A un año del debut de la selección argentina en el Mundial de Francia 2019: el recuerdo de tres jugadoras del día en el que el fútbol femenino hizo historia

Estefanía Banini, Ruth Chule Bravo y Miriam Mayorga repasaron el minuto a minuto de aquella emotiva jornada del duelo ante Japón

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Estefanía Banini, Ruth “Chule” Bravo y Miriam Mayorga repasaron el minuto a minuto de aquella emotiva jornada del duelo ante Japón

¿Quién dijo que los empates no se festejan? Seguramente alguien que nunca hizo historia. El 10 de junio de 2019, hace exactamente un año, la selección argentina femenina hizo su debut en el Mundial de Francia con un 0-0 ante Japón que significó el primer punto para el conjunto albiceleste en una Copa del Mundo. En sus dos participaciones anteriores, el equipo nacional había perdido todos sus encuentros, muchos de ellos por goleada. Sumar una unidad, con el plus de haberlo hecho ante una potencia como las asiáticas, campeonas del mundo de 2011, hizo que aquel encuentro quedara en el recuerdo.

Aquella mañana, lo primero que hicieron Estefanía Banini y Ruth Chule Bravo fue darse un beso y un abrazo. Las compañeras de habitación repitieron así la tradición de los días de partido. Esta vez, en la previa del duelo más especial de sus vidas. “Me acuerdo que no tenía hambre, se me había cerrado el estómago. Miraba la hora cada dos segundos, quería que llegara el momento de salir para la cancha y ver cómo estaba el estadio. Después nos vestimos con los trajes que nos dieron y con la enana (Banini) nos decíamos: ‘Estamos por jugar un Mundial’. Era algo increíble”, recordó Bravo en diálogo con Infobae desde España.

Para la mediocampista Miriam Mayorga, la noche había sido de pura ansiedad debido a que el entrenador Carlos Borrello ya le había confirmado a ella y otras diez compañeras que iban a ser titulares en el debut. “Me acosté pensando en que iba a jugar ese partido. Lo jugué un montón de veces en mi cabeza, pensando en las cosas que iban a pasar y tratando de imaginar situaciones juego”, contó.

Banini, la capitana de aquel equipo, se define como una persona “molesta” por los constantes chistes que suele hacer a sus compañeras. Sin embargo, ese día, la postura era diferente. “Se hacían bromas, pero desde otro lugar. Ya estábamos más concentradas, visualizando el partido. Había un ambiente de ansiedad”, reconoce un año después.

Estefanía Banini, en uno de
Estefanía Banini, en uno de los entrenamientos previos al debut (Crédito: Stefanía León - AFA)

El micro partió pasado el mediodía desde el hotel hasta el estadio Parque de los Príncipes. Más allá de la lógica tensión previa a un partido tan importante (Argentina volvía a jugar un Mundial femenino después de 12 años), el plantel no perdió el espíritu que siempre lo caracterizó. Durante el viaje por las calles de París circulaba una buena energía y sonaba por los parlantes a todo volumen “Amor salvaje” del Chaqueño Palavecino, la canción que las jugadoras habían elegido para darse ánimo.

Un grupo nutrido de hinchas esperaba a la Selección a las puertas del estadio. Llevaban banderas celestes y blancas, pañuelos verdes y un cancionero propio. Las futbolistas no pudieron disimular la sorpresa en sus rostros cuando, una a una, fueron bajando del micro. “Ver una bandera o una camiseta argentina era muy emocionante. Que vayan a ver el partido y que paguen una entrada estando tan lejos, nos llenaba el corazón”, destacó Mayorga, “La Doc”, como todos la llaman por su título de médica.

Para Chule, jugadora del Rayo Vallecano, el shock llegó en el vestuario y en el túnel que conduce al campo de juego: “Cuando entramos y vi mi camiseta colgada pensé en lo increíble de lo que estaba viviendo. Después, cuando estábamos por salir a la cancha, delante mío en la fila estaba Flor Bonsegundo y apoyé mi cabeza sobre su espalda. Estaba tan nerviosa que me temblaba todo”.

El nudo en la garganta, el estómago que se revuelve, las rodillas que se aflojan. Las sensaciones físicas comienzan a acumularse en el cuerpo de las jugadoras mientras suena el himno argentino. La familia y los amigos alentado desde lejos, sus inicios en el fútbol, los sacrificios que debieron hacer y los obstáculos que tuvieron que superar son los pensamientos que dan vuelta en ese momento en la cabeza de Banini, Bravo y Mayorga.

La defensora Virginia Gómez pelea
La defensora Virginia Gómez pelea una pelota en el primer partido del Mundial (EFE)

Minutos después, la árbitra da el pitazo inicial y la selección argentina vuelve a jugar un Mundial después de 12 años. Los primeros instantes dejan ver la estrategia del conjunto de Borrello: defenderse de los ataques de Japón e intentar, tal vez, aprovechar alguna contra. En ese marco, Banini se convierte en la manija del equipo y cada vez que entra en contacto con la pelota da una muestra de su talento de potrero: amagues, enganches y sucesivos encares son parte de su repertorio.

El tiempo avanza e, increíblemente, las asiáticas no logran sacar ventaja sobre un equipo argentino que, en los papeles, es muy inferior y que llegó a Francia 2019 sin disputar amistosos ante seleccionados de categoría.

“Fue muy duro. Emocionalmente teníamos que hacer un buen partido porque ese iba a ser el impulso para hacer un buen Mundial. Hicimos un buen partido defensivamente y el equipo estaba totalmente unido, con mucho compromiso. Había mucho compañerismo y nos ayudábamos las unas a las otras: si una pasaba la mitad de la cancha y no podía volver, las otras cubrían los espacios “, repasó Banini, que juega en el Levante de España, mientras que Mayorga destacó que las japonesas fueron “muy técnicas, estructuradas y regulares en sus sistema de juego”.

Bravo palpitó, una vez más, cómo fueron los instantes finales: “Mirábamos todo el tiempo el reloj. En un momento vi que iban 52 minutos y para mí había pasado una eternidad, pero cuando volví a mirar iban 54. Yo decía: ‘Ay, dios, que se termine’”. Mayorga tiene recuerdos similares: “Nos alentábamos dentro de la cancha unas a otras, nos gritábamos ‘Vamos chicas que faltan cinco más’, ‘Vamos que podemos’”.”Con otros equipos me ha pasado de pensar que me pueden ganar un partido sobre el final, pero con Argentina nunca”, recalcó, por su parte, Banini.

Mayorga va al piso en
Mayorga va al piso en una de las acciones del encuentro (Reuters)

“Cuando la árbitra marcó el final nosotras festejamos como si hubiéramos ganado. De hecho, lo ganamos: ganamos un punto histórico y volvimos a hacer historia. Salimos todas corriendo a abrazarnos porque fue muy importante para nosotras ese resultado”, sostuvo Chule, que reconoce que al día de hoy no ha vuelto a ver ninguno de los partidos de Argentina en el Mundial.

Banini, la capitana, se llevó un plus al quedarse con el premio a la mejor jugadora del partido. Sobre aquel galardón, guarda una divertida anécdota: “Cuando termina el partido se me acerca Pota (Belén Potassa) y me dice que mire la pantalla gigante porque salía mi nombre. Yo no entendía y ella me avisa. La verdad es que no me lo esperaba, nunca lo había soñado. Para mí el sueño era jugar un Mundial con Argentina. Fue un debut muy lindo para mí, no podría haber pedido más: nos enfrentamos a una potencia, sacamos un punto, hicimos un partido en el que mostramos mucha unión y la garra argentina. Además, me dieron el premio a la mejor jugadora. Para mí, fue redondo”.

Los festejos comenzaron en el campo de juego, siguieron en el vestuario y se extendieron hasta la salida del estadio, donde las jugadoras cantaron y se sacaron fotos con las hinchas que fueron a saludarlas. Chule fue la encargada de las selfies con los fanáticos. Arriba del micro ya no sonó el Chaqueño Palavecino, esta vez fueron Los Auténticos Decadentes y su “Tuta Tuta” los que acompañaron los gritos, las risas y la celebración del plantel.

La igualdad ante Japón supuso un envión anímico para una selección argentina que luego caería solo por 1-0 ante una potencia como Inglaterra (con otra gran actuación defensiva y un penal atajado por la arquera Vanina Correa) y que cerraría su participación con el épico empate 3-3 ante Escocia, luego de estar tres goles abajo en el marcador. Aunque se estuvo muy cerca, el esfuerzo no alcanzó para avanzar a los octavos de final, algo que hubiera sido inédito para el fútbol femenino nacional.

La capitana fue la figura
La capitana fue la figura del encuentro ante las asiáticas

“La gente se sintió identificada con el equipo”, aseguró Mayorga, actual jugadora de la UAI Urquiza en Argentina. Y agregó: “Hubo mucha aceptación de parte de la sociedad. Mucha gente que nunca había visto un partido de fútbol femenino se prendió a la tele, me escribían por las redes. Logramos un montón de cosas que jamás pensé”.

Para Bravo, en tanto, Francia 2019 “marcó un antes y un después” en cuanto a la difusión del fútbol femenino y “dejó la vara muy alta” de cara al próximo Mundial. “En cuanto a nuestro país, creo que todavía falta muchísimo, pero que vamos por muy buen camino. Fuimos a un Mundial, se obtuvo una medalla en los Juegos Panamericanos, se semi-profesionalizó el torneo femenino. Son pequeños pasos que vamos dando y que son importantes para nosotras. La pandemia por ahí hace que el fútbol femenino se estanque un poco, pero ojalá que cuando pase todo esto volvamos a seguir creciendo”, se ilusionó.

Pasó un año, pero Banini sigue repitiendo con firmeza aquella declaraciones que hizo en el pos partido, en las que hizo hincapié en la desigualdad que existe entre varones y mujeres en la sociedad y, más específicamente, en la práctica deportiva. “Cada pelea, cada manifestación o cada cosa que se hace por la igualdad muestra que la mujer Argentina sigue luchando”, resaltó. En ese sentido, no dudó: “La garra de la mujer argentina es lo que nosotras mostramos en ese Mundial”.

“Es lo que quizás nos toca a nosotras: pelear para que otras chicas no tengan que vivir lo que vivimos nosotras. Nosotras con la garra, con la lucha y con la pelea constante podemos llegar a compensar muchas cosas. Ojalá que el día de mañana las nuevas generaciones vayan a los Mundiales a disfrutarlos, a jugarlos y con opciones reales de ir a ganar”, cerró, con esperanza, Banini.

El festejo de las jugadoras
El festejo de las jugadoras al terminar el partido (Shutterstock)

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