A 42 años del polémico 6-0 de Argentina a Perú en el Mundial de 1978: qué pasó en los vestuarios antes y después del partido

Qué sucedió en la previa y en el post de uno de los encuentros más discutidos en la historia de los mundiales

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“Esa paz dentro de cuyo marco el hombre puede realizarse plenamente como persona, con dignidad y en libertad, en el marco de esta confrontación deportiva caracterizada por su caballerosidad, en el marco de la amistad entre los hombres y los pueblos y bajo el signo de la paz, declaro oficialmente inaugurado este onceavo campeonato Mundial de Fútbol 78”. Ese fue el discurso de Jorge Rafael Videla para levantar el telón de la primera y única Copa del Mundo que tuvo cita en nuestro país. No sería la única ocasión en la que el Presidente de facto acapararía la escena.

El equipo conducido por César Luis Menotti no había tenido grandes inconvenientes en la fase de grupos con la excepción del tropiezo ante Italia (0-1), que lo dejó en el segundo lugar de la zona y lo obligó a mudarse de Buenos Aires a Rosario, ciudad en la que se registró uno de los partidos más polémicos de la historia de los mundiales.

Argentina debutó en la segunda ronda con un cómodo 2-0 ante Polonia, pero Brasil había cosechado un gol más de diferencia gracias a su victoria ante Perú (3-0). En la segunda fecha el clásico sudamericano quedó en cero y la historia se definió el 21 de junio en el estadio de Rosario Central.

En primer turno, Brasil se impuso 3-1 contra los polacos y ostentaba una diferencia de gol de +5. La Albiceleste necesitaba entonces no solamente ganar sino hacerlo por una ventaja de al menos cuatro tantos. El equipo del Flaco fue una aplanadora y celebró tras el 6-0 que lo metió en la final ante Holanda. Pero, ¿qué pasó en los vestuarios?

Videla negó, años más tarde, haber participado en algún intento de soborno para un cuadro peruano que ya estaba eliminado antes de presentarse ante Argentina: “Yo no saqué un peso del bolsillo. No se habló de un posible arreglo antes del partido, ni en el Gobierno, ni en la Junta”.

Sin embargo la presencia del dictador generó suspicacias en el vestidor visitante: “Videla entró al vestuario con el secretario general de Estados Unidos, Henry Kissinger, supuestamente a desearnos suerte. ¿Qué tenían que hacer ahí? Fue una manera de presionarnos y ver a los que se habían vendido”, denunció hace un tiempo el ex futbolista incaico José Velásquez.

Roberto Mosquera, otro integrante de aquel plantel mundialista de la Albirroja, dijo sobre la visita de Videla: “Lo vi en el vestuario y me dio asco. Tenía 20 años y no le di la mano. Cuando un presidente entra con esa prepotencia en el vestuario, están abusando de ti, porque no puedes hacer nada. Está usando su poder para someterte psicológicamente. Te sentís agredido, abusado”. Otro testigo relató que Videla se refirió en ese momento a los “hermanos argentinos” y leyó un comunicado de Francisco Morales Bermúdez, dictador peruano.

Leopoldo Jacinto Luque reside actualmente en Mendoza (Marcelo Ruiz)
Leopoldo Jacinto Luque reside actualmente en Mendoza (Marcelo Ruiz)

Leopoldo Jacinto Luque, autor de un doblete contra Perú, le describió a Infobae en otra reseña cómo se cortó de un momento a otro la algarabía por el triunfo con la abrupta entrada de Videla en los camarines: “Con su voz de macho cobarde nos dijo ‘Muy bien, muchachos, hemos llegado a la final. El Mundial se cierra con nosotros (frase y meta a la que hacían alusión constantemente los jugadores argentinos). El objetivo era llegar a la final y ahora vamos por el título’. Ni una palabra más ni una menos”.

De los gritos, cánticos y salpicaduras intencionadas con soda y gaseosas entre los protagonistas, al silencio total cuando golpearon la puerta de una de las salas internas del estadio Gigante de Arroyito. El aire se cortaba con un cuchillo cuando ingresó el militar junto a uno de sus dos guardias de seguridad personales.

“Yo nunca les tuve miedo a los militares”, aseguró Luque, quien cargó con una sensación de disgusto durante años porque sintió que ningún dirigente de la cúpula del Gobierno le tendió una mano tras el fallecimiento de su hermano Oscar durante ese Mundial, en un accidente automovilístico. “Ninguno me saludó ni me dio el pésame. Ni una ambulancia, ni un helicóptero del ejército para trasladar a mi hermano, ni apoyo emocional. Nada de nada”, concluyó.

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