El título de la temporada 1989/90 fue una liberación para Ernesto Corti, uno de los referentes de aquel equipo que comenzó bajo el liderazgo de Mostaza Merlo y concluyó con la gloria de Daniel Passarella. Los antecedentes cercanos de la Copa Libertadores y la Intercontinental del Bambino Veira, junto con la Interamericana de Griguol, presionaban a un Millonario que acumulaba 3 años de sequía.
“Pareciera que fuera ayer, pero ¡ya son 30 años! Es mucho tiempo, pero quedó un recuerdo imborrable, porque fue el primer título que me tocó ganar en el club. Fue lindo porque para la mayoría fue un desahogo muy grande. Salvo algunos como el Negro Enrique, el Tapón Gordillo o Centurión, que ya habían salido campeones, el resto lo necesitábamos”, le dijo a Infobae el ex volante cordobés que comenzó su etapa en La Banda con el pie izquierdo.
En 1987 Corti arribó a Núñez procedente de Instituto. Y en sus primeros partidos se encontró con una herencia impensada, porque cada vez que salía a la cancha en su espalda tenía la 10 que había dejado vacante el Beto Alonso.
“Hoy me río, pero esa camiseta me pesaba bastante. Como la numeración era del 1 al 11, a mí me tocó esa. Me salvaba cuando la usaban el Negro Palma o el Polilla Da Silva, porque ellos sí jugaban en una posición más ofensiva y no sentían el peso de ese número”, recordó desde México, donde está instalado hace varios años.
Los simpatizantes que invadían al Monumental estaban acostumbrados al paladar negro que había dejado Alonso. “A la gente no le gustaba verme con la 10, porque yo hacía el trabajo defensivo que me pedía Griguol. La pasé mal, porque los hinchas me recriminaban que no estaba ni cerca del estilo que tenía el gran Beto”, explicó el cordobés, quien aceptaba las condiciones que le imponía Timoteo porque él sólo quería jugar y mostrarse. “Respetaba mucho la camiseta que había usado el Beto, pero cuando llegué a River el titular era el Tolo Gallego, y él tenía la 5. No quedaba otra que usarla y aguantar los momentos duros que pasé al principio”, continuó.
Las adversidades continuaron cuando Menotti se hizo cargo del plantel al año siguiente. Las expectativas puestas en el técnico campeón del mundo se alimentaron por las incorporaciones de primer nivel. “Llegaron muchísimos jugadores de jerarquía como Borghi o la Vieja Reinoso. Me acuerdo que en la primera práctica quedaron afuera jugadores de una calidad que podían ser titulares en cualquier equipo. Sentíamos mucha presión”, recordó Corti. Ruggeri, Caniggia, Troglio y Gorosito eran algunos nombres de cartel que encandilaban a River.
Sin embargo, el ciclo del Flaco pasó sin pena ni gloria, y “cuando llegó Mostaza se fueron todos esos grandes jugadores con Menotti”. “Merlo supo darle identidad a un equipo que necesitaba ganar”, continuó Carucha.
El campeonato de la temporada 1989/90 fue una muestra exponencial sobre la llegada al éxito por caminos opuestos. Con Merlo en la primera vuelta y Passarella en la segunda etapa, el Millonario concretó una campaña con 20 victorias, 13 empates y solo 5 derrotas. “Eran estilos distintos, pero tenían el mismo pensamiento: River tenía que salir a ganar a todas la canchas”, remarcó el ex volante. “Igualmente se modificó la formación, porque con Mostaza en la mitad de la cancha jugábamos el Checho (Batista), Serrizuela y yo, pero cuando llegó Daniel (Passarella) yo pasé a jugar de 5 para que en el medio jugaran Borrelli y el Negro Enrique. Antes teníamos una idea más precavida y en la segunda vuelta Daniel hizo varios cambios, porque puso a Serrizuela de 6, a Hernán Díaz de lateral y sacó a De León. Cambió el equipo para tener un poco más de creación, aunque siempre mantuvo la inercia que le había impuesto Mostaza”.
El análisis futbolístico de Corti demuestra las modificaciones que se planteaban en la programación de los partidos. Sin embargo, el cordobés optó por la cautela cuando fue consultado sobre qué esquema le resultaba más cómodo: “Con los dos, porque ambos me dieron mucha importancia en el equipo. Con Mostaza teníamos más marca en la mitad de la cancha y con Daniel tenía que correr un poco más, aunque se le dio mayor prioridad a la posesión de la pelota. Fueron dos posturas distintas, que nos dieron buenos resultados”.
Merlo se fue de River cuando el Millonario se encontraba segundo a un punto de Independiente. “No lo pudimos ni despedir, porque estábamos de vacaciones. Él había dicho que si cambiaban el presidente, él también se iba. Su último partido fue con Unión (derrota por 1 a 0), porque en las elecciones Titi Di Carlo (oficialista) perdió con Davicce y Merlo cumplió con su palabra”.
Según recordó Corti en diálogo con Infobae, “Davicce le ofreció la continuidad a Mostaza, pero él demostró que tenía palabra”. “Era algo que ya había hablado con Di Carlo”, continuó el ex volante.
A pesar de pelear el torneo con el Rojo, la entidad de Núñez atravesaba una crisis económica que atentaba contra las comodidades de sus protagonistas. “Cuando llegó Daniel hicimos una pretemporada en Mar Chiquita, en un hotel muy precario. Creo que eso nos terminó uniendo como grupo para que lográramos el objetivo”, advirtió Carucha.
Con el Kaiser, la Banda concretó una campaña inolvidable que cerró con un par de fechas de anticipación, cuando los goles del Mencho Medina Bello sellaron el 2 a 0 frente a Estudiantes que significó la coronación. Así, las últimas dos fechas contra Mandiyú de Corrientes (1-0) y Unión de Santa Fe (2-2) sirvieron para festejar el título.
Fue la primera de las tres conquistas que logró Passarella en su faceta de entrenador del Millonario. Esas estrellas, junto a las otras 7 que ganó como futbolista, se empañaron cuando asumió la presidencia de la institución. “Es una lástima que castiguen a Passarella por el descenso, con todo lo que le dio al club como jugador y como técnico. Le tocó estar ahí, en el momento menos deseado y su historia cambió para siempre”, concluyó.
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