Guillermo Rivarola viajó a Estados Unidos para dirigir la nueva escuela de fútbol de River y quedó en cuarentena

Se instaló en Indiana a fines del año pasado para fundar la academia del club de Núñez y se encontró con el inesperado escenario por la pandemia: “Trato de estar haciendo algo en todo momento porque si no la cuarentena se complica”

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Guillermo Rivarola está a cargo de la escuela de fútbol que abrió River en Indiana, Estados Unidos, desde fines del 2019
Guillermo Rivarola está a cargo de la escuela de fútbol que abrió River en Indiana, Estados Unidos, desde fines del 2019

Guillermo Rivarola está en Indiana, a 8.631 kilómetros de Buenos Aires. Sin la compañía de su mujer y de sus cuatro hijos, la cuarentena obligatoria por el Coronavirus se le vuelve más difícil de sobrellevar. “Es complicado tener a tu familia lejos”, afirma desde Estados Unidos, donde encabeza el proyecto de la escuela de fútbol de River en Indiana desde octubre del año pasado. Regresó a Buenos Aires para las fiestas y en febrero se instaló en Indiana sin imaginar que una pandemia condicionaría tanto las vidas de la población mundial.

El aislamiento obligatorio le impide realizar su trabajo de formador de los pibes estadounidenses desde el miércoles, cuando en Indiana se decretó la cuarentena obligatoria tras la muerte de ocho personas y la aparición de más de 200 casos de contagio de la enfermedad que ha puesto en vilo al mundo. “Tengo la suerte de que estoy con Ricardo Juncos, que es el dueño de un equipo de automovilismo de Indiana que compró la franquicia de River para poner esto acá. Por suerte estoy en la casa de él, con su familia y el tema se hace más llevadero. Al estar lejos, la familia se extraña y por eso trato de llevarla. Estoy haciendo mucha actividad física. En la casa hay un gimnasio y trato de moverme un poco. Trato de estar haciendo algo en todo momento porque si no la cuarentena se complica. Acá hasta el martes se podía salir”, comenta en diálogo con Infobae.

La “Academia”, como le llama a la escuela, es para niños y jóvenes de entre 6 y 18 años. Por ahora tienen treinta inscriptos, pero la expectativa es que ese número “crezca considerablemente en junio, cuando se abra el mercado de pases”.

Rivarola entrena a los niños en la escuela de fútbol de River en Indiana
Rivarola entrena a los niños en la escuela de fútbol de River en Indiana

— ¿Qué expectativa tenés de que pueda surgir un futbolista capacitado para llegar a la Primera de River? ¿Lo ves como algo factible o simplemente apuntan al crecimiento futbolístico de los pibes estadounidenses?

— La expectativa que tenemos en la escuela es apuntalar el crecimiento que está teniendo el fútbol en Estados Unidos. Este es un proyecto a cinco o diez años. Vinimos a transmitir la filosofía del jugador de River. Ojalá que podamos. El jugador americano es muy fuerte físicamente y tiene una disciplina muy buena, pero le falta técnica y también le falta en los aspectos de táctica y estrategia, que son cosas que acá no están muy trabajadas. Ojalá que podamos sacar a un Orteguita, pero acá son pocos los que sueñan con ser jugadores. Los padres quieren que sus hijos jueguen bien para que la Universidad los capte, les dé la beca, puedan estudiar y se reciban.

— ¿La diferencia esencial con los argentinos es que les falta técnica?

— Acá he visto buenos juveniles, pero más en lo físico y en lo atlético. También hay jugadores a los que perfeccionándolos con la forma de trabajo de River, se los va a mejorar en lo individual y en lo colectivo para tener ese nivel de roce que siempre se necesita. Confiamos mucho en el potencial y ojalá que podamos conseguir jugadores con un nivel importante para tratar de llevarlos a la Argentina y, si responden, que estén seis meses o un año y después se verá. Pero el objetivo es más bien general, de mejorar el fútbol con la escuela que tiene River y si se presenta esa posibilidad de que aparezca alguno bueno de verdad, por supuesto que bienvenido sea.

En las charlas que Rivarola mantiene con ellos a la distancia, a Marcelo Gallardo le dice “Marce” y a Enzo Francescoli lo llama “Flaco”. Rivarola dio cinco vueltas olímpicas como jugador de River, entre ellas la de la Copa Libertadores 1996, en la que tuvo como compañeros al director técnico y al manager de River en la actualidad. Hasta octubre del año pasado, cuando viajó a Indiana por primera vez, su trato con ambos era muy frecuente: formaba parte de la secretaría técnica que encabeza el uruguayo. También conserva una muy buena relación con Rodolfo D’Onofrio, el presidente del club de Núñez. Por eso, Rivarola afirma que de ningún modo se sorprendió cuando River decidió –para combatir el Coronavirus- cerrar las puertas del club y no presentarse a jugar su partido ante Atlético Tucumán por la primera fecha de la Copa Superliga, exponiéndose a una quita de puntos como sanción. “Me pareció perfecta la decisión que tomó River. Estuve mucho tiempo con Enzo, Rodolfo, Marcelo y el plantel, y sé de la coherencia que tienen la dirigencia y el cuerpo técnico. Es claro que iban a tomar esa decisión, porque más allá de lo deportivo, estos dirigentes y el cuerpo técnico priorizan la parte humana. Más allá de las críticas que hubo en Argentina, River demostró que está un paso adelante, sin ninguna duda. A los dos días, la misma gente criticó al club y al plantel por no presentarse a jugar, tuvieron que tomar la misma decisión. En River sobresale el sentido común y estoy totalmente de acuerdo con la decisión que tomaron. Priorizaron la salud de todos y también de los jugadores, porque pareciera que los jugadores fueran de otro planeta, que no pudieran sufrir el contagio y vivir esta situación que nos toca a todos. Cuando me enteré de la decisión, me puse feliz porque sé el pensamiento que tienen ellos”, asiente a lo lejos.

"Los padres quieren que sus hijos jueguen bien para que la Universidad los capte, les dé la beca, puedan estudiar y se reciban"
"Los padres quieren que sus hijos jueguen bien para que la Universidad los capte, les dé la beca, puedan estudiar y se reciban"

Cordobés de Villa Huidobro, Rivarola supo construir su carrera de futbolista en dos países: Argentina y México. Aquí se puso las camisetas de Cipolletti (1986-1990), River (1991-1997), San Lorenzo (2000-2002) y Racing (2003), y en el país azteca jugó en Pachuca (1997 y 1999), Santos Laguna (1998) y Monterrey (2000). A falta de riqueza técnica, se recostó en los aspectos físicos y psicológicos del juego para ganarse un lugar en todos los clubes en los que jugó. “No me gusta hablar mucho de mí, pero se puede decir que las virtudes fueron que era muy rápido y eso me ayudaba a llegar a los cruces, que le pegaba fuerte a la pelota, que cabeceaba bastante bien pese a que era más bien chiquito (mide 1,77) y que tenía personalidad para jugar. No era un jugador habilidoso ni que te iba a salir tirando un caño o un sombrerito, pero sí tenía lo que te describí antes, que es lo que trataba de usar. Trataba de estar siempre preparado al cien por cien físicamente para después poder explotar esas virtudes”, se describe.

Apasionado por el fútbol, luego se recibió de director técnico y dirigió durante nueve años en equipos de mayores: a Racing en 2004 y 2005, a Olimpo de Bahía Blanca en 2007, a Pachuca de México en 2009 y 2010, a Sporting Cristal de Perú en 2011 y a Deportivo Cuenca de Ecuador en 2013. En Argentina, sus últimas experiencias fueron como entrenador primero de la Sexta y luego de la Quinta División de River, a la que dirigió hasta el año pasado, cuando fue designado coordinador general de la escuela del club en Indiana. “Le dije a Enzo (Francescoli) que necesitaba un poco de pasto porque estaba cansado de estar entre cuatro paredes. Siempre digo que la posibilidad de volver a dirigir en Primera siempre está abierta porque uno lo ha experimentado y sabe la adrenalina que se siente. Si bien estoy abocado muy de lleno a este proyecto porque creo que puede tener un crecimiento muy grande, tampoco descarto nada si se presenta la posibilidad de dirigir en Primera”, comenta Rivarola, quien dice haber aceptado su nuevo trabajo en Estados Unidos “pensando en el futuro y buscando un cambio de vida” para que en el futuro sus hijos “tengan seguridad y estabilidad”.

Pese a que hace muy poco tiempo que se instaló en Indiana, Rivarola es de los que creen que el crecimiento de la MLS, la Liga de fútbol profesional de los Estados Unidos, dependerá exclusivamente del deseo de los norteamericanos. "El crecimiento de la MLS ha sido agigantado y hoy por hoy no tiene un techo. Tienen la infraestructura y el dinero, pero tal vez no cuentan con la materia prima que tenemos nosotros, que es el nivel de los jugadores. Saben que tienen que apuntar a eso y muchos equipos ya armaron sus divisiones inferiores, algo que antes no ocurría. Es típico del americano, que dan su paso y lo dan seguro. Cuando se decidan completamente, cuando lancen la MLS con todo, no van a tener techo y van a ser una de las mejores ligas del mundo. En definitiva, el crecimiento va a seguir hasta que decidan ser una de las más competitivas del mundo. Y creo que lo pueden lograr”, presagia.

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