El destino de Claudio Martín pareció estar encaprichadamente ligado al fútbol profesional. El joven que desandaba potreros en su ciudad y soñaba con volar de palo a palo en la Primera División, paradójicamente, se dio el gran gusto de ser protagonista principal en la máxima categoría aunque desde otro lugar. Tras un retiro “obligado” por la particular recomendación de un técnico de renombre, se convirtió casi sin proponérselo en árbitro.
Identificado con el estilo de Javier Castrilli -aunque un poco más contemplativo por estar familiarizado con el olor del vestuario desde su época como amateur- hace cuentas y se percata de que sus mejores actuaciones como juez fueron en duelos bajo lluvias copiosas y cancha embarrada.
Martín habla con Infobae sin tapujos: señala al futbolista que más lo complicaba dentro del campo, cuáles eran las plateas que más lo exasperaban y cómo lidió con su fanatismo por Rosario Central mientras ejercía su profesión. Desclasifica los expedientes de Diego Ceballos (árbitro de la recordada final entre Boca y Central por Copa Argentina) y Gabriel Brazenas (partícipe en el Vélez-Huracán de 2009) y no evade la polémica.
¿En qué momento de tu vida decidiste dejar de ser arquero y convertirte en árbitro?
Jugué muy poco en las inferiores de Central y en el Carreras Atletic Club de la liga de Alcorta, cerca de Rosario. Los que fuimos de Rosario tuvimos partidos muy malos y nos dejaron libres a todos. Cuando dejé de participar en las ligas serias empecé a jugar los sábados a la tarde en una de barrio, con partidos en canchas sin alambrado que eran más para pelearse que para jugar al fútbol. Un día terminamos corriendo para el barrio, vi un aviso del curso de árbitro y me anoté. Pero fue para dirigir en Rosario, no era mi idea ser árbitro profesional. De hecho en ese momento los árbitros del interior no podíamos estar en AFA. Vino la apertura con el sindicato que creó Guillermo Marconi y, aunque no estaba convencido de que llegaríamos a AFA, me afilié.
¿Te frustró mucho no haber podido ser futbolista profesional?
Estuve muy cerca. Me probaron en Racing de Córdoba, pero el Negro Marchetta me echó antes de empezar a jugar directamente. Me mandaron al muere.
¿Cómo fue esa prueba?
En el año 82 yo trabajaba en una zapatería e íbamos a jugar al fútbol con mis compañeros de laburo. Ahí, entre empleados de comercio, me las rebuscaba. Apareció un hombre que compraba al por mayor y me consiguió una prueba en Racing de Córdoba. Había paro de micros y viajé a las 4 de la mañana en un tren que iba repleto porque se celebraba un festival de rock en Villa Carlos Paz. Llegué a las 10 a Córdoba, me dieron de comer, me fui a acostar y cuando estaba a punto de dormirme me llamaron para ir a entrenar. Marchetta me echó desde la mitad de la cancha. Me dijo que no podía atajar un colchón de dos plazas. Y verdaderamente no podía atajar un colchón de dos plazas. Tenía arreglado ser el tercer arquero del plantel pero no llegué ni a ser el quinto.
Ni te imaginabas que después ibas a poder cruzártelo a Marchetta siendo árbitro en ese entonces...
Para nada. Con el paro de los árbitros de la AAA en el 92 salieron a jugar los del Sadra. Yo estaba haciendo el curso y debuté siendo asistente de Marconi en cancha de Sarmiento de Junín, un partido contra Instituto de Córdoba por la B Nacional. Ahí empezó mi carrera. Seguí dirigiendo partidos del Regional y en el 96 debuté como árbitro en un Chaco For Ever-Aldosivi. Ese día apareció Abel Gnecco (Colegio de Árbitros) en el vestuario y yo creí que iba a ser mi último partido. Pero se ve que le gusté, dirigí 40 partidos más en la B Nacional y al año siguiente ya pasé a Primera. Debuté en un partido en La Plata entre Estudiantes y Banfield, que había descendido. Jugué 4 partidos en Primera y pasé a ser internacional.
¿Es fundamental que los árbitros tengan vestuario y entiendan el juego desde la óptica del jugador para sacar adelante los partidos?
No sé si es fundamental, pero es un valor agregado. El que estuvo adentro de un vestuario, así haya sido suplente, entiende qué es lo que sienten los jugadores, los técnicos y el público. Es importante conocer el juego y lo que piensan los jugadores. Y saber que el árbitro tiene el silbato, las tarjetas y la autoridad. No podés bajar a discutir con los jugadores porque siempre van a querer tener la razón y son 22. Vos estás solo. Como decía Bonavena, “cuando te sacan el banquito, estás solo”. A los árbitros nos pasa lo mismo, lo único que te ayuda es el silbato y las tarjetas.
¿Claudio Martín era más del estilo “siga, siga” de Lamolina o del recto Javier Castrilli?
Crecí en esa generación. Estaba más cerca de Castrilli que de Lamolina, pero no me gustó ser extremista. Traté de ir por el medio. Entender un poco y no ser tan reglamentarista. Pero si me tengo que definir, me defino más por el lado de Javier que de Pancho.
Siendo fanático de Central, ¿era un alivio que estuviera reglamentado que no podías dirigir a los equipos rosarinos por ser oriundo de la ciudad?
Era una ventaja, sí. A mí me gustaba seguir yendo a la cancha y me camuflaba para ir. Cuando terminaba de dirigir mis partidos lo primero que preguntaba en el vestuario era cómo había salido Central, más allá de que estuviera rodeado de la Policía. Ojo, me acuerdo que me tocó dirigir un Racing-Newell’s en el que me fue bastante bien, no tuve ningún problema. Uno apunta a ser profesional. Imaginate si un odontólogo va a atender mal a un paciente por saber que es hincha de la contra. Uno tiene que hacer lo que corresponde y nada más. Yo conozco la afiliación de casi todos los árbitros de Argentina y te puedo asegurar que la mayoría terminaron perjudicando al equipo del que son hinchas porque el subconsciente es bravísimo.
¿Cuál es tu análisis del arbitraje de Diego Ceballos en la final de Copa Argentina entre Boca y Central de 2015?
Lo de Ceballos no resiste ningún análisis. Erró en 3 ó 4 jugadas muy puntuales y siempre fueron contra un equipo. Uno no puede saber qué es lo que pasó, pero yo no lo entiendo. Pudo haber tenido una mala noche, pero a mí me llama la atención que no haya vuelto a dirigir en Primera División. Algo hubo. Alguien desconfió de algo también. Yo en el Boca-River de 2004 tuve un partido malo pero al tiempo volví a dirigir. Dirigí a Boca habiéndome comido un penal inmenso. Volví a jugar Copa Sudamericana entre Boca y San Lorenzo en Salta. No quedé vetado, guardado, durante un año. A mí me sigue llamando la atención, pero hay gente que maneja a los árbitros y sabrá.
¿Qué fue lo que pasó con Gabriel Brazenas en la definición del Clausura 2009 entre Vélez y Huracán?
Estábamos en la Escuela de Árbitros que manejaba Elizondo y Gabriel no podía dar la prueba física después de ese partido. No es que no volvió a dirigir porque lo echaron o pusieron en un paredón de fusilamiento. No podía dirigir porque tuvo un problema físico. Y yo lo entendía porque tuve una operación de columna igual que él y es muy difícil volver para los que tenemos físicos grandes. No es fácil dar una prueba física y más cuando uno no está bien de la cabeza. A Brazenas lo mata Huracán pero antes del fallo de la última jugada hubo un penal para Vélez que no sancionó. Cuando el árbitro se equivoca para un lado y para el otro no hay que dudar, pero se dijeron tantas cosas... Pobre Gabriel.
Pero si estaba mal físicamente en ese momento, ¿por qué fue designado para ese partido?
La prueba física no la aprobó después. Con la trascendencia que tomó todo no era bueno que volviera a dirigir tan rápido tampoco. Llegó la época en la que se rendían las pruebas cada 2 ó 3 meses y ahí estuvo un tiempo largo lesionado. A mí me pasó lo mismo, estuve 9 meses sin dirigir y pasé 4 meses tratando de dar la prueba física para volver. Tuve la desgracia de jugar 9 partidos y volverme a lesionar. Ahí terminé mi carrera porque no era fácil. Lo que sufre un árbitro solamente lo saben los árbitros.
¿Qué jugadores te complicaban más y en qué canchas te insultaban más?
El Chanchi Estévez era el más complicado, hacía enojar a todo el mundo. Después había jugadores con los que uno tenía entendimiento y no me molestaban. Dicen que el Mellizo Guillermo Barros Schelotto era el más complejo, pero a mí nunca me molestó. Los jugadores argentinos son todos complicados. Y en todas las canchas te insultaban. Ese era mi combustible necesario para seguir concentrado y atento. Cuando la cancha está llena solo escuchás murmullos. El problema es cuando hay 150 personas y escuchás todo el partido a uno que grita. Además mi apellido para hacer cantitos era complicado, ja. Las plateas que eran infumables eran las de Vélez y Lanús. Esas te van a volver loco siempre.
¿VAR sí o VAR no?
El VAR lo que hace es emparejar. Va a ser "lo mismo un burro que un gran profesor". Puede solucionar cualquier problema siempre y cuando se sepa usar. Tiene que estar para ver los elefantes, no las hormigas. Cuando hay un fallo grosero como el mío del Boca-River del 2004 o el de Ceballos en Boca-Central, hay que usarlo. Estar viendo si hubo un pequeño agarrón de camiseta me parece exagerado. Le va a sacar impronta al fútbol. Imagino un clásico Central-Newell's gritando un gol durante un minuto y que después lo anulen porque uno estaba adelantado por una nariz. Es para volverse loco.
¿Tuviste trato con Julio Grondona? ¿Qué opinión tenés de él?
Fue el que hizo la apertura para que los árbitros del interior dirigiéramos. Habré charlado 4 ó 5 veces ocasionalmente. Nunca me dijo quién tenía que ganar, quién perder, quién empatar y quién irse al descenso. Tuve una relación lejana, no puedo opinar demasiado.
¿Es cierto que los clubes piden a ciertos árbitros para que los dirijan?
Con los dirigentes yo tenía poca relación también. Cuando te iban a saludar al vestuario y nada más. Obviamente, calculo que debe haber pedidos. Yo sabía que me pedía Estudiantes porque conmigo pocas veces perdía. Hasta que le tocó el famoso partido en 2001 con Racing, que después salió campeón. Dirigí impecable. Después me siguieron pidiendo, pero Estudiantes no ganaba por mí, ganaba porque tenía que ganar.
¿Existe la corrupción en el árbitraje? ¿Te tocó conocer algún caso estando adentro?
Es un tema que me pasa por arriba. Probablemente haya árbitros con personalidad floja y les pueda pesar el color de una camiseta. A mí no me pasó y no me consta que haya pasado. Pero comentarios hay millones. Yo creo que el que conoce algo debe ir y denunciarlo. Y no públicamente, en Tribunales. Y listo. Es lo más fácil.
Dirigiste el Mundial Juvenil 2001 en Argentina. ¿Te quedó pendiente dirigir una Copa del Mundo de mayores?
Al Mundial va uno solo y la camada de árbitros que había cuando estaba era envidiable. Castrilli, Giménez, Elizondo, Ángel Sánchez, después apareció Baldassi. Era difícil competir con todos. Al 2002 fue Ángel Sánchez y al 2006 Elizondo, que jugaban muchos partidos más que yo en Eliminatorias. Yo estaba tercero cómodo. Nunca me imaginé jugando un Mundial. Tuve la suerte de ver desde adentro cómo se mueve la FIFA en 2001 y no me arrepiento de lo que hice. Hice lo que pude hacer. Después alguien elegía entre uno y otro. No era cuestión de ir llorando por los escritorios para que te den un partido o torneo.
¿Me querés decir que algunos árbitros hacían eso?
A lo mejor... Yo no.
¿Proyectás seguir ligado al fútbol en el futuro?
Con la cuarentena es difícil pensar qué va a pasar mañana. Algún día me gustaría estar ligado a Central como directivo. Pero para estar en una lista debo estar conforme con todos los que figuran ahí. Si no, no estoy. En al calle me conoce todo el mundo. A mí en cosas raras que no me cuenten. Por ahora quiero seguir instruyendo en la Cooperativa de Árbitros de Rosario y trabajando en el taxi, donde no tengo jefe. Mi jefe soy yo.
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