Fernando Gago, íntimo: el calvario de las lesiones, los diálogos con su hijo que evitaron que se retirara, el “mundo Boca” y el partido que jamás volvería a ver

El mediocampista de Vélez inicia sus entrenamientos en cuarentena a las 6 de la mañana para pisar una vez más el césped. Cuándo empezó su racha de problemas físicos, sus recuerdos en el Xeneize, su paso por el Real Madrid, la idolatría por Redondo y qué le generan las burlas de los hinchas de River luego de la Superfinal de la Libertadores en Madrid

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Gago, clase 86, surgió de
Gago, clase 86, surgió de las inferiores del Xeneize, después de brillar en Parque (FotoBaires)

Mateo, desde la ingenuidad y la ternura de un nene, lo miró y le pidió un regalo especial. “¿Cuándo vas a volver a jugar que quiero ir a la cancha?”. No buscaba un juguete para él. Quería verlo con botines a su papá. El que había decidido retirarse. Fernando Gago lo escuchó y aguantó la respiración un instante. Se fue adonde su hijo ya no pudiera verlo. Cuando estuvo solo se le llenaron los ojos de lágrimas. Ese dolor lo transformó en un combustible para volver el año pasado. “Ahí me dije ‘tengo que volver a jugar como sea'”. Lo logró -una vez más- y su andar elegante apareció en en el mediocampo de Vélez. Mateo lo vio en el Amalfitani. Pero el destino siempre le fue con la plancha en su tremenda carrera. Ahora, a fines de enero Gago se volvió a romper.

No se pudo escapar. Gago tuvo que recorrer de nuevo ese frío camino al quirófano. Había sufrido la rotura de los ligamentos cruzados de la rodilla izquierda contra Aldosivi. Aunque el paso más difícil fue sin anestesia. Cuando tuvo que despedirse de Mateo. “Lo saludé y le dije que al otro día me tenía que ir. Al rato vino llorando a mi cuarto. Ese llanto que no sabés bien por qué es. Ahí me di cuenta de que había escuchado. Él ya sabía que me operaban”, recuerda después de poco más de cuatro meses de recuperación. Ahora su hijo, que ya tiene 7 años, lo acompaña de vez en cuando a entrenarse y otra vez comparten sonrisas. “A veces se arrima y me dice ‘papi, ¿cómo estás de la rodilla?‘. ‘Bien, bien', le respondo yo. O me filma. Así que por ese lado me divierto. Él ya sabe que tengo ganas de volver a jugar”, dice y abre su intimidad en la larga entrevista con Infobae. Es un engaño -o sólo la parte que más luce en la canchas- que Gago se imponga por su talento. Su temperamento se vio en cada recuperación cuando la mayoría hubiera abandonado.

-No te retiran las lesiones ni el coronavirus.

-Yo tengo la intención de volver a jugar. Voy a ver cómo estoy a partir de agosto. Ahí yo tomaré la decisión. Pongo ese mes por los plazos de recuperación. Será el sexto. Podré ver mi estado. Mi idea es entrar a una cancha estando bien. No regalando nada. Porque tampoco me conviene hacerlo sólo por estar, sólo por decir "volví". Por eso hago el esfuerzo. Voy a entrenar lo mejor posible para volver a jugar.

-¿Cómo la llevás la recuperación en la cuarentena?

-La verdad, bien. Me gusta estar mucho en mi casa. Con las lesiones que pasé he aprendido a convivir con mis momentos de soledad. Buscando la motivación para poder entrenarme y llegar a la mejor parte de la recuperación. Obvio que estar aislado es una situación difícil para todos. Aunque hay que buscarle la vuelta a cosas que no estamos acostumbrados en el día a día. Acoplarse a la rutina de los chicos. Sirve para adaptarse, crecer y fortalecer el lazo familiar. Aun cuando para un deportista es una complicación.

-¿Te entrenás sólo con una rutina o por zoom?

-Tengo al kinesiólogo conmigo. Ellos pueden circular por el servicio que dan. Me ven dos veces por semana y a partir de ahí me marcan la rutina. Después yo me voy manejando solo. Van algo más de cuatro meses de la operación. La rodilla está respondiendo muy bien. No tuve ninguna complicación que haya demorado el proceso. Hago mucho trabajo en el gimnasio. Y desde hace unos días hago un poco de trabajo en el campo para ir soltando, para probar la pierna. En el entrenamiento no se debe agredir la rodilla. Yo lo hago exacto cómo me dicen. Es bueno porque voy ganando movilidad, fuerza y coordinación.

-Hay también un trabajo de la cabeza, aunque vos ya hiciste un master. Que no te domine la ansiedad, el miedo...

-Miedo nunca tuve. En ningún proceso de las lesiones -ni ahora ni en la anteriores- tuve miedo de volver a jugar. La ansiedad siempre está. Más cuando se acerca el final de la recuperación. O cuando ves que estás bien y podés empezar a patear. A jugar. Es lógico en un proceso de recuperación cuando salís de la rutina de los primeros cuatro meses. Me pasó más con el tendón de Aquiles. Esa lesión es más complicada que la rodilla ahora. Ahí hay momentos en que la ansiedad te juega en contra. Querés correr y el médico no te deja... Sí, la cabeza es fundamental en el día a día de entrenarte solo. Ser constante en el trabajo de recuperación. Yo soy muy exigente conmigo en ese sentido. Sé que lo necesito. Aunque no tenga ganas, las saco de algún lado para poder entrenar. Para ir al gimnasio. Me planeo semanas de rutinas distintas, de horarios, o de formas de encararla. Esta semana, por ejemplo, me toca a las seis de la mañana...

-¿Arrancás a las 6 de la mañana en cuarentena y con frío?

-Hay veces que sí. Después tengo que hacer de padre, ja. Bien temprano es el momento en el que más me gusta entrenar. Estoy solo, tranquilo. Hago las cosas en mis tiempos. Hay días que entreno a las 7 de la tarde, otros a las 8 de la noche. O después de darle de comer a los chicos. Son tres. Mateo, Antonella y Daniele. A veces se van a descansar y yo me voy al gimnasio.

Con la casaca de Boca
Con la casaca de Boca ganó 9 títulos

-¿Esa fortaleza la trabajaste con un psicólogo? ¿Así eras de pibe? ¿Así sos de grande, más maduro?

-Trabajé con un psicólogo en una parte de la lesión anterior. Pero te vas a formando así a medida que pasan los golpes. A mí, a los 18 años se me murió mi papá. Y yo al otro día estaba entrenándome en Boca. Son situaciones en las que vas aprendiendo. Conocés qué es lo mejor para vos en momentos difíciles. Nadie puede decir que está contento con una lesión o algo feo que le pasó. Pero a mí me hicieron crecer. No busco el lado negativo de la lesión. O de las cosas malas que me pasaron deportivamente. Al contrario. Trato de buscarle todo lo positivo. Empecé a hacer cosas que no hacía. Porque a veces el jugador de fútbol se deja llevar tanto que no se da cuenta de cosas simples. Todo eso me sirvió en mi vida personal. Me acercó muchísimo más a la realidad de una persona normal y no de un futbolista.

-Decís que el lado más oscuro de la lesión te hizo más terrenal.

-Me hizo así. O yo busqué que fuera así. Nunca me pregunté por qué pasó. Pasó. Listo. Ahora hay que tratar de salir. No te voy a negar que en los primeros dos o tres meses de una lesión no la pasás bien. No podés caminar. Recién a medida que pasa el tiempo vas encontrando una motivación. Me gusta leer. Me gusta aprender de fútbol. Me informo sobre otras cosas de la vida. Vas haciendo cosas distintas. Durante la lesión, por ejemplo, todas las mañanas llevé a mi hijo al colegio. Y por ahí cuando te entrenás no podés hacer. Aproveché ese momento y me ayudó. Me programaba: sabía que tenía que llevarlo a Mateo lo y después empezar a moverme.

-¿En estos cuatro meses no te rateaste nunca de tu entrenamiento? ¿Jamás dijiste “hoy me tomo el día libre”?

-Nunca. Porque sería engañarme a mí mismo. No sirve. Al contrario. He hecho hasta doble turno... Lo tomo así. Me gusta entrenar. Me gusta la actividad física. Lo hice toda mi vida. Y ahora, con este desafío de intentar volver a jugar, me motiva más entrenar.

-¿Qué te dice tu mujer, Gisela Dulko, que también es deportista? Como tenista llegó a ser número 1 del mundo en dobles y el puesto 26 en single en junio del 2005.

-Ella siempre estuvo. Siempre me bancó en la locura. En los llantos, en los gritos, en el dolor... Eso es muy importante. Saber cómo encararte. Que tal vez no es el día para hablar. Entonces ella espera y lo hace recién al otro día. Gisela fue muy importante en todas las recuperaciones. Con buenos y malos momentos por el humor que tenés, que a veces hace que te la agarres con la gente que tenés al lado. Yo le tengo que agradecer a mi mujer que me haya puesto otra vez de pie para intentar volver a jugar a la pelota.

Gago y la ex tenista
Gago y la ex tenista Gisela Dulko

-En estos meses se pasaron muchos partidos viejos. Si vos fueras el programador de un canal deportivo de TV. ¿Qué partido de Gago quisieras volver a ver y cuál nunca más?

-El partido que no quiero ver más es la final del Mundial 2014. Contra Alemania. De hecho sabía que lo estaban dando y no lo vi. Nos dolió mucho. Más por cómo se dio. Estar tan cerca de conseguir la Copa del Mundo... Y el partido que volvería a ver es el partido de la Recopa del 2005, Boca con Once Caldas. Porque fue la primera vez que mi papá me vio campeón. Más desde lo emotivo que por mi nivel. Muchas veces el fútbol lo he acomodado a mi vida. Como decía recién, cuando murió mi papá yo estaba jugando un Boca-Racing. Él había estado 22 días internado y salvo los días de concentración dormí todos los días en una silla en el hospital. Yo seguí jugando a la pelota.

-Una vez contaste que jugaste 15 años con dolor. Fuerte. Además, una cuenta rápida marca que jugaste más partidos con dolor que 10 puntos.

-La verdad que sí. Pero el jugador de fútbol está acostumbrado a jugar con dolor. Siempre tenés un golpe, una carga. Lo mío, claro, fue mucho tiempo y bastante dolor. No me permitía estar cómodo. No podía tener un entrenamiento normal. Debía pensar después de la práctica cómo hacía para mejorar ese dolor. Traté de hacer de todo para mejorar. Pero no iba a estar dispuesto de entrada a una operación porque no sabés cómo vas a quedar. Yo tenía un sobrehueso y había que sacarlo. Cuando me rompí el Aquiles pensé en sacarlo. Con el diario del lunes uno puede decir "le hubiera dicho que sí al médico". Pero tomé la decisión de si aguanta, aguanta. O se romperá. Ahora estoy totalmente liberado de ese dolor.

-Desde afuera parece anecdótico. Pero no te podías calzar. No soportabas ni el roce al dormir.

-Hasta el roce de una sábana me hacía doler. Por eso dormía con el pie afuera de la cama. Para aguantar. Iba en zapatillas por la arena porque no podía caminar descalzo en la playa... Yo siempre tomé jugar a la pelota como un trabajo. Pero es lo que más me gusta hacer. He luchado contra los problemas físicos. Este tendón también me ha generado otras lesiones por el simple hecho de correr mal, por la descompensación del cuerpo. Por eso atender cada detalle me servía. Me pasó de irme y estar más preocupado por traerme una máquina de afuera que por las vacaciones con mi familia. Tiene que ver con cómo lo vivo yo. Disfruto el fútbol. Me gusta imaginar un partido antes. Después está la línea del entrenador pero yo genero mi idea de cómo juega el rival, cómo lo podés lastimar. Cómo estar posicionado para tener más juego. Todo eso te hace ver que jugar a la pelota es mi vida. Y hoy con 34 años lo hago como en la primera recuperación.

-¿Sabés cuántos partidos jugaste sin dolor?

-De los 18 a los 24. Los primeros 6 años de mi carrera. Ahí no tenía el dolor en los pies. Todo arrancó en un partido de Champions. En una entrada en calor empecé a sentir molestias. Después, me infiltraba el tendón. Una locura que hice muchos partidos.

-Jugar en Boca es una explosión. ¿Pero cómo fue cuando vinieron y te dijeron “Fernando, te quiere el Real Madrid”?

-Fue raro. Me acuerdo que fui a cenar con mi representante y me dijo que estaba el interés del Real. Mi respuesta fue "bueno, pero termino el campeonato en Boca". Ahí me aclaró que era para el final del torneo. Entonces le dije "dale, arreglalo con el club y después vemos". Muy loco. Yo me doy cuenta hoy que a los 20 años me vino a buscar el Real Madrid directamente al fútbol argentino. Que después fui y jugué unos 120 partidos en 5 años... De entrada no me daba. No medía que había sido la transferencia más cara del fútbol argentino. Ahora la pasó Lautaro Martínez al ir al Inter. En su momento no me di cuenta de la importancia de lo que me pasaba.

-¿Qué fue lo que más te impactó? Llegaste con Higuaín y el brasileño Marcelo.

-Sí. Viajé en el mismo avión que Pipita. No teníamos mucha relación. Íbamos a un club tan importante. Con jugadores de mucho nombre. Pensábamos cómo podía ser la primera semana. Y al revés de lo que se podía imaginar, fue muy fácil. Yo fui uno de los primeros en llegar al entrenamiento. Y todos los chicos se acercaron, me saludaron muy bien. Es un vestuario de fútbol normal más allá de los apellidos. Aunque no lo es. Yo llegaba con el número 16. Y al lado mío se cambiaba Van Nistelrooy. Ahí vos decís “éste es al que miraba en la tele y ahora lo tengo al lado mío”. Te hablaba, te hacía una broma. Después era un compañero más. Pero desde lejos yo decía ahí están Raúl, Casillas, Roberto Carlos, Beckham, Ronaldo el Fenómeno... Muchos jugadores que veías de lejos y de pronto los tenías ahí adentro.

-¿Cómo era Ronaldo? Uno de los grandes futbolistas de la historia.

-Un fenómeno. Conmigo siempre se portó bárbaro. Compartí poco porque se fue al Milan. Pero la verdad un jugador de una calidad impresionante. De lo mejor que vi en mi vida. Y era muy simple en el día a día en el vestuario. Una excelente persona. Al ser sudamericano se facilitaba el trato. Te invitaba a su casa...

-¿Le espiabas la ropa a Bechkam?

-Sí. Pero él se la ponía y le quedaba bárbaro. Después al resto usaba lo mismo y le quedaba mal, ja. Tengo una anécdota con él. Beckham en el primer momento tenía una problema con el club y no era convocado a los partido. Yo encontré un asiento libre en el micro y me senté. Como nadie iba a ese lugar, me quedé ahí al siguiente partido... El tema es que cuando vuelve David, va y se sienta en "mi lugar". Ahí me dice "acá te sentás" y me corrí al pasillo. Fue divertido porque yo pensaba que era mi lugar, pero no... Era el de Beckham que volvía, ja. Después hice un gran relación. Viajábamos a todos lados juntos.

-¿En esa época más que nunca querías ser Redondo?

-No. Al contrario. No quería que me compararan con ese animal, ja. Juega demasiado bien a la pelota. Yo tengo una gran admiración por Fernando como jugador y como persona. Conmigo se ha portado muy bien. Aunque lo vi una o dos veces personalmente, intercambié mensajes. Fue mi ídolo desde chiquito. Y también lo valoro como tipo. Por cómo fue el trato conmigo en algunas declaraciones que dio. Me cuesta cuando me comparan con Redondo porque es imposible hacerlo con un jugador así.

-¿Y cómo fue jugar con De Rossi en la Roma? Ahí era capanga.

-Daniele es un jugador increíble. Un futbolista que se puede adaptar a cualquier sistema. Puede jugar de interno, de volante central, de defensor. Encima, fue un excelente compañero. El día de hoy sigo hablando con él, con Francesco Totti... Y ves la humildad que tienen, la forma que entrenaban... Querían realmente a la Roma. Fue su club de toda la vida y lo demostraban todos los días. Mirá que De Rossi y Totti en Roma eran más importantes que el Papa.

-En Boca no vimos ni de cerca al que vos viste.

-No. Daniele acá empezó un proceso de un fútbol nuevo. Encima tuvo la mala suerte que se lesionó. Pero para mí tenía calidad de sobra para jugar en el fútbol argentino.

-¿Existe el Mundo Boca o es una definición periodística?

-Sí. Existe el Mundo Boca. Es un mundo porque cualquier situación en Boca sale en todos lados. Las cosas buenas y las cosas malas. Esto es así y siempre va a ser así. Boca vende muchísimo. Yo me crié ahí. Primero futbolísticamente y después como persona. Desde el año 96/97 que estoy en Boca. Viví buenas y malas. Todo me fue llevando a conocerlo bien. Al que viene de afuera le lleva un proceso adaptarse a toda esa exposición. No es fácil estar todo el día en boca de todos... Es imposible que si te juntás con alguien que no salga en ningún lado. Al mínimo detalle quedás muy expuesto.

-¿Y en cuanto a la presión que genera ese mundo Boca? ¿La camiseta es la más pesada de la Argentina?

-Sí. Porque es la que me tocó usar muchísimos años. Pero yo no tomaba la camiseta de Boca como una presión sino como la linda responsabilidad. La chance de rendir al máximo. En Boca he hecho cosas que por ahí no haría un jugador por un club. Y que no se van a saber nunca... He tomado muchos riesgos para estar en un partido. Y lo volvería a hacer. Porque yo crecí ahí y soy hincha de Boca. Me fue bien en muchos torneos y también perdí. Es así. El fútbol es un juego y está claro que a nadie le gusta perder. Pero yo voy a estar agradecido toda mi vida por el afecto de la gente. Hay veces que cerrás los ojos y te acordás cómo estaba la cancha en esos partidos.

-¿Qué es la Bombonera para vos?

-Es hermosa. Jugar en la cancha de Boca era mi sueño cuando era chico. Lo pude hacer. Puede festejar ser campeón ahí adentro. Genera una presión extra a cada equipo que va a jugar sabiendo cómo se escucha la gente. El fervor, las ganas, el empuje del hincha.

-Tu última foto en Boca es muy triste, aunque antes la pasaste muy bien. ¿Qué pesa más hoy, con esa final aún fresca, y que creés que va a pesar más dentro tuyo dentro de 10 años?

-Me tocó lesionarme en una final. Es una imagen dolorosa, triste. Pero al contrario. Yo estoy muy contento por cómo se dio mi carrera. Las lesiones no fueron un problema. No fueron un impedimento para disfrutar del fútbol. He pasado muchas cosas lindas en Boca y he ganado un montón. Es lo lindo. Y también perdí. Ahora, si nos vamos a quedar con que el que gana es el mejor, hay un solo equipo en el año que gana. Hay que ver también el lado global, el todo. Y en el todo, en Boca la pasé muy bien.

-No me refería a la lesión puntualmente sino a perder justo con River la final de la Libertadores.

-Obvio. Perder la final y, contra River, provoca un dolor grandísimo. Pero es un partido de fútbol. Se perdió. Boca siguió después de eso. Y va a seguir... Fue triste porque no queríamos terminar así. Pero ya pasó y hay que mirar para adelante.

-¿Pero qué te genera a vos el comentario del hincha de River que dice que “Boca murió en Madrid”?

-A mí, nada. Ganó River y nada más que eso. Obvio que nos va a doler, pero Boca es demasiado grande para pensar de otro modo.

-Cuando en el avión de vuelta de Madrid les dijiste a tus compañeros que te retirabas, ¿te lo creías realmente o era parte de un enojo de momento?

-No. Yo tenía la decisión tomada a partir de ese día. "Me retiro", les dije a los muchachos. Recién a partir de marzo del 2019 pensé en volver. Después de las vacaciones y de lo que me dijo mi hijo. Yo estaba haciendo la recuperación sólo para volver a caminar. Para poder correr. Para tener una vida normal...

El momento de la última lesión de Fernando Gago

-Ahora, a la distancia, ¿tendrían que haber jugado ese día en el Monumental más allá de la agresión a Pablo Pérez?

-Te voy a ser sincero. Yo nunca viví algo igual a lo que pasó esa tarde. Es más, subieron una foto diciendo que yo estaba insultando a los hinchas de River. Es totalmente mentira. Jamás le hice un gesto a ninguna hinchada. Me gustaría aclararlo, aunque muchas veces las aclaraciones quedan en la nada. Ese día no se podía jugar. Por una cuestión lógica... Como el día del gas pimienta. Esa noche en la Bombonera la crítica era que no fuimos solidarios con el otro plantel. Pero a nosotros nos obligaron... Cuando a vos el propio árbitro te dice "fórmense para jugar", ¿qué vas a hacer? Fue una situación muy rara. Estuvimos 45 minutos dentro de la cancha. Nos decían "vamos a jugar", "no vamos a jugar", "calienten", "no calienten". Y ese partido no lo terminamos de jugar. Obvio, no se podía jugar. Porque había muchachos de River que tenían problemas. Lo mismo que pasó en la cancha de River... Yo hasta sufrí una reacción alérgica.

-¿Cómo fue?

-Me empecé a brotar y estaba todo hinchado. Se ve que lo que tiraron tenía algo que me hizo mal. Yo tomé igual un medicamento. Prefería que me diera el dóping positivo antes de morirme en la cancha.

-¿Gallardo se transformó en un karma para Boca?

-Hace muy bien su trabajo en River. Su forma de entrenar le dio resultados. Es un proceso de mucho tiempo que está muy bueno para el fútbol argentino. Le tocó ganar partidos donde el rival era Boca pero no sé si la palabra sería karma.

-Ahora Boca volvió a ser campeón con Riquelme vicepresidente. ¿Lo imaginabas dirigente?

-La verdad, yo con Román tuve una relación de compañero. No hubo una amistad después del fútbol. Es bueno que se sumen jugadores a la parte dirigencial del fútbol. Pueden lograr desde su experiencia, ver cosas que el dirigente no sabe porque no las vivió.

-Vos le diste un empujoncito a Centurión para que vaya a Vélez. ¿Volviste a hablar después de todo lo que vivió? ¿Creés que seguirá en el club o tendrá su revancha en Boca?

-Hablé con Ricky. Tuve una charla después de todas estas situaciones que le tocó pasar. La muerte su novia y antes de su abuela. Es un chico que necesita estar cómodo, tranquilo. No le di consejos sino que le conté las cosas que me tocaron vivir. Va a depender de él cómo evolucione y qué quiera hacer. Centurión tiene mucho para darle al fútbol. Es un grandísimo jugador. Obviamente que lo mejor para él es estar adentro de la cancha. Después, cada uno decide dónde y hay negociaciones.

-¿Y vos ya decidiste que vas a ser entrenador después de retirarte?

-No lo sé. Me gustaría estar ligado al fútbol. Eso está claro. Me gusta. Lo vivo así. Me apasiona el análisis. El pensar en mejorar un equipo. O cosas para potenciar desde otro lado. Podría ser un manager también. Hoy te digo eso. Aunque dentro de 5 años no lo sé...

Trabaja en su hogar con
Trabaja en su hogar con los kinesiólogos para ponerse a punto (@velezoficial)

-¿Que ibas a integrar el cuerpo técnico de Heinze fue real o un rumor periodístico?

-Totalmente un rumor. Porque no lo he hablado con él. Tengo una grandísima relación con el Gringo. Somos amigos. Nos ha tocado vivir muchas cosas juntos en planteles. En la Selección, en el Real, en la Roma. Pero nunca se planteó algo así. Más que nada porque yo no decidí dejar de jugar a la pelota. La pregunta no va a estar hasta que yo no diga "che, no juego más". Ahí veremos qué haré.

-¿Cómo te gustaría que recuerden al Gago futbolista?

-Va a ser difícil que se me recuerde de otro lado que no sea la lesión. Yo creo que fue algo que me marcó durante los años de mi carrera. Y para mí fue algo muy doloroso. Pero que a la vez me ayudó para salir, para volver a jugar. Me gustaría que me recuerden los compañeros por cómo soy en el vestuario, por ver que sigo en contacto con muchísimos de ellos. Y si vuelvo a lograr jugar después de esta lesión, será un valor agregado. Terminaría una carrera donde supe sortear obstáculos. Nadie pensaba que yo iba a volver después de 5 operaciones...

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