El flechazo se dio el 28 de marzo de 2014. Y como toda historia de amor atrapante, tuvo momentos de incertidumbre, al punto que, hasta el momento en el que ingresó al predio de Mataderos, quienes lo esperaban no sabían a ciencia cierta si se iba a hacer presente. Pero lo que estaba pautado como una visita de apenas 45 minutos se extendió por casi tres horas. Y resultó la semilla de una pasión.
Dennis Rodman, la excéntrica figura de los Chicago Bulls tricampeones de la NBA junto a Michael Jordan y Scottie Pippen (hazaña que retomó la atención del gran público a partir de la publicación de la serie documental “The Last Dance”), visitó la Argentina en 2014. La excursión del Gusano por el país fue vista como una oportunidad por Daniel Ferreiro, entonces vicepresidente de Nueva Chicago.
“Habíamos empezado a poner en valor la disciplina en Chicago, armando un equipo, generando infraestructura en juveniles y minibásquet. 60 días antes, Diego Marano, un miembro de la Comisión Directiva que a su vez trabajaba en la Secretaría de Deportes, me informó que Rodman iba a visitar la Argentina y que lo traía una empresa privada, con el respaldo del Gobierno de la Ciudad. Entonces, presenté una nota, ofreciendo al club para una clínica con los chicos, y convocando a escuelas de la zona”, prologa el directivo, que supo ser un hombre fuerte en la AFA en los primeros tiempos de gestión de Claudio Tapia.
Eran tiempos en los que el Torito pasaba por un momento de gracia en el fútbol: con Pablo Guede como entrenador, enhebraba una extensa serie invicta que lo depositaría en cuestión de días en la B Nacional y, meses después, completaría el salto devolviendo al club a la élite. “Por eso por ahí no nos dimos cuenta de lo que significó el paso de Rodman por el club”, reconoce.
Ferreiro recibió una respuesta positiva, aunque sólo pudo compartirla con un círculo selecto. “Nos pidieron confidencialidad, porque Dennis es algo impredecible y podía cambiar su agenda sobre la marcha. Sí nos permitían difundir las imágenes y la información luego del evento. Por eso no pudimos avisarle a mucha gente”, describe los instantes antes del hito en diálogo con Infobae.
Pues bien, Rodman se hizo presente. Y llevó su mejor versión a Mataderos. “Se mostró muy amable, jugó con los chicos, lo llevamos a recorrer todas las instalaciones; el microestadio de básquet, la cancha de fútbol. Y le regalamos camisetas. Para después le habíamos preparado un catering”, continuó el dirigente. Fue ahí, en una etapa de la visita que se presumía breve y protocolar, donde terminó de cimentarse el lazo con el club.
“Con un directivo que ofició de traductor, ahí contó cosas de cuando compartía equipo con Jordan y Pippen, y hasta me comentó que al otro día se iba a Corea del Norte vía San Pablo para encontrarse con Kim Jong-un, que era un fanático del básquet”, detalla Ferreiro. En la misma conversación surgió el motivo de la simpatía del Gusano por el Torito. Les dijo a los presentes que asoció a Chicago con los Chicago Bulls. Y que le gustó el hecho de que les dieran la oportunidad de jugar al básquet a niños humildes. Para él, que supo vivir en la calle, resultó un dato insoslayable.
La prueba de que no se trató de un vínculo express llegó en las jornadas subiguientes. “Al otro día andaba por el hotel con la camiseta”, se ríe el ex vicepresidente verdinegro. Y tiempo después se hizo viral una foto de Rodman en la que aparece con la casaca de Chicago; para la estrella, los Bulls de la Argentina.
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