Por Darío Coronel
Llegó y se fue en helicóptero, como las grandes estrellas de Fórmula 1. “No tiene mucho tiempo porque se tiene que ir a ver el Abierto Argentino de Polo”, le avisa a Infobae el jefe de prensa de Fiat. Se lo esperó unos minutos en el VIP de la marca en el Autódromo de Buenos Aires Oscar y Juan Gálvez. Hasta que Cristiano Rattazzi apareció con su sonrisa que parece imborrable. El presidente de Fiat Chrysler Automobiles (FCA) Argentina, acababa de terminar su actividad con la monomarca Competizione donde corre y que es partenaire del Súper TC 2000. Ahí despunta el vicio de su gran pasión que es el automovilismo, este deporte que empezó a practicar hace 53 años, aunque desde antes de venir al mundo estuvo vinculado a los autos.
Nació el 25 de septiembre de 1948 en Buenos Aires. De chico vivió en la calle 3 de Febrero en el barrio porteño de Belgrano. En Italia su familia materna era dueña de Fiat donde su madre Susanna Agnelli, que fue enfermera del Ejército en la Segunda Guerra Mundial, estuvo a cargo de la fábrica durante muchos años.
De joven Cristiano solía viajar a Balcarce, la tierra de Juan Manuel Fangio. Sus padres tenían un campo muy cerca del de la familia de Juan Manuel Bordeu, el piloto que era apadrinado por el Chueco y que fue campeón de TC en 1966 con Chevrolet (el último de una cupecita). “Bordeu acostumbraba a ir a jugar al polo al campo nuestro. Estábamos muy cerca”, recuerda.
Por esa época Rattazzi era estudiante de Economía y Comercio en la Universidad Luigi Bocconi de Milán. Venía al país en sus vacaciones ya que estaba instalado en Italia donde su familia se mudó hacia 1959. Vivía en Roma y a veces en Milán “dependiendo de la época y de cómo me iba en el estudio”, aclara. Al poco tiempo arrancó a practicar la pasión por la velocidad y se enamoró para siempre de los autos de carrera.
Inicios a los tumbos. “Cuando tenía 18 años me dieron el registro. Pero en Italia para poder correr necesitabas un año de antigüedad manejando en la calle. Cumplí 19 años y empecé a competir en una categoría de Fiat 500 (era muy popular en Italia en ese momento). Debuté en el Autódromo de Vallelunga. Andaban lindo y se podía doblar fuerte, pero en las rectas no viajaban a más de 140 kilómetros por hora… Era muy poco. En el ambiente del automovilismo lo conocí a Luca Cordero di Montezemolo y le dije que corriéramos juntos. Dijimos ‘vamos a correr en rally’. Fue así que nos anotamos para competir en el Rally de los 1.000 Lagos, en Finlandia. Me pareció un lindo nombre y fuimos, pero no sabía que era el rally más difícil del mundo. Fuimos desde Italia con nuestro auto de calle, un Fiat 125 Special. En carrera volcamos, pero fue una buena experiencia”.
Continuidad. “Hicimos el Rally de San Remo con un Fiat 124 preparado, pero probábamos con el 125 Special, que andaba fuerte. Terminamos primeros entre todos los Fiat y detrás de tres Lancia y dos Porsche. Entonces nos incorporaron como pilotos oficiales en el campeonato. Ahí corría con los equipos Fiat o Lancia y también alternaba mi actividad con la categoría de pista de los Fiat 500. En 1971 vine acá y empecé a correr en el Turismo Nacional en las carreras de rally. Debuté en La Vuelta de La Manzana (N. de la R: uno de los eventos más importantes del rally en la Argentina) con un Fiat 1600 cupé”.
Las 84 Horas de Nürburgring (1969). “Como Fiat decidió que no iba a poner un equipo oficial nosotros con Luca fuimos igual. A esa altura ya éramos grandes amigos. No nos podíamos perder esa aventura. Corrimos con nuestro querido auto de calle, el Fiat 125 Special. No teníamos gomas slick (lisas de competición) como los coches de los equipos más importantes. Como nuestras gomas tenían surcos porque eran neumáticos comunes, al ser tan largo Nürburgring (en ese momento 28,3 kilómetros), había una parte que podía llover y en otra no. En la parte que estaba mojada yo podía pasar autos de forma fácil, pero no en piso seco. Terminamos novenos en la clasificación general y para hacerlo con un coche de calle pienso que fue muy bueno. Era la primera vez que iba y fue muy lindo. Me pareció muy divertido y pintoresco. Había que manejar bien la caja y moverse bastante; de todos modos con nuestro auto no podíamos ambicionar mucho. Hubo que cuidar bastante las gomas y frenos. Con ese mismo coche volvimos manejando a Italia. Y también destaco lo que hicieron los Torino con un trabajo buenísimo y muy importante para la industria argentina”.
Amigo en problemas. “Lo de Nürburgring fue una gran experiencia junto a Luca. Aunque fue más divertido de lo que uno se pensaba ya que él descubrió que podía haber una radio en una carrera de autos. A nosotros no nos seguía nadie en Europa y empezó a ser un circo. Él saludaba todos los días a una novia que había conocido en su viaje de egresados unos años antes. Le decía ‘Ana te quiero…’ Resulta que Ana estaba a punto de casarse y a Luca se le armó un quilombo infernal (risas)”.
La invitación de Ferrari. “Un día nos entrevistan en un programa de radio con Luca porque habíamos hecho un gran trabajo en el Rally de San Remo. Nos escuchó Enzo Ferrari. Dijo ‘qué divertidos estos chicos’ y nos invitó a su fábrica. Claro que él (Ferrari) también sabía quién era yo y en esa época Fiat ya tenía el 50 por ciento de su fábrica. Nos reunimos con Enzo y fue un buen encuentro”.
Enzo Ferrari. “Era un personaje extraordinario. Un poco como Juan Manuel Fangio. Podías estar horas escuchándolo hablar. También era difícil como persona. Una vez Niki Lauda me puso a punto una Ferrari de F-1 para probarla. Me había hecho ilusiones. Pero vino Mauro Forghieri (en ese momento responsable técnico de la Scuderia) y me dijo “dice el ‘Ingeniero’ (uno de los apodos de Ferrari en sus últimos años) que deje el casco y que no le pida ese favor de probar uno de sus F-1…’ Fiat y Ferrari eran de la misma familia, pero Enzo era muy celoso de sus autos de carrera. Los quería como a un hijo”.
Hay un dato importante que es que Rattazzi fue el que promovió a su amigo Di Montezemolo a Ferrari donde llegó en 1973. En 1991 asumió como presidente de la firma de Maranello, en un momento muy delicado del equipo italiano. Lo reivindicó y mantuvo su cargo por 15 años. Fue el responsable de que la Scuderia pase las temporadas más gloriosas de su historia en la F-1 con los cinco títulos al hilo del alemán Michael Schumacher. En el lustro 2000-2004, La Rossa logró cinco Campeonatos de Pilotos y otros tantos de Constructores.
“En el momento de la reunión con Ferrari, la Scuderia estaba buscando un director deportivo y mientras íbamos de Roma a Torino, Luca (que era abogado) me dijo ‘hablé con Enzo y él necesita una persona como yo, que tenga relaciones con la prensa, aparte de lo que puede hacer un director deportivo’. Él ya estaba trabajando en Fiat. Hablamos con mi papá (Urbano Rattazzi) y mi tío y ellos estuvieron de acuerdo en darle una oportunidad. Llegó muy lejos y pudo demostrar toda su capacidad”.
Ferrari hoy. “Está cerca, pero le falta. No es fácil. Ahora tiene un fenómeno que es ese chico Leclerc (Charles). Es muy fuerte. Pero para ser un número uno hay que destacarse en una década como Fangio, Jim Clark, Ayrton Senna, Michael Schumacher y Lewis Hamilton. Mercedes no es imbatible. Estuvimos cerca en algunas carreras y hasta conseguimos triunfos. Se mejoró con el motor y esperemos que en 2020 se pueda pelear mano a mano con ellos”.
Fórmula 1 actual. “Es un poco genérica. Con solo cuatro fábricas que proveen motores. Hoy hay gente que capaz que ni la mira porque las carreras son muy aburridas”.
Pasión por los fierros. “Tal vez esté medio viejo para ser un piloto de verdad, pero me siento joven estando arriba de un auto de carrera”.
Automovilismo argentino. “Como la F-1 es medio genérico. Hoy nuestro automovilismo está pasando años difíciles y se tiene que recrear para que haya carreras más competitivas. Ahora las competencias duran muy poco. El TC es una categoría rara ya que es la que lleva más gente, pero con autos muy viejos”.
Pendientes. “Hice la Targa Florio que era la carrera más linda del mundo. Pero me hubiese gustado correr el Safari de Kenia en el Rally Mundial. También las 24 Horas de Le Mans, pero nunca pude por temas laborales”.
El país. “Está muy complicado porque necesita muchos años de superávit fiscal y eso no está en la esencia de los argentinos. De los últimos 70 años en solo cinco hubo superávit fiscal. En este contexto es muy difícil. A comienzos de la década del ‘30 la Argentina era uno de los cinco mejores países del mundo. Pero perdió el rumbo en la década de 1930. José Félix Uriburu y Agustín Pedro Justo, dos golpistas, hicieron la Junta Nacional de Granos, la de Carne y después el Banco Central. Y en ese período se perdió totalmente el rumbo. Esperemos que algún día lo encuentre. Hubo dos momento interesantes como el de Arturo Frondizi con su desarrollismo y el primer gobierno de Carlos Menen”.
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