Brillaba jugando al básquet, pero hizo dos goles en una práctica del Boca de Bilardo y sostuvo un áspero cruce con Giunta: la historia de ensueño de Paco Festa

Jugaba al básquet en Boca, fue convocado para un entrenamiento por el Doctor a fines del 96 y estuvo cerca de militar en las dos disciplinas al mismo tiempo

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Sus orígenes xeneizes quedaron marcados a fuego cuando en el año 81 Boca contrató a Diego Armando Maradona. El padre de Sebastián Festa, que en ese entonces tenía 9 años, había operado a Próspero Cónsoli, presidente de Argentinos Juniors y protagonista principal en la transferencia del 10 a la Ribera. Como recompensa, su papá recibió un par de plateas anuales para ver en vivo su magia en la Bombonera. Lo que nunca hubiera imaginado Paco es que 15 años más tarde iba a entrenarse al lado de aquel zurdo de rulos que estaba por irse al Barcelona.

Carlos Salvador Bilardo intentaba encontrarle la vuelta al equipo de Boca en el segundo semestre del 96. A la par, el equipo de básquet conducido por Julio Lamas avanzaba a pie firme en la Liga Nacional. Los entrenadores se tenían aprecio y hasta se llegaron a reunir para debatir sobre planes de entrenamientos y manejo de grupo, asado mediante, en Casa Amarilla.

Paco tenía el gen bostero y con la pelota naranja en sus manos dejaba clara su condición de jugador-hincha al punto tal que, con el tiempo, se convirtió en el máximo exponente de la institución en básquet. Era habitué en la Bombonera y hasta había declarado en alguna entrevista que lo apasionaba el fútbol, que lo practicaba y se describía como “un 5 con llegada”.

Festa con Maradona y Próspero
Festa con Maradona y Próspero Cónsoli, justo antes de compartir un entrenamiento juntos

“La gente de Boca sabía que yo era hincha y siempre te relacionan con un jugador de fútbol. En mi caso, como soy aguerrido, todos me decían que me parecía a Blas Giunta o Chicho Serna”, le cuenta a Infobae. Aunque de niño mostraba su habilidad con las manos siendo arquero en el Club Gimnasia y Esgrima de Villa del Parque, él disfrutaba más en la mitad de la cancha, siendo termómetro del equipo, anticipo de lo que sería su desarrollo como base en básquet.

El miércoles 11 de diciembre del 96 estaba por terminar el entrenamiento en la Bombonerita cuando Lamas le dijo que después de ducharse quería hablar con él. Paco titubeó y creyó que había cometido algún error en la práctica, pero mantuvo la compostura hasta el cara a cara. “Mirá, mañana practica la Primera de Boca en el Centro Atómico de Ezeiza y te tenés que presentar para entrenar con el equipo, llevá botines”, lo sorprendió Lamas. Después de cerciorarse de que su DT no estaba bromeando, le pidió prestado de urgencia el calzado con tapones a un amigo y se mentalizó para la adaptación de deporte.

Festa estaba citado a las 9 en Ezeiza, pero a las 13 tenía que presentarse en el aeropuerto para partir a Comodoro Rivadavia, donde el equipo de básquet iba a viajar para disputar una nueva jornada del certamen al día siguiente. Su padre no pudo acompañarlo y fue con su tío.

Maradona, Bilardo y Tata Brown,
Maradona, Bilardo y Tata Brown, las caras más conocidas de Boca en 1996 (NA)

“Cuando llegué estaban todos los jugadores en el gimnasio. Algunos me miraban como diciendo ‘¿quién es este?’, pero otros como el Manteca Martínez y Carrario me conocían porque venían a ver el básquet, me reconocieron y se acercaron a preguntarme qué hacía ahí”, rememora.

Nery Pumpido, ayudante de campo de Bilardo, le preguntó de qué jugaba para terminar de armar los equipos para una práctica de fútbol informal. Él mantuvo la postura de siempre: “Juego de 5, pero tengo llegada”.

Todavía respira el olor del césped recién cortado y los lujos que el plantel profesional xeneize podía darse en ese entonces. Le dieron una pechera del mismo color que las del Pepe Basualdo, Carrario y Martínez. Del otro lado estaban Hugo Romeo Guerra y Giunta, entre otros. Aquel grupo contaba con Diego Latorre, Nelson Vivas, Diego Cagna, Navarro Montoya y un juvenil Juan Román Riquelme. Por alrededor de la cancha corrían Maradona y Caniggia, quienes estaban ligados al club pero recién volverían a las canchas oficialmente en 1997.

Giunta la picó desde afuera del área y adelantó al equipo oponente de Festa, quien encontró un rebote a la salida de un córner e igualó. Después de dedicarle el gol a su tío, los goleadores de la primaveral mañana de Ezeiza se sacaron chispas en la mitad de cancha: “La pelota estaba dividida y justo quedo cerca con Giunta, al que desde la platea veía que iba con todo y hacía volar a los rivales. Entonces pensé ‘tengo que ir fuerte’, lo peché, se cayó al piso y me quedé con la pelota. Todos los compañeros dijeron ‘uhhh’, que sonó a ‘Blas, ¿cómo vas a permitir que te hagan eso?’”.

Festa, con la de Boca
Festa, con la de Boca en la Liga Nacional

Pero el durísimo Blas Armando, que algún día amenazó al Mono Burgos (“Nene, ¿vos querés morir en este instante”?), se tomó revancha: “A la siguiente jugada me barrió y me levantó por el aire. Fue una cosa hermosa. Fue un honor que me pegara Giunta”. A la práctica de ensueño de Festa le quedaba un final inmejorable: el partido terminó con un contragolpe liderado por Carrario en el que se desprendió desde la mitad de la cancha para generar el dos contra uno con el arquero y sentenció el 4-3 a favor de los suyos. “Hice honor a mis características de 5 con llegada y festejé el gol colgándome del alambrado. A mi tío no le daban los dedos para marcar el teléfono y llamar a mi viejo para contarle”, relata entre risas.

Luego de la acción hubo diálogo con Bilardo: “Me dijo que veía bien cómo usaba el cuerpo. Yo estaba entrenado, jugaba profesionalmente al básquet donde usaba mucho el cuerpo, no es que venía de la nada. Le dije que era de Villa del Parque, que él era de La Paternal, barrios con mucha historia deportiva. Y le aclaré que tenía noción de las dimensiones de una cancha de papi fútbol, que es parecida a la de básquet. Que si me daba dos o tres meses le iba a agarrar la mano a la de 11. Lo sorprendió que un jugador de básquet se entrenara e hiciera dos goles”.

Le rogaron que mantuviera hermetismo total sobre su participación con el equipo de fútbol, pero la noticia se filtró a pesar de que el entrenamiento había sido a puertas cerradas. Paco se sacó los botines, se bañó y vistió con la ropa de concentración de Boca Básquet y voló a Comodoro, donde se entrenó con el balón naranja esa misma noche. Cuando al otro día bajó a desayunar junto al resto de sus compañeros recibió felicitaciones y cargadas porque había salido en la tapa del diario Olé: “A la noche iba a jugar al básquet y le quería pasar la pelota a los árbitros con el pie”.

El recorte del diario Olé
El recorte del diario Olé en el que informaron la posibilidad del traspaso de Festa del básquet al fútbol

La posibilidad de que Festa se convirtiera en futbolista pasó a ser real. El base se juntó con el tesorero y responsable del básquet del club, Orlando Salvestrini, para convencerlo de que lo dejaran jugar al fútbol: “Si me volvía loco cuando había 3 mil o 4 mil personas gritando ‘dale Boca’ en la Bombonerita, imaginate lo que me pasaría con 50 mil en la Bombonera... Para mí era una locura”.

Pero la idea de ser el primer profesional que jugara en dos disciplinas profesionales en Argentina se disipó por varios motivos. Bilardo fue cesanteado a los pocos días para abrirle paso al Bambino Veira. Tanto Salvestrini como Lamas pretendían que se concentrara en el básquet en el primer semestre del 97, liga en la que el Xeneize finalmente se consagró. La pretemporada y los compromisos internacionales con el básquet terminaron de enfriar el asunto.

“Fue una experiencia increíble, que solamente en un club como Boca puede pasar. Una anécdota linda, divertida, agradable. Después de eso varios jugadores de fútbol me pedían cambiar sus camisetas por las mías de básquet”. Aquella mañana de gloria futbolística quedará grabada por siempre en su memoria.

Festa y su selfie con
Festa y su selfie con Tevez: celebridades en la Bombonerita y la Bombonera

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