El mundo barrabrava argentino ha entregado un sinfín de historias inverosímiles. Como que un futbolista pasara a liderar el paravalanchas (Luis Arrieta, que llegó a jugar en la Primera de Huracán y terminó como jefe de Estudiantes de Buenos Aires), hermanos que se pelearon por el poder de la popular, como los Salazar en Merlo, otros que dominaron a piacere la tribuna, caso los Di Zeo y hasta mujeres de arma tomar, como en el mundo Chacarita. Pero ahora, el álbum genealógico sí está completo: una investigación sobre la barra de Chicago determinó que la misma está liderada por padre, hijo, hija y tío. Algo así como los Campanelli del tablón.
El apellido en cuestión es Chana Silvera y todo comenzó el 16 de febrero de este año, cuando el país asistía a una función dantesca en el República de Mataderos: en la previa al partido contra Temperley transmitido por televisión, las dos facciones de la barra del Torito se enfrentaron en la tribuna a puro facazo. Ganó el bando oficial, llamado Los Pibes de Chicago, cuya sede de poder está en Ciudad Oculta y en el Mercado de Hacienda, y que recluta también violentos de La Tablada. Perdió el grupo de La Bajadita, que tiene integrantes de la Oculta pero también de la zona del barrio Los Perales.
Aquel día y después de entender que la Justicia iba en serio, la Policía se llevó detenidos a Alejandro Chana, alias Kili, el capo de la barra, y a uno de sus secuaces, Ariel Fortuna, quienes están hace un par de semanas en prisión domiciliaria a la espera de ser llamados nuevamente a indagatoria. Pero el cuerpo de investigadores judiciales del ministerio público fiscal decidió avanzar sobre todas las imágenes obtenidas. Y tres meses después, consiguieron identificar a 53 barras de ambos bandos e imputar a 17 de ellos por lesiones leves agravadas por el uso de armas, interrupción de un espectáculo deportivo y formación de un grupo violento en espectáculo deportivo, penas que sumadas llegan hasta los seis años de prisión. También quedó imputado el jefe del operativo policial, por incumplimiento de los deberes de funcionario público.
Claro que la sorpresa fue mayúscula cuando comenzó la identificación, que también contó con el aporte de la división contra el crimen organizado de la Policía Federal. Chana padre e hijo (que también se llama Alejandro, lo apodan Kilito y está prófugo) ya habían estado individualizados de entrada, tal como informó en exclusiva Infobae el día del hecho. Pero la sangre tira y por eso quedaron inmortalizados en las imágenes también Leonardo Silvera, hermano del Kily y tío de Kilito y vaya menuda sorpresa, Estefanía Catherine Solange Chana, la hija del líder de la barra, hermana del prófugo, sobrina de Silvera y pieza clave, según la fiscalía, del entramado de Los Pibes de Chicago. Tan importante parece ser su rol que si bien el fútbol está detenido desde mediados de marzo por la pandemia, la interna de la barra de Mataderos continúa: Estefanía Chana, a quien en los videos del partido contra Temperley se la ve repartiendo varios golpes, denunció en la comisaría que fue intimidada por cuatro integrantes de la otra facción que llegaron armados hasta el bunker de la barra oficial. Y ella, que no parece ser fácil de atemorizar, fue al otro día a saldar cuentas y terminó peleándose con el Croto Mauro, ex líder de la barra quién estuvo preso acusado de homicidio en la interna barra en 2014. Todo muy normal.
Claro que debajo de la excusa de la pasión lo que parece definirse es un negocio con mucho dinero en juego. Hay quienes hablan de porcentajes de pases en los jugadores y de ocupación de terrenos municipales desde donde se hacen transacciones varias. Es más, muchos de los barras ya identificados tienen como fuente laboral una cooperativa de la construcción cuyo manejo sería del propio Chana. Y desde ese lugar ambos bandos han jugado políticamente tanto para Cambiemos como para el Frente de Todos, con mucha presencia en la distribución de beneficios barriales y hasta en proveer servicios de seguridad privada para que reine la calma entre los comercios de la zona.
La investigación también apunta ahora a una presunta complicidad policial, de controles de Utedyc y de la dirigencia de Chicago. Porque buena parte de los barras que terminaron a los facazos dentro del estadio no registraron ingreso por molinetes y porque la acción policial fue de mucha pasividad. Y porque la Justicia tiene imágenes de los máximos directivos del club hablando animadamente con los jefes de la barra después de los incidentes. La causa la lleva la fiscal Bellavigna quién está esperando la finalización de la pandemia para empezar a tomar declaraciones indagatorias y testimoniales, para cerrar la investigación y elevarla a juicio. Y según lo que termine encontrando, podría ser la primera vez en la historia del fútbol argentino que una familia completa deba desfilar por los estrados. Padre, hijo, hija y tío. La familia barrabrava.
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