— Hermanito, creo que llegó el momento eh
— ¿El momento de qué?
— ¡De hacerlo público! Ya está, hay que decirlo. No tengas más miedo. Sos una buena persona.
Aquel café en el hotel de Córdoba durante la previa del partido contra Instituto fue el disparador. Del otro lado estaba su compinche, Lucas Pérez. El compañero al que había elegido para transformarlo en amigo, en cómplice de esta historia. Las casualidades del destino eligieron alinearse. Transformar en los escasos centímetros que separan las latitudes de una mesa de café a los 2800 kilómetros que hay entre Comodoro y Formosa. Aquella jornada, el Gimnasia de Sebastián Vega tenía que jugar contra la Gloria y casualmente La Unión de Formosa –el club de Pérez– se topaba con Atenas en esa misma ciudad. ¿El básquet? Una excusa para unir a estos dos amigos. Aquel 12 de febrero, Sebastián se empezó a convencer: tenía que hablar públicamente de su homosexualidad para “liberarse”, como él mismo definió en la carta que se viralizó.
“Me dijo eso y fue como que “sí, me parece que sí”. Yo lo iba a hacer así nomás y un amigo de Comodoro me pasó el contacto de Germán (Beder, histórico jefe de prensa de la Generación Dorada) que me ayudó un montón. Empezó a fluir todo. Estoy muy contento por tantos mensajes de cariño. Me gusta ir leyendo una por una las historias que me mandan. Me dicen que se sienten identificados, hay historias muy duras. Ojalá que lo que hice pueda ayudar a las personas a tomar fuerza. Que sean capaces de tomar la decisión de hacerse libres", le explica a Infobae.
Sebastián es un caso más de los vientos de transformación que corren en el mundo del deporte como el del futbolista Nicolás Fernández o el jugador de vóley Facundo Imhoff, quienes decidieron hablar públicamente del tema para que la orientación sexual de las personas deje de ser noticia de una buena vez. “La situación no debería ser así, la sociedad no debería discriminarnos. No debería ser noticia que uno salga a decir que es gay”, reflexiona.
Desde aquel niño que nació en el campo entrerriano, que se crió viendo a sus abuelos vender en un puesto rutero chorizos, salames, morcillas y bondiolas, hasta este profesional del básquet de 31 años pasó mucha agua bajo el puente. Los inicios a los 5 años en Central Entrerriano–club de Gualeguaychú donde debutó como profesional– y los pasos por Boca, Libertad de Sunchales, Quimsa y Peñarol –ganó cuatro títulos– lo depositaron en este presente en Comodoro. Al unísono, iba su vida personal, su sentir, sus incomodidades sexuales, los momentos de molestia por camuflarse para vivir como culturalmente parece que hay que vivir. El 10 de marzo pasado decidió cambiar el eje de su vida.
— ¿Por qué decidiste hacerlo público?
— Fue progresivo. Lo más importante fue decirle a mi familia, porque no quería que se enteraran por algún rumor, que se enteren por otra gente. Fui directo a ellos que son los que siempre están. Costó un poco al principio porque es un proceso para ellos también. Hay que llevarlo hablando. A mi viejo le costó un poco más, pero lo va llevando bien. Llegó un momento donde era agotador, cansador, demanda mucho, provoca mucho estrés ir de un club a otro y tener que empezar nuevamente a exponerte, a decir “che, soy gay”. Es muy desgastante.
— En tu carta hablas mucho de “liberación”, ¿qué significa para vos esa palabra?
— La palabra liberación creo que tiene mucho que ver. Como dice la carta, uno deja de hacer cosas que a uno le gustan, o uno a veces se tiene que reír de chistes que no le causan gracia; o situaciones que no te sentís cómodo y tenés que hacer como si no pasara nada. Sentirse libre tiene que ver con eso. No con un libre de salir con plumas y maquillarse, que cada uno puede hacer lo que quiere si es lo que le gusta, no estaría mal, pero mi liberación es con ser uno mismo. De sentir que mi profesión y mi vida privada pueden ir de la mano, porque durante mucho tiempo no podía con esta situación y quería retirarme. No todo el mundo puede estar de acuerdo, pero no quiero mentir. Uno se cansa de omitir un montón de información, de cosas, principalmente a amigos. Cuando no podía contarle a amigos pensaba eso: ¿qué amistad les estoy dando si no les cuento cosas importantes?
— En la carta contás que estuviste de novio con una chica y que la primera vez que estuviste con un chico la pasaste mal porque eso no era “normal”, ¿cómo fue todo el proceso hasta que vos identificaste lo que te estaba pasando?
— En el inconsciente uno lo sabe, pero tampoco tuve las herramientas como para decir “es esto”. Es un proceso bastante difícil. Hoy por hoy los jóvenes vienen con otra mentalidad, sin estructuras, sin tantas barreras que tenemos esta generación bisagra que somos nosotros. Tenía un amigo con el que empecé a sentir atracción y pensé “hay algo que pasa que es distinto a un amigo”. Tenía 22 años, aproximadamente. Conocí a un chico, con el primero que estuve, y la pasé súper mal. Una de las peores noches de mi vida. No por él, sino por todas las estructuras. Sentía que estaba en falta, tenía culpa, vergüenza. Después traté de seguir con mi vida heterosexual, entre comillas, hasta que conocí a mi ex pareja, me enamoré y dije me la juego. Pero fue un me la juego pero seguimos tapados, una relación a distancia, mis viejos no lo van a saber, mis amigos tampoco. Mi ex pareja cargó con un montón de cosas que no tendría, pero son procesos.
— ¿Qué cosas hiciste para intentar evitar piensen que eras gay?
— Qué pregunta... Creo que principalmente no llegué a hacer cosas... Obviamente estar en pareja con una chica es lo primero que te diría, pero lo más importante no es que hacía cosas, sino que no hacía cosas. Preferías resguardarme en mi casa, dejar de hacer cosas como para que no se den cuenta. Dejé de salir a los boliches porque me preguntaban por qué no estaba con ninguna chica. Creo que una de las cosas es no hacer cosas y también de estar con chicas por pantalla. Al otro día yo quedaba destruido, triste, con un sabor amargo. No es lo que yo quiero, pero lo estoy haciendo y no sé por qué, para complacer a los demás. Son situaciones muy feas.
— ¿Cuál era el mayor temor que tenías antes de empezar a contarlo?
— Mi mayor miedo era quedarme sin trabajo. Que por mi orientación sexual ningún equipo quiera contratarme. Que no se mire en lo profesional que soy y lo que hago en la cancha y se mire mi orientación sexual. Cambió cuando Gimnasia el año pasado me contrató otra vez, importó lo que soy dentro de la cancha, como debe ser. Yo había hablado con el cuerpo técnico y varios jugadores lo sabían, no sé si los dirigentes lo sabían, habría que preguntarle a ellos pero creo que sí.
El extenso texto que publicó en sus redes sociales es crudo. Está escrito desde las entrañas. Sebastián relata aquella primera vez que estuvo con alguien del mismo sexo, los intentos por ser lo “normal” que exigen los patrones sociales dominantes, el desmayo de su padre cuando le contó su orientación sexual y el túnel oscuro interno que caminó hasta que del otro lado encontró la luz. Aquel punto de partida se sitúa en el 2014 y hoy, seis años después, está cosechando toda esa siembra que realizó entre tormentas mentales. “Desde que se lo conté a mi familia, a mis amigos y en el básquet siempre tuve apoyo. La única persona que se enojó es una de mis mejores amigas, que me dijo por qué no se lo había contado antes, que era mi amiga. Ojalá esto sea una semillita para que todo vaya mejorando”.
— Hay algo que vos contás muy crudo en tu relato y es la charla con tu familia: ¿cómo fue esa trama?
— Cuando fui a contarle a mi viejo, que era el que me faltaba, fui directo a que me eche de casa. Fui con esa idea. Y después fue medio de telenovela como pasó todo. Porque casi se desmaya. Creo que las cosas hay que hablarlas, me gusta mucho hablar con mi familia. Nos acerca. Nos hace bien. A mí me gusta. Le dije que era un camino que me tocaba recorrer, que me tocó, elijo ser feliz de la mejor manera, sin lastimar a nadie, siempre con respeto. Y bueno, de a poco le dije que él lo que necesitara saber, las cosas que quería hablar o que le iban pasando, que las hablemos, que hablar hace bien. Estas fiestas tuvimos charlas increíbles con mi mamá y mi papá; me di cuenta que ellos lo aceptan, que me apoyan. Eso tuvo mucho que ver en esto. Creo que mi papá pasó más por la parte de la protección de padre, como ‘mirá si te lastiman por esta situación’, no tanto por la aceptación sino por miedo a que me puedan lastimar. Mi vieja vino a visitarme unos días acá y cambió el chip cuando vio que con mis compañeros era súper natural, que no cambió nada, que se generó un súper vínculo. ¡Ahora hasta hace chistes y todo!
— ¿Leíste cosas de otros deportistas que hablaron sobre el tema antes de salir a hablar vos?
— Yo tengo relación con Facu Imhoff que juega al vóley y se declaró también. En su momento me ayudó un montón cuando me sentía mal. Mi ex pareja me pasó el contacto de él y empezamos una amistad por esto. Me ayudó muchísimo el empezar a hablarlo con mis amigos, en el ambiente del básquet. En una charla, él (Imhoff) me dijo: “En algún momento se va a hacer público”. Y yo le decía que no, que estaba loco, que no lo necesitaba ni lo iba a hacer. Y lo de Nico Fernández surgió unos días antes, cuando yo ya venía manejando el tema. La gente me pasaba todo el tiempo la noticia como diciendo “mirá, hacelo”.
— ¿Después que lo hiciste público te llamaron colegas u otros deportistas?
— Por ahora basquetbolistas profesionales no me llamaron, bah creo (se ríe porque todavía no alcanzó a leer el vendaval de mensajes que recibió). Me ha escrito mucha gente que está en un trabajo muy machista y no lo pueden decir porque se quedan sin trabajo.
— Recibiste muchos mensajes de profesionales conocidos, entre ellos el de Manu Ginóbili, ¿qué sensación te generó?
— Fue muy emocionante. Que Manu se tome el tiempo de ver lo que pasó, de mi noticia, y que me apoye, fue increíble. Súper emocionante. Pero también es emocionante toda la gente. Son tantos los mensajes de apoyo que el martes fue un día muy emocionante. Me siento muy tranquilo y feliz con lo que está pasando. Me llenaron de cariño. No lo puedo creer.
— ¿Por qué crees que de a poco se están animando varios deportistas a hablar del tema?
— Estuve hablando con mi hermana mayor antes de publicar la carta y ella me preguntaba por qué tenía la necesidad de contarlo. Yo me pregunté durante muchos días eso. Como dice la carta: primero para cerrar un ciclo mío. Pero también porque la situación no debería ser así. La sociedad no debería discriminarnos. Yo, desde mi punto de jugador de básquet, que tengo exposición, creo que puedo aportar mi granito de arena para que esto empiece a evolucionar porque sino estoy siendo cómplice de cosas feas. O del miedo que nos imponen. Y la verdad que no, la gente me demostró que hay mucho amor, cariño y apoyo. Cuando uno tiene buenas intenciones, pasan estas cosas.
— Si bien en el básquet no es tan intenso como en el fútbol, también hay un folclore que no está deconstruido todavía: ¿cómo se convive con eso?
— No sé, vamos a ver ahora, cómo sucede todo. Es todo nuevo. Vamos a ver qué pasa. Con el tema del coronavirus no hay público, voy a tener un tiempo de adaptación... Pero trataré de tomarlo con humor. El humor es sanador. Con mis compañeros seguimos jodiendo igual que siempre. Yo me río. No hay que ser tan sensible. Los cantos son parte del folclore, no es que ahora no se puede decir una palabra. Como decía Nico Fernández: si me gritan puto, me doy vuelta y me río. ¡Y sí, qué te puedo llegar a decir, ya lo sabe todo el mundo! Cuando vas de visitante, lo que buscan es que a uno le afecte lo que dicen para que no juegue bien, para que se equivoque.
— ¿Por qué la homosexualidad es un tabú dentro del deporte masculino?
— No sabría decírtelo. Creo que tiene que ver con la masculinidad. La masculinidad que piensan que una persona gay no puede ser masculina. De hecho, he dicho “soy gay” y me decían “pero no se te nota”. Está muy estrucutrado que el gay es femenino. Seguramente el tema tiene que ver con la masculinidad. Es un tema tabú que hay que empezar a romper un poquito y demostrar que se puede ser gay, jugador de básquet, deportista profesional. Mi convivencia no cambió absolutamente nada con mis compañeros. Nada de nada. Todo sigue siendo sumamente natural. Por un lado creo que es ahí donde ellos me enseñaron y crearon conciencia. ¿Por qué debería cambiar? Si durante 15 años –debuté en el básquet a los 16– nunca hubo un comentario sobre mí porque siempre me manejé con respeto, ¿por qué debería cambiar ahora?
— ¿Qué le decís a otros deportistas que están dudando de contarlo y seguramente lean esta nota para conocer tu experiencia?
— Primero y principal que vivan el proceso como quieran y lo sientan. No les voy a decir que no tengan miedo, porque uno siente miedo. Pero leí una frase que es “hacelo con miedo igual”. Miedo se tiene siempre: antes de invertir, de subir a un avión, pero sin embargo haces las cosas igual. Ese es el mensaje. Que hay sensaciones que no están buenas, pero después que pasa todo esto puedo decir que me siento mucho más libre y feliz.
Ese día de febrero que recordará por siempre se coronó con una victoria clave 88-73 a domicilio de Instituto, uno de los mejores equipos del país. Sebastián –que es uno de los jugadores más destacados en robos y rebotes defensivos del torneo en los 21 partidos que acumula en esta temporada– sumó aquella noche 3 puntos en 36 minutos y colaboró con 7 rebotes. Aunque la ganancia más importante fue la claridad con la que sintió que era momento de terminar con el proceso y contarlo a la sociedad, porque así, tal vez, aportaría un granito de arena para vivir en un mundo más justo.
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