Aunque el inconsciente colectivo se empecine en engañar, Ricardo Bochini no es jugador de un único club: después de 714 partidos en Independiente, el 25 de febrero de 2007 defendió la camiseta también roja de Barracas Bolívar en un partido oficial correspondiente a la zona 57 del Torneo del Interior frente a Deportivo Argentino de Pehuajó.
Fue la única transferencia del mito sinónimo de fidelidad en el fútbol argentino: el Bocha, el Maestro, fue el líder de la orquesta de los Diablos Rojos entre 1972 y 1991, un período durante el cual el club de Avellaneda conquistó dos Copas Intercontinentales, cuatro Libertadores, tres Interamericanas y cuatro torneos vernáculos.
Bochini había colgado sus botines como consecuencia de la artera infracción que sufrió de Pablo Erbín en el Independiente-Estudiantes del 5 de mayo de 1991 en la antigua Doble Visera. Mientras Erbín se iba al vestuario expulsado antes de una salida caótica que lo obligó a escaparse en un patrullero, el Duende fue retirado en camilla. La infracción del defensor del Pincha aceleró una decisión que Bochini recordó en el diario Perfil: “Cuando me di cuenta de que me costaba esquivar los golpes, y eso me provocaba lesiones, empecé a pensar que ya era hora de retirarme”.
Dieciséis años después, el periodista Enrique Sacco tuvo un sueño. Por entonces también gerenciador de Barracas Bolívar, se atrevió a soñar: “Fue de esos placeres que te das en vida. Teníamos a Barracas disputando el campeonato de Primera C y a otro equipo que participaba del torneo argentino. Queríamos generar un efecto importante para el equipo de la liga. Se nos ocurrió llevar a una figura, apostamos fuerte, hablamos con Bochini y le gustó la idea. La idea era homenajearlo, que participara de la fiesta. En principio no estaba la idea de ficharlo, porque estaba previsto que jugara un solo partido”, rememoró en diálogo con Infobae.
Para concretar el homenaje, y al tratarse de un campeonato oficial del Consejo Federal, Bochini debió firmar un contrato con Barracas Bolívar. “Como el torneo era oficial, estaba obligado a producirse el pase. Como jugador libre, es inscripto por Barracas Bolívar. Ahí se produce el único pase en su historia”, especificó Sacco.
El 15 de febrero, diez días antes, la Asociación del Fútbol Argentino autorizó la transferencia: “Me dirijo a usted con el fin de informarle que esta Asociación, concede el pase del jugador RICARDO ENRIQUE BOCHINI (25-01-1954) para actuar en vuestro afiliado Club Barracas”.
“Más que fútbol, un sueño” era la leyenda que convocaba a sus hinchas para una firma de autógrafos a las 17 en su sede y anunciaba el partido en el Estadio Municipal de Bolívar para las 20 horas. Sacco reconstruye el día de Bochini: “Llegó a la mañana con la señora y los hijos, participó en un almuerzo que se había organizado en el que no se privó de nada, comió muy bien, se durmió una buena siesta. Su agenda decía que tenía que pasar por la sede, en el centro, para firmar unas camisetas y después a jugar el partido”.
"Esto es lo más lindo que a uno le puede pasar. Después de haber dejado de jugar en el 91, pensé que no iba a volver a jugar un partido de estos. Estoy muy contento, lo estoy esperando como uno de esos partidos frente a Racing, River o Boca, cuando teníamos que jugar y poner todo, eso es lo que uno va a hacer en el estadio de Bolívar", advirtió en la previa el campeón del mundo en México 1986 e ídolo de Diego Armando Maradona.
Ya en el estadio, el sueño de Barracas Bolívar estuvo a punto de truncarse: Bochini se había olvidado el DNI en su casa. “Si no trae el documento no juega”, amenazó el árbitro Fernando Álvarez. Una fotocopia salvó la noche, con tribunas atiborradas esperando al astro: “Se había olvidado el DNI. Un amigo nuestro, uno de mis mejores amigos, estaba a cargo de la logística y de los pases y tenía una fotocopia del documento de Bochini. Pudo jugar por eso”, recordó Sacco.
Dirigido por Claudio Daniel Brizuela, Barracas Bolívar alineó a Bochini como titular. El plan inicial era que la leyenda de 53 años jugara apenas 20 minutos: fueron 43’ antes de ser reemplazado por Sebastián Hauche, primo de Gabriel, bajo una ovación: “Había un grupo de hinchas que habían viajado desde Buenos Aires, bajo la lluvia cantando por Bochini. Era emocionante. Decían que le habíamos hecho un homenaje que Independiente aún no le había hecho”, detalló Sacco.
Con el fuego sagrado, la magia y el talento de siempre, el Bocha tiró un sombrero, intentó dos caños y hasta asistió a su compañero Luciano Ruiz en un gol que fue anulado por posición adelantada. “¡Qué cobrás!”, repitió con insistencia y a viva voz en cuatro oportunidades bajo un diluvio en Bolívar. Sacco recorre su actuación como si hubiera sido ayer: “La verdad hizo tres o cuatro jugadas espectaculares, un sombrerito, pases gol”.
Fue una noche inolvidable para Bochini: “Mis hijos nunca me habían visto jugar personalmente, cuando podía hacer una jugada gritaban mi nombre y me hacía acordar a la cancha de Independiente. La verdad es que podría haber jugado mejor, es bravo con pibes que están en competencia permanente. Pero haber entrado a la cancha y disfrutado la mayor parte del partido fue algo maravilloso”, declaró post partido.
“Era un chico con un regalo, que iba a jugar un partido con público, oficial. Yo lo vi feliz, rodeado de afectos, estaba feliz porque iba a jugar un partido oficial, jugar por los puntos, fue hermoso”, revive Sacco.
Barracas Bolívar se impuso por 2-1 a Deportivo Argentino de Pehuajó, clasificó a la siguiente instancia como líder de su grupo y quedó afuera a manos de Sportivo Bragado en la primera eliminatoria por el tercer ascenso, ya sin Bochini.
Sin embargo, aquella noche quedó en la historia y en la memoria de todos aquellos que disfrutaron del último partido profesional del genial Ricardo Enrique Bochini, homenajeado el último fin de semana por su querido Independiente y hasta por el propio Maradona que afirmó con contundencia: “El Bocha fue mi maestro, el más grande del mundo. Gracias a todos los hinchas de Independiente. Este estadio se tiene que llamar Enrique Bochini, vamos a darle un premio en vida. ¡Basta de Libertadores! Este estadio se tiene que llamar Bochini".
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