“El bidón me tiene podrido”. Recluido en su casa de Ramos Mejía ante la pandemia de coronavirus, Miguel Di Lorenzo, más conocido como Galíndez, no apela a eufemismos. “Gané 24 títulos. Salí campeón del mundo con Boca, con River, con la Selección. Y me siguen hablando del bidón”, se fastidia el histórico utilero y masajista de la Albiceleste.
El mes de los Mundiales es una usina de nostalgia para el fisioterapeuta que se jacta de ser amigo del presidente Alberto Fernández, a quien conoció en Argentinos Juniors (”hay que hacer como él dice, quedarse en casa, no salir”). “Cuando me acuerdo me duele mucho no estar. Uno quisiera seguir vistiendo la camiseta argentina, entrar al campo como en esa época. El 8 de junio es mi cumpleaños, y después empezaban las competencias. Duele mucho, más ahora en cuarentena, me pone muy intenso, muy triste. Hemos conseguido triunfos muy importantes”, expresa su añoranza.
Pero al mismo tiempo, cuando se acerca el 24 de junio, el aniversario de Argentina 1 - Brasil 0, del pase milagroso de Maradona y la gambeta larga de Caniggia, las emociones se encuentran, chocan. Máxime cuando desde territorio verdeamarelo vuelven a disparar con la acusación de que desde el banco argentino le ofrecieron agua contaminada al lateral Branco, hecho que lo habría dejado mareado por el resto del cotejo.
En las últimas horas fue Sebastiao Lazaroni, entrenador del Scratch en aquella Copa del Mundo, quien disparó contra el combinado nacional. Y señaló a Galíndez como responsable. “Buenas noches Cenicienta era una estafa, una jugada sucia que hacían en los boliches y clubes nocturnos, con la que se drogaba a la persona que iba a a ser robada. Se colocaba un remedio en una bebida y lo drogaban a uno. Agua contaminada, usted sabe de lo que estoy hablando, sabe que esa botella de agua estaba contaminada por Argentina”, fue la comparación que hizo el DT, en una entrevista con TyC Sports.
Lazaroni está convencido que Argentina hizo trampa: “Branco me dijo en el entretiempo que tomó agua de una botella del masajista argentino y que después no se sentía normal. No tenía cómo verificar la situación. Pidió un médico, lo examinó y estaba bien para continuar. Argentina no tenía necesidad de jugarnos sucio”.
Galíndez se vuelve a enojar con la denuncia, como si reviviera la escena. “Nada que ver, era agua y nada más, tomó Carlitos Giusti también, ¿a él que le pasó? Nada. Yo lo hablé con él. Me dijo: ‘Usted me ha envenenado’. Y yo le respondí que era mentira, que era agua, que nunca había tomado un agua más limpita que esa”, repite el diálogo.
“Lo dicen porque se quedaron afuera, pero nada que ver”, argumenta la causa de la acusación según su óptica. El archivo del fuego amigo es lo que alimentó la leyenda. En una entrevista en 2005, Maradona dio una versión que exacerbó el enojo en Brasil. “Alguien había echado un Rohypnol a una botella de agua. Estaban todos y venían a tomar agua los buenos de ellos. Yo les decía ‘tomá, tomá Valdito’ y Branco se la tomó toda. Después tiraba los tiros libres y se caía”, dijo. Carlos Bilardo y Julio Grondona, entonces presidente de la AFA, lo desmintieron. También Jorge Burruchaga, quien señaló que llegó a tomar de la misma botella.
“Diego lo dijo en broma eso, nada que ver, muñeco. Me tienen cansado con eso. Yo disfruté del Mundial durante 12 años y es la alegría más grande que tuve”, busca cortar el tema Galíndez.
-¿El gol a Brasil del 90 fue el que más gritaste?
-Y... fue bravísimo. Pegaban allá, pegaban acá, ¡ah mierda!, lo que era eso. Fue una emoción muy grande.
-¿En el banco pensaban que se perdía el partido por la cantidad de chances de gol que generó Brasil?
No, Bilardo estaba bien, pensaba que lo íbamos a ganar igual. Sabía que era difícil, pero te alentaba, te cantaba la jugada antes. En el vestuario, cuando fuimos al entretiempo, dijo: ‘No les den más la pelota a los de amarillo”. Y listo, los mandó a la cancha. Sabía que en cualquier momento Diego te hacía una jugada como esa, con Cani como estaba, con la velocidad, con las ganas que tenía, era increíble. En el 90 lloraron ellos, los brasileños, y en el 94 lloramos nosotros.
-¿Lloraste mucho en el Mundial del 94, cuando lo suspendieron a Maradona?
-En el 90 nos afanaron en la final, y en el 94 pasó lo de Diego, con la maldita efedrina. Ese equipo, ¡mama mía! Ya era el ganador del Mundial. Estábamos allá arriba y nos caímos con lo de Diego. Me echo la culpa yo. Me acuerdo que estaba masajeando a Caniggia y vino el cubano, un traductor. Y me dijo: ‘Galíndez te buscan’. Era Cerrini (Daniel, un ex fisicoculturista que formaba parte del equipo de Maradona). Y me dijo: ‘Dale esto a Diego'. Yo si sabía qué era eso, esas pastillas, no se las daba un carajo. Diego hacía tres turnos, ¡tres turnos! de entrenamiento. No necesitaba eso. Si sabía todo eso, no le daba las pastillas. Y ahí lloré yo.
Los recuerdos de Galíndez brotan sin orden, saltan de una Copa del Mundo a otra. “En un Mundial se sufre mucho, no tenés descanso, son tres meses a full contando la preparación, la gira previa. No hay horario para acostarte, siempre tenés que tener sonrisa, y darles cariño, afecto a los jugadores. Hoy veo todo muy superficial, todos tiran para su lado. En ese momento había un líder, en el 86, 90, 94 había un líder, que era Diego. Y estaba Oscar (Ruggeri) otro gran líder.
Para aquella camada de la Selección, Galíndez también oficiaba como un imán para las bromas. Lo hacían bailar Popotitos, o le serruchaban las patas de la cama para que se desplomara ruidosamente, como pasó en México 86. Para él, esos chistes son medallas. “Miro muchas fotos. El otro día veía la de la vez que me festejaron el cumpleaños en el Mundial, me hicieron cantar, me tiraron huevos...”, se emociona.
“No tengo palabras, por ejemplo, de lo que fue el día con Inglaterra, pisar el césped del Azteca. Fue una cosa impresionante ver ese gol de Maradona, el segundo; le da el pase el Negro Enrique, pim, pim, pim, viene el gol. Esa es la satisfacción más grande que tengo. Trajimos esa Copa del Mundo”, ensaya un curioso relato.
-Se cumplen 30 años del Mundial 90. ¿Es especial también?
-Sí, porque en el 90 llegamos con sacrificio, con ocho jugadores lesionados; Diego con el tobillo roto. No podía pisar, también le tuvieron que hacer una uña. Y no paró, no paró. Me lo comparan a Messi con Maradona y nada que ver. ¿Vos sabés lo que era Diego? Mamita querida, un maestro, me gustaría volver a encontrarme con él. Y la final... Si Codesal me cobra el penal contra Calderón... En cambio cobró el de Sensini, que acompaña al alemán (Völler), que se cayó en el área. Lo re puteé a Codesal. Me emociono, me emociono. El himno y la camiseta de Argentina son lo más grande que hay.
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