Boca venía muy bien y Miguel Ángel Russo trató de tocar lo justo y necesario. No iba a tener a Cali Izquierdoz para la última fecha contra Gimnasia y Esgrima La Plata en la Bombonera y ya sabía que recurriría al peruano Carlos Zambrano, a quien le había dado minutos entre semana en el duelo copero ante Caracas en Venezuela. Ni siquiera había hecho viajar a Carlos Tevez y Eduardo Salvio para tenerlos al 100% en la definición de la Superliga. Casi todos los nombres y su rutina personal se repitió.
El contingente xeneize retornó de la capital venezolana el miércoles de la semana pasada e inmediatamente retomó los trabajos pensando en el cotejo ante el Lobo en el que, sabía, iba a poner sobre la mesa sus chances de título.
Y para la cena del jueves Russo mantuvo su lugar predilecto de ese día de la semana: el restaurante italiano La Stampa situado en el barrio de Recoleta. Degustó un plato con integrantes de su círculo íntimo y no se despidió del dueño sin antes pedir un postre. Allí fue cuando surgió un inconveniente que casi trastoca sus planes y atenta contra su lado supersticioso.
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“Miguel, hay vigilante de postre pero con membrillo, nos quedamos sin dulce de batata”, le explicó el mozo al entrenador boquense, a quien le cambió el rostro. Cabulero, quizás por tener escuela bilardista en Estudiantes de La Plata, el estratega le pidió por favor que le avisara al dueño que tomara cartas en el asunto para solucionar el imponderable.
Maxi Ambrosio, dueño del lugar y reconocido por ser presidente del Club Atlético Atlas de la Primera D y productor del programa “Atlas, la otra pasión”, atendió el reclamo en persona y se encargó de conseguir el dulce de batata no solamente para darle el gusto a uno de sus clientes top sino también con el afán de evitar sentirse responsable si algo fallaba en Boca dos días después en la Bombonera. Así es que salió en busca de la mitad del postre de Russo y lo consiguió a las 23:30 de ese jueves.
Para el técnico de Boca el fresco y batata no se negocia, al igual que mantener los hábitos cuando las cosas marchan bien. Creer o reventar, su equipo volvió a ganar ese fin de semana, recibió la ayudita de Atlético Tucumán y le birló el título de campeón de Superliga a River.
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