La historia íntima sobre por qué Maradona y Riquelme son el agua y el aceite

Desde aquellos tiempos en que compartieron equipo en la Boca, las diferencias se fueron ampliando. El golpe contra Basile agravó más la grieta entre los dos protagonistas que se vuelven a cruzar en la Bombonera

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La historia íntima sobre por qué Maradona y Riquelme son el agua y el aceite

No los aleja el egocentrismo.

Riquelme sabe y acepta que Diego es “sagrado”, incomparable cual moderno dios sin ateos ni agnósticos pero su tipología de hombre intransigente le impide el aliviador ejercicio de la alteridad que es aceptar y entender al otro pues “sin el otro yo no soy yo…”.

En este nuevo rol de dirigente de Boca con el cargo de vicepresidente 2°, Román será uno más de la multitud que estará presente esta noche en La Bombonera cuando un coro emocionado le rinda tributo a Diego. Acaso el único interiormente ajeno al palpitar trepidante de las tribunas.

Para Riquelme no se permitirá emocionarse pues la presencia de Diego remitirá a los dolores del alma juvenil, aquello que se siente a los 19 años y que perdura en la línea con la cual el tiempo consume la vida.

Era la época en la cual bajo la dirección técnica del Bambino Veira -1997 y parte de 1998- unos cracks inolvidables se entrenaban, se concentraban y llegaban al vestuario de Boca para cambiarse, calentar y jugar.

Maradona, el consagrado, y Román,
Maradona, el consagrado, y Román, cuando comenzaba a recorrer su camino en Boca, para terminar ahora como dirigente.

En medio de los Bermúdez, los Palermo, los Ibarra, los Cagna, los Serna, los Barros Schelotto, los Samuel, los Basualdo, los Córdoba, los Arruabarrena o los Latorre de tan rico plantel, había un chico que como todo chico soñaba con jugar. Más aún, muchas veces había pasado el masaje y hasta el calentamiento previo. Sin embargo…

- Permiso, permiso, permiso…-, con paso rápido y urgido, Guillermo Coppola con una percha enfundada que colgaba de su mano derecha hasta apoyarse en su espalda se abría camino en los abigarrados pasillos del estadio:

- Permiso, permiso, permiso, abran paso, abran paso que atrás mío viene Diego y faltan 40 minutos para empezar el partido.- repetía con indisimulado frenesí “Cappabianca”, tal el rebautismo napolitano para nombrar a Coppola.

Efectivamente detrás suyo y sin poder detenerse ante la locura de la gente que le pedía autógrafos, fotos o un simple toque de manos, Diego con dos custodias delante abriéndole paso y otros dos por detrás impidiendo los roces y las fricciones lograba alcanzar el vestuario, con el tiempo justo para cambiarse y ponerse la 10.

Esto significaba para el pibe Riquelme, en el mejor de los casos agarrar su camiseta, la numero 20 e ir al banco. La decepción, al parecer, no resultaba de ese hecho pues quien sería titular era nada menos que el mejor jugador del Mundo; a Riquelme lo desilusionaba que esa incomparable figura que era Diego no tuviera gestos de compañerismo o de líder coincidentes con el discurso público; antes bien a Riquelme siempre le pareció que había cuanto menos dos Maradonas: uno era el más grande jugador de la historia con quien compartía el vestuario y otro, distinto, el de las declaraciones públicas.

Riquelme nunca compartió el movimiento
Riquelme nunca compartió el movimiento para desplazar a Alfio Basile de la selección nacional para que llegara Maradona.

Es así como Riquelme, único caso de un jugador que fue aclamado por las tribunas de Boca desde el día de su debut -10 de Noviembre de 1996 – frente a Unión ( 2-0) hasta el último instante de su carrera tuvo hacia Diego una demanda de afecto; acaso como si no pudiera entender cómo aquel monstruo en el eclipse de su fulgor no fuera capaz de ofrecerle un gesto de ternura a su delfín, a quien habría de sucederlo en las ofrendas litúrgicas e incondicionales de la hinchada. Al cabo hasta podría interpretarse como un reclamo de amor filial, del hijo que esperó siempre escuchar un te quiero de la boca de su padre.

El después de cada uno los llevó por caminos diversos, universales, gloriosos y agónicos, anchos y profundos; tanto que cada episodio de cada uno de ellos forma parte de la propia historia del fútbol argentino con un anclaje en común: la identidad con Boca Juniors.

No obstante habrían de reencontrarse 10 años después en los Juegos Olimpicos de Beijing 2008. Diego fue la celebridad invitada más relevante del evento. Y Román un jugador fundamental de la brillante Selección Argentina que ganó la medalla dorada.

Fue tan fuerte la presencia de Maradona que resultó ser el único huésped entre los 10.942 atletas de los 204 países que compitieron, más los 2822 periodistas de todo el Mundo que cubrieron el acontecimiento y los 4.400 turistas que pasaba las puertas de cualquier estadio, villa olímpica,vestuario, o edificio sin ser revisado; un hecho de privilegio reservado a solo dos personas entre millones: Hu Jintao, por entonces el presidente de China y Diego Armando Maradona, el invitado estrella de los Juegos.

En ese marco Diego iba antes de cada partido de la Selección Argentina a ver a los muchachos y tal como ocurría con el hockey, el voleibol, el básquetbol, les dejaba su encendida arenga a los actores.

Riquelme guardaba una respetuosa distancia a tales prédicas. Y aunque el Checho Batista, director técnico del equipo, lo tomaba con gratitud y simpatía, Román alguna vez ironizó al respecto haciendo chistes alusivos tales como: “Che, ¿ se sabe cómo nos vamos a parar o hay que esperar hasta que venga alguien (en clara referencia a Diego) unos minutos antes…?

Para los jugadores la presencia de Maradona era un hecho estimulante. Y fue el Kun Agüero, por entonces yerno, esposo de Gianinna, padre de Benjamín- quien instaló el tema ante Messi y Di María al decirle: “A Diego le gustaría algún día dirigir a la Selección” ; y agregó: “¿ se imaginan a este monstruo con nosotros…? ” .

La manifiesta aspiración de Diego por dirigir a la Selección Nacional generó varias reuniones del plantel.

Lo que había comenzado como un comentario de Agüero a Messi y desde ellos al resto de sus compañeros tuvo rápido eco entre los delegados acompañantes del plantel. Especialmente de Daniel Pellegrino quien cumplía funciones como secretario de las Selecciones Nacionales aunque se trataba en realidad de un delegado personal de Julio Grondona, presidente de la AFA.

A Pellegrino lo extasió la presencia de Diego en el vestuario y rápidamente quedó seducido por la idea de impulsar su advenimiento a la Selección Argentina como director técnico. Lo mismo ocurrió con los dirigentes de la AFA que acompañaban a la delegación. Ellos eran Atilio Di Pace – fallecido ex vicepresidente de Independiente- y Noray Nakis – presidente de Deportivo Armenio y que también llegó a ser vice de Independiente- para quienes Diego significaba el futuro de cara al Mundial de Sudáfrica 2010.

Messi y Riquelme durante una
Messi y Riquelme durante una práctica en Beijing 2008. El de Boca se diferenció del resto de los jugadores -incluidosMessi- quienes veían con buenos ojos la creciente influencia de Maradona para quedarse con la dirección técnica del seleccionado.

Los jugadores organizaron dos reuniones en plena disputa de los Juegos y fue Gabriel Heinze quien por edad y experiencia se convirtió en el líder la “cruzada” para destituir a Basile (quien siempre menciona a dos dirigentes como ideólogos que provocaron su renuncia, ¿serán Di Pace y Nakis?) y que contó con el respaldo irrestricto de Pellegrino, quien diariamente le reportaba a Grondona todo cuanto ocurría en Beijing ( o desde el lugar del mundo en el que se hallara la Selección) con las subjetividades de su personalidad arrolladora, imperativa, por momentos despótica y en otros errática y cambiante. Pellegrino – quien falleció en el 2011- era un solidario servidor de los jugadores y los asistía hasta en los mas mínimos detalles; era él quien los iba a buscar a los aeropuertos cuando llegaban desde distintas ciudades en diferentes vuelos al lugar donde se hallaba la Selección para jugar o se hacía cargo de trámites en Buenos Aires para resolverle situaciones a jugadores que actuaban en el extranjero. Tenía muy buena relación con la mayoría de los jugadores y los complacía en todo con el conocimiento minucioso y al instante de su jefe Grondona. Heinze era uno de interlocutores más cercanos y propiciaba el cambio de técnico a pedido de Agüero con el apoyo de Messi y Gago, entre otros jugadores.

Fue así que mientras Di Pace, Nakis y fundamentalmente Pellegrino comenzaban a jugar para Diego, la mayoría de los jugadores, fundamentalmente los de la selección mayor, adherían. Sólo uno estuvo en desacuerdo con el “golpe de estado” a Basile y ese fue Juan Román Riquelme, quien nunca dejó de repudiar tal actitud del grupo.

Luego de la derrota ante Chile por Eliminatorias ( 0-1 el 14 de Octubre de 2008 en Santiago), Basile percibió que el plantel había jugado para impulsar su salida. Nadie mejor que él, con tantos años de experiencia en ambos lados de la situación, para saber cuando un equipo esta comprometido con su líder y cuando dejó de involucrarse con su idea. Se encerró en su casa, no atendió a nadie por dos días, siquiera a sus ayudantes el Panadero Díaz, Mostaza Merlo, el Ruso Ribolzi o el profesor Carlos Dibbos. Tampoco a ninguno de sus más íntimos amigos como Claudio Codina. El impacto había sido duro, inesperado y cruel.

Fue así que el 16 de Octubre de 2008 y tras una Asamblea Anual Ordinaria de la AFA, Daniel Pellegrino quien había compartido con Coco Basile muchas noches de porteñidad en La Raya hablando de fútbol , de tangos y de turf, le dijo a Julio Grondona, ”renunció el Coco, Julio, ¿qué hacemos? ”. El viejo caudillo entonces respondió: “Y bueno, si no hay nada que hacer informenselo a la prensa y mañana vemos”.

- Julio no se olvide de lo que le hable”, le dijo Pellegrino al tiempo que se le comunicaba a la prensa sobre la renuncia de Basile en la misma puerta de la calle Viamonte.

.-No, no me olvido –respondió Grondona y mientras regresaba a su oficina, agregó: “Dejame hablar con Pedro ( Pompilio quien lamentablemente fallecería dos semanas después)) y con los otros muchachos (miembros del Comité Ejecutivo) a ver qué hacemos…-

Antes de designar a Diego, el presidente de la AFA convocó a Carlos Bilardo para que sea el Director de las Selecciones Nacionales y a su hijo Humberto para que lo secundara. Ambos, especialmente Bilardo, asumieron el compromiso de respaldar –hecho al que jamás accedieron- la gestión de Diego. Y una vez que éste dio su primera lista de jugadores convocados para las Eliminatorias, hubo uno que desistió a integrarse y ese fue Juan Román Riquelme quien apeló a un pedido de su madre para justificar su histórica negativa.

En realidad Riquelme con la discreción que lo caracteriza le confesó a sus afectos más cercanos que la conducta de Maradona vulneraba sus códigos, que había llegado a la Selección de una manera inadecuada y que le hubiese costado convivir con compañeros que se prestaron a una maniobra carente de la ética más elemental.

Esta noche cual fieles griegos, los hinchas de Boca transformarán la Bombonera en un templo de Atenas para rendirle homenaje a su moderno Zeus, el dios del cielo, el dios supremo.

En un palco estará su hijo Heracles aplaudiendo austeramente.

Estos dioses no podrán juntarse porque unas palabras inoportunas les han ocultado el amor que nunca se dijeron.

Qué pena.

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