No fue fácil la historia de Ramón Ábila. Desde que desembarcó en Boca, en aquellos últimos días del 2017, Wanchope nunca fue considerado el 9 de Boca. Esa camiseta, que usaron jugadores del club como Roberto Cherro, el Pancho Varallo, el mismísimo Ángel Clemente Rojas hasta llegar a Martín Palermo -máximo goleador de la historia xeneize-, nunca le perteneció.
Cuando llegó al club, el delantero de área de Guillermo era Darío Benedetto, de gran paso por el equipo de la Ribera. El tiempo pasó. Atrás quedó la recordada definición contra River en el Santiago Bernabéu por las finales de la Libertadores 2018. Y cuando parecía que el cambio de entrenador le iba a permitir asentarse en el puesto -se fue Barros Schelotto y arribó Gustavo Alfaro- lo iba a beneficiar, finalmente eso no sucedió.
Pero más allá de todo, de alternar buenos y malos momentos, y a fuerza de goles, Wanchope se ganó un lugar en el corazón de los simpatizantes del xeneize. Y él reconoce. “No hay adjetivo calificativo que se puede describir con palabras lo que se siente, es lo mejor que me pasó en el mundo desde lo futbolístico. Y lo disfruto como tiene que ser”, dijo Ábila en un mano a mano con Matías Barzola, en el ciclo de entrevistas A lo Barzona.
En los poco más de dos años desde que se puso la camiseta azul y oro, Wanchope marcó 30 goles en 71 presentaciones y se consagró campeón en tres ocasiones. Pero ningún festejo fue como el último: en una clara desventaja deportiva porque River tenía en sus manos la oportunidad de consagrarse con el título de la Superliga, una serie de malos resultados del equipo de Marcelo Gallardo ayudaron al conjunto de Miguel Ángel Russo, que le arrebató el campeonato.
En el mundo Boca, todos dicen que algo cambió desde la llegada de Juan Román Riquelme al club como parte de la nueva dirigencia. Y Ábila lo confirmó: “Es el máximo ídolo de Boca. Tenerlo cerca, escucharlo, ver de la forma que apareció en el club, nos sorprendió”, expresó el futbolista que dio sus primeros pasos en Instituto de córdoba.
“Yo no lo conocía, tuve la posibilidad de sacarme una foto y chatear en otros tiempo, pero la verdad un tipazo con nosotros. Se puso a disposición las 24 horas y nos ayuda mucho con el mundo Boca, que es bastante complicado”, agregó.
En la charla con el periodista y presentador cordobés, Ábila dejó en claro que él no es hincha de Boca, pero que se enamoró del Xeneize en el momento de mayor gloria deportiva de la mano de Carlos Bianchi.
“Soy hincha de Instituto, pero me crié viendo a Boca campeón. Tenía 7 u 8 años cuando Boca ganó empezó a ganar todo. Viendo eso, vos queres jugar en la Bombonera, queres dar la vuelta como el Mellizo (Barros Schelotto), Román (Riquelme), Palermo, el Chelo (Delgado), Carlos (Tevez). Yo quería jugar en Boca, que se canso de dar la vuelta”, dijo Wanchope.
Ábila es cordobés de pura cepa. Oriundo del barrio Remedios de Escalada, ubicado en el norte de la ciudad de Córdoba, su infancia no fue fácil, como la de muchos otros chicos de la Argentina. Pero a pesar de eso, y ante la posibilidad que le dio el fútbol de tener acceso a situaciones que nunca se imaginó, se mantuvo firme en sus convicciones y no se tentó con adicciones que tuvo al alcance de la mano.
“La droga, si queres, la tenés cerca. Tenes todas las tentaciones cerca, después está en cada uno. Me ofrecieron droga y nunca acepté, puedo mirar a todas las personas del mundo a la cara y decirlo. Tengo gente muy cercana que es rehabilitada de ese problema y tengo a mi vieja que ha sufrido mucho tiempo por ese tema. Conozco amigos que la han pasado muy mal y gente conocida que ha muerto y no me gustó nunca ni me va a gustar”, comentó con crudeza el delantero de Boca.
Y agregó: “Nací en Remedios de Escalada, en una situación clase media para abajo, tengo todos amigos que no tienen para comprarse zapatillas cada seis meses y sin embargo nada me modifica el pensamiento ni la ecuación, ni lo que yo quiero, ni quiero para mis hijos, ni el mensaje que quiero dar a los que me siguen y admiran, o incluso los que no me quieren”.
Además de ser un apasionado de la pelota, la otra gran pasión de Wanchope tiene nombre y apellido: se llama Juan Carlos Jiménez Rufino. Conocido en toda la Argentina como la Mona, el cantante de cuarteto cordobés es un ídolo para Ábila. Con el tiempo, forjó una amistad con el músico, pero hubiese deseado ser mucho más que eso.
“En otra vida me hubiera gustado ser hijo de la Mona para verlo todo el día jeje. A lo mejor, a los hijos los debe cansar, pero a nosotros los fanáticos, no. Lo admiro mucho”, mencionó sin poder contener la risa el punta que también tuvo un paso destacado por Huracán y el Cruzeiro, de Brasil.
La admiración de Ábila para con Jiménez es tan grande que hasta dudó cuando le consultaron qué haría si tendría que elegir entre jugar la definición del máximo torneo de clubes en Sudamérica o ir al último recital de su cantante favorito. ¿Qué harías, Wanchope? “(Se ríe) Lo invito a la cancha, que venga porque el baile empieza a las 23. Entonces, lo invito y después nos vamos juntos al baile, no me lo puedo perder”, concluyó.
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