Los Dogos tienen una larga tradición en el deporte argentino. Desde su nacimiento en 1997, se convirtieron en uno de los primeros equipos de fútbol que levantaron la bandera de la inclusión y de la visibilización de la homosexualidad en un ámbito que suele ser machista y homofóbico. El pico de su éxito llegó en el 2007, cuando se consagraron campeones mundiales en la cita que se disputó en Buenos Aires. Este año buscan repetir, pero necesitan los apoyos para llegar a la competencia en la que se medirán -una vez más- con los mejores del planeta.
Del 5 al 10 de agosto se realizará el Mundial de fútbol gay en Alemania. Se trata de un certamen al que se accede por invitación y que está avalado por la IGLFA (International Gay and Lesbian Football Association). Participarán 32 equipos y, de lograr el objetivo de poder viajar, Los Dogos serán los únicos representantes de Latinoamérica. Se trata de un torneo al que no concurren seleccionados, sino equipos, por lo que puede haber varios conjuntos de un mismo país. Los más fuertes suelen ser los de Inglaterra, muchos de los cuales exhiben un nivel casi profesional (facilitado por los recursos que tienen en materia de entrenamientos, indumentaria, infraestructura y soporte económico).
“Siempre damos pelea en los torneos. Tenemos muy buen equipo y somos muy respetados a nivel internacional. Los ingleses, los franceses o los estadounidenses siempre preguntan en qué zona estamos. Nos enfrentamos a equipos muy competitivos y estamos a la altura. Las competencias son muy exigentes, a veces hasta con dos partidos por día”, explicó Claudio Blanco, jugador y coordinador de Los Dogos.
Hoy el equipo está compuesto por 35 jugadores -tanto gays como heterosexuales-, a los que se suman el entrenador Jonathan Baldo y el preparador físico Lucas Moura. En noviembre de 2019 participaron del Torneo Nacional por la Inclusión, que se hizo en Corrientes, y salieron campeones. Allí compitieron contra cuatro equipos de Buenos Aires, uno de Córdoba y otro de la provincia anfitriona.
Durante un año (entre octubre de 2018 y septiembre de 2019), Los Dogos entrenaron en el predio de Ezeiza de la AFA. Fue a raíz de una gestión del ex presidente de Boca, Daniel Angelici, y del respaldo que les brindó Rubén Moschella, el Director del espacio. En ese lapso también se reunieron con Claudio “Chiqui” Tapia, el presidente del organismo, quien les dio su apoyo y hasta los ayudó con la provisión de indumentaria para algunos torneos.
Hoy el equipo inclusivo está en negociaciones para volver a trabajar en Ezeiza -la idea es regresar a las prácticas a fines de febrero o principios de marzo- y, mientras esperan el visto bueno, sus integrantes se ilusionan con ir más allá: “Ojalá en un futuro podamos ser reconocidos como equipo de AFA”.
Los Dogos tienen ya una larga tradición de participación en certámenes internacionales, pero hoy enfrentan un gran escollo para poder ir a al Mundial de Alemania: la cuestión económica. Es por eso que están en busca de sponsors para solventar los pasajes. El costo del alojamiento se cubrirá con la organización de fiestas y rifas. El objetivo es que puedan viajar unas 20 personas, entre jugadores, cuerpo técnico y médico.
“Se nos hace muy cuesta arriba ya que todo es solventado por los chicos que integran el plantel. Hay competencias todos los años o cada dos años y necesitamos apoyo económico”, recalcó Claudio, que es abogado. La mayoría de sus compañeros son empleados.
Fútbol, diversidad e inclusión
Claudio nació en Chaco y, hace algunos años, llegó a jugar en la primera de Chaco For Ever. Por ese entonces no había asumido su orientación sexual (“Estaba en descubrimiento aún”, recuerda) y sostiene que no tuvo mayores problemas dentro del plantel. Sin embargo, es consciente de la homofobia y el machismo que -desafortunadamente hasta el día de hoy- caracterizan al ambiente del fútbol masculino.
Para jugar en el equipo de fútbol de Los Dogos no es necesario ser gay. De hecho, muchos de sus integrantes son heterosexuales. De todas maneras, intentan mantener un cupo para sostener su misión y para asegurarle un espacio a aquellos que hayan sido señalados o marginados de otros equipos por su orientación.
El rango de edad es libre. Todo aquel que quiera ser parte del equipo tiene que cumplir con un mes de prueba en el que el entrenador definirá si finalmente queda o no. Aquel que no tenga el nivel requerido para afrontar las competiciones, igual podrá seguir trabajando con el plantel. Uno de los pilares del conjunto es no excluir a nadie que quiera ser parte.
“Estamos abiertos a todos, pero somos un equipo competitivo y buscamos buenos jugadores”, explicó Claudio, que no solo es jugador y coordinador de Los Dogos, sino que también se desempeña como secretario de la Asociación Argentina de Deportistas por la Diversidad.
-¿Por qué formar un equipo de fútbol para varones gays?
-En el mundo del fútbol es un poco tabú el tema de la homosexualidad y la orientación de cada persona. Nosotros buscábamos brindar un espacio para aquellas personas que no se sentían bien en algún club o equipo para que puedan seguir desarrollándose y disfrutando del deporte tranquila y libremente.
-¿Por qué creés que no hay jugadores profesionales abiertamente gays?
-Es un ambiente hostil. En el fútbol, sea profesional o no, cuesta salir del clóset. Es complicado y hasta peligra muchas veces la carrera del jugador. Por eso muchos se privan de decirlo: algunos lo dijeron al retirarse o después de hacerlo. También es un campo muy machista. Eso se ve hasta en las cargadas de las hinchadas: si un jugador sale del clóset, imaginate lo que van a ser las hinchadas y las presiones psicológicas. No es fácil.
-¿Por qué en el fútbol femenino la diversidad se expresa con mayor naturalidad?
-En el fútbol femenino la profesionalización es reciente, entonces se pone todo sobre la mesa, pero en el fútbol masculino el machismo viene de tradición y cuesta muchísimo más el tema. A la hora de decir las cosas se piensa hasta en los sponsors y si estos podrían llegar a peligrar.
-¿Por qué creés que un varón heterosexual puede elegir ir a jugar a Los Dogos?
-Dogos te da la oportunidad de jugar competencias internacionales. Muchos tienen familia e hijos, pero no tienen problemas o prejuicios y se sienten totalmente incluidos. Este no es un equipo gay, sino un equipo inclusivo. Eso hace que se puedan integrar fácilmente. Tratamos de que haya la mayor cantidad de chicos gays posible porque esa es la finalidad, tratamos de que haya un cupo. Pero los chicos hétero ven que están en un grupo mancomunado y eso hace que se pueda disfrutar del deporte. Ellos tienen una misión en común con nosotros: llevan bien arriba nuestra bandera y luchan por lo mismo. Acá no hay hétero o gay: hay un grupo en el que vamos todos hacia el mismo lugar.
-¿Muchos integrantes del equipo han pasado por situaciones de discriminación o de marginación en otros espacios por su orientación sexual?
-Nosotros tenemos jugadores de Santa Fe, Entre Ríos, Chaco, Salta y Jujuy. La mayoría de los chicos viven en capital o en la provincia de Buenos Aires, pero son del interior y ahí nunca te sentís plenamente libre por los prejuicios y las tradiciones de cada uno de los lugares. No es fácil la vida gay en el interior, es más castigada. Acá en capital muchas veces pasan cosas en un bar o en el subte, pero eso tiene mucho más magnitud en el interior. Hay chicos que han tenido dificultades, pero hoy en día se sienten más libres y protegidos en una ciudad más grande como Buenos Aires.
-¿Qué les responderías aquellos que piensan que un equipo de fútbol gay es una forma de auto-discriminación?
-No es así porque no somos todos gays, somos un equipo inclusivo al que puede venir cualquiera. Privilegiamos al gay porque este un lugar para sentirse libre y disfrutar el deporte. Sabemos que en otros equipos eso no pasa del todo.
-¿Los Dogos es abierto a los varones trans?
-Totalmente. Los varones trans también son bienvenidos.
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