Racing y un clásico de tatuaje...

Ganarle a Independiente con 9 jugadores, con camisetas manchadas con sangre, con Nery Domínguez con el hombro roto como el Tata Brown en el 86, con Javi García atajándose todo sin siquiera entrar en calor, es tan épico como histórico

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(Fotobaires)
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Racing ganó un partido de tatuaje. No sólo será el gol más gritado por Marcelo Díaz junto a uno que metió en el Hamburgo. Será inolvidable en toda la carrera de Beccacece. Aunque los más emocionados –de por vida– serán los hinchas que estallaron en la tribuna. Esta vez no es parte de la exageración del periodismo que busca el título ampuloso para generar clicks. Ganarle a Independiente con 9 jugadores, con camisetas manchadas con sangre, con Nery Domínguez con el hombro roto como el Tata Brown en el 86, con Javi García atajándose todo sin siquiera entrar en calor, es tan épico como histórico. Un partido que conmueve a cualquier futbolero. Fue el corazón de Racing por encima del pizarrón táctico. Fue el carácter de sus campeones por delante del algún movimiento trabajado en la semana. Era un partido para los grandes. Para los que sacan un plus en partidos que definen historias. Como declaró Cvitanich, pícaro para sacar a Lucas Romero del partido y lúcido para declarar en los festejos en la cancha, “experiencia mata talento”. El entrenador lo entendió y entre todos dejaron en ridículo a un apático Independiente. Los clásicos se juegan con otra temperatura.

El grito de Diego Milito quedará grabado en la memoria. Tal vez tan viral como el video ganador de Francella. En los pasillos de Racing cuentan que el manager se involucró más que nunca en el clásico. El póster nunca se pone en juego pero los tres puntos podían cambiar el humor a su alrededor. Diego eligió al entrenador. Y si es cierto que ahora le aconsejó un equipo sin inventos de posiciones, tenía razón. Beccacece esta vez no cayó en la sampaoliada de poner a Toto Salvio de 4 en el Mundial o cambiar todo el tiempo. El lateral derecho fue Pillud, inicialmente descartado. Montoya, al que en su momento buscaron Boca y River por jugar de 8, jugó de volante por derecha. Marcelo Díaz se convirtió en el eje del equipo con Lolo Miranda un costado, un acierto ciento por ciento de Beccacece. El chileno es uno de los futbolistas que más entienden el juego. Y otro mérito propio ciento por ciento del DT, en el que nada tiene que ver Milito: cuando salió Licha López no puso a un volante para aguantar el 0 a 0; entró Cvitanich para ver si era real la sensación de que se podía ganar con 9. Antes, Gaby Arias achicó un tanto apresurado, su mano le valió la roja y entró Javier García. No sólo tapó tres pelotas de gol. Transmitió seguridad, ordenó, hizo picar a Cecilio Domínguez en un tumulto y hasta habló con los alcanzapelotas para que las escondan. Que no lean los fundamentalistas: hay momentos en los que es inteligente no jugar.

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Racing dejó su fatalismo de otros tiempos de lado. Se lo pasó a Independiente. En otras épocas quedarse con dos menos le hubiera significado el derrumbe. El grito desaforado que aplaude más a la propia hinchada en vez de respaldar al equipo. El domingo el Cilindro fue parte de la épica. Se podría decir que el sentido de pertenencia de estos jugadores. Parece más el propio orgullo de futbolistas de recorrido. El chileno Díaz corrió hasta el final y buscó una banana para evitar el calambre por su espíritu competitivo. Nery Domínguez jugó con sangre porque entiende que en los clásicos se sale roto. Del otro lado, el equipo de Pusineri no entendió del todo el valor del partido. Lo peor que le pasó fue cargar con la responsabilidad de ganar cuando Racing quedó con dos jugadores menos... Faltaron ideas como el día que Boca se quedó con 10 en la Bombonera. Faltó imaginación para superar a dos líneas bien juntas. Si el mejor pase filtrado lo mete Franco, el 2 del equipo, algo está mal. Si Pusineri no fuera un tipo querido que recién llegó al club, este resultado sería saca técnico. Aunque la peor resistencia llegará seguro para los jugadores en los próximos partidos de local.

Es un campeonato en sí mismo el triunfo de Racing. El más grande entre los partidos clásicos. Por un tiempo serán todos aplaudidos hasta cuando erren un pase. Es parte del exitismo pero también la valoración lógica de un triunfo glorioso. Eso no oculta errores del inicio del ciclo Beccacece y algún ruido interno. De hecho debió cambiar gran parte de su plan inicial. Olvidarlo ahora sin que sirva de aprendizaje sería caer en el banquinazo extremo del fanático. O de las conferencias de “prensa” del entrenador. El sábado anterior le habían preguntado por su continuidad en el club. Después de ganarle a Independiente lo recibieron con aplausos más de hinchas que de periodistas... De todos modos, hoy son anécdotas que casi nadie recordará. Racing fue mejor que Independiente con 11, con 10 y con 9. Lo superó en juego, en ánimo, en entrega, en corazón. Marcelo Díaz festejó emocionado el gol de Racing igual que su gente. Fue el Maxi Rodríguez del zapatazo a México en Alemania 2006. Quedará en el podio de los goles más gritados. El del clásico del tatuaje.

Racing vs Independiente
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