Andanin tiene el recuerdo fresco de aquel entrenamiento en las canchas de tenis de River. Guillermo, su papá, le preguntó si le dolía algo, si se sentía cansada. Ella respondió que no. Él se quedó parado, pensando. Su madre, a un costado del court, le preguntó: ¿qué pasa? “Va a ser la número 1”.
Andanin es la hija mayor de Guillermo Vilas y Phiangphathu Khumueang. Instalada en Montecarlo junto con su familia, la joven tenista de 16 años abrió las puertas de la intimidad familiar de una de las mayores glorias del deporte argentino y repasó sus propios pasos en el deporte que su padre instaló en el país. “Siempre dije que quiero ser la número 1 del mundo”, afirmó en una nota por Instagram con la periodista Soledad Giménez en el ciclo #ManoAManoTeVe.
“Tenía 12 años y estábamos jugando en River con mi papá porque vivíamos cerca de ahí. Un día me preguntó si estaba cansada, después de todo lo que había jugado; si me dolía algo. Le respondí que nada. Él se quedó parado, pensando... Mamá le preguntó ¿qué pasa? Y él dijo “va a ser la número 1′. Yo me quedé pensando ¡wow!", rememoró una anécdota del extenso período en el que su padre la entrenó.
Los Vilas son una familia deportista, naturalmente tenista, pero también multicultural: su madre es tailandesa, su padre argentino, Andanin nació en Francia y su último hermano, Guillermo Jr., en Mónaco. “Yo no sabía hablar en español pero aprendí bastante rápido. Hablo inglés, francés y muy mal tailandés... En mi familia es una mezcla de todo. Hay de todo. Mamá y papá hablan en inglés o en español, pero a veces él le habla en español y ella le responde en inglés o en tailandés. O yo le digo algo en tailandés y ella me responde en español. Es muy divertido todo. Es una mezcla de todos los lenguajes”, confesó.
Hace tres años se instaló en Europa para darle mayor impulso a su trayectoria tenística: “Cuando empecé a jugar internacionalmente, que fue cuando salí de Argentina y estuve un tiempo en Mallorca, tenía la bandera tailandesa. Eso me molestaba mucho porque siempre quise jugar para Argentina, siempre quise tener la banderita celeste y blanca. Voy a pelear por esa bandera, pero tardó mucho. Una noche le dije a mi papá si podía mandar un mail para decirles que la cambien porque no la querían cambiar. Y mi papá escribió un mail:“Hola, soy Guillermo Vilas...”. Media hora después ya tenía la bandera y estaba híper feliz”.
Con una pulsera celeste y blanca en su mano, y formada durante varios años en Argentina, ella reconoce que su crianza se dio por diferentes partes del mundo: “Estuve en Dominicana, México, Miami... Me siento americana mejor dicho”.
"Antes odiaba porque mi papá me obligaba a usar la izquierda. Después entendió que tenía que jugar con la derecha porque soy diestra. Nunca me sentí cómoda con raquetas chiquitas. Papá me decía: ‘No vas a jugar con las chiquitas. Vas a jugar con las grandes’. Empecé a jugar a los tres años. Mi papá quería que jugara como él con la zurda, me obligaba a jugar con el revés a una mano y de zurda. Era rarísimo. Yo no podía. Ahora juego todo lo distinto a lo que él me quiso enseñar”.
“Creo que fui la que más duró con mi papá como entrenador. De vez en cuando teníamos roces porque a mí no me salían las cosas pero él quería que lo haga sí o sí. Me empujaba a hacerlo por mi bien. La exigencia Vilas se hereda. Ahora tengo algunos problemas con mis golpes porque cambié de país, de entrenadores. Mi tenis ahora bajó un poquito de nivel a cuando era más chica, pero estoy esperando para subirlo de vuelta”, detalló la jovencita que es uno de los proyectos interesantes que tiene Argentina en el tenis femenino. “Tengo casi todo de mi papá. Soy la más parecida. En nuestra forma de pensar, en nuestra forma de enojarnos, de plantarnos ante las cosas. Siempre nos exigimos demasiado”, agregó.
“Mi mamá me veía que en los partidos me enojaba y decía: ‘Se nota que es Argentina, Andanin guardatelo adentro’", recordó entre risas la deportista que tiene como referente a Gabriela Sabatini. Los Vilas, contó la mayor de sus herederas, juegan todos los sábados y los miércoles al tenis en el country club de Montecarlo: “Los cuatro hermanos jugamos al tenis. Mis hermanas entrenan tres veces por semana con mi mismo entrenador”.
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