Ocurrió en un Superclásico que Boca le ganó 3-0 a River en el estadio Malvinas Argentinas de Mendoza, con triplete de Martín Palermo. Francisco Lamolina, en el epílogo de su carrera como árbitro, fue el designado para esa ocasión. Pancho, reconocido por su estilo liberal y la frase “siga, siga” que empleaba constantemente frente a los roces entre los futbolistas, reveló una anécdota de aquel encuentro disputado en el verano del 99.
“Yo veía que el de Boca lo cargaba, lo cargaba y lo cargaba al de River. Le tomaba el pelo. En un momento se acerca el defensor y me dice ‘¿podés creer que somos compañeros en la Selección y me carga?’. Pasé por al lado y le dije que le pegara una patada. Me miró sorprendido, cómo no entendiendo lo que estaba escuchando. ‘¿En serio?’, me pregunta. Una, una sola”, contó en el programa radial Planeta 947. El permiso de Lamolina fue para Eduardo Berizzo, referente de aquel equipo millonario de fines de los 90. Y el que la ligó fue Guillermo Barros Schelotto.
El juez que dirigió en la Copa del Mundo Estados Unidos 1994 detalló: “Le pegó una patada que lo pasó atrás de los carteles. Ahí le dije ‘más despacio, más despacio’. Berizzo era un tipazo”. Paradójicamente en ese Superclásico sí le mostró la tarjeta roja a Marcelo Escudero por una patada.
Claro que los permisos de más no eran solamente con los hombres riverplatenses, ya que anteriormente había tenido un trato especial con Blas Armando Giunta: “Cuando te daba la mano te la trituraba. Me decía ‘Pancho, yo pego hasta que vos me digas basta’. ¿Sabés qué pedazo de tipo Blas Giunta? A esos jugadores vos los tenías en otra carpeta”.
Por el contrario, A Barros Schelotto lo tenía de punto por ser uno de los que simulaban adentro del campo de juego: “Yo no me llevaba bien con los jugadores que fingían. Yo fui defensor y arrastré mi química futbolística. Me ponían mal los que se tiraban adentro del área y trataban de hacerte quedar en ridículo cobrando un penal inexistente. Por eso no tenía buena relación con Guillermo”.
Su mala predisposición con el mellizo tenía larga data y se arrastraba desde su época como futbolista de Gimnasia y Esgrima La Plata por un partido que no olvida: “Me hizo cobrar un penal que cuando lo vi en casa me quería matar. Era su forma de juego, su estilo. Ojo, era un jugador espectacular, pero ante el menor contacto, volaba”.
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