“Todos nos merecemos una historia con Maradona y ésta es la mía”. Pablo Ruiz tenía 15 años cuando vivió la gran anécdota de su vida con Diego Armando Maradona, quien por entonces era entrenador de Racing. Hace algunos días pudo volver a cruzarlo, le recordó lo ocurrido y decidió viralizar aquel recuerdo en redes sociales.
“Vamos a arrancar desde el principio. Esta historia comienza en 1995, con Maradona como flamante DT de Racing y con el plantel haciendo la pretemporada en el mismo lugar donde me encontraba de vacaciones: (de pie) Santa Teresita. Ver a los jugadores entrenando en la playa era parte del paisaje. Se imaginan que para un hincha de 15 años de vacaciones, que te pasen Costas, El Turco, El Piojo, El Lagarto, Nacho o Quiroz corriendo por al lado era como estar en Disney. Racing se alojó en el Hotel Golf Internacional y hubo un día por la mañana en que la práctica fue abierta al público. Se llenó de gente, no solo había hinchas de Racing sino de todos los cuadros. Estaba Maradona, claro”, se inicia la anécdota que contó Ruiz, quien hoy en día se desempeña como gerente de marketing de Racing.
Algo le indicó a ese adolescente que iba a ser un día especial: “Cuando terminó el entrenamiento, mucha gente se quedó en una suerte de solar entre el hotel y la playa. En un momento, Diego se asomó al balcón y desde el 3er piso no se le ocurrió mejor idea que tirar un par de medias para abajo. Se mataron. Volaban las trompadas para todos lados para quedarse con las medias de Maradona. Yo no me metí, pero me quedé mirando la escena: eran más de 100 tipos luchando por un botín de guerra”.
“Pasaron los minutos, pasaron las horas, la gente se empezó a ir y yo seguía ahí abajo. No había mejor plan que cazar algún autógrafo de algún jugador que no se haya ido a dormir la siesta. A las 15 hs quedaban solo dos personas: un chico un par de años más grande y yo. De repente, del mismo balcón del 3er piso se oye un grito y se ve algo que sale despedido por la ventana. Me paré como si tuviera un resorte y gracias a mi casi 1,90 mts, le gané en altura al otro chico que estaba al lado mío, casi tan al pedo como yo. En el momento no me di cuenta de qué era lo que había atajado en el aire, solo me pareció que estaba firmado. Atiné a guardarlo debajo de mi remera y a salir corriendo del lugar”, reveló sobre el inesperado tesoro que obtuvo aquella tarde.
“Apenas hice unos metros, se vuelve a escuchar un grito desde el balcón: ‘¡Eh, Flaco! ¿Se dice gracias, no?...’. Era Diego. No puedo explicar con palabras lo que sentí en ese momento. Se me pasó cualquier cosa por la cabeza, menos decirle ‘gracias’ a Maradona, que me estaba hablando a mí. Se me acercó un tipo con 200 dólares en la mano para comprarme lo que había tirado, esa fue la señal para salir corriendo. Corrí como 3 cuadras y cuando me di cuenta que no me estaba siguiendo nadie, paré y recién ahí saqué el tesoro que había atrapado en el aire. “Con cariño al que la agarre. Diego”. No lo podía creer. Esa misma noche volé de fiebre. Al otro día, el plantel entero abandonó la pretemporada por falta de pago y una deuda de sueldo, premios, primas, tías y abuelas. Muy Racing de los ’90. Santa Teresita dejó de ser Disney para volver a ser Santa Teresita: la playa y el muelle a la derecha”, repasó con la foto de la remera firmada que alcanzó a tomar.
“Año 2019. Diego vuelve a Argentina para dirigir al Lobo y debuta frente a Racing el domingo 15 de septiembre, el mismo día del cumpleaños de mi hijo Pedro. Ganamos. Esa misma noche lo llamé a Norberto Gobbi, gerente de marketing de Gimnasia. ‘Norber, si necesitás algo, a tu disposición. Por Diego cualquier cosa’, le dije. Por Diego y por él, que es un gran profesional. Esos días previos estuvo desbordado como nos pasaría a cualquiera de nosotros si nos aterriza Maradona en nuestro lugar de trabajo. Ese ‘si necesitás algo’ se transformó en un logo / monograma que diseñé con las iniciales DM, que Le Coq estampó en una línea de ropa dedicada a Maradona", explicó sobre el punto en la historia que le hizo renacer la chance de encontrar a Maradona cara a cara.
Su trabajo tuvo un impacto inesperado y con eso ya le alcanzaba: “Pocas veces sentí tanta alegría profesional como cuando vi a Diego asomarse en la terraza del hotel Ros Tower de Rosario para saludar a los hinchas de Newell’s que fueron a recibirlo. Diego tenía puesta una campera con el logo que yo había diseñado. Como si fuera poco, dirigió todo el partido en el Coloso sentado en un trono con esa campera puesta. Ese día lloré adelante de la tele, no podía creer lo que veía. Nunca creí que Norberto había quedado en deuda conmigo. No voy a negar que moría de ganas de que me invite a conocer a Diego. Tampoco voy a negar que puteé mucho ante cada rumor de que Maradona se iba del Lobo”.
“Finalmente el día llegó. 23 de enero del 2020, 19 hs. Estancia Chica. Norberto me sugirió que lleve la remera de 1995. Era muy buena excusa contarle esa historia para sacarle un tema de conversación. Obviamente, la llevé. Sinceramente pensé que Maradona habría firmado miles de remeras para miles de afortunados anónimos y las habría tirado por miles de ventanas de miles de hoteles por todo el mundo. Pero no”, detalló sobre el reencuentro.
“Es muy difícil explicar lo que se siente tener a Maradona adelante tuyo. Es un tipo muy bajito con un aura muy potente que te hace erizar la piel y te deja sin palabras. Como me pasó en 1995. Igual, la misma sensación. Me ayudó Norberto, que tomó la iniciativa y comenzó a contarle la historia. Yo apenas metí bocado, porque me costaba hablarle. Hasta que Diego dijo: ‘Claro que me acuerdo, fue en Santa Teresita. Tiré de todo, el short, las medias...’. ¡Claro! Si yo había visto cómo se mataban a trompadas por las medias de Diego... No pude contarle mucho más. Solo que 25 años después, quería decirle lo que él mismo me había reclamado desde el balcón del hotel de Santa Teresita. Le dije ‘gracias’, me saqué esta foto, le di un abrazo y se fue”, concluyó ese hilo que se viralizó con potencia en Twitter y rompió la barrera de las mil réplicas y los cinco mil favoritos.
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