“Diego se jugó todo por Gimnasia. No faltó a un solo partido e incluso desafiando las recomendaciones de sus médicos. Hoy aquellos que lo fueron a buscar cuando todo se prendía fuego, no le quieren renovar. Maradona quiere seguir en Gimnasia”.
La publicación en Twitter de Matías Morla, abogado del Diez, llevó a superficie el momento de máxima tensión entre Diego y el Lobo, en medio de la negociación por la renovación de su contrato, que vence en agosto. Cuando las charlas parecían encaminadas hacia un acuerdo, las ilusiones de los hinchas de Gimnasia sufrieron un inesperado freno a partir de las diferencias que no parecen resolverse, pese a que las conversaciones llevan varias semanas.
Minutos antes de la explosión del apoderado del astro en redes sociales, desde su entorno advertían que las negociaciones se hallaban en un punto “difícil, más allá de que hay diálogo todos los días”. Diego, de 59 años, quiere darle continuidad al proyecto en la institución que le dio la posibilidad de volver a dirigir en el país luego de nueve años. La dirigencia de Gimnasia, al menos públicamente, hablaba de que el deseo era recíproco. Incluso, a pesar del hecho de que el club pretendía reducirle el sueldo a Maradona por la compleja situación económica disparada por la crisis del coronavirus, el ex capitán había aceptado el recorte.
De hecho, en el Tripero se manejaba la opción de “equilibrar” la reducción con “extras”, y hasta se especuló con la filmación de una serie documental en el día a día de Gimnasia, como sucedió en la aventura de Diego en Dorados de Sinaloa.
Pero existe una condición innegociable para Maradona: he ahí el punto más sensible. No quiere que le desarmen el plantel. “En este momento, está todo caído, ni siquiera hubo una propuesta seria”, fueron apocalípticos los más cercanos a Pelusa.
Un retazo del tuit de Morla tiene nombre y apellido. La frase “aquellos que lo fueron a buscar cuando todo se prendía fuego, no le quieren renovar”, es para Gabriel Pellegrino, el presidente que consiguió la reelección a caballito del respaldo de Diego.
Quienes conocen la cocina de la negociación aseguran que la eliminación del descenso por dos años resultó trascendente. Aquellos que aportan para nutrir el presupuesto de fútbol profesional (desde el entorno del ex enlace apuntan contra un empresario de apellido Reyna) ven la coyuntura como una oportunidad para aplicar un plan más austero, recortando varias de las fichas más onerosas. Y tanto Maradona como el cuerpo técnico que lo acompaña (con Sebastián Méndez a la cabeza) pretenden contar con una plantilla a la altura del objetivo que se trazaron: olvidarse de los promedios y aspirar a la batalla por una plaza en la zona de acceso a las copas internacionales.
En ese tira y afloje, las diferencias afloraron en la publicación de Morla. Diego sigue las alternativas desde su casa en Bella Vista; durante la cuarentena se había mostrado activo monitoreando los trabajos del plantel vía Zoom y se había comunicado con los jugadores de manera individual para enterarse de primera mano cómo sobrellevaban el aislamiento ante la pandemia de COVID-19.
Hasta que llegó el quiebre. ¿El empate 0-0 ante Banfield por la Copa de la Superliga habrá sido el último partido de Maradona en Gimnasia?
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