Después de mucho tiempo a Boca le había tocado la mala. El virreinato de Bianchi había llegado a su fin tras la derrota en la Intercontinental frente al Bayern Munich a fines de 2001 y los dirigentes contrataron a Oscar Washington Tabárez con el afán de seguir por la senda victoriosa. Sin embargo el primer semestre de 2002 dejó dos heridas de gravedad: derrota 0-3 en el Superclásico disputado en la Bombonera (la tarde de la vaselina de Rojas) y eliminación en cuartos de final de la Libertadores ante Olimpia de Paraguay. De yapa, el rival de toda la vida fue campeón argentino ese semestre.
El Maestro Tabárez fue ratificado en su cargo y pasó la escoba. Hubo un recambio importante dentro de un plantel del que se fueron Juan Román Riquelme, Cristian Traverso, Mauricio Serna, Walter Gaitán, Oscar Córdoba, Julio Marchant y Antonio Barijho, entre muchos otros. El entrenador uruguayo disponía de muchas variantes en la ofensiva, pero uno sola se desenvolvía como referente de área: Héctor Andrés Bracamonte, quien estuvo cerca de ser transferido a Turquía y finalmente permaneció en el club. En un intento por satisfacer las necesidades del DT, la CD buscó cómo llenar el vacío que había dejado Martín Palermo hacía rato. Y creyó hallar la solución con Róbert Waltner.
En el inicio del mercado habían sonado el Tecla Farías (figura de Estudiantes de La Plata) y el paraguayo José Saturnino Cardozo, quien años después firmaría en San Lorenzo. Hasta llegó a ser ofrecido el brasileño Romario, quien finalmente fichó por el Fluminense.
Por primera vez en los pasillos de la Bombonera sonaban los nombres de los húngaros Waltner y Laszlo Eger (de la selección) y del croata Antonio Franja. Pero Pedro Pompilio, mano derecha del presidente Mauricio Macri y dedicado al área del fútbol, advirtió: “Estamos a 15 días del inicio del campeonato y a esta altura no podemos hacer ninguna prueba. Lo dejaremos para más adelante”. Finalmente Eger y Franja ni siquiera llegaron a pasear por Caminito, pero una puerta se abrió para Waltner, que el 12 de julio de 2002 aterrizó en Buenos Aires, ciudad que ya conocía por haber disputado un amistoso con el equipo olímpico de su nación tiempo atrás.
Atrás de Diego Crosa, Raúl Cascini, Hugo Ibarra, Ezequiel González, Matías Donnet, el Pipa Estévez y el Pampa Sosa, centrodelantero al que Tabárez sí le levantó el pulgar, firmó el húngaro de 1,84 que venía con una cosecha de 29 goles en 70 partidos y de ser campeón con el Zalaegerszegi de su país, que al poco tiempo le ganaría la ida de la tercera ronda de los playoffs clasificatorios a la Champions League al Manchester United de la Brujita Verón y Beckham (fue 1-0 en Hungría y 0-5 en la revancha disputada en Old Trafford). El empresario que lo acercó a Boca hizo tanta fuerza que le torció el brazo al entrenador, que apenas lo tuvo algunas prácticas con el plantel profesional.
Waltner, hijo de un empleado de empresa metalúrgica y una costurera de Budapest, se presentó con un par de valijas, su observada novia Petra y un bolso de ilusiones: “A excepción de Puskas o Kocsis, de Hungría no surgieron grandes jugadores. Yo no soy tan bueno como ellos pero tengo lo mío. No cualquiera puede jugar en un equipo en el que brilló Maradona. Sé que ve los partidos en un palco, ojalá pueda dedicarle un gol”. Lógicamente necesitó de un traductor facilitado por la embajada de Hungría para hacerse entender, ya que en sus primeras horas en el país apenas había aprendido a decir “hola”, “gracias” y “viva Boca”.
Diplomático como se lo conoce, Tabárez aceptó la “evaluación” del húngaro en Casa Amarilla y el centrodelantero agradeció su hospitalidad: “Fue muy amable. Espero no defraudar a nadie”. No es que no haya defraudado por méritos propios, más bien no defraudó porque nadie puso muchas fichas en él y quedó relegado rápidamente dentro de una plantilla que contaba con fichas ofensivas como Carlos Tevez, el Chelo Delgado, Guillermo Barros Schelotto, Bracamonte, Sosa y Estévez.
Un referente de aquel plantel le describió las condiciones futbolísticas de Róbert Waltner a Infobae: “Era un delantero con mucha movilidad pero técnicamente limitado. Tenía buen carácter pero le faltaba picardía, por sobre todas las cosas. Se notaba su escuela europea porque hacía un par de buenos movimientos, iba al espacio, pivoteaba y demás. Pero quedaba muy expuesto en ese Boca que tenía otros jugadores mucho más potables”. Cuenta otro ex compañero que el Flaco Schiavi le hizo sentir el rigor con un patadón en una de sus primeras prácticas.
Con el transcurso de los días y entrenamientos Waltner se mostró, por ejemplo, en un amistoso con el equipo alternativo ante Laferrere con caída 1-0. Boca alineó a Dulcich; Forchetti, César González, Barbosa, Imboden; Omar Pérez, Arley Dinas, Villarreal, Fabbro; Sosa y el húngaro. A la vez anotó un tanto en la victoria amistosa por 3-0 ante los suplentes de Sportivo Italiano.
Casi por imposición dirigencial firmó un vínculo a préstamo por un año a cambio de 150 mil dólares y su opción de compra se fijó en un millón de la moneda norteamericana. Fue presentado con el resto de las nuevas caras y el 1° de agosto la AFA habilitó su transfer junto al de Donnet. Diez días antes se había cerrado el mercado de pases en Hungría y así su chance de reincorporarse a esa liga en caso de no ser admitido en el Xeneize. Y tres días después de su habilitación se puso por primera vez la camiseta de Boca pero en la Reserva ante Unión de Santa Fe por la segunda fecha del Apertura (aportó una asistencia para Franco Cángele en el 1-0 definitivo). En la quinta jornada apareció nuevamente en Reserva contra San Lorenzo en la que fue una suerte de despedida extraoficial.
Víctima de una sinovitis crónica en su tobillo derecho debió someterse a una operación y en octubre de 2002 sus días en Argentina quedaron contados. Los dirigentes se movieron en la AFA para pedir la incorporación de un refuerzo más por la baja del magiar (sondearon a Martín Palermo del Villarreal y César Carignano de Colón y hasta se mencionó a Gabriel Omar Batistuta). Unas semanas antes Boca había sido eliminado de los octavos de final de la Sudamericana por Gimnasia y Esgrima La Plata en Salta. Y en una levantada magnífica el elenco de Tabárez llegó con chances al desenlace del Apertura 02: estuvo cerca de alcanzar al Independiente de Gallego en la anteúltima fecha, pero Pusineri le empató el partido sobre la hora en la Doble Visera y el Rojo mantuvo la distancia definitiva de tres unidades.
En Boca el ciclo de Tabárez se apagó al mismo tiempo que el de Waltner. Carlos Bianchi tomó las riendas xeneizes nuevamente y decidió cortarlo: lo excluyó de la pretemporada a inicios de 2003. Marginado y después de no concretarse un interés de Rusia, una de sus últimas funciones en la Bombonera fue en un amistoso en marzo frente al MetroStars (equipo que antecedió al actual New York Red Bulls) de la MLS. Formó dupla de ataque con Bracamonte y fabricó un penal que fue ejecutado por Franco Cángele y atajado por Tim Howard. Los norteamericanos se impusieron 1-0.
El deslucido año futbolístico de Róbert llegó a su fin a mediados de 2003 a la par de otra conquista continental de Boca con la Copa Libertadores frente al Santos de Brasil. Dijo adiós y se marchó por la puerta de atrás para sumarse al Anorthosis Famagusta de Chipre con la ilusión de disputar la Copa UEFA en la temporada siguiente pero su nuevo equipo fue eliminado en la fase clasificatoria previa. Tras un año de experiencia chipriota volvió a Hungría, donde jugó su última década como profesional hasta su retiro en 2015, con excepción de un año en Emiratos Árabes y tres en Austria.
¿Qué es de la vida de Waltner en la actualidad?
Dio sus primeros pasos como entrenador en suelo austríaco y luego se centró en juveniles de equipos húngaros. En 2016 dirigió como interino a la primera del Kaposvári Rákóczi de Hungría, al que ascendió la temporada pasada después de obtener la licencia A de la UEFA.
Pero los resultados deportivos no fueron los mismos en la máxima divisional y fue despedido en febrero pasado, semanas antes de que se desatara la pandemia del coronavirus.
“Muy a menudo sueño con volver a Argentina. Quedé impresionado con la gente y la hinchada de Boca. Tienen una cultura especial. Ojalá algún día pueda volver”, declaró el húngaro hace algún tiempo. Quién sabe si cumplirá su deseo en el futuro.
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