El verdadero Nelson Vivas no es el primero que aparece cuando entrás en Youtube. O en realidad, Nelson Vivas no es el sólo la imagen que te muestran los videos con más clics. Ese minuto puede generar una mirada definitiva por el día que se sacó la camisa en el banco de Estudiantes. Por su pelea con un hincha en Quilmes. Por el amague de una piña al brasileño Rivaldo en la Selección. Conocer realmente cómo es -intentar explicar algunas de sus reacciones- lleva muchísimo más tiempo. Él mismo necesitó recurrir a la terapia. Hacer un viaje a la formación de su carácter. Y así encontrar el punto en el que se le corre la cadena. O por qué sus trastornos obsesivos con el orden. Entenderse a sí mismo fue un trabajo igual de intenso que su carrera como futbolista y que ser ayudante de campo del Cholo Simeone en el Atlético de Madrid.
Vivas es muy puntilloso en su forma de expresarse. De a ratos suena a Marcelo Bielsa, el loco que de vez en cuando le aparece sin avisar del otro lado del teléfono. Como su entrenador en la Selección, es un apasionado de los métodos para hacer mejor al futbolista. Lo profundiza al detalle. Una infidencia de la hora y cuarto de charla con Infobae desde España: las frases largas suelen ser un karma a la hora de desgrabar para quien tiene que transcribir una charla. No con alguien que mantiene la cordialidad hasta en las preguntas que le recuerdan episodios que lo avergüenzan. El ex lateral de Quilmes, Boca, Lugano, Arsenal, Celta, Inter y River invita a pensar el juego desde un modo moderno. Y deja ver el lado humano del profesional que durante un tiempo se hizo meme. Más que una entrevista, es una forma de entender su vida a los 50 años.
-¿Siempre fuiste calentón?
-Sí. Toda mi vida fui así. El Guly (Andrés Guglielminpietro, ex Gimnasia, Boca, Inter) siempre se acuerda. Los dos somos de San Nicolás. Como es más chico, él jugaba en la Octava y esperaba a la Quinta para ver cómo yo me terminaba peleando siempre.
-¿Es cierto que hasta en la colimba, en San Nicolás, te hiciste el guapo y lo pagaste caro?
-Sí. Puteé a un teniente. Me acuerdo todavía el apellido. Teniente Quinteros era uno. Y el otro, Armanini. No Armani como el arquero de River. Era justo mi cumpleaños. Un 18 de octubre. No me dejaban salir. Estaba de guardia. Eramos ingenieros de combate y hacíamos una práctica para hacer un puente. Estábamos laburando como locos. En un momento yo estaba inflando con el compresor. Hacía ruido. Pensé que no me iban a escuchar. Y lo recagué a puteadas. Y me escucharon. Para qué... Por allá veo que viene. Me pegaron un baile... Carrera march, cuerpo a tierra. Y me metieron preso 15 días. Por eso salí en la última baja. Estuve 14 meses y 1 día en la colimba. Entré un 18 de marzo y me fui un 19 de mayo. Una locura.
-Eso que sos chiquito para buscar tanto pelea...
-Soy una porquería, ja. Es lo que les pasa a los enanos. Se creen que se van a comer el mundo. Tuvo que ver la formación de mi carácter. Yo de grande me he analizado... Mi viejo trabajaba 18 horas por día. Las 8 normales, 8 extras y dos horas de viaje ida y vuelta. Todas sus horas de laburo eran para que a nosotros no nos faltara nada. Con una heladera que por lo general estaba pelada. O llena el primer día de la quincena. Pero era un calentón. Si tenía un martillo en la mano, era probable que el martillo volara. Mi vieja se angustiaba. Aunque al rato a él se le pasaba y todo volvía a la normalidad. Entonces yo pensaba que si te calentás no pasa nada. Total, al rato bajás y todo vuelve a su lugar... Con el tiempo entendí que no. Que después de la descarga impulsiva está todo lo que quedó. No se remedia con un "a mí ya se me pasó". Era el registro de mi infancia. Como los trastornos de orden y otros que tengo. Papá siempre decía que mamá limpiaba sobre lo limpio. Seguí eso también. Yo vivo solo desde que tengo 18 años. Y casi siempre hago todo yo. Me gusta lavar. Me gusta cocinar. Me gusta planchar. Soy muy prolijo.
-¿Llegaste a poner las ruedas del auto en paralelo con cualquier línea que apareciera en el estacionamiento?
-Lo sigo haciendo, ja. Si hay cualquier línea, pintada o hecha por la cerámica, estaciono el auto de tal manera que quede paralelo. Y trato que la distancia con la línea sea la misma que con la rueda de atrás.
-¿Lo trataste o asumiste que ya va con vos?
-Lo que traté fueron rasgos de mi personalidad. Poder convivir con gente que no es igual a mí. Al principio necesitaba que todo esté como yo lo hubiera dejado. Pero es imposible que el otro sea igual a vos. Después entendí que las cosas están como quiero cuando estoy solo. Que en familia, con amigos, las cosas pueden estar como a cada uno le guste. Pero al principio no lo entendía.
-Otro enojo famoso es cuando le amagaste la piña a Rivaldo. No hay un compacto de Vivas en el que no salga.
-Siempre digo en broma que es mi mejor jugada. Mucha gente me lo recuerda. Algunos cambian la anécdota y dicen que era Roberto Carlos en vez de Rivaldo. Pero la acción quedó. Perdíamos 1 a 0, con un gol de saque de banda. Lo dimos vuelta 2-1 con goles de Gallardo y Ortega. Brasil en esa eliminatoria era el único rival que nos había ganado. De visitante. A veces la veo la situación porque alguno me la manda. Y lo que observo, más allá de mi reacción desubicada, es que estaba rapídisimo. Lo veo hoy con las rodillas como las tengo y digo "no puede ser". Qué rápido estaba, ja.
-¿Reacción desubicada? Pareció quedar expuesto de un modo positivo el espíritu argentino contra Brasil.
-Hoy, del lado del entrenador, si lo hace un jugador mío no me causaría gracia. El árbitro te puede expulsar... Después, es cierto que siempre hubo una rivalidad muy grande con ellos. Era especial. Habíamos clasificado pero no queríamos perder. Es más, con Rivaldo vivíamos en la misma urbanización en Milán. Éestaba en un piso más arriba que yo. A veces nos cruzábamos en el ascensor y no nos dábamos bola. Leonardo era amigo de Guly porque habían jugado juntos en el Milan. Intentó gestionar una posible reunión que nunca quise. Queda esa rivalidad estúpida. Hoy pienso distinto.
-Igual el episodio más famoso fue al sacarte la la camisa.
-En aquel momento, Estudiantes había liderado las 12 primeras fechas. Ya para esa etapa, que fue el partido con Boca, nos jugábamos la punta del torneo. Boca nos había pasado. Hubo una acción en la que me pareció que Rossi le cometió falta a Cavallaro... Y nada, me echaron. Yo lo que hice fue reclamar, pero no de manera vehemente. Sólo le dije al línea: “Agustín lo toca”. Y cuando le digo lo toca, lo toco a él en el pecho. Pero apenas lo rozo. Y el línea le dice al árbitro que yo lo había empujado. Ahí me echaron y me saqué mal.
-¿Ahí hasta tus hijos te mandaban los memes?
-Nahuel me mandaba los memes por WhatsApp, sí. Y Luana había salido ese fin de semana. Los amigos la sacaban a bailar y se desprendían la camisa, ja. Pero Mía, la más chica, se fue llorando al baño del colegio cuando contaron lo que yo había hecho. A ella la cagué. Así que hubo de todo por esa reacción.
-Estoy en contra de los memes. De su publicación en los medios convencionales. Hay muchos muy dañinos. Aunque hay que reconocer que algunos tuyos fueron graciosos.
-Sí, ja. Había uno de Demi Moore que fue el que más me gustó. El que más gracia me dio. Al sacarme la camisa aparecía ella en la película Striptease... Te cuento algo: una vez, en una concentración, estaba viendo Youtube. Me aparece un video que decía "Las 10 cosas insólitas que no vas a poder creer pero pasaron". Y una de las 10 era yo sacándome la camisa... La vergüenza que me dio. No lo podía creer. Menos mal que estaba solo mirando.
-Alguna vez contaste que te saca el insulto.
-Sí. Gran parte de mi carrera tuve que convivir con el insulto. Dentro de la cancha no tenía forma de defenderme. Era tratar de naturalizarlo para que me afectara lo menos posible. Pero afuera la situación es otra. Estamos cara a cara. Ahí sí puedo defenderme. Entonces, cada vez que pasaba mis reacciones no eran buenas.
-¿Eso llevó a retirarte en un entretiempo en River? ¿Escuchabas silbidos al tocar la pelota y te hartaste?
-Sí. Dirigía Pellegrini. Fue un entretiempo de la Sudamericana 2003. Contra Libertad de Paraguay. Fue un desahogo la decisión. Venía mal todo. Disfrutaba el entrenamiento. El compartir el vestuario con mis compañeros. Pero no salir a la cancha y recibir semejante cantidad de insultos. Me tenía absolutamente desenfocado. No sólo no era capaz de acertar un pase de un metro sino que no podía convivir con eso. Pedí el cambio el entretiempo y rescindí al otro día.
-¿Qué le dijiste al técnico?
-Le dije “Sáqueme porque ya no juego más al fútbol”. Pellegrini me respondió que no podía hacer eso... Hoy como entrenador me pongo en ese lugar y te encontrás en una situación que no podés creer. Pero tuvo que hacer el cambio. Yo no quería jugar más.
-El mismo día que te fuiste de River declaraste que tu hijo había hecho un dibujo de la la familia y vos no estabas.
-Exacto. River venía de ser campeón. Había varias competencias. Y vivíamos concentrados. Y pasó que Nahuel en el colegio tuvo que dibujar a la familia. Dibujó hasta el perro pero a mí no me dibujó, ja.
-La gente te insultaba. Pero te querían Bilardo, Menotti, Bielsa. Se puede pensar que el equivocado era el otro.
-Yo aprendí a pensar que las opiniones son individuales. La formás de acuerdo a tus gustos. A lo que interpretás del juego. Yo lo respeto. Ahora, entiendo que si hay gente que tiene que tomar decisiones y te convoca éste y el otro, o te quiere éste y el otro, debe haber algo bueno en vos que alguien no ve. Siempre opinar de lo que hace el otro es mucho más fácil que hacerlo. En la actividad que sea. ¿Sabés lo difícil que es entrenar? Pareciera que todo se reduce a 'elijamos los mejores diez que nos dé nuestra billetera, que vengan y jueguen’. Tienen un montón de cosas la profesión que muchas veces no se consideran.
-Hablando de dirigir y de que te elijan, ¿por qué te habías separado del cuerpo técnico del Cholo y por qué volviste con él?
-Me fui después de dirigir San Lorenzo. Al tiempo le ofrecieron el Catania de Italia y no quería estar lejos de mi hija más chica, que ahí tenía 2 años. No existía la chance de ir todos juntos porque desde lo económico había que ir a hacerse un nombre en Europa... Ya me había pasado con los dos más grandes. Jugando Selección, en Europa, fue muy poco el tiempo que había podido disfrutarlos. Ahora me sumé el año pasado. Se hizo un lugar y el Cholo me invitó. No fue fácil la decisión porque en la Argentina se quedaba toda mi familia. Mis hijos, por los estudios. Mi esposa, con sus tres hijas, porque tiene una actividad comercial que sostiene su economía... El tormento no era la respuesta sino todo lo que tenía que dejar detrás del sí o detrás del no. Pero me pasaba que al haber tenido mi experiencia tenía pocas ganas de dirigir en el país. Y, después de 6 o 7 meses sin trabajar, más allá de que uno pueda tener recursos, necesitaba trabajar. Empecé a sentir el ocio excesivo me resultaba nocivo.
-El tema es que no querías volver a dirigir en el país. ¿Te descolocó que Diego Lemme, el hijo del vice de Defensa y Justicia te pidiera poner un jugador en el 2017? Lo dirigiste apenas 4 partidos.
-Sí. Habíamos perdido con Colón, en Santa Fe. Se subió al micro a decirme que iba a tener que empezar a tomar decisiones que no comprometieran la jerarquía del club. Que por qué ponía a tal jugador si sabíamos que no podía jugar. Me pareció desubicado... Ahí le respondí: "Quedate tranquilo. Tomá las decisiones vos. Yo me voy". Y ya no hubo vuelta atrás. No hubo gritos ni nada. Pero ahí mismo renuncié... Aunque al tiempo me llamó Marcelo (Bielsa) y me comentó algo yo debería haber considerado. Pegar el portazo e irme, para él era una decisión equivocada. Que "es mejor trabajar desde adentro para intentar cambiar aquellas cosas que muchas veces no te gustan", me dijo. Y me dejó pensando. Me pareció una opinión acertada.
-¿De la nada te apareció Bielsa y te dijo eso?
-Sí. Un tiempo después. Yo estaba haciendo una cola en la Rural para comprar una entrada para el Lollapalooza. Que no era para mí. Acompañaba a mi mujer. Ahí Marcelo me llamó y me lo dijo. Tuvo ese detalle. Muchas veces los ha tenido conmigo.
-¿Qué otra vez te llamó?
-Un día me había llamado el Guly para ir a jugar al fútbol. Yo vivía en Quilmes en ese momento. Me dice "venite que falta uno". Y mientras iba por la autopista Buenos Aires-La Plata, me llama Marcelo. Ahí me hace todo el raconto de que se había tomado un tiempo para analizar los partidos que habíamos jugado en Estudiantes. Y quería darme una devolución... En medio de la charla me pregunta: "¿Usted qué está haciendo ahora?". Entonces le cuento... Ahí me dice: "Lo poco que sabré yo de fútbol, que usted para mí era fundamental y ahora está yendo a jugar al fútbol porque falta uno".
-¿Vos serías capaz de devolver un gol como hizo Bielsa?
-Me pasó jugando en el Arsenal. Por FA Cup. En un saque de banda que teníamos que devolver. El rival se desentendió de la jugada. Kanú tiró el centro, Overmars hizo el gol y le ganamos 2-1 al Sheffield United... El partido se jugó de nuevo por pedido de Wenger. Yo, la verdad, si soy entrenador no tomaría esa decisión. Pero conociendo a Marcelo como lo conozco, sé por qué lo hace. Lo tuve y leí libros sobre él. Sé cuáles son sus valores, que lo acompañan en la profesión y son más importantes que ganar.
-Me imagino la cara del Cholo si le sugerís devolver un gol.
-Sé el comentario que hizo en ese momento. Prefiero guardarlo para mí, ja...
-¿Eran amigos con él en la Selección o buenos compañeros que confiaban en la capacidad del otro?
-No éramos amigos. Estuvimos muchos años juntos. Él fue más tiempo. Pero yo en total estuve 10 años en la Selección. Desde el 94 al 2004. Ahí se generó entre nosotros un respeto por el compañerismo que tuvimos. Y a partir de eso llegó su propuesta. Coincidió también el tiempo de nuestros retiros. Apareció la posibilidad de ofrecerle a alguien que conocía cómo era, pero no cómo trabajaba. Había que probar eso. Y se fue dando que la construcción fue buena.
-¿El Cholo es el nuevo Bilardo?
-Se nota que Carlos lo ha marcado en un montón de cosas. Tiene muchas cosas de Bilardo. A veces tiene hasta expresiones iguales. Viene la defensa, de un centro lateral, ponele. El volante opuesto tiene que cerrar al punto de penal. Y lo he escuchado decir “que nos hagan el gol, pero salí en la foto”. Y yo que lo tuve a Carlos en Boca, eso era de muy de Carlos.
-Lo vuelve loco cuando se lo cuestiona por defensivo. ¿Vos sentís lo mismo?
-Yo no sé hasta qué punto se comprende lo que buscamos. Muchas veces se pone por delante el gusto al opinar. Nosotros entendemos el juego de esta manera. Lo más difícil es cómo resolver qué pasa en el último cuarto del campo. Hay equipos que desde una construcción organizada se pasan la mayor parte del partido tratando de representar esa situación. Muchas veces somos defensivos para algunos. Pero es generar estratégicamente el mejor contexto en donde atacar. Sabemos que donde se ataca mejor es en el espacio y en la desorganización rival. Yo he escuchado “defiende bien pero ataca mal”. No se puede disociar la defensa del ataque. Hay algo que pasa cuando defendés y la recuperás. Atacás de contra o te asociás para llegar organizado. El ciclo no se corta nunca. De la misma manera cuando atacás. Hay algo que va a pasar cuando la perdés. O recuperás de forma inmediata porque lo estás sosteniendo bien. O hay una transición y debés reorganizarte. Las opiniones son respetables, pero nosotros tratamos de generar un modelo de juego y que los jugadores representen cada momento de la manera que queremos.
-¿El Cholo era el único que confiaba en ganarle el campeonato con su Estudiantes al Boca de La Volpe?
-En la semana previa el equipo nuestro estaba muy bien. Ganamos 10 seguidos hasta el empate con Argentinos. Y durante todo ese trayecto habíamos pensado que se podía. Claro, después de ese partido sentíamos que era muy difícil porque Boca tenía que perder los 6 puntos que quedaban para jugar una final... Pero el Cholo había empezado antes. Nuestro primer juego fue con San Pablo, cerrando la serie que había empezado Burruchaga. Quedamos eliminados por penales allá. El 19 de julio de 2008. Después de ese partido, él les dijo a los jugadores que íbamos a ser campeones. Y lo metió... El 12 de diciembre fue la final con Boca. Lo tengo todo en la cabeza. El 15 de octubre le ganamos 7 a 0 a Gimnasia. Era el Día de la Madre y el cumpleaños de mi viejo ese domingo. No sé por qué me acuerdo de esas cosas...
-Alguna vez contaste que ese 7 a 0 es el último recuerdo futbolero de tu papá antes de sufrir Alzheimer.
-Sí. Le diagnosticaron la enfermedad, que no tiene cura. La medicación que existe logra que el avance sea más lento. Por suerte lo tenemos al Cabezón gracias al amor de mi vieja...
-Desde afuera no se logra entender exactamente el poder de la enfermedad. En la serie Vivir sin permiso, el protagonista la tiene. Y le pide a su ladero algo muy fuerte el día que no recuerde el nombre de sus hijos.
-A mí me pasó. Fue durísimo el día que mi papá no me conoció. Estábamos en San Nicolás, una de las últimas veces que lo vi este año. Yo creo que lo único bueno que tiene la enfermedad es que él, el involucrado, no tiene conciencia de lo que le está pasando. Sufrimos todos alrededor, pero él no. Si lo levantás, se levanta. Si lo sentás, se sienta. Si le das de comer, come. Es distinta a otras enfermedades que cuando vos sos consciente de que te estás muriendo muchas veces la pasás peor. Él por suerte no se da cuenta. Lo agradezco. Siempre trato de encontrar aun en lo malo algo para agradecer. O algo positivo.
-¿Después de todo lo que sufriste hoy volviste a ser feliz en el fútbol?
-Sí. Disfruto de lo que hago en el Atlético. De ir no sólo detrás del objetivo inmediato que es ganar cada partido. Más me motiva en el día a día se trata de construir metodológicamente un proyecto que tiene la intención de mejorar. Esa es una zanahoria que te genera adrenalina. Terminás siendo un docente. Cómo si vas a inglés. Sé que paso a paso, a través de una metodología, vas a aprender en un tiempo. Con el fútbol es igual. No es que decís "vamos a hacer esto" y ya está. Hay una coherencia en las sesiones para el jugador. Desde ese lado va cambiando el juego. A mí me tocó entrenar de una manera que no es la que nosotros hacemos entrenar. Se está evolucionando. Definir y construir un modelo que sea tuyo representa tanto como el juego del equipo.
-Como estamos en ese cambio cultural, ¿sentís que a veces se desmerece la información del GPS, del drone?
-Por lo general se opina desde el ojo del espectador. O desde el analista. La gran mayoría no ha tenido la posibilidad de jugar al fútbol. Han jugado a la pelota. No quiero desmerecer las opiniones. Pero jugar al fútbol es mucho más difícil que lo se cree. Y construir el funcionamiento de un equipo, también. Desde el lado de los GPS, se trata de hacer efectiva la herramienta. Muchas veces sirve para dosificar las cargas. Aunque hay quienes opinan que el fútbol es más fácil, que antes no existía. Me ha pasado que Bilardo nos mostraba videos. No editados. En la época de Marcelo Bielsa existía una edición. Hoy el drone en el entrenamiento te da la amplitud para ver a los 22 jugadores. Se ve chico pero distinto a si filma alguien a pie de campo. No lo usamos porque acá se necesita una licencia para el aparato y otra para quien lo maneja porque hay vecinos alrededor. Igual me parece valorable.
-El Cholo debe estar como un león enjaulado. ¿Cómo la lleva él y cómo la llevas vos?
-Está bien. Lo que lo tranquiliza es que desde el aspecto sanitario todo se empiece a normalizar. Y como hay cosas que no se pueden modificar hacemos efectivo el tiempo. Implementamos tareas que muchas veces en el día a día o en la vorágine de la competencia no podemos hacer. Desde ese lado descubrimos una forma que termina siendo desde lo metodológico una herramienta que vamos a seguir utilizando. Ahora además empezamos a hacer algunas actividades en el club. En lo personal, estoy con un amigo que justo llegó después del partido con Liverpool y se tuvo que quedar.
-¿Tu amigo es muy amigo o un conocido que fue a ver un partido con vos?
-Muy amigo. Vino unos días y ahora vamos cambiando el pasaje hasta que abran. No habíamos tenido la experiencia -ni esperábamos tenerla- de estar las 24 horas juntos. Ahora tengo compañía. Él está predispuesto a colaborar. Igual de un montón de cosas me ocupo yo. Como antes. Las tareas de la casa me gusta hacerlas a mí. Tenemos alguna actividad de trabajo. Después hay que cocinar. Entre charla con algunos de nuestros jugadores, ver partidos y un poco de gimnasio pasa el día. Lo tenemos organizado. Y estructurado como soy. Las rutinas se repiten. Los miércoles se lavan las toallas. Los jueves, las sábanas. Podemos decir que convivimos bien. Si hay matrimonios que se separan, qué queda para dos amigos, ja. Pero acá no hay peleas...