Abril de 1986. Los grandes del fútbol argentino estaban en distintas frecuencias. River acababa de consagrarse campeón con un equipazo liderado por Francescoli, San Lorenzo con los goles de Perazzo se afirmaba en el lote de los primeros, Boca confirmaba su reconstrucción institucional y deportiva e Independiente naufragaba por mitad de tabla, sin terminar de asimilar la caída en las semifinales de la Copa Libertadores de unos meses atrás.
¿Y Racing? No jugaba partidos oficiales. Había ascendido a fines de 1985 y por una nueva reestructuración, debía esperar hasta julio para sentarse otra vez a la mesa de la primera división. Había disputado algunos amistosos, hasta que llegó aquella decisión… Alquilarle el plantel por dos meses a Atlético Argentino, que buscaba en el torneo mendocino, llegar al Nacional B.
La espina se había clavado, punzante y dolorosa en el corazón celeste y blanco de Avellaneda en diciembre de 1983 con un descenso lacerante. Lejos estuvo de ser placentera su travesía por el fútbol de los sábados, postergado el regreso en 1984 por un gran Deportivo Español, que fue campeón y Gimnasia y Esgrima La Plata, que lo venció en la final del reducido. Un año más tarde, Rosario Central vistió de lujo la “B” con un fútbol exquisito y la Academia sufrió hasta 27 de diciembre, cuando superó a Atlanta en la final del octogonal y se sintió otra vez de primera.
A mediados de 1985, el fútbol argentino había atravesado una de sus clásicas reestructuraciones, amoldando su calendario al europeo. Con ello, los nuevos campeoantos irían de junio a junio. Pero el torneo de Primera B ya estaba en disputa y al concluir el año, los dos ascendidos debieron afrontar el inédito panorama de tener que permanecer seis meses sin competencia oficial, en lo que terminó teniendo más de castigo que de premio en el plano económico. Central cedió a préstamo a todos los integrantes de su muy buen plantel, mientras que Racing lo encaró con la disputa de diversos partidos amistosos, ya sin Coco Basile, el entrenador que lo había devuelto a su lugar.
Hugo Lamadrid había surgido de las inferiores y debutado en primera a mediados de 1985, en medio de aquellas tortuosas jornadas de sábado grises y con pocas sonrisas: “En los meses de verano del ’86 jugamos contra los dos grandes de Uruguay en Montevideo y a Peñarol le ganamos 1-0 e hice el gol. El equipo venía claramente en levantada desde el ascenso, pero la situación de no disputar encuentros en forma oficial desconcertaba a todos. La decisión del club era clara: O no cobran de acá a julio o se van a préstamo con la propuesta de Argentino de Mendoza. Recuerdo que tras uno de los entrenamientos se puso a consideración entre nosotros en el plantel la situación y la mayoría votó porque sí. Puesto en el contexto de hoy en día parece increíble, pero era así. Un fútbol de otra época. Un equipo grande como Racing, que había logrado la vuelta a primera luego de dos años de luchas y sufrimientos. Y parecería que no contentos con eso, el cachetazo a la historia que significaba alquilar un plantel para disputar un torneo provincial”.
Durante marzo había seguido el derrotero de presentaciones por el país. Dos de ellas fueron en Mendoza con sendas victorias: Deportivo Guaymallén 4-2 el domingo 16 y Huracán las Heras 2-0 el jueves 27, durante la Semana Santa. Allí fue donde los dirigentes comenzaron a recibir pedidos de los clubes de la provincia con vistas al inicio del certamen mendocino pronto a comenzar, que otorgaría una plaza al campeón para el próximo y nobel Nacional B.
En primera instancia fue Guaymallén quien solicitó a algunos de los futbolistas y luego lo siguió Huracán Las Heras. En medio de esa situación, aparecieron los directivos de Argentino con la “revolucionaria” idea de contratar a préstamo al plantel completo para disputar esa competencia, a cambio de 150.000 dólares.
La oferta fue aceptada el martes 1 de abril, pero desechada 24 horas más tarde, al no ponerse de acuerdo en la forma de pago. Esa misma noche, Héctor Rinaldi (Presidente de Racing) confirmó que la operación había fracasado. Al regresar a su provincia, los dirigentes de Argentino se encontraron con la novedad de un planteo del plantel profesional, ofendidos por la situación y que se negaban a jugar. Entonces, en medio de la encrucijada, volvieron sobre sus pasos, consiguieron un aval importante y el viernes pagaron al contado la parte que solicitaba la institución de Avellaneda y el acuerdo se cerró.
El representante del plantel, Juan Carlos Carabajal, explicó ese mismo viernes al mediodía como había sido la operación: “Argentino paga 150 mil dólares y parte de ese dinero permitirá abonarles a los jugadores los meses de abril y mayo, con lo que, de esta forma, quedan al día”. La revista Solo Fútbol aclaraba algunos puntos: “Los futbolistas reciben 150 australes por partido como premio y en caso de lograr el título y la clasificación al Nacional B, un extra de 1.000 australes para cada uno. La mayor parte del dinero fue aportado por Oscar di Ricco, dueño de la Bodega San Juan, una de las más importantes de la provincia”.
El torneo había comenzado una semana antes y Atlético Argentino fue derrotado 1-0 por Centro Deportivo Rivadavia. La primera presentación de los futbolistas de la Academia con su camiseta fue el domingo 6 de abril, perdiendo 2-1 ante San Martín en condición de visitante. Los once de esa tarde fueron: Miguel Wirtz; Héctor Fernández, Gustavo Costas, Néstor Fabbri, Washington González; Jorge Acuña, Horacio Attadía (Horacio Cordero), Ítalo Ortíz, Miguel Colombatti; Washington Olivera (Hugo Lamadrid), Walter Fernández (autor del gol). El saldo fue negativo no solo por la caída, sino por la grave lesión de Attadía y la expulsión de Colombatti.
Lamadrid era un chico que recién atravesaba sus experiencias fundacionales en el fútbol profesional: “En Racing vivíamos en medio de un gran caos institucional y económico. En esos meses venían jugadores a modo de prueba, tal el caso de Otermín, que hizo varios goles pero no quedó. Entrenábamos durante la semana en Buenos Aires y viajábamos los viernes en avión y regresábamos el mismo domingo luego del partido. Creo que solo una vez nos quedamos la semana entera en Mendoza. En lo que hace a la camiseta, allí no hubo cambios, porque es exactamente igual a la de Racing, celeste y blanca a bastones con la publicidad de una fábrica de cerámicas en el centro”.
En la tercera fecha tampoco pudo ganar, ya que empató sin goles con Independiente Rivadavia. El alivio llegó en la cuarta, al golear a Deportivo Guaymallén por 5-1 (Walter Fernández, Olivera y 3 de Geoffroy, un jugador que había estado en Vélez, el fútbol de Chile y solo estuvo durante el periplo mendocino). En la jornada siguiente cayó ante Deportivo Maipú 3-2 y comenzaban a complicarse las chances de clasificación, ya que los cuatro primeros avanzaban al reducido final, cuyo campeón iría al Nacional B. A partir de allí inició una remontada, marcando siete goles en dos encuentros: Godoy Cruz 4-1 y Huracán Las Heras 3-0.
Como si la situación no fuese engorrosa y complicada de por sí, se le agregó un condimento más. Entre el jueves 8 y el domingo 11 de mayo disputó un cuadrangular, obviamente con el nombre de Racing Club, en el estadio de River Plate, junto a los locales, Montevideo Wanderers y Bayer Leverkusen. En la primera jornada venció al cuadro uruguayo 3-0 y en la segunda fue goleado por el conjunto alemán 5-2. Como éste match se desarrolló un domingo, debió postergar el correspondiente al torneo mendocino. Una confusión inacabable.
Vueltos a ser Atlético Argentino, los jugadores mostraron buen nivel y ganaron tres partidos sucesivos (Palmira 3-0, Andes Talleres 5-0 y Luján 2-0). A falta de solo una fecha, la situación había mejorado sensiblemente en la tabla y solo le bastaba un empate en la última para sellar el pasaporte al cuadrangular final.
La historia había comenzado sinuosa, con demasiadas idas y vueltas y concluyó de la peor manera. Aquel domingo 1 de junio fue vencido por Gimnasia y Esgrima por 2-0, quien lo superó en las posiciones y lo dejó sin chances de clasificación. El balance fue negativo en todos los aspectos y concluyó con varios futbolistas titulares fuera del equipo, por lesiones o problemas contractuales. El vencedor del certamen fue Deportivo Maipú, que se mantendría varias temporadas en el Nacional B.
Pasados los años, los avatares de aquella situación atípica regresan en los recuerdos de Lamadrid: “Los partidos fueron muy picantes, se metía con todo. Hay que hacerse la idea que estaba yendo Racing a jugar un torneo local, ni siquiera un regional, era propio de la provincia de Mendoza. Los últimos partidos los terminamos con varios chicos de Argentino en el banco de suplentes porque habíamos tenido algunos lesionados como Gustavo Costas y Horacio Attadía. Fue muy complicado por los árbitros también y por la agresividad que se percibía de parte de la gente, incluso desde el momento de la entrada en calor. La experiencia en general fue bastante mala, pero en mi caso particular me hizo crecer de golpe en un montón de cuestiones”
Había quedado un precedente extraño para el fútbol en general y doloroso para Racing en particular. Al regresar, el plantel fue licenciado por unos días y luego retomó las prácticas con la mira puesta en el domingo 13 de julio, día del regreso oficial a primera división frente a River en el Monumental. En el medio, en México, otra casaca celeste y blanca, lentamente y en silencio, dejaba rivales en el camino y construía una leyenda de la mano de Maradona en días gloriosos e inolvidables para el fútbol argentino.
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