El 3 de agosto de 2003, con el dorsal N° 15, Javier Mascherano ingresó en el minuto 90 por Fernando Crosa en la victoria de River 2-1 a Nueva Chicago, con goles de Guillermo Pereyra y Fernando Cavenaghi. Se trató de la presentación oficial del entonces mediocampista central, de 19 años, que curiosamente había debutado primero en la Selección Mayor: un mes y medio antes, el 16 de julio, jugó en el 2-0 de la Albiceleste ante Uruguay, promovido por Marcelo Bielsa.
Fueron los primeros pasos en el fútbol grande del Jefecito, que ya había exhibido su personalidad en las selecciones juveniles (Sub 17 y Sub 20). En River disputó 72 partidos y convirtió un gol. Luego emigró, primero a Brasil (Corinthians), después a Inglaterra (West Ham y Liverpool). Se destacó en el Barcelona y tuvo dos temporadas en el Hebei Fortune de China, antes de retornar al país. Pero lo hizo con otra camiseta, la de Estudiantes. Y este domingo vuelve a cruzarse con los colores que lo forjaron, pero desde otro rol, el de rival.
"Nos vamos a enfrentar posiblemente al mejor del campeonato y vamos a tener que dar un plus. Siempre es especial enfrentar a River, pero hoy me debo a Estudiantes. Tenemos demasiado con pensar en lo que debemos mejorar nosotros para pensar en el rival”, señaló, consultado sobre el condimentado partido en el estadio Jorge Luis Hirschi.
Oriundo de San Lorenzo, Santa Fe, Masche saltó de Renato Cesarini a la Selección y, paralelamente, a River. Pudo haberse marchado siendo un juvenil, sin solidificar la identificación con el club, cuando lo buscó el Ajax de Holanda, pero desistió la oferta con el objetivo de formarse en River. Decisiones que hablan de su carácter. “¿Usted sabe el hijo que tiene? No es normal la seriedad y la manera en la que se desvive por triunfar”, le dijeron a su padre, Oscar (ex jugador de Argentino de rosario), cuando llegó a River. La anécdota está contada en el libro “Jefe”, de Alfredo Ves Losada y Andrés Eliceche.
La curiosidad es que los juveniles que fueron acercándose al plantel profesional, como Mascherano, fueron apadrinados por Marcelo Gallardo, hoy entrenador multicampeón con River y rival del volante en el cruce por la fecha 21 de la Superliga. “La imagen que más recuerdo de Marcelo es un día que entró al vestuario del Monumental antes de volver, en 2003, para saludar. Se sentó en la camilla y se puso a charlar”, prologó Masche en una entrevista con la revista El Gráfico. “Hicimos una gran relación, nos invitaba a comer a su casa a varios chicos. Íbamos con la Gata Fernández, Lucho González y Cobija Gandolfi; recuerdo a su padre haciendo asados”, semblanteó entonces la profundidad del vínculo.
Fue el Muñeco quien le regaló el primer apodo como futbolista profesional. Sucedió en aquellos años felices de los primeros flirteos con la Primera División. "En la concentración, la Gata Fernández y yo vivíamos en la pieza que compartían Gallardo y Marcelo Salas. Me decía Piraña y me jodía en las prácticas. Me pedía que no le respirara en la nuca porque imaginate que yo, con 20 años, lo seguía hasta abajo de la cama. Marcelo me hizo bullying todos esos años, esa es la verdad”, confesó.
Mascherano ya se enfrentó al Millonario. En octavos de final de la Copa Libertadores 2006, con la casaca del Corinthians, terminó expulsado por doble amarilla. Y el segundo acrílico lo fabricó... El mismísimo Gallardo. “Marcelo estuvo astuto, exageró la caída. Eso me trajo complicaciones en Brasil, decían que me había autoexpulsado a propósito”, confesó entonces. Luego se dio el cara a cara en la final del Mundial de Clubes en 2015, cuando el Barcelona (con dos goles de Suárez y uno de Messi) se impuso por 3 a 0.
Pero el vuelo que lo trajo de regreso a la Argentina lo depositó en La Plata y no en su primer hogar. “En los últimos tiempos no hablé con gente de River y no creo que ninguna de las partes deba forzarlo. Dos o tres veces hablé con Francescoli y D’Onofrio para volver, pero fue cuando estaba en Barcelona y yo creía que no era el momento porque mis proyectos eran otros. Ahora los planes del club y los míos son distintos. Mi afecto por River siempre va a estar porque es la institución que me formó como jugador, pero en el momento en que decido volver, las condiciones están dadas para hacerlo a Estudiantes, que me dio la posibilidad y me venía hablando hace mucho tiempo. Somos profesionales y nos vamos adaptando a diferentes circunstancias", se explayó en una entrevista con Infobae para argumentar el cambio de residencia.
“Hay momentos, simplemente eso. No hay nada raro. Tengo una muy buena relación con Javier, que vuelva al fútbol argentino es bueno”, le dio la bienvenida Gallardo, sin rencores por la decisión de su ex compañero. En el abrazo que seguramente se prodigarán sobre el césped quedarán atesorados todos los buenos recuerdos de aquel Mascherano de River.
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