Una semana antes de que el gobierno nacional decretara el aislamiento obligatorio ante la pandemia de coronavirus, Oscar Ruggeri se recluyó en su hogar por decisión propia e instó al resto de la población a cuidarse por la crisis entonces en ciernes. Tras 42 días del inicio formal de la cuarentena, el defensor, de 58 años, mantiene su defensa de la medida en nombre de la salud, pero al mismo tiempo ofreció un discurso filosófico, para el que incluso apeló a la comparación con lo que sucedía en las concentraciones, en la época en la que defendía la casaca de la Selección, con la que ganó el Mundial de 1986 y las Copas américas de 1991 y 1993.
La reflexión se dio en el marco del programa 90 minutos de Fútbol, por Fox Sports. Allí, en medio de una entrevista con Pablo Pérez, el Cabezón abrió su corazón y contó todos sus temores ante el cambio de vida que impuso el COVID-19. “Esta situación es difícil para todos, pero para algunos más”, le dio pie el ex mediocampista de Boca e Independiente, con presente en Newell’s.
“Vos, dentro de unos días, cuando esto se levante, te vas a entrenar, volvés a lo tuyo. Nosotros, los más grandecitos, que estamos en zona de peligrosidad. perdemos un montón de tiempo. Yo, a cada rato le digo al Pollo (Vignolo), que yo lo que quiero, lo que necesito, es tiempo. Es un tiempo que se me va ahora, a una edad que no me gusta, la verdad. Yo, mañana, cuando se levante todo, no tengo la posibilidad de que tenés vos de ir a un vestuario”, se despachó el ex marcador central.
“¿Sentís que se te está consumiendo el tiempo, con tu familia, con tus amigos?”, le preguntó el conductor. “Totalmente. Hay un montón de cosas que tenés que dejar de hacer por el bien no sólo de tu familia, el tuyo, sino también de los demás. En esta estamos todos metidos, pero se me va el tiempo”, insistió.
“¿Estás impaciente?”, volvió a preguntar Vignolo. “Nosotros, los jugadores, si bien concentramos durante 19 o 20 años mientras jugamos, con la Selección estábamos 50 días, 60, 40. Esta es una concentración con más lujos, porque no tengo a Bilardo acá atrás hablándome, tengo la TV que si quiero veo películas, hago el programa como lo estamos haciendo, que no es lo mismo... Pero es un montón de tiempo que se me fue, se me fue”, se lamentó.
“Estoy perdiendo cada día, es un día menos para vivir. Yo lo único que quiero es tiempo, tiempo para vivir, disfrutar. Extraño a mis nietos, no los veo... De la nena nos mandan videos, la nena empezó a hablar, de la nada, no sábés cómo habla. Y nosotros no estábamos ahí. Otra vez me pasa lo que me pasó de pibe cuando estaba concentrado con Bilardo. Empezó a caminar la nena, ‘empezaron a caminar los mellizos’, me dijo mi señora, y yo andaba en qué hotel metido, concentrado, y ni prestaba atención porque estaba con los partidos. Esas son las cosas que nos pasan a los grandes. Y no quiero ni pensar cómo la pasan los más grandes que yo. Mi mamá por lo menos está muy bien en Corral de Bustos, no hay casos ahí. Ella es de estar adentro, no la está pasando mal. Mi hermano vive al lado. Está muy bien, pero se te va el tiempo”, involucró a sus seres queridos en el discurso.
“Estás con la familia, me dicen todos los canales, que vamos a ser mejores... ¿Qué mejor? No necesitaba encerrarme dos meses para ser mejor persona, cuando se abra, no voy a pensar la persona que era, vivo normal, respetando. Pero qué me vienen a mí con que vamos a ser mejores... Nosotros los argentinos somos una raza rara, difícil. Cuando esto se termine, largamos la bola toda junta. La senda peatonal la pisamos, etcétera. El tema es el tiempo que se fue”, concluyó.
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