— ¿Cuántos Tik Tok llevás grabados en la cuarentena?
— Yo llevo cuatro o cinco. Pero mi nena está todo el día. En un momento se lo sacamos para que no esté tan pegada a la tecnología. Pasa que ahora es imposible tenerla entretenida sin el teléfono. Entonces los hace con mi mujer. O me llama a mí. Nos vuelve loco, ja. Es sólo para divertirnos un poco. Y a veces la gente comenta que se entretiene. Así que si ayuda un poco, bienvenido sea. Es con la idea de concientizar. Hay que quedarse en casa. Algo que pienso que se está manejando bastante bien. Somos un país que no seguimos mucho las reglas. Pero ahora con el coronavirus se hace caso. Tal vez a uno no le pase nada. Pero hay que pensar que un papá, una mamá, o un tío se te puede ir y sería muy doloroso.
— ¿Les hacés también el seguimiento a tus papás para que se cuiden? A veces la gente más grande es un poco más rebelde con los cuidados.
— Sí. Mi vieja es más rebelde. Mi viejo le tiene un poco más de miedo. Así que tal vez mi vieja quiere hacer algo. Pero como mi viejo no la acompaña, por suerte no lo termina haciendo. Hablamos todos los días. No pueden ni moverse porque los dos tienen problemas pulmonares. Así que tienen que estar adentro de casa cuidándose.
— Se viralizaron imágenes jugando con tu hijo en la que tenés la camiseta de Messi. ¿Te hace vestir de jugador en tu casa?
— Sí. Me hace poner una camiseta, después otra. El otro día Rocco se había puesto la del Niza. Porque una vez me habían venido a buscar cuando yo estaba en Vélez. Para convencerme me trajeron las camisetas. Y había una para Mía, mi hija. El la encontró y me dice “mirá, papá, la del Niza”. Y no sabe ni qué equipo es. Entonces me hizo poner una del Milan y me decía “es igual”. Ahí tengo que ir al fondo y jugar a la pelota. El domingo me hizo poner una de Messi que cambié con él en el Barcelona-Boca de la Copa Joan Gamper. Esa es una de las más importantes que tengo. Tengo también la del Gordo Ronaldo, mi ídolo. Del Diego. Sólo me falta cruzarme con Cristiano Ronaldo para pedirle la de él. Me gustaría tenerla.
— En tu Instagram también mostraste que tenés un gimnasio. Ahí podés seguir el entrenamiento mejor equipado. ¿Cómo se manejan con el Profe de Boca?
— Sí, me lo hice hace poco menos de un año. El Profe nos manda los trabajos todas las noches. Y los hacemos nosotros solos a la otra mañana. Sin videollamada ni nada. A veces tenemos una sesión. A veces dos. Yo suelo hacer dos. En todo caso hago la del Profe y una mía. Trato de estar en actividad porque es muy difícil. Es distinto lo que te da una cancha, tus compañeros. No es lo mismo que moverte solo. Para mí, en términos físicos, es igual que en las vacaciones. Porque cuando paramos la actividad yo me entreno todos los días. No sé cómo va a seguir el fútbol. Pero seguramente se hará una pretemporada antes de volver a la competencia. Por lo que leí, en España y en Italia van a hacer eso.
— ¿Tuvieron alguna charla con Riquelme, como cabeza del fútbol, antes de que los liberaran?
— No. Porque estábamos en días libres. Y justó se pidió la cuarentena total. Así que no pudimos tener esa reunión. Ni con Miguel ni con Román. Antes sí he hablado con él. Varias veces. El me pedía que fuera el jugador que soy. O que fui por momentos en Boca. Es lo que quiero yo también. Estando bien puedo dar mucho. Lo sabe Román. Lo sé yo. Y lo sabe la gente. Pasa que hay momentos como éste, en los que no te vienen las buenas. En el primer partido me lesioné... Después quise volver, me apuré para los últimos partidos decisivos y me resentí. Cuando no gira, no gira. Pero hay que seguir metiéndole hasta que lleguen las buenas y poder darle a Boca lo que di por muchos pasajes de estos casi dos años.
— Siempre es inoportuno lesionarse. Más cuando arrancaba un nuevo ciclo. Y con un DT que te quiere.
— Sí. Yo había hablado con Miguel. Tenía su confianza. La primera vez que salí goleador fue con él en Vélez. Después, lógico: hay que demostrarlo en la cancha. El único partido que me tocó jugar fue el amistoso contra Paranaense. Que ganamos 3 a 1 y yo hice dos goles. Estaba muy bien, bárbaro físicamente. Y de la cabeza también. Pero en el primer partido del torneo me lesiono y ya está... Ahí cagué. Arranqué otra vez de atrás. Me tocó lesionarme tres veces. Estoy muy caliente. Porque yo no soy de lesionarme. Me cuido muchísimo. Hago trabajos preventivos. Pero a veces tiene que tocar y toca.
— Vos sos alguien autocrítico. ¿Cómo calificás estos casi dos años en Boca?
— No puedo hablar mal de este último período porque estoy contento. Boca es donde quiero estar. Obvio, si me preguntás en lo individual, me hubiera gustado hacer muchos más goles. Ganar más títulos. Hubo muchos momentos lindos y otros que hubo que poner el pecho y aguantarse las balas que venían... Yo no me esperaba un recibimiento como el que tuve. Que me demostraran cariño desde el arranque. O que la gente me apoyara en los momentos difíciles. El partido con Vélez fue muy lindo lo que pasó en la Bombonera.
— ¿Mata los rumores de una posible transferencia a Estados Unidos o España?
— Pasa que tampoco depende de mí. Yo no puedo obligar al club a que me renueve. Por eso este parate también es difícil. Me hubiera gustado estar en la cancha demostrando. Siguiendo con lo que hice. Ganándome la renovación. Igual ellos me conocen. Saben lo que puedo dar. Y después veremos... Se hablará si se puede seguir. Ojalá así sea.
— ¿Cuándo vence tu contrato?
— En junio. Las ofertas las tuve en diciembre. Las tengo para junio. Se habló bastante en los medios sobre Estados Unidos. Pero yo nunca hablé con Guillermo ni con Gustavo. Y de otros clubes fueron sólo llamados. De Turquía, de Brasil. Pero mi idea es quedarme en Boca. Veremos más adelante. Ahora hay otro problema que es más importante.
— ¿Ahora por no poder jugar te da cierto miedo no conseguir la renovación?
— No, miedo no. Me gustaría estar adentro de la cancha demostrando lo que demostré este tiempo en Boca. Y así dejar tranquilo a la dirigencia de que tienen a un jugador maduro y que pueden seguir contando con él. Esa es mi idea. Ellos saben el jugador que soy. Después se verá si tienen ganas de que siga o no.
Mauro se saca un rato la camiseta de Messi con la que juega con su hijo en la cuarentena. Se pone la 19 de Boca. La de Zárate. Y habla como suele hacerlo. No hay personaje en él. Deja un rato los juegos de las redes sociales que tanto rebote mediático tienen y habla de fútbol. Se siente confiado en su calidad de futbolista. Aunque también sabe que se lesionó en los días más inoportunos. Entonces, aun cuando Miguel Russo sea el entrenador con el que fue goleador en Vélez, no puede asegurar qué será de su futuro cuando salga del aislamiento. Quiere jugar en Boca. Y lo repite. Pero hay un dejo de duda en una decisión que ya será sólo de él... Así, sin filtro, pasa por los todos los temas en la charla sin límite de tiempo con Infobae. Puede arrepentirse de alguna frase en contra de Vélez. Aunque se planta cuando le gritan traidor. Llega hasta permitir que le digan que mintió. Más allá de que alguna vez se le salió la cadena y corrió a un hincha en un restaurant. Igual, los peores 20 minutos de su vida nada tienen que ver con una hinchada que se le puso en contra...
— Antes hablabas de la gente en aquel famoso partido con Vélez. ¿Te arrepentís de la declaración de “ganó el equipo grande”?
— Sí. Obvio. Fue por un chico que yo tenía buena relación. Lo hablé con él porque también había salido del club. Y estuvo mucho tiempo tirando dardos contra mí. Me quedó tan grabado que se me salió en la nota. Pero para nada era necesario lo que dije. Habíamos pasado de fase. Yo estaba contento por el momento que me había hecho vivir la gente de Boca. Ahí tendría que haber quedado todo.
— ¿Te dolieron las palabras de Cubero?
— No. De Cubero no...
— ¿Y quién es el chico que decís?
— No, no lo voy a decir. No quiero armar quilombo al pedo.
— ¿Qué enseñanza te dejó la salida de Vélez, el club donde vos te criaste?
— Yo nací en Vélez. Desde que tenía un año que iba a la cancha a ver a mis hermanos. Viví muchísimas cosas lindas. Pocas cosas feas. Hasta lo último, cuando vine para pelear el descenso. No fue un título pero sí algo muy lindo.
— ¿Sentís que por tanta idolatría, por haberte ido a buscar a Ezeiza, resultó mucho más fuerte tu cambio de palabra que volver para evitar irse a la B?
— No fueron las palabras. Eso fue algo malo que dije. Y la gente lo tomó. Pero lo que más le molestó al hincha es que yo me haya ido. Dije que nunca iba a jugar en otro club y falté a mi palabra. Eso no lo puedo cambiar. Fue un error mío. La realidad es que nunca pensé que iba a jugar en otro club en la Argentina. Mi sueño era salir campeón con Vélez, irme a jugar en Europa y tratar de llegar a la Selección.
— ¿Vos decís que sentías eso, que la frase no fue para caretearla?
— Obviamente. Si yo digo que no voy a jugar en otro lado y después aparezco en Boca, ¿qué le puedo decir a la gente? Nada. La bronca y todo lo que pueda tener el hincha lo entiendo. No pido ni comprensión ni nada. Sí me quedo con todo lo que hice bueno para el club. Después, no le hice un mal en ningún momento. Por eso lado estoy tranquilo. Que venga un hincha y me diga “sos un mentiroso, faltaste a tu palabra, te fuiste a otro equipo”, le tengo que responder “sí, tenés razón”.
— ¿Creés que algún día se va a superar ese momento? Hoy pareciera que las redes sociales potencian todo. Tenés el grito de traidor en la cancha un domingo pero toda la semana el meme en el teléfono.
— Traidor no tiene nada que ver conmigo. No soy ningún traidor. Lo impuso una persona que tenía ganas de armar ese quilombo. Yo falté a mi palabra, les fallé a los hinchas porque me fui a Boca. Que no me arrepiento porque estoy muy contento en donde estoy. Ahora, si me dice “vos le hiciste un mal al club”, le respondo “no, lo que hice para Vélez siempre fueron cosas buenas”. Salvarlo del descenso, millones de dólares por la venta, título, todo bueno. Nunca le hice un mal a Vélez.
— ¿Te pasó que alguien te atacara mano a mano o siempre el grito de lejos?
— El día que hice la revisión médica hubo gritos. Pero seguro que eso fue armado para salir en la tele. Habrá sido algún boludo al que mandaron. Después tuve dos veces situaciones malas cara a cara. Y diez buenas... Me sorprendían muchísimo las reacciones positivas. Porque me lo demostraban muy poco en las redes sociales y nada en la cancha. Así que cada vez que me topaba con algo así me dejaba helado. Ya cuando uno me decía “soy hincha de Vélez”, yo agachaba la cabeza como para decirle “perdoname, hermano, qué querés que te diga”. Y de repente me hablaban bien. Me decían “te entiendo”. Igual yo le decía “no necesito ni que me entiendan. Sólo quedate con lo bueno que hice para el club”.
— ¿Y en las malas alguno se pasó de vueltas?
— Dos veces. Uno me gritó de lejos. Me di vuelta y le grité yo. Después, una vez en un restaurant. Ahí se me salió un poco la cadena. Porque me levanté y lo fui a buscar. Justo estaba el gerente del lugar y me separó. Después, nunca más.
— Fue un momento pesado. Hubo amenazas, tu familia involucrada...
— No le quiero sacar peso al quilombo. Tampoco se lo quiero agregar ahora. Fue lo que esperaba porque soy del mundo del fútbol. Sé que pasan estas cosas. Mi mujer, los nenes, y parientes del lado de mi mujer que no saben cómo es el ambiente se sorprendieron mucho. Hay que bancársela. Uno está en la Argentina. No juega en Inglaterra, donde no pasa esto.
— Fuera del fútbol pasaste una más pesada aún. ¿Cómo fue el momento de acompañar y superar la enfermedad de tu mujer, Natalie Weber?
— Ese fue el partido más difícil. Algo que no se lo deseo a nadie. Tenés que alentar a la persona que amás y vos por dentro estás destruido. Ella pensaba que se iba a morir. Y yo pensaba que se iba a morir. Que me quedaba acá, solo. Sin ella, con mis dos hijos sin su mamá... Fue durísimo. Trataba de levantarme y ponerle buena cara. Era difícil. Ella, en cambio, siempre tenía buena cara. Pero cuando caía no había forma de contenerla. Era imposible verla venir llorando, diciéndome “no sé si voy a ver crecer a los chicos” y que yo pudiera decirle algo positivo. Automáticamente me quebraba yo también. Estaba mal de mi parte, lo sé. Pero era imposible. No sabía cómo manejar la situación. Encima nos tocó en un momento en que los dos estábamos muy contentos en Firenze.
— Toda una película muy triste.
— Sí. Después del primer control a ella le detectan el cáncer de mama. Ya desde ahí fue una bomba de tiempo. No lo podíamos creer. Empezó con el tratamiento, que fue larguísimo. No tuvo que hacer quimio pero sí el doble de sesiones de rayos. Terrible. Eso la lastimó mucho por dentro. Y después veníamos bien, contentos con la operación, con los rayos... Cuando termina, entonces, a los tres meses vamos al control. Ahí nos dice el médico que tenía metástasis en la mama y que había que sacar todo. Y después reconstruir. Ella lo enfrentó como una genia. Como una grande que es. Pasado todo eso, en el primer control salió bien. Recién en ese momento pudimos estar tranquilo. Después de un año...
— Ahí te volvió el alma al cuerpo.
— Sí. Fui con mi suegra. Mi mujer entra. La revisan. Le hacen la mamografía. Y ahí yo no aguanté. Me fui afuera. A caminar por el hospital. Así estuve como 20 minutos y veía que mi suegra no me llamaba... No podía estar ahí. Si se repetía una mala noticia no sabía cómo hacer para darle un abrazo positivo. Pero como no me llamaba, y no me llamaba, volví yo. Y cuando vuelvo, a los dos minutos aparece Naty riéndose. Había salido todo bien. Ahí empecé a respirar otra vez. Pero esos veinte minutos de espera fueron los peores de mi vida.
— ¿Ahora te genera algo tanta exposición mediática, cuando fue al Bailando por ejemplo? ¿O después lo que pasaste nada te quita la calma?
— Este quilombo fue externo. No es que me gusta estar en la tele. Y a ella tampoco. Nunca tuvo líos. Somos perfil bajo. Pero sí es verdad que el programa es masivo. Pero ella lo manejó bien. Iba a bailar, a disfrutarlo. Y después volvía a casa y era mamá y esposa. El Bailando también le hizo muy bien. Lo disfrutó mucho. Es muy lindo verla tan contenta otra vez.
— Salvando las distancias, obvio. Y hablando otra vez de fútbol. Para volver a estar contento vos, ¿en qué rol te imaginas con Russo? El primer partido lo jugaste con Tevez.
— La idea era ésa. Ya lo habíamos hablado muchas veces con Miguel. A mí me gusta jugar de delantero. Y a Miguel también le gusta que yo vaya de delantero. Ibamos a arrancar así. Cambió todo con la mala leche de la expulsión de Cali (Izquierdoz) contra Independiente. Ahí me tuve que tirar de volante y se cagó todo.
— Se habló mucho que al juego de Tevez lo ayuda el trabajo sucio de Soldano. ¿Vos eso cómo lo ves?
— Carlitos por momentos en los partidos se tira atrás a jugar. Y eso a mí me beneficia. Después, cuando él quiere ir de punta yo tengo la capacidad de retroceder para generar juego. Esa era la idea que teníamos los dos y el entrenador. Pero el gran trabajo que hizo Franco (Soldano) no sólo para Carlitos sino para todo el equipo fue fundamental. Hay que decirlo. El trabajo sucio que hizo fue muy bueno. Un arma para el equipo para ser campeón.
— ¿Cómo es para un delantero cuando se va a jugar contra River y se pone a Soldano de 8? El equipo de Russo es más amigable para los delanteros y el de Alfaro era más amigable para los defensores.
— Sí. Se puede decir que sí. Por lo que se vio, no podemos mentir. Ahí es prepararse para hacer el trabajo que te pidan y siempre aportar lo tuyo como atacante. En ese momento para Franco (Soldano) era hacer el trabajo que le pedía Gustavo y después mantenerse cerca del área, o meter una asistencia. Es lo que buscó Gustavo en ese partido... Podía haber salido bien. Porque fue un 0 a 0 y por ahí en un córner lo ganás de cabeza. Y listo. Nadie hubiera cuestionado nada. Todos habrían dicho que Boca le ganó a River en el Monumental y se terminaba ahí. Pero tal vez la gente y varios de nosotros nos quedábamos con otra cosa... Con un Boca que tal vez no podía hacer ese juego.
— ¿Les dio para hablarlo o ahí el técnico manda y el jugador acata?
— Gustavo muchas veces se sentó a hablar con nosotros. A ver cómo queríamos manejar el ataque, la presión. Fue bastante abierto. Pero al final decidía siempre él.
— ¿Qué sentís que les pasaba con River? Desde afuera parecía casi un karma.
— No sé... Yo todavía estoy esperando jugar un superclásico al menos 60 minutos. Ya no digo 90... Todavía no tuve la chance y siempre me preparaba de la mejor manera. A veces tocó poco, a veces no tocó. Es difícil que pueda hablar de eso. Yo creo que el partido que no merecimos perder, por cómo se dio, fue en Madrid. Después, los otros fueron difíciles. Ellos estuvieron un poco mejor en varios. En la vuelta de la semi de la última Copa sí merecimos ganar y no se dio por la diferencia de goles. En otros partidos River estaba un poco mejor. Que no es el caso de este momento.
— Antes de Madrid dijiste “el que pierde se tiene que ir del país”. ¿Cómo fue ese post derrota?
— Para mí no teníamos chance de perderlo. Estaba muy confiado en que íbamos a ganar. Son las cosas del fútbol. Durante 70 minutos estaba saliendo todo como pensaba y después se dio vuelta. No sé por qué, pero yo sentía que era esa Copa. No se dio. Ahora tuvimos este título y esperamos que vengan muchos más Boca-River porque son hermosos.
— ¿Ser campeón en un casi mano a mano con River les cambió la cabeza?
— No sé si nos cambió la cabeza. Pero te da esa tranquilidad de que giró un poco la rueda. Por varios momentos fueron todas pálidas. Ganar un torneo en la ultima fecha, ganárselo a River, fue lindo. Se dio todo redondo. Ahora el equipo venía bien. Se notaba otro aire en el grupo. Ser campeón te da confianza. Te da tranquilidad. Ojalá que pasemos rápido y bien esta cuarentena para volver a nuestra vida normal. Con más clásicos y menos Tik Tok, ja.
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