Por Cholo Sottile
En el fútbol argentino se suelen elegir las caras. Hay una doble vara según el peso del apellido. El prestigioso, el que tiene chapa, el ganador, más de una vez puede equivocarse que igualmente tendrá un un reídor cerca. El peso caerá sobre el más débil. O el que no asusta con el apellido. Los Romero fueron tratados como estrellas desde que llegaron a San Lorenzo. No sólo porque se callaron algunos procederes que molestaron o porque le permitieron sumar un fisioterapeuta a su rutina de entrenamientos. Se prefirió mirar con simpatía que hacen todo juntos. Hasta los errores. La reacción inmadura en Córdoba fue el colmo. El desplante de los mellizos parece más un berrinche de nenes que quieren vestirse con la misma ropa que una reacción de profesionales de 27 años. El punto es que Diego Monarriz es el entrenador. No es la mamá ni el papá de ellos.
Marcelo Tinelli tiene la capacidad para subirle o bajarle el volumen al tema que se le ocurra. Con cintura política cerró una posible carnicería. No habrá sanción aunque se imponía. La parte discutible de su discurso público fue que le pidió tranquilidad a Monarriz en vez de profesionalismo a los Romero. Los mellizos desafiaron la autoridad del técnico al extremo de cuestionarle un cambio delante del plantel. Priorizaron el apellido antes que el grupo. Ni siquiera fueron al banco a ver el partido. Ya no pasa por la mirada lejana de quien no conoce cómo se apagan estos incendios. El propio mundo del fútbol blanqueó que nunca vio algo igual. Cuando el Bambino Veira se peleó en un vestuario de Boca con Gustavo todo quedó entre ellos. Guillermo no se involucró en el conflicto... Más que a los Barros Schelotto, como se jugueteó en alguna transmisión porque los buscaban y ellos picanteaban, los Romero parecen los hermanos Macana. Los mayores de 40 recordarán el dibujito animado de los dos muchachos con garrote que corrían juntos en el mismo auto de los autos locos.
Hace diez años esta jugada egoísta se resolvía a las piñas. No es lo correcto aunque resulta propio del idioma futbolero. El enojo lo potencia que no es el primer desplante de los hermanos. Un día Angel se fue de la práctica porque no dejaban entrar a su suegro a verla. Oscar se fue en solidaridad con su gemelo... No es la idea demonizarlos. No corresponde. Ellos exponen que buscan un trato de estrellas que no confirmaron hasta ahora en la cancha. En dupla también eligieron las caras. ¿Hubieran actuado así si el entrenador era Gallardo en vez de un interino que saltó a entrenador principal como Monarriz? Cuando Pizzi los dirigió y decidió el cambio de la discordia no se le plantaron... La misma pregunta le cabe a Tinelli si no se cae en el magnetismo de su enorme figura. ¿Hubiera tenido este discurso si el técnico era un Simeone? Pudo molestar que se instalara que Monarriz los quería afuera a los Romero sin calcular el valor de sus contratos, pero los primeros que no se manejaron acorde a los ceros que valen fueron los jugadores... ¿O no era esperable que el DT por el que se apostó tuviera algún error en su primera experiencia entre los grandes?
Los Romero les pidieron disculpas a sus compañeros. Cuentan puertas adentro de San Lorenzo que la respuesta fue exigirles hechos más que palabras sentidas por los errores. No hay mucho caudillo como para ponerlos en caja, pero tipos experimentados como Coloccini, Torrico o Donatti deberían ser escuchados. Angel y Oscar tendrán su revancha en breve vestidos con la misma camiseta y en la misma cancha. No existirá la sanción que hasta puertas adentro más de uno pensó necesaria. Ojalá que no sea Monarriz quien pague por actuar como líder apenas pierda dos partidos seguidos. Que se cumpla el respaldo que cuentan que Tinelli le dio en privado frente a los jugadores. Que no se lo trate como un nuevo interino que maneja un plantel de Primera. Que no se elijan las caras, algo que molesta en todos los trabajos. Hay muchas historias de peleas en el fútbol argentino en las que no se queda en el club el que tiene razón sino el que tiene apellido.