Son casi las ocho de la noche y Juan Cruz Komar se disculpa por el horario de la entrevista desde el otro lado del teléfono. Recién acaba de terminar de distribuir alimentos y otros insumos de primera necesidad a comedores de Rosario. El capitán de Talleres de Córdoba, el defensor surgido de Boca, es uno de los bichos raros del fútbol. Uno de esos pocos personajes que rompió el molde y que comprendió el peso de su palabra en una sociedad atravesada en sus raíces por este deporte.
Aprendió la caja de resonancia que significa ser futbolista profesional a la fuerza: con 20 años, una declaración sobre el “gorilismo” que había en el vestuario de Boca lo puso en el centro de la escena. Lo subió al ring de las críticas feroces, pero también le indicó un nuevo sendero. Aquella frase, asegura, fue un quiebre a la hora de elegir las palabras para tomar posturas sobre temas ajenos al fútbol que muchas veces generan controversia: “Hoy no la diría ni de cerca esa frase. Pero, por otro lado, me sirvió para abrir un montón de puertas. Generé un vínculo con un montón de organizaciones de Córdoba que me contactaron para ir a conocer las actividades que estaban haciendo”.
A cuatro años de su desembarco en Talleres, se transformó en uno de los herederos de un liderazgo que está en pleno proceso de transición tras el retiro de Pablo Guiñazú y ante el inminente despido del fútbol que se asoma ante las carreras de Mauricio Caranta y Javier Gandolfi. Mientras forja su perfil como el joven referente de 23 años que está obligado a ser tras recibir la cinta de capitán y es seguido de cerca por el Celta de España, Juan Cruz habla desde otro costado: los debates que incentiva en el vestuario que van desde el aborto o el feminismo hasta la regulación del consumo de marihuana. Un futbolista que no sólo habla de fútbol.
En sus redes se entremezclan menciones a su fundación social, reflexiones sobre la xenofobia en el fútbol o tomas de postura sobre diversas causas políticas, a tal punto que fue uno de los que impulsó el colectivo de jugadores que apoyó al presidente Alberto Fernández en las últimas elecciones nacionales. “Tengo mi fundación en Córdoba, pero ahora estoy en Rosario y estoy dando una mano a comedores de otra organización, como tengo el auto a disposición y no tengo familiares con factores de riesgo estoy llevando y trayendo cosas todo el día”, detalla para justificar el horario de la nota.
— ¿Por qué contrariamente a la gran mayoría del ambiente futbolístico optás por dar tus opiniones políticas de manera pública?
— Creo que tiene mucho ver que con mis padres (ambos profesores). Ellos no tienen militancia política, pero creo que es porque son de una generación a la que le costó mucho entrometerse en la política: son hijos de la dictadura y no tuvieron las posibilidades de expresión que tengo yo. El hecho de ser docentes y tener la esencia de querer educar, transmitir, generar cosas a partir de la educación; me transmitieron eso y me generó ese interés. Y después también son las personas que te cruzás en el camino. Ir a cierta escuela, hacerme amigo de ciertos chicos...
— ¿A qué edad llegaste a las inferiores de Boca?
— A los 14, en octava.
— ¿Ahí tuviste algún compañero, un padre o un profe que te fue impulsando esto?
— Sí, es un poco de lo mío y un poco de caldo de cultivo. Entre mis viejos que eran así, mis amigos de la primaria de Rosario y en inferiores tuve a Mauro Navas, que también fue muy significativo para mí. Desde lo humano, que hoy en día sigo manteniendo una relación con él, lo aprecio y me parece la persona más noble que me he cruzado en el fútbol. Eso que él me transmitió, además de sus expresiones al respecto de lo político y lo social, me atravesaron mucho. Eso fue un incentivo.
— Pero sos consciente que en muchos casos ponés en riesgo tu reputación...
— Sí, lo soy. Es complejo. Por un lado es como que al haber pasado unos años desde mi debut ya me voy enfrentando mejor a esas situaciones. A los 18 creo que no podía elegir lo que decía y no lo hacía tan maduramente como lo hago ahora. He perfeccionado el discurso y lo que quiero decir. Y, por otro lado, me generan dos situaciones: sé que estoy en un medio que no digo todo lo que pienso, pero también porque creo que no es el camino. Creo que uno tiene que expresarse, pero tampoco confrontar todo el tiempo porque el que confronta todo el tiempo no genera nada. Y por otro lado, más allá de lo que decís, mucha gente puede estar en contra, porque así es la vida. Pero no me sentiría cómodo siendo un híbrido y tratando de quedar bien con todos por lo que pienso o digo. Es una discusión interna que tuve y ya superé.
— Decís que ahora perfeccionaste tu discurso, pero tuviste un momento que hiciste mucho ruido al decir que el vestuario de Boca estaba lleno de gorilas (NdR: “En el plantel de Boca había muchísimos gorilas y constantemente me jodían” a Tiempo Argentino en 2018), ¿hoy con el tiempo crees que fue desafortunado decir eso?
— Es a lo que hacía mención, hoy no la diría ni de cerca esa frase. Por otro lado, no la diría y en el momento, si bien era lo que pensaba, fue sacada de contexto cuando se empezó a replicar. No quise decir eso porque sabía lo que se podía generar, pero hoy no me pasaría. Hoy no me la podrían ni sacar de contexto porque no la diría de ninguna forma. Pero por otro lado, como todo, me sirvió porque me abrió un montón de puertas. A partir de eso pude establecer un montón de vínculos y relacionarme con un montón de organizaciones en Córdoba. Fue como un efecto dominó. De una u otra forma, me terminó sirviendo. Pero creo que hoy también ha cambiado la coyuntura en el tema de esas expresiones. Analizando hoy no sirve para nada eso que dije. La mirada es distinta, mucho más constructiva, inclusiva. Cuando dije eso yo ya estaba en Talleres. Lo que más me cuestiono no es tanto la opinión, sino haber podido herir susceptibilidades o lastimar a alguien. En el fútbol, y lo entiendo, se da este hermetismo o preocupación por lo suyo, o su vestuario. Quizás, diciendo así lo que salió, se pudo haber herido la susceptibilidad de alguien. Recuerdo que lo hablé después con Pablo Pérez, con quien nos llevamos muy bien, me parece un tipazo en el día a día, y le expliqué la situación, cómo había sido y quedó todo bien. Fue mucho más el escándalo mediático que se generó. Por eso, muchas veces los futbolistas tienen miedo a dar declaraciones que puedan generar repercusiones.
— Desde afuera siempre da la sensación de que los futbolistas profesionales viven en una especie de burbuja respecto a lo que ocurre en la sociedad, ¿es errada esa mirada?
— Por ahí, tanto en este tema como en muchos otros, como el tema de la homofobia, la xenofobia, el fútbol no está exento de esta situación, pero no solamente pasa en el fútbol. Pasa en todos los ámbitos de la sociedad. Al frecuentar ciertos círculos universitarios uno piensa que un montón de peleas y luchas ya están superadas, y después uno se mete en otras realidades, en otros grupos humanos, de trabajo, en otros barrios, y se da cuenta que está muy lejos de eso. El fútbol está incrustado en este pensamiento que por ahí puede ser un poco conservador. Lo que tiene es que al ser tan visible, con tanta exposición, por ahí se resalta más.
— En esta línea de lo conservador, es llamativo que en el ambiente del fútbol no haya algún jugador que haya asumido su homosexualidad...
— Sí, por eso quería irme para ese ejemplo. En el mundo del fútbol uno piensa “no se acepta a nadie que sea homosexual”. Bueno: ¿cuántos grupos de chicos que se conocen de la secundaria o grupos de trabajo también tolerarían enterarse que uno de sus integrantes es homosexual? Es la misma situación. El tema es que en el fútbol repercute y llama más la atención, pero en sí es similar la situación. Esto lo digo no con el afán de salvar a los futbolistas, pero sí para marcar que no es una excepción. Lo que no deja de demostrar que es una situación a mejorar. Con el tema de la burbuja que mencionabas, ahí tampoco se lo puede juzgar directamente al jugador. Obviamente que me encantaría que no fuera así, que los jugadores pudieran tener realmente esa empatía con los que menos tienen. Más teniendo en cuenta que en la mayoría de los casos han estado de ese otro lado, porque es una realidad que el fútbol es una herramienta de ascenso social como no hay ninguna otra en el país. Es una lástima que no se pueda tener esa memoria con lo que fueron alguna vez. Pero por otro lado creo que el mismo sistema, y si uno no tiene esa capacidad crítica, que también muchas veces genera la educación, es lógico que te termine consumiendo esa burbuja. Lo que uno soñó, ve que se hace realidad, lo reproduce, siente que fue un afortunado o alguien que tuvo el mérito de llegar a esa situación y se salvó. Esa es la idea que hay que romper: nadie se salva solo.
— ¿Cuando entrás al vestuario y tirás estos discursos, se enganchan en este tipo de discusiones?
— En el último tiempo ha habido discusiones políticas que atravesaron toda la agenda y han sido inevitables de charlar en los vestuarios. Lo celebro eso, me parece muy piola. Al día de hoy con la movida que hay, cada situación que se da en el mundo político se conversa en un vestuario. Eso a mí me parece muy sano, enriquecedor y va a encaminar a que podamos cambiar las cosas. Muchas se dan porque sí: cuando fue la discusión del tema del aborto, nadie podía estar exento de eso. Por más que digas “el mundo del fútbol es una burbuja”, se hablaba sobre eso, porque no puede quedar exento.
— ¿Llegabas al vestuario y discutían sobre el aborto?
— Se hablaba y se debatía. Cuando fue el auge del movimiento feminista, en los primeros meses, lo mismo. Son situaciones que atraviesan toda agenda y se hablan sí o sí. Eso es muy sano. Después hay otras que no se hablan tanto, pero a mí me gusta la idea de generar la duda sin confrontar o ser un profesor. De replantear. Por ejemplo: siempre digo que el sentido común se va construyendo con pequeñas cosas, y muchas veces son acciones o comentarios. Como por ejemplo hacer un pequeño chiste, un comentario o una broma que tiene un tinte homofóbico. Por ahí los jugadores no están pensando que esto representa ser homofóbico, simplemente dicen el chiste. Y el hecho de generar un cuestionamiento: “Che, ¿y por qué ese chiste? ¿qué tiene de malo? ¿qué significa ese chiste?”. Simplemente ese replanteo ya es suficiente como para prender el pensamiento crítico. Creo que eso es una responsabilidad y una obligación que yo tengo, y últimamente se ha dado bastante en el vestuario de Talleres.
— ¿Cuánto tardaste en asumir que tus posturas políticas podrían generarte un problema? ¿te hacían ruido desde siempre algunas cosas del mundo del fútbol?
— Creo que desde siempre hubo cosas que por ahí me generaron duda o no me gustaban, incluso cuando era más chico. En vez de llamarme la atención los lujos y la forma de vida del futbolista. Hoy en día lo veo de otra manera y pienso que hay ciertas cosas que son inevitables. Por ejemplo, los lujos de un plantel profesional cuando concentra, viaja, los privilegios que tiene, me parece que son inevitables porque también es eso lo que mueve el fútbol y lo que produce el futbolista.
—¿No se genera muchas veces una falsa percepción de la realidad del futbolista al tener tanta fama, lujos, dinero y demás?
— Nadie se puede poner por encima tuyo porque cobre más dinero o juegue al fútbol en primera división, esas son las cosas que siempre me he dado cuenta. Pienso que simplemente juego al fútbol y es una casualidad que la cultura del país en el que vivo ensalce y valore tanto a un futbolista. Lo más lógico sería que valoren a un docente. Lo que pasa es que quizás es como el Gran Circo romano de la época (el fútbol) y lo que más se valora. Siempre me he cuestionado eso: ¿qué hago yo que me resalta que no hacen otros? Lo relacionaba con el tema de que muchas veces me destacan esta preocupación o estas manifestaciones y esta militancia. Y ahí digo, bueno, a mí me felicitan, pero yo tengo cientos de compañeros y compañeras que se la juegan igual o más que yo, pero pasan el día a día inadvertidos para la gente.
— Pero la clave de la repercusión quizás está donde lo dijiste vos con el “Gran Circo romano” o que ser futbolista es una especie de aspiracional en muchos casos en gran parte del mundo... ¿El futbolista se lo cree o prefieren no hablar para no tener problemas?
— Hay muchos futbolistas que tienen la precaución a la hora de hablar. En cierto modo todos la tenemos, aunque yo mucho menos porque digo lo que pienso, pero igual uno tiene ciertas precauciones. Pero también hay muchos casos que fueron atrapados por esa burbuja, consumidos, y que realmente han sido tragados por el sistema, no tienen capacidad de preocupación por los otros. No somos solo los futbolistas, es una forma de concebir el mundo que prima en este mundo capitalista con esto de yo me salvé, tengo mi auto y listo. Es un caso para corregir, pero no somos los únicos.
La cuarentena de Juan Cruz también es atípica como su rol en el mundo del fútbol. En su casa de Rosario, confluyen siete personas entre su padre profesor de educación física y coordinador de las inferiores de Rosario Central, su madre maestra jardinera, sus hermanos –uno de ellos futbolista de Patronato– y su novia. Desde allí divide sus pasiones entre las nuevos entrenamientos a distancia que impuso el maldito virus y la actividad que demanda la colaboración para la gente de la zona que está sintiendo los cachetazos económicos de la crisis sanitaria. Entre ese movimiento humano a su alrededor, debe cranear su perfil para manejar un vestuario tomando la posta de la vieja guardia de la T que lentamente entrega el trono.
— Te toca ser capitán con 23 años, ¿qué tipo de liderazgo ejercés en el vestuario?
— Creo que hay líderes de distintos tipos, pero yo todavía no me considero un líder. Me estoy formando, tengo una buena personalidad para ocuparme de eso porque me gusta. Me va el estilo de ser líder, de preocuparme por el grupo, pero también lo estoy forjando. Estoy aprendiendo. Cada persona tiene que potenciar su esencia como líder. Por ejemplo, en Talleres tuvimos tres grandes referentes: Caranta, Gandolfi y el Cholo (Guiñazú). No son lo mismo Gandolfi, que es un tipo de mucha arenga, alentador, intenso, agresivo, que por ahí lo que es Caranta, que es un predicador con el ejemplo, con el laburo, con el saber no jugar, con las palabras, el profesionalismo, con la cercanía con el otro. Quizás yo me acerco un poco más a lo que es en la forma de ser a Mauricio Caranta, porque no me nace eso de arenga que tiene Gandolfi, que es maravilloso y hace entrar a los jugadores con mucha buena energía. Pero lo mío por ahí va por otro lado. Un líder puede mejorar y aprender cosas, pero tampoco debe alterar su esencia. Lo mismo que el Cholo, daba consejos técnicos o de partidos, pero más que nada lo que uno aprendía era viéndolo a él. Yo llegué y vi a un tipo que había jugado en la Selección, había sido campeón de la Libertadores en Brasil, en Independiente, en todos lados, y el chabón llegaba y estaba súper atento a pibes que no tenían partidos en primera. Los llamaba, los alentaba, se quedaba después de la práctica entrenando con ellos. Solamente con verlo, uno lo va incorporando inconscientemente. Uno ve a los líderes, a un referente, haciendo eso y uno lo tiende a repetir.
— ¿Pero vos no te sentís un líder controversial en cierto punto cuando planteas la discusión sobre la homofobia en el vestuario o del aborto?
— Sí, puede ser, pero también no es generando una pelea, ni siendo constantemente el que lleva a cabos discusiones, sino con esto de “mejores como sociedad, como seres humanos y replanteemos nuestras cosas". No va como alguien que va todo el tiempo confrontando, pero sí cuestionando.
— ¿Te interesa irte a Europa? Porque está claro que tenés clubes que te siguen de cerca, pero se te ve acá con un proyecto o con distintas preocupaciones que exceden al fútbol
— Es algo que yo mismo no tengo resuelto en mi cabeza. Pero con muchas cosas en la vida y en el fútbol –que es tan sorpresivo– lo que he decidido es vivir el presente. Hay una frase de Vojvoda que siempre recuerdo: uno tiene que jugar en su club, entrenar y estar como si fuera a quedarse en el club para siempre. Entonces tengo la situación ambigua: para mí como persona, como ser humano, con mis preocupaciones, lo que me gusta viajar para conocer culturas, me puede servir desde lo profesional, lo económico y lo formativo irme a otro lado. Pero por otro lado pienso que en Córdoba encontré mi lugar, estoy cómodo, tengo mis afectos, mi fundación, mis proyectos, estoy en un club con un grupo humano muy lindo, quiero mucho a la gente de Talleres. Creo que desde los dos lados tira mucho y ante cada situación que se vaya dando tendré que analizar. Nada me preocupa demasiado porque ambas son positivas.
— ¿Cuánto te interesa la plata, la fama o los beneficios que te da el fútbol?
— Es complicado decirlo porque puede sonar falso que lo diga desde el lado de un jugador de fútbol, porque como un profesional de primera división lo cierto es que vivo muy bien. Lo que siempre pienso, o veo, es que en el mundo del fútbol uno tiene esa preocupación de “mi hijo, mi futuro, mi familia” o asegurar el futuro, pero yo no estoy sinceramente desesperado por eso. No es algo que me atormente, porque como te digo tengo otras preocupaciones y veo la vida como una forma mucho más finita. Somos personas que vivimos un cierto tiempo y no podemos estar el resto de la vida pensando en qué bienes tenemos y qué bienes no tenemos. Creo que lo finita que es la vida, lo que nos depara el futuro, hace que me ponga existencialista y trate de disfrutar el momento, lo que yo quiero, y no estar atormentado pensando en mi futuro económico. Por otro lado, también pasa esto: el fútbol son pocos años, te da una base económica muy importante, que se puede invertir bien y uno no tiene que estar al margen de eso porque es un trabajador, son los derechos que uno mismo se gana y produce, porque somos nosotros los protagonistas de este negocio y los que generamos los montos que se generan. Sería falso, y no va desde el lado de lo filantrópico, sería falso mantenerse al margen de eso.
— Ya que estamos con distintas miradas sociales, me interesa conocer tu opinión sobre la regulación del consumo de marihuana, ¿desde qué lado lo ves?
— Obviamente que estoy a favor que se despenalice, me parece que es cuestión de tiempo, nomás. Siempre hago el paralelismo que nuestras sociedades hace décadas por ahí eran más conservadoras. En Estados Unidos hace menos de un siglo estaba prohibido el consumo de alcohol, porque como bien decían era una droga, y hoy parece impensado que lo prohíban. Me parece que con el tema de la marihuana es lo mismo, que hay una cuestión de negocios y política de fondo que prohíben que se legalice. Lo cierto es que no está bien que esté prohibida, teniendo en cuenta que si te quieren correr por el lado de que es mala, dañina, que es una droga, nosotros tenemos el alcohol que es una droga, el tabaco que es una droga. Hay un montón de drogas que están socialmente aceptadas y no por eso está prohibidas. Tenemos más de 40 mil muertos al año por tabaco y no está prohibido. Responde a algo más profundo que son temas políticos y negocios, y que están también en la cabeza de la gente más conservadora. Espero que en el corto o mediano plazo se pueda solucionar. Otro de los discursos que hablamos: como se habla del aborto, del movimiento feminista o de la situación política, también se habla de esto (en el vestuario). Es importante deconstruir esa mirada tan estigmatizada que tiene la marihuana.
— Una de las cosas llamativas en tus redes: elegís como destino de vacaciones Machu Picchu, Palestina o Cuba, ¿por qué?
— Fui en el 2018 a Palestina, estuve tres semanas. Fue muy movilizante, muy enriquecedor. Son también estas situaciones que irme allá, donde gusta el fútbol, se juega, te preguntan por Messi, te hablan de Maradona; pero lo cierto es que el fútbol es una cuestión secundaria. Acá lo vemos como algo de vida o muerte, pero cuando ves las cosas realmente que son de vida o muerte se entiende que el fútbol no es lo único. Viajar me sirve mucho para eso, ver otras realidades de otras culturas y bueno, por ahí sacarle un poco la tensión y el peso a lo que el fútbol significa. A Machu Picchu fui con mi hermano porque queríamos conocer un poco de la cultura latinoamericana, lo que significaba, lo que fueron, nos embarcamos para allá el año pasado y fue un viaje maravilloso, en el que aprendí muchísimo. Fui a Cuba también, me hospedé en casas de familias en La Habana, Viñales, Trinidad, Cienfuegos y en Santa Clara, que estuve un día. En Trinidad me iba a quedar un día y estuve cinco, porque sentía que estaba como en 1810, cuando uno ve “Algo habrán hecho” (NdR: programa que se emitió entre 2005 y 2006), que iba a aparecer por ahí Remedios de Escalada, porque realmente está anclada en el tiempo esa ciudad.
— Desde el lado futbolístico, ¿cuál es el horizonte ideal? ¿selección argentina? ¿Europa?
— Yo tengo siempre mucha conciencia de la sociedad en la que viví o intento tenerla, sinceramente cuando me peguntan si tengo un sueño: el primero que tengo es salir campeón con Talleres. No es falsa modestia ni porque esté ahora, pero es algo que puede ser realmente muy significativo porque hace 80 años que empezaron los torneos profesionales en Argentina y ningún club indirectamente afiliado a AFA salió campeón. Córdoba no tiene títulos nacionales, con lo que es la provincia en el país. No tener un título me parece un faltante muy importante. Entonces, por lo significativo que sería y lo importante que es Córdoba como plaza de fútbol, sería lo más lindo que hay. Ese sería mi sueño, poder salir campeón con Talleres.
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