Logró Lionel Scaloni algo que parecía imposible hace un año. Despejó las desconfianzas. Silenció aquellas voces que criticaban su designación y dudaban por su falta de experiencia como entrenador. A su alrededor en estos días sólo hay ruido por alguna frase que pronuncia con naturalidad y sin segundas intenciones, pero igual dispara múltiples debates en este fútbol en cuarentena y casi vacío de noticias. Se trata de un detalle. Lo esencial parece resuelto: avanza y entusiasma la renovación de la Selección que él impulsa.
Justamente nace el mano a mano con Infobae en esa cuestión de fondo, en su consolidación en un cargo tan singular, tan pesado: “La única realidad es que cualquier técnico de las selecciones potentes siempre va a estar a prueba. La Selección es una prueba importante partido a partido. Ahora estamos bastante más tranquilos. Tenemos una solidez, una base de jugadores, pero siempre sabemos que dependemos de cómo nos vaya. No es diferente a lo que les pasa a otros entrenadores. Estoy convencido de que vamos por el camino correcto, pero al final los resultados son los que mandan. Hoy creo que estamos bien”.
—¿El peor momento ya pasó? El arranque, con las dudas que se plantearon por tu elección, no debe haber sido fácil de sobrellevar.
—Desde el primer día no pensamos tanto en lo que podría pasar si perdíamos, si ganábamos o si éramos interinos. Siempre actuamos de la misma manera. Eso nos hizo trabajar tranquilos. Desde ese punto de vista, no cambió. Es la selección argentina y hay que hacer las cosas de la mejor forma posible. Ya está. No cambia nada estar confirmados. No nos ponemos ni nos sacamos presión.
—¿Sentís que bajó el nivel de las críticas y de las desconfianzas?
—Me parece que la gente se siente identificada con esta Selección, con el recambio, con el equipo, con los jugadores. Por ahí hubo en la opinión de la prensa algunas preocupaciones por el futuro de la Selección. Y me parece lógico. Era un cambio grande y no se sabía lo que iba a pasar. Pero sinceramente siempre nos sentimos apoyados por el común de los hinchas. De todas maneras, te repito lo de antes: esto puede cambiar mañana. Por eso no hay que dormirse en los laureles y hay que seguir así. La meta es que la gente esté contenta con la Selección aunque a veces no se gane, como pasó por ejemplo en la Copa América y en algunos partidos. Después, si se gana es mejor, por supuesto.
—El problema es el exitismo.
—Es que al final gana solamente uno en un Mundial, en una Copa América, en una Eurocopa. Entonces, ¿qué pasa: el resto no sirve para nada? Recuerdo siempre el Mundial 2006. Argentina fue el mejor. Nos quedamos afuera en cuartos por penales con Alemania. Quedó un sabor amargo en la boca, pero también la sensación de haber hecho todo. Y en el de 2014 estuvimos en la puerta de ser campeones del mundo. No lo fuimos por un gol en la prórroga. No siempre el que no gana no tiene que ser reconocido. Eso es un error. En Argentina estamos cambiando en ese sentido. Esta Selección es joven, es nueva, y hay que darle la derecha. Así los chicos jugarán de otra manera, más tranquilos. Lo importante no es sólo ganar, sino que la gente se identifique con un equipo que trabaja cuando tiene que trabajar, que defiende cuando tiene que defender, que ataca cuando tiene que atacar. Eso es lo que estamos intentando hacer.
—¿Te das cuenta de que estás tratando de modificar una filosofía a la que suscriben muchos que piensan que lo único que sirve es ganar?
—La última Selección nos dio una final de Mundial y dos de Copa América. Después, pasó un tiempo sin nada. Ahí nos dimos cuenta de lo que realmente habían conseguido esos jugadores. Pero eso pasa: de muchas cosas nos damos cuenta después. Lo importante es darse cuenta cuando están sucediendo las cosas. Me parece que la sensación en la última Copa América, ahí nomás de que terminara, fue bastante positiva. Eso es algo interesante. No es que el tercer puesto de la Copa América en Brasil será valorado recién tres años más tarde. No. Acá yo sentí que se reconoció enseguida, como diciendo: “Al final no ganamos, pero la Selección dio una buena imagen. Por momentos jugó bien, por momentos no se jugó bien pero se intentó”. Ese debe ser el objetivo no sólo de la Selección sino también de cualquier equipo. Lo tenemos claro.
—¿Cuál fue la crítica que más te dolió?
—Directamente yo no vi ninguna. Más que nada llegan por la familia. Alguno escucha y me manda. Eso nada más. Pero yo no soy de poner la tele, la radio, para saber qué dicen. Las críticas futbolísticas las tomo bien, normal. Yo no tengo problemas en reconocer si hacemos algo mal. Los periodistas están para eso. Las opiniones de buena manera las acepto. Ahora los ataques personales no me interesan.
—Dejando a un lado al periodismo, ¿te sentís más respetado hoy por el ambiente del fútbol? Al principio, muchos te cuestionaron.
—Es parecido a lo que pasó con el hincha. Antes de la pandemia, cuando se presentó un libro de la Conmebol en Ezeiza, vinieron muchos grandes entrenadores, entre ellos Alejandro Sabella, y todos me manifestaron el apoyo. No digo que me felicitaron, pero sí que están con nosotros. La verdad es que yo nunca sentí la desconfianza del ambiente del fútbol. Pero claro, este puesto da mucho que hablar. Y es normal que se hable, que se dude. No hay problema con eso. Lo importante es que todo eso no me transmita dudas.
—¿En algún momento al frente de la Selección dudaste de vos, no te sentiste firme?
—No, en ningún momento. Sinceramente, no. Ni siquiera cuando perdimos con Colombia. Empezar la Copa América y perder es un momento donde uno puede tambalear. Yo siempre a los chicos les digo que la derrota es la que tiende a separar y ahí es donde todos más unidos debemos estar. Hay que estar preparado para la derrota. Además, siempre sentí el respaldo de la dirigencia. Por otro lado, si tiene que pasar algo, va a pasar. Hay que trabajar, ya está.
—¿Ya hay un Estilo Scaloni? ¿Cómo lo definirías?
—Un entrenador puede tener su idea, pero luego el equipo lo arma de acuerdo a los jugadores. Si la idea no es compatible con los futbolistas es muy difícil aplicarla. Nosotros habíamos empezado con una idea en los primeros partidos de ser muy verticales y atacar con pocos pases, por las características de los jugadores. Después fuimos viendo que se podían reunir jugadores de buen pie como para juntar mayor cantidad de pases. Jugamos con un delantero, luego con dos y en un momento con tres. Eso se va modificando de acuerdo a los jugadores. La idea principal siempre es mirar el arco contrario, no hay duda. Parece raro decir esto porque todo el mundo juega a ganar, pero mi objetivo es que pensemos que hay que llegar lo más rápido posible al arco rival. Lo que pasa es que a veces el adversario se te mete atrás y no te da chances de llegar rápido. No hay manera y uno está obligado a juntar pases, como en el último partido con Uruguay. Ellos se defendieron bien y nosotros tuvimos que tener paciencia para esperar el momento y concretar. Estuvimos dos veces abajo en el resultado y lo empatamos dejando una buena sensación. Hoy me deja tranquilo la estructura del equipo, cuando tiene la pelota y cuando no la tiene. Todos saben lo que deben hacer cuando atacamos y cuando defendemos. Luego, depende de las características de jugadores que pongamos, con unos jugaremos más directo y con otros juntaremos más pases. Acá lo que no se negocia es la organización tanto defensiva como ofensiva.
—¿De ahora en más los cuatro defensores no se tocan?
—Estoy convencido de que tenemos que defender con cuatro, pero no tanto de que sólo eso sea lo que tengamos que hacer. Con Uruguay por momentos, cuando atacábamos, quedamos con dos o tres atrás, de acuerdo a sus delanteros. Lo que sí está claro es que somos más sólidos defendiendo con cuatro. Pero el fútbol va mutando continuamente. Hay que saber qué hacer en cada partido y en cada momento. Con México sabíamos que iban a someternos porque juegan de una manera muy ofensiva. Atacan los laterales, se meten los extremos adentro... Si el extremo se mete, obliga al lateral a que se cierre y lo agarre. Por ende el volante nuestro de ese sector tiene que bajar porque se viene el lateral. Entonces, en ese momento parecía que defendíamos con cinco. La idea es jugar con cuatro, pero el partido a veces te pide otra cosa. No hay que comprar sólo una idea.
—¿La Selección hoy está para pelearle al mejor del mundo o todavía no?
—Fuimos a jugar contra selecciones en los últimos seis partidos: Alemania, Brasil, Uruguay, México, Chile, todas de primer nivel. Y contra todas dimos la cara. Ya demostramos que podemos competir contra las mejores selecciones. A veces sufrimos, claro. El que crea que no va a sufrir en la Selección no puede venir. Todos tienen que saber que en algún momento nos van a poner en dificultades, pero en otro momento a todos nosotros también los vamos a poner en problemas. Es la clave. Pasamos la prueba porque competimos con todos y le jugamos de igual a igual a todos. Eso me deja tranquilo. Hoy no hay una selección para decir que es la mejor de todas y atrás, lejos, vienen las demás. No es así. La línea es muy fina. Nosotros, cuando nos agarró la pandemia, estábamos muy cerquita de arrancar las Eliminatorias. Ya teníamos la cabeza puesta ahí. Nos sentíamos muy bien. Pero se dio este caso de fuerza mayor y no hay mucho que pensar. Ahora lo importante es la salud. Veremos cuál es el panorama cuando todo vuelva a la normalidad.
Los jugadores que idolatran sus hijos
También Lionel Scaloni abre el espacio de su intimidad y con amor total habla de sus hijos: “Tengo dos, Ian de 8 y Noah de 4. Son dos personajes”...
—¿Ya se dan cuenta de que el padre es el técnico de la Selección?
—El más grande sí. No se pierde ningún partido. Se queda despierto a la madrugada o a veces la madre se los graba. Ya sabe todo. Juega al fútbol en un equipo del colegio y lo hace bien. Es un apasionado. Es hincha de la Selección. Y el más chiquito va camino a eso porque el más grande lo lleva. Juega al FIFA en la Play y a veces me dice: “Te vi con este jugador”. Noah va asociando cosas y te sorprende.
—¿Ian, el más grande, opina de la Selección? ¿Te pide que pongas o saques jugadores?
—Me dice “este jugador me gusta, este jugador no me gusta”.
No profundiza Scaloni sobre los futbolistas de la Selección que sus hijos cuestionan, pero sí estaciona en los preferidos de sus pequeños: “Noah, el más chiquito, es un enamorado de Dybala. Estuvo con Paulo. Les sacamos fotos juntos (risas). Se escribe su nombre en la mano, un personaje. El más grande, como la mayoría, es fanático de Leo. Así que los tengo divididos”. Por ahora ninguno le cuestiona la formación o el sistema “porque todavía eso no lo entienden”.
A su esposa, Elisa, la define como “muy relajada”. A ella no le cambió tanto que él sea el técnico de la Selección. “Además, Mallorca, donde vivimos, es una isla muy tranquila. Nos movemos con normalidad, como antes, como siempre. Tampoco somos de mucho salir. Estamos bastante en casa”, explica el DT de Argentina. Y redondea: “Intento hacer una vida normal. Una vez me dijeron: Mirá que ahora sos el técnico de la Selección y te va a cambiar la vida. A vos te cambia la vida si querés que te cambie la vida. Si modificás tus hábitos, tus costumbres, claro que te la cambia... Cuando estoy en Buenos Aires, yo voy del predio de Ezeiza al hotel y del hotel al predio. Y cuando llega el fin de semana, el jueves o viernes, me voy para el pueblo, para Pujato. A comer me quedo en el hotel o ahí cerquita. Ahora si voy de restaurant a restaurant seguro que la gente quiere sacarse fotos. Pero no soy de andar mucho por ahí. La Selección no me cambió nada”.
El estadio, Icardi, Agüero, Lautaro y Messi
Sonríe Lionel Scaloni cuando se le remarca el revuelo que armó con sus declaraciones sobre el escenario que le gustaría para que la Selección juegue en Argentina. “Qué lío, ¿no? Lo que pasa es que se malinterpretó todo. Apenas fue una respuesta a una pregunta. Pero yo no tengo problemas. Me da lo mismo ser local en cualquier estadio. Hablé de cercanía física por el calor del público, no del aliento. No tengo nada en contra de los hinchas de River. Como Argentina históricamente lo hizo, vamos a ir al Monumental a jugar varios partidos de la Copa América y también de las Eliminatorias. Y sé que nos vamos a sentir muy locales en River, muy cómodos y respaldados. Yo no tengo ningún problema con el Monumental ni con ningún estadio. Esto es la Selección. No es River o Boca, ni Newell’s o Central, Racing o Independiente, o San Lorenzo o Estudiantes o Vélez. Yo pienso que la Selección tiene que jugar en distintos puntos del país. No entiendo por qué debe hacerlo sólo en un estadio”.
El Gringo de Pujato asegura que “ocho o nueve nombres en el equipo ya salen de memoria”. Y apunta: “La Copa América fue una buena prueba. Se nos cayeron Palacios en la última semana y Andrada estando allá en Brasil. Las dudas las disipamos y después los últimos seis partidos nos ayudaron a terminar de crear esa base de jugadores. Eso ya está. Por supuesto que seguirán viniendo otros. La puerta está abierta para todos”.
—¿Para Icardi también? ¿Volverá a ser citado?
—Todos saben que estuvo en el inicio de nuestro ciclo. No hay dudas de que Icardi es un jugador que nosotros valoramos y que puede estar en la Selección. En la última convocatoria no había estado porque creíamos que había jugadores que estaban más consolidados con nosotros. Pero Icardi tiene la puerta abierta de la Selección; lo seguimos, lo miramos, y está en consideración. No hay duda. Es un jugador interesante con una edad en la que nos puede dar mucho.
—¿Este año tuviste una charla mano a mano con Icardi en Italia?
—No, no. No sé de dónde salió. Eso fue el año pasado, cuando todavía estaba en el Inter. Hablamos por teléfono. El preparador físico sí fue a ver sus entrenamientos en el Paris Saint Germain. Estuvo con él, con Di María, con Paredes. Siempre estamos en contacto y siguiendo el presente de todos los jugadores.
—Para la última citación, que por el coronavirus al final terminó quedando en la nada, se había lesionado Alario. ¿Estabas por convocar a Icardi justo cuando se suspendió todo?
—Querés tener la primicia, eh. Jajajaja. Lógicamente estaba dentro de las posibilidades, como también lo estaban Matías Suárez y algún chico de la Sub 23.
—No gambeteabas así cuando jugabas.
—No, no. En serio, no era seguro. Era un lío bárbaro en esos días porque ya varios jugadores nuestros en Europa habían entrado en cuarentena. Pero lógicamente enseguida se paró todo.
—La pregunta que seguirá repitiéndose: ¿Messi, Lautaro y Agüero pueden jugar siempre juntos de entrada o sólo contra selecciones que no son de una elevada complejidad?
—No pasa por la complejidad del partido. Pasa por el modo de atacar. Con Brasil, en la Copa América, jugamos con los tres. Estábamos bien y pensábamos que les podíamos hacer daño. Podemos jugar con los tres, sin dudas. También ahí, en ese razonamiento, entran Paulo (Dybala), Alario, Icardi, quien como decía también estuvo con nosotros. Matías Suárez podría hacerlo bien también. Ahora, con Brasil en Arabia, pusimos a Messi y Lautaro, con Ocampo de un lado y Lo Celso del otro, más Paredes y De Paul. Ahí cambiamos. Si creemos que el partido da para que jueguen los tres, van a jugar. Lo importante es saber que podemos jugar con Messi, Lautaro y el Kun. Lo que no puede pasar es que siempre tengan que jugar los tres. No hay que armar el equipo a partir de ellos porque a veces el partido no requiere eso.
—A Messi lo tuviste como compañero, como ayudante de campo y ahora sos su técnico ¿Qué descubriste en este año que llevás como su entrenador?
—Nada. Para mí Leo sigue siendo el mismo. No tengo que adjuntar nada más. Con nosotros siempre se comportó bien. Noto que están todos bien con Messi y que él está bien con todos. Y eso no es algo que me sorprenda, sinceramente.
—¿Te vendría bien que Lautaro pase al Barcelona?
—Sería bueno para la Selección que el pase de Lautaro al Barcelona se haga, por supuesto. Pero hay que ver. Todos lo dan por hecho. Yo no sé si está tan claro.
—¿Hoy tu 9 es Lautaro?
—Sería un irrespetuoso si dijera eso. Lo iremos viendo según el rival y los partidos. Por suerte tenemos grandes centrodelanteros. La decisión pasará por el momento de cada uno, seguramente. Por supuesto que estamos muy conformes con Lautaro. Es muy potente, se esfuerza mucho, creció una enormidad en Italia. Por algo lo quiere el Barcelona. Pero el Kun sigue haciendo goles, rompiendo récords y estamos muy contentos también con él.
—¿Cómo hiciste para que Agüero se banque ser suplente en la Selección?
—Yo siempre lo vi alegre en la Selección. Es un chico recontra alegre, recontra divertido en el grupo, un pibe de 10. Estamos enormemente agradecidos a él por su comportamiento, más allá de jugar o no. Y cuando le tocó jugar lo hizo cargándose responsabilidades defensivas. Inclusive antes de los partidos discutíamos cómo había que volver, cómo había que bajar, y él estaba muy metido, muy involucrado. Con Guardiola en el City maduró un montón a nivel táctico y a nosotros nos sorprendió gratamente que él se preocupe por esas cosas, que nos pregunte por la presión, cómo hacerla. Para nosotros es una bendición tener un jugador así. ¿Qué te puedo decir de Agüero? Es uno de los mejores delanteros de la última década. Nunca dudamos de su capacidad. Nunca, nunca.
—¿Por qué en la Selección le faltó al Kun explotar como en sus equipos?
—No te olvidés de que estaba Higuaín. También en su época Lavezzi. Armar un equipo para un entrenador no es fácil. No es decir “pongo a todos los delanteros y listo, me ganan el partido”. No es tan fácil. A veces hay que buscar un equilibrio. Y por una cosa o por otra no pudo estar más adentro de la cancha. Lo importante es que Agüero, cuando le toque jugar en la Selección, esté como estuvo hasta ahora con nosotros. Estamos muy contentos con su aporte, con sus ganas.
Sale de los nombres que brillan. Valora a Lucas Ocampos: “Se adaptó muy bien y nos da una muy linda alternativa por la banda”. Abre aún más el abanico: “Seguimos mirando y monitoreando todo. Hay jugadores en los que tenemos puestas muchas esperanzas. Algunos por ahí no tuvieron los minutos que queríamos. Por ahí está la posibilidad de que ganen experiencia en la Sub 23, que es casi una Selección Mayor.
Balerdi es muy interesante, no tiene la continuidad necesaria en su club y es muy importante traerlo a entrenar con nosotros porque creemos que va a pegar el salto a otro club el año que viene. Entonces, vamos ganando tiempo. Con Nehuén Pérez lo mismo, aunque él estaba jugando. En Boca están Gastón Ávila, Capaldo... Son jugadores que con el tiempo se van a poner la camiseta de la Selección. Pero hay que darles tiempo”.
—Lionel, ¿sos feliz siendo técnico de la Selección o no se disfruta tanto?
—La felicidad la siento cuando hacemos un entrenamiento y sale bien, cuando un partido sale como lo habíamos pensado. Si tengo que decir algo, en la Selección estoy cómodo, tranquilo y contento. Trabajo con un cuerpo técnico con el que vale la pena estar porque son grandes personas y también profesionales, amigos. Tenemos un predio que es la envidia de todo el mundo, espectacular. Y sí, la verdad en la Selección tengo el combo perfecto.
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