidades son mucho mayores. Entonces, una chica de 16 o 17 años que se toma esto en serio y que tiene condiciones deportivas, tiene que empezar a darse cuenta de que las oportunidades están, hay que cambiar su estructura mental. Por eso está bueno que la Argentina tenga una selección Sub 15 y una Sub 17.
Este concepto de “cambiar la estructura mental” de las mujeres que juegan al fútbol implica lograr un compromiso aún mayor con la actividad, pero también ser conscientes del potencial que tienen y de las oportunidades que hoy se les pueden presentar. El hoy es importante, pero también lo es el futuro. En el día a día en Villas Unidas, Levine y su cuerpo técnico buscan llevar a cabo esta transformación en varios aspectos. Algunas de estas propuestas han impactado en jugadoras como la capitana Bárbara Corte, que ya ha empezado a hacer el curso de DT para el día de mañana poder seguir ligada al fútbol, pero desde otro rol.
“Yo no adhiero a esa idea de que todos los hombres que estamos en el fútbol estamos en contra de la participación de las mujeres. Creo que tenemos que convivir y complementarnos. Los cuerpos técnicos tienen que sí o sí estar integrados por mujeres y varones, y las dirigencias también, porque así es la vida. Necesitamos de ambos géneros para crecer como sociedad”, recalcó Levine.
Y, concluyó: “No creo que el fútbol femenino deba estar todo integrado por mujeres y el fútbol masculino por hombres. Pienso que nos estaríamos perdiendo una exquisita oportunidad de tener las experiencias de cada uno y estaríamos perdiendo el equilibrio. Por eso la mujer tiene que ponerse como objetivo no solo dirigir fútbol femenino, sino también masculino”.
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