Habrá que modificar todas las estructuras, diseños y presupuestos.
El planeamiento futuro del fútbol en la Argentina –como la de cualquier otra actividad- no tiene certezas pues su futuro dependerá de los siguientes factores esenciales:
1.- La fecha fehaciente de la reanudación de sus torneos,
2.- La estimación de los ingresos a represupuestar,
3.- La coincidencia programática con la Conmebol (para aquellos clubes que disputan copas) , una vez que los diez países miembros estén en condiciones de hacerlo y,
4.- La situación objetiva de un nuevo y deprimido mercado internacional.
Estos ítems se complementan y se excluyen sin que ninguno de ellos nos ofrezca precisiones. No obstante algunas cuestiones van quedando perfiladas. Por ejemplo, que una cosa será estar en condiciones de recomenzar los espectáculos en julio –antes parecería inviable- y otra muy distinta si tal situación recién se diera para agosto/septiembre, toda vez que entre la fecha que autorizará el gobierno para regresar a la actividad y la puesta en marcha de partidos oficiales a disputarse no podrá ser inferior a los 30 días. Tal es el periodo mínimo que requerirán los planteles para alcanzar una condición física y futbolística elemental, se diría precaria.
Esto implicaría una negociación con los jugadores cuyos contratos vencen en junio de este año. ¿Qué harán los clubes? ¿Los dejaran libres? ¿Podrán extender tales conchabos hasta fin del año? ¿Se flexibilizarán las cláusulas de rescisión automática prevista en el Convenio Colectivo?
Lo cierto es que las instituciones del fútbol argentino no generan ingresos desde comienzos de este mes y no podrán hacerlo hasta el final de esta tragedia que azota a la humanidad. Esos ingresos son originados por:
a) venta de jugadores b) derechos de televisación c) locación de publicidad estática en estadios y otras instalaciones d) canon por la cesión publicitaria de la indumentaria e) cuota social y venta de abonos a plateas f) recaudación por venta de entradas, y g) utilidad proporcional por la venta de merchandising y tickets vendidos a visitantes de museos, que no todos los clubes poseen.
Puesto que el principal ingreso se logra por la venta de jugadores al exterior, el escenario futuro nos anticipa que ningún jugador del fútbol argentino sostendrá las cotizaciones de los últimos años.
Los principales mercados de Europa –España, Italia, Inglaterra- están en plena depresión al punto que las estrellas de sus principales equipos han ofrecido bajar sus millonarios ingresos. Esto ocurre con el Barcelona –mínimo 50 por ciento de los salarios-, el Madrid, Milan, Juventus, Manchester o Liverpool entre muchos con un porcentaje aún mayor: no menor del 60 por ciento.
En el mismo sentido habrán de manejarse los buenos compradores alternativos: México y Estados Unidos. Para tener una idea sobre la depresión del mercado internacional, veamos algunas de las pérdidas estimadas en euros de ligas de la élite mundial: Premier League (Inglaterra), 1.500 millones; La Liga (España), 800 millones; La Bundesliga (Alemania) 700 millones; La Serie A ( Italia ) 550 millones y La Ligue 1 ( Francia ) 460 millones.
O sea que vender jugadores al exterior a cambio de ingresos significativos en moneda constante (dólar, euro, libra) les resultará muy difícil a nuestros clubes; ello implica un duro golpe a la economía y un replanteo de aquellas instituciones que tienen jugadores o técnicos con honorarios a pagar en dólares. Daría la impresión que tales contratos deberían ser renegociados pues las deudas ya contraídas resultan de imposible pago. Adviértase que hay actores del futbol a quien su club les adeuda alrededor de 10 millones de dólares –sólo a uno- y que antes con la venta de un jugador podría amortizarse, hecho que hoy es impensable.
Hay más: no percibir dinero por los derechos de televisación producirá un déficit presupuestario enorme pues muchos clubes ya cobraron por anticipado cifras millonarias y sólo podrán amortizarlo con su producto. Luego, si lo que deben habrán de saldarlo jugando partidos oficiales, no podrán recibir nada en lo inmediato a menos de aceptar más anticipos y ser siempre deudores de la televisión. Esta situación que es común a muchas entidades ya pone en riesgo el salario de los trabajadores administrativos o de mantenimiento y obviamente más de un presidente habrá de replantear los montos que perciben sus jugadores tal como lo pusiera en superficie Juan Sebastián Verón (Estudiantes de La Plata).
Hasta aquí pues tenemos dos certezas: será muy difícil vender jugadores al exterior (principal fuente de ingresos) y amortizar la deuda que casi todos tienen con la televisión que les está pagando puntualmente (febrero y marzo) y que a su vez achicará su universo de 2 millones de abonados cuando todo regrese a la normalidad. Es por ello que la negociación futura por los derechos de televisación también son una incógnita. ¿Podrán seguir pagando lo mismo?
Tal situación se alivia solo en aquellas instituciones que juegan la copas Libertadores o Sudamericana pues con ponderable solidaridad la Conmebol les anunció el último jueves que podrá anticipar el 60 por ciento del dinero a percibir por la primera fase que se está disputando. En el caso de la Libertadores esto les significará a los clubes que clasifiquen-como Lanús, por ejemplo- unos 225.000 dólares.
No obstante ello, ¿alguien podría responder con seriedad cuando habrán de reanudarse estas copas? La respuesta es no. Y la perspectiva resulta más complicada pues la pandemia no está siendo tratada de igual manera por los diferentes países. Por lo tanto podría ocurrir que cuando Argentina esté en condiciones de ir volviendo a la normalidad no lo esté Brasil ya que para nuestro gobierno el coronavirus es una prioridad suprema y para el de Brasil es una simple “gripecinha”.
Tan desafortunado criterio nos impone la idea que Brasil, Chile o Colombia –bajo la misma filosofía sanitaria- demorarán más que Argentina, Perú, Paraguay o Uruguay en retomar la vida normal. Es por ello que la Conmebol no podrá recomenzar ni las copas, ni las Eliminatorias y por lo tanto no habrá de contar con ese dinero. Luego, una pregunta subyacente sin respuesta: ¿Qué plantel hay que tener sin poder calzar los calendarios? ¿Cuántos partidos jugará el equipo que participe en la Libertadores o la Sudamericana, la Superliga residual (si se jugare), la nueva Liga, la Argentina, la Supercopa, etc? En Europa son entre 52 y 54 partidos por año; aquí serían entre 64 y 66, siempre y cuando haya 24 equipos pues con 26 quien llegue a finales jugará dos partidos más por torneo corto o cuatro si fuera un solo campeonato largo….
También son una incógnita los demás ingresos consecuentes que permanecen suspendidos pues habrá que compensar la proporcionalidad de lo cobrado por la publicidad estática, el sponsoreo de la camiseta y dar por perdido el cobro de las cuotas sociales, la venta de entradas y de los museos.
El futbol argentino en coincidencia con el resto del Mundo iniciará una nueva era que es cómo decir un enorme desafío . Y ello está apoyado en tres puntos:
1.-Lo macro que es una AFA sólida y determinada como institución madre con el apoyo unánime e irrestricto de todos sobre el interés particular de los clubes,
2.- Lo institucional que es el espíritu social, solidario y filosófico de los clubes sobre la usura especulativa o los fondos de inversión y,
3.- La bilateralidad con el Estado para acciones conjuntas de solidaridad social que generen la necesaria contraprestación en beneficio de la comunidad; o sea saber pedir (por ejemplo la promulgación del decreto 1212 tal como estaba en su origen, las tarifas de servicios, la consideración de la AFIP con los clubes, etc) y saber otorgar todo cuanto resulte gratificante para una sociedad padeciente. Un loable ejemplo de ello fue la cesión del gimnasio de futsal que la AFA tiene en Ezeiza y que permitirá la colocación de cien camas ante cualquier contingencia.
La situación de los clubes del ascenso es aún más crítica que la de los de la Primera pues sus ingresos resultan proporcionalmente muy distanciados de sus obligaciones y gastos comunes, se diría que existen y compiten merced al esfuerzo de sus directivos. Por cierto que este colapso sólo será superado si hay grandeza en los dirigentes a quienes la historia les reservó esta oportunidad.
Si para diseñar los nuevos torneos pensamos más en los ascensos y en los descensos que en la robustez del todo, estamos perdidos; si creemos que el descenso es un castigo y no una consecuencia deportiva reversible, estamos perdidos; si esta crisis la aprovecha el “grande” o el que tiene para cooptar jugadores libres por deuda o rescisión de un club competidor, estamos perdidos; si la pandemia facilita que algún iluminado abogado apele a los vericuetos de alguna interpretación legal sofisticada para impedir que algún club siga luchando por mantener la categoría o competir para ascender deportivamente, estamos perdidos; si el fútbol permitiera o ayudara a que algún gobernador, intendente, concejal, funcionario o legislador –cual de ellos no es un caracterizado y distinguido hincha- utilizara la fuerza de su influencia para beneficiar a alguna institución en contra de otra, estamos perdidos.
La vuelta del fútbol después de la pandemia será progresiva, difícil, controversial y traumática. Dependerá de los dirigentes iniciar un nuevo orden o dejar que se precipite al caos. ¿ Usted qué piensa…?
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