-¿Por qué te fuiste a vivir a Andorra, Javier, un lugar con apenas 76 mil habitantes?
-Se me ocurrió cuando dejé de jugar en River. En el 2015. Por un amigo que vivía acá. Yo ya había venido antes, cuando estaba en Barcelona. Está al lado de España y de Francia. Ya desde esa vez me había encantado. Por el país, por la seguridad... En ese momento no me imaginé venirme. Me gustó y punto. Cuando me retiré, entonces, pensé en instalarme en Europa. Y ahí la primera opción que pensé fue Andorra para después encaminar mi futuro. Comprobé lo que me habían dicho. La educación para los chicos es muy buena. Hay mucha seguridad. Nos adaptamos bárbaro. Hoy llevo tres años en este lugar y soy feliz en Andorra.
-¿Cuándo andás por la calle en Andorra la gente sabe quién es Saviola?
-Es Javier el vecino y también Saviola el futbolista. Al haber muchos argentinos, cuando voy por la calle hay gente fanática del fútbol que en algún momento estuvo en la cancha de River o que me vio en algún partido... También hay muchísima gente de España que vive acá y vio los partidos del Barsa. Y al ser tan chico el país, te encontrás con la gente y sabe quién sos. Para mí es muy lindo. Que después de haber dejado de jugar el hincha te siga dando cariño es especial.
-¿Pensado con ojos argentinos, Andorra a qué lugar se parece?
-Lo más parecido, digamos, es Villa La Angostura. Por los centros de esquí. Acá en invierno hay muchos argentinos porque los chicos vienen a hacer la temporada y se quedan esos seis meses. A mí me gusta esquiar pero no soy fanático. No le agarré mucho la mano, ja. Mi hija lo hace mucho mejor que yo. Le encanta. La llevo todos los fines de semana cuando hay nieve. Disfruto mucho viéndola a ella. En esas épocas de frío hay mucho turismo. Se vive muy bien acá. Hay mucha montaña. Lugares para ir a correr, hacer atletismo. Hay mucha gente del deporte. Así que cuando puedo me junto con gente ligada a otras actividades. También hay restaurantes argentinos. Hay cinco parrillas. Y lugares para comprar empanadas, milanesas... Nos sentimos acompañados.
-¿El idioma es el catalán?
-Sí. Porque estamos al lado de Barcelona. Mis hijos tienen cuatro idiomas. En el día a día es el catalán. En el cole les suman inglés y francés. Y en casa nosotros hablamos español. Es importante. Yo quería que mis hijos tuvieran una buena educación.
-¿Cómo se vive el coronavirus? Allá no hay ejército para catástrofes, se maneja todo con la Policía. ¿Cómo es?
-El país se ha organizado excelente. Pese a tener contagios y fallecidos, claro. La gente ha tomado muchísima precaución. Eso fue importante. No se ve gente en la calle. No se salta la cuarentena. Y con la Policía siempre pendiente de lo que pasa. Los hospitales, muy atentos. Se vive con las tristezas de las pérdidas pero con mucha precaución. Hace algunos días ya se habilitó para poder moverse hasta un kilómetro de tu casa.
-Esa conciencia es clave porque es un lugar chico.
-Sí. Es un país relativamente chico y acá saben todos lo que puede llegar a pasar si se expande. Acá y en el mundo en realidad. Por eso digo que ha sorprendido lo bien que se comportó la gente. Lo bien que lo llevó la Policía. Como vieron ese comportamiento, se empezó a dejar un poco de margen. Igual, con normas. Por ejemplo, se puede salir a correr pero siempre con el barbijo puesto. Hoy salimos y nos damos cuenta de que se cumplen de verdad. No porque te dejen un poco de libertad vas a hacer una locura.
Las fotos de Saviola parecen siempre las del primer día en River. O las de toda su carrera. Con la camiseta de la Selección, la del Barcelona, Monaco, Sevilla, Real Madrid, Benfica, Málaga, Olympiacos, o Hallas Verona. A los 38 años sus rasgos son casi iguales a los que tenía a los 16, cuando Ramón Díaz lo hizo debutar en Primera. Apenas un poco menos cara de nene, alguna cana que lo delata. El Pelado le decía Pibito, justamente, desde que lo vio gambetear en velocidad en la Reserva. Ya desde esos días de aparición descomunal Saviola fue un chico normal. Nunca lo cambió el elogio o la fama vertiginosa. Era capaz de abrir las puertas de su casa familiar de la calle Dragones un domingo a la noche después de su primer gol a Boca en el Monumental. Como ahora habla con el mismo tono después de su carrera a veces mal dimensionada en la Argentina. En el Barsa jugó 123 partidos y metió 49 goles, por ejemplo. Titular de Argentina en Alemania 2006. Los que se quedan con sus últimas corridas en el River 2015 de Gallardo caen en una injusticia. No saben quién es Saviola.
Se lo escucha feliz en Andorra. Allá vive con Romanela Amato, su pareja argentina, modelo. Y con sus hijos Julieta (6) y Fabricio (5). Saviola extraña la adrenalina de la cancha llena. Pero cree que tomó la decisión correcta cuando colgó la número 7. Ahora comenta partidos por televisión. Juega al futsal. Y más de una vez hace los doscientos veinticinco kilómetros que lo separan de Barcelona y tira paredes con las leyendas del club. Con Puyol, Rivaldo, Hristo Stoichkov, Deco... “Me sigo dando el gustito de compartir el vestuario aunque no sea un futbolista activo”, cuenta. Ya no es el Pibito que llegaba a River a las ocho de la mañana para ir al colegio y volvía recién a la noche a su casa. Quedó lejos el póster colgado del Burrito Ortega. Igual, en la charla con Infobae, parece el mismo. Como en las fotos...
-¿Fue tan fuerte el patadón del Mono Burgos en tu tercera práctica con la Primera de River o se agrandó el mito?
-Sí. Es una de las patadas que más recuerdo en mi vida. Mirá que me pegaron, eh, pero esa fue muy brava. Yo al principio, cuando tiro la pelota para adelante, no lo veo venir al Mono. Después sí... Cuando voy definir veo la sombra de él. Ahí sí supe lo que me esperaba. La patada fue terrible, ja. Me duele hasta el día de hoy.
-¿A lo Maradona con Perfumo fuiste vos el que le preguntaste si le dolía el pie al tipo consagrado o Burgos te pidió disculpas?
-Obvio que no me pidió disculpas. Yo no había debutado en Primera. Ni había concentrado. Venía de estar con los chicos de Tercera... Al no ser compañero, era uno más. Además, antes era así. Te pegaban. Tenías que pagar ese derecho para llegar a Primera.
-En esos días Saviolita quería ser el Burrito Ortega.
-Yo soy de River. Y Ariel siempre fue mi ídolo. Intentaba ser alcanzapelotas solo para verlo al Burrito. Tenía una admiración tremenda por él. El padre trabajaba en el club y yo lo volvía loco. Cada vez que iba al colegio le pedía camisetas, entradas para ir a analizarlo... A los años tenerlo como compañero fue espectacular. Era compartir un vestuario y una cancha con mi ídolo. Fue genial un día que vino a mi casa, cerca del Monumental. Ariel sabía que lo admiraba pero yo no se lo decía por timidez. Hasta la primera vez que lo invité. Lo hice pasar a mi habitación. Y de pronto, cuando se dio vuelta, en la parte de atrás de la puerta estaba su póster. Fue incomodísimo de entrada. No sabía si decirle que me lo firmara o salir corriendo...
-¿Cómo es tener 16 años y que venga justo Ramón Díaz y te diga "entrá" para tu debut en Primera?
-No te olvidás más. Yo tenía unos nervios tremendos. Imaginate: iba a debutar en la Primera de River. Ramón me agarró, me dijo dos o tres palabras y me tranquilizó. Él era un especialista en sacar presión, en darle seguridad al jugador. Y una vez que hablé con él, me dije “ya no hay más tiempo, es lo que quise hacer toda mi vida, algo tengo que demostrar dentro de la cancha”. Ahí fui y hasta hice un gol. Fue contra Gimnasia de Jujuy, allá. Entré en el segundo tiempo por Cristian Castillo. Fue genial.
-¿En el Mundial Juvenil 2001 te sentiste Maradona? Vuelta olímpica en la Argentina, figura del equipo...
-No me sentí Maradona, pero fue un momento cumbre. Disfruté de estar en un grupo privilegiado. Que jugaba bien al fútbol. La gente se enganchó muchísimo con nosotros y fue llenando Vélez. La cancha explotaba. Una locura. Nos bancaba el hincha, el periodismo. Pekerman había vuelto a dirigir al Sub 20. Había una avalancha positiva tremenda pensando en ser campeones del mundo. Y una vez que se dio fue premio doble. Ser el goleador del Mundial, con el récord de goles en el Juvenil; salir campeón en el país, con ese grupo excepcional... Se dio todo.
-El día que salieron campeones formaron con Caballero; Cetto, Burdisso, Colotto; Ponzio, Medina, Arca; Maxi Rodríguez, Romagnoli; D'Alessandro y vos. Estaba Lux, se lesionó el Chori Domínguez. La final no la jugó el capitán Coloccini por acumulación de amarillas y vos levantaste la Copa sumándolo a él.
-Tremendo. Tenemos un grupo de WhatsApp con todos los chicos campeones. Siempre nos ponemos a charlar. Con D'Alessandro, el Pipi, Maxi... Todos grandísimos profesionales. Pero ese Mundial nos marcó para toda la vida. Fue algo espectacular. Al día de hoy la gente no se olvida cómo jugaba ese equipo. Y eso difícilmente pase... Tener tanto fútbol, tanta técnica, tanto juego ofensivo. El tiempo marcó que después fueron grandes en Europa.
-Ahí surge tu salida al Barcelona. Una situación compleja por la salud de tu papá. En su momento escribiste una carta en la que explicabas tu necesidad de irte.
-Yo creía que era un momento excelente para dar el salto. Y más a un club tan grande. Al terminar el Mundial ya sabía del interés. De hecho había mucha expectativa en Barcelona. Yo recuerdo que los últimos partidos ya los pasaban por televisión en Catalunya...
-¿Cómo fue cuando te dijeron “Javier, te quiere el Barcelona”?
-El Barcelona te mueve el piso. Yo venía de estar en River, de lograr el Mundial Sub 20, pero el Barsa siempre te moviliza. Es un sueño jugar en uno de los clubes más importantes del mundo. Y después, tenía en la cabeza que debía estar preparado. Era muy chico, 19 años, y sabía la exigencia. Más la madurez necesaria para vivir dos momentos. El pase y el estado de salud de mi papá. Eso fue difícil de asimilar, muy duro. En el camino, además, tenés que rendir al máximo porque jugás en el Barsa.
-Alguna vez dijiste que ir al Barcelona te permitió llevar un poco mejor la muerte de tu papá.
-Sí. Yo iba a entrenar y me aislaba. Yo amo el fútbol, es mi pasión. O fue mi pasión. Entonces iba contento a los entrenamientos. Aunque después tuviera que volver a casa y sentir el dolor de la muerte de mi papá... El fútbol me ha ayudado muchísimo en todo sentido. Fue mi vía de escape. Me hacía sentir feliz pese al dolor.
-¿Es cierto que fue Xavi quien te termina dando la peor noticia?
-Sí. Estábamos concentrados juntos en la habitación. Yo me acuerdo de que viajé con mi papá muy mal, muy complicado. Ya lo esperábamos... Hablaba con mi mamá y era cuestión de días todo lo malo que estaba viviendo. Ya cuando sonó el teléfono de noche me lo imaginé. Atendió Xavi y me lo dijo. Al otro día me levanté, me tomé el primer avión y me volví. Fue fuerte. Encima, hacía poquito que nos habíamos conocido. Sin dudas, Xavi fue el primero que me ayudó en Barcelona cuando llegué. Me presentó su familia, me hizo saber cómo era el club, la ciudad. Fue la mejor persona que podía tener al lado mío. Y también lo difícil de darte una noticia tan triste. Pero nos unió muchísimo como amigos. Hoy por hoy nos hablamos todo el tiempo. Pese a estar lejos y que hace mucho que no lo veo, es una amistad muy grande. Como la que tengo con Pablo Aimar. Aimar y Xavi han sido los grandes amigos que tuve a lo largo de mi carrera.
-¿Cómo era el primer Messi? La nota de presentación en Olé, el título fue “El otro Pibito” porque vos eras el argentino figura del Barcelona.
-Yo recuerdo que llegué a Barcelona y lo primero que me dijo Charles Rexach, que era el técnico, fue que si tenía tiempo fuera a ver a un chico que jugaba en las Inferiores. Que era argentino. Me describió todo. Y me dijo textual: "Si tenés un rato de tiempo andá a verlo que no te vas a arrepentir". Lo vi tan efusivo que dije "tiene que ser algo espectacular, que te sorprenda". Para que un técnico consagrado como Rexach, que había visto tantos grandes jugadores en su vida, te lo diga así... Entonces fui. Y apenas lo vi a Messi me di cuenta de que era alguien distinto. Hacía cosas que no eran normales para su edad. Aunque sinceramente ese día no imaginé que Leo podía llegar a transformarse en uno de los mejores jugadores de la historia.
-¿Después tuvieron relación con Messi?
-Como los dos estábamos en el Barsa, en otro país, empezamos a compartir más tiempo. A juntarnos con las familias para comer. No solo con él, sino también con los otros argentinos como Tito Bonano, Maxi López, o los que llegaron... Entre ellos venía Leo. Desde ahí creamos un vínculo muy especial.
-¿Messi te pidió alguna vez conocer a Pablo Aimar, su ídolo, o le dio vergüenza?
-No. Recién al tiempo supe que lo admiraba tanto a Pablo. Lo escuché en una entrevista. Leo no me lo había dicho. Pero no me extrañó nada que Leo haya puesto los ojos en un jugador de la calidad de Pablo.
-¿Te sorprendió Aimar entrenador? Un momento parecía que se iba a alejar del mundo del fútbol, que no le gustaba el ambiente.
-No me sorprendió. Lo conozco desde los 19 años. O más chico. Sé cómo le gusta el fútbol. La inteligencia que tiene. Ha tenido grandes maestros como Pekerman en la etapa de formación, que es donde está él ahora. Por todo lo que fue como jugador y como profesional, y por los conocimientos que adquirió, los chicos no pueden tener mejor maestro que Aimar.
-En esos tiempos de Barcelona compartiste cancha con Ronaldinho. ¿Te sorprendió ahora verlo en una cárcel?
-Sí. Al mundo del fútbol lo sorprendió. Más a los que fuimos compañeros de él y disfrutamos con su fútbol. Yo jugué con el mejor Ronaldinho. Era un cosa de locos. Más lo que significó para nosotros también como persona. Siempre se comportó muy bien. Nunca llegaba con cara de preocupación al vestuario. Decía que el fútbol era divertirse. Ahora es realmente muy triste la situación. Cuando lo ves a Ronaldinho en una cárcel pareciera que estás viendo una película. Decís “no puede ser verdad que uno de los mejores jugadores que ha dado el fútbol esté viviendo una situación así”. Ojalá que pueda revertir todo y vuelva a ser feliz.
-¿Messi te dijo algo cuando te fuiste al Real Madrid?
-No. Nadie me dijo nada en ese momento. Yo cuando me fui al Real Madrid repetí que solo quería seguir mi carrera profesional en forma ascendente. Vino un club como el Real Madrid y no lo pensé mucho.
-¿Te quedaste con más ganas en el Mundial 2006? Sorprendió que no fueras titular en el partido con Alemania.
-Me quedé con más ganas como todos. Por el grupo que teníamos. La unión, el profesionalismo, lo bien que nos llevábamos. Y por los jugadores que teníamos. Se habían juntado dos generaciones importantísimas. De gente joven, otros con experiencia, algunos con dos o tres Mundiales encima... Lo que nos sorprendió a todos fue no haber llegado más lejos con el equipo que teníamos.
-En River sí te habías quedado con ganas de más. ¿Cómo viviste el último paso?
-Yo siempre quise retirarme en River. Y hubo cosas muy lindas en ese tiempo. Estar en un grupo tremendamente exitoso, tanto con el cuerpo técnico como con los jugadores. Sentir cómo estaba la gente involucrada en ese momento tan importante de River en su historia. Ganar la Copa Libertadores. Porque pese a no tener continuidad jugando sí estaba dentro del grupo. Siempre lo voy a recordar. Después, sí me hubiera gustado retirarme de otra manera. Dentro de la cancha...
-¿Uno de los secretos de Gallardo es ese, no elegir las caras? Porque hay que dejar afuera a Aimar y Saviola...
-Yo lo creo así también. Un técnico tiene que ver a lo mejor que tiene en su equipo y no llevarse por los nombres, la fama o lo que fueron sus carreras. Tanto Marcelo como muchos entrenadores que he tenido pensaban igual. Ojo, yo cuando llegué a River creía lo mismo. Quería entrar sin privilegios en un grupo que venía de ganar cosas importantes, en un nivel alto. No fue fácil. Pero me llevo haber conocido profesionales excelentes. Gente que me ha tratado de mil maravillas, con mucho respeto y humildad.
-¿Qué es lo que más te impactó de Gallardo entrenador?
-De Marcelo me impactó la ambición. Pese a ya haber ganado, es un técnico que quiere seguir entrando en la historia. No se queda con lo que hizo. Esa ambición, la exigencia que impone hacia al jugador hace que haya ganado todo lo que ganó. Los números hablan por sí solos. Por algo es uno de los grandes técnicos que dio nuestro país en los últimos años.
-Vos conocés a Gallardo y al Barcelona. ¿Creés que en algún momento lo puede buscar?
-Ahora mismo Marcelo está entre los mejores técnicos que hay. No creo que tarde en dar el salto a Europa. Ojalá que lo pueda hacer si es su idea. Yo pienso que Gallardo puede dirigir en cualquier lado. Él además jugó en Europa y sabe cómo se manejan las cosas acá. No es que va y no conoce qué hay detrás. Es un entrenador capacitado para triunfar en Europa.
-¿A Lautaro Martínez lo ves como un 9 para el Barcelona?
-Sí. Me encanta. De los que hay ahora, Lautaro es de los delanteros que más futuro tiene en el mundo. Tiene absolutamente todo. Puede jugar, tirar paredes, tiene gol, mucho olfato. Es un centrodelantero completísimo. Y el Barcelona siempre se ha caracterizado por tener grandes delanteros. No creo que Lautaro, si llega a ir, lo deje escapar. No sé cómo es la negociación. Juega en un grande como el Inter. Pero Lautaro es un delantero al que no le quedaría grande jugar en el Barcelona.
-¿Y vos dónde te ves jugando en el futuro: comentarista de TV, delantero de futsal o un nuevo rol?
-Yo soy muy inquieto. Mi vida siempre fue de esa manera. Viví en distintas ciudades durante poco tiempo. Jugué en varios clubes en mi carrera. Y ahora estoy enfocado en la comunicación. En el futuro veré. Tengo el curso del UEFA Pro para ver de qué manera me involucro. Me encantaría también comenzar con los chicos. Capacitar al jugador. Darle valores. Veré. Pero siempre buscando lo mejor para mi futuro. Como el día que decidí venirme a vivir a Andorra.
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