A mediados de diciembre de 1999, Venezuela sufrió el peor desastre natural de su historia. Una fuerte precipitación azotó el estado de Vargas, ubicado en la costa caribeña del país, las primeras dos semanas del último mes del último año de aquella década. La situación climática generó destrozos y centenares de muertos y desaparecidos. Por tal motivo, la selección venezolana de fútbol estuvo cerca de no participar del preolímpico sudamericano que se disputó en Brasil, entre la segunda quincena de enero y los primeros días de febrero.
A sólo seis días del inicio del torneo que entregó dos plazas para los Juegos Olímpicos de Sydney 2000, la Vinotinto Sub 23 viajó a la Argentina para jugar un amistoso. Aquel miércoles por la noche del 12 de enero, un estadio de Ferro casi completo ayudó al pueblo venezolano -el partido fue a beneficio de los inundados- y se deleitó con un partido para el recuerdo de Riquelme, Aimar y compañía en el barrio de Caballito.
De la mano de José Pekerman, y tras la recordada derrota en la final de los Juegos Olímpicos de Atlanta 96 contra Nigeria, el fútbol argentino se ilusionó con el equipo que se armó para buscar la clasificación olímpica.
No era para menos. Con Juan Román Riquelme y Pablo Aimar como banderas de la Selección Sub 23 -dos piezas que fueron fundamentales en la época dorada que construyó José junto a Hugo Tocalli, el profe Gerardo Salorio y el resto del cuerpo técnico de las juveniles en AFA-, el plantel celeste y blanco viajó a Brasil con el objetivo de lograr una de las dos plazas en juego.
A pesar que Marcelo Bielsa era el entrenador de la Mayor, Pekerman fue el elegido por Julio Grondona para conducir al equipo. En ese momento, el nombre de José era palabra santa desde la Quiaca hasta Ushuaia: gracias a sus consagraciones en los campeonatos sudamericanos y los Mundiales Sub 20, las inferiores de Argentina eran consideradas de las mejores canteras en todo el planeta.
Para aquel torneo preolímpico, el entrenador elegido utilizó una simple ecuación. De los 20 futbolistas disponibles para convocar, llamó a 11 con pasado ganador bajo sus órdenes. Así fue como el arquero Cristian Muñoz; los defensores Leandro Cufré y Diego Placente; mediocampistas como Diego Markic, Esteban Cambiasso, Lionel Scaloni, Juan Román Riquelme y Pablo Aimar; más los delanteros Bernardo Romeo y Diego Quintana, todos campeones mundiales en Malasia 97, fueron seleccionados por Pekerman.
Lo mismo sucedió con Leonardo Biagini, delantero clave en la consagración de Argentina en el Mundial Sub 20 de Qatar 95, la piedra fundamental en la estructura de las selecciones juveniles. A este once ideal armado por José, se le sumaron dos de las grandes apariciones del fútbol argentino en el final del milenio pasado: Javier Saviola, estrella de River, y Gabriel Milito, un defensor clase A que nació en la cantera de Independiente.
El plantel argentino se completó con Pablo Richetti, Fernando Crosa y Lucas Alessandria (defensores), Aldo Pedro Duscher, Guillermo Pereyra y Mariano Messera (mediocampistas) y la sorpresa final de la lista: Albano Bizzarri, que por entonces jugaba en el poderoso Real Madrid, le ganó la pulseada a Franco Costanzo en el arco.
Una vez que el equipo desembarcó en Brasil, eligió como su centro de operaciones la ciudad de Toledo, a casi 50 kilómetros de Cascavel, la ciudad que le tocó en suerte como sede del Grupo B que compartió junto a Uruguay, Perú, Bolivia y Paraguay, el rival del estreno en el certamen.
El debut fue con victoria para el equipo de José. Con goles de Cufré, Placente y Biagini, Argentina superó al seleccionado guaraní. A continuación, la Sub 23 dejó puntos en el camino con un empate ante Perú (1-1), superó a una débil Bolivia -fue 2 a 0 con tantos de Romeo y Riquelme, de penal- y cerró la primera fase con una derrota que dejó a la Albiceleste al borde de la eliminación. Tras ponerse al frente en el marcador ante el conjunto charrúa por un gol de Cambiasso, Uruguay lo dio vuelta en el segundo tiempo y ganó la zona, dejando al equipo de Pekerman con 7 puntos y una diferencia de gol de +3, sólo uno más que la selección de Perú, que en la última fecha goleó 5-2 a los bolivianos.
Junto al seleccionado uruguayo, Chile y el local, fueron los cuatro equipos que se disputaron en un todos contra todos los dos lugares para Conmebol en los Juegos Olímpicos. Ya en Londrina -la otra sede de competencia-, el arranque de la fase definitoria marcó el destino final de aquel “Dream Team” que no llegó a serlo.
Con un Ronaldinho deslumbrante, que anotó tres de sus nueve goles en el campeonato en el clásico que fue triunfo para Brasil por 4-2, la Sub 23 de Pekerman dio un paso en falso a pesar de estar en ventaja desde los 5 minutos de juego, gracias al tanto de Romeo.
Al siguiente partido, y con la necesidad de ganar para llegar con chances a la última jornada, el entrenador metió mano en la alineación titular: Bizzarri, que hasta ese encuentro había sido el arquero, le dejó su lugar a Cristian Muñóz, que fue el titular frente a Uruguay. Tras un primer tiempo sin goles, la entrada de Messera en la segunda etapa fue decisiva, porque el volante de Gimnasia La Plata le dio fútbol y goles -fueron dos- a un equipo que tuvo que prescindir de la magia de su número 8: Riquelme, con molestias físicas, no fue de la partida.
Con el 3-0 en la segunda fecha, el panorama de la Selección en la previa de la jornada final fue la siguiente: a la espera del duelo contra Chile, ese iba a ser su rival directo. El conjunto trasandino había goleado 4-1 a Uruguay en el primer partido del cuadrangular final y luego fue superado por Brasil, que lo venció 3-1.
Argentina llegó al día decisivo con un sólo objetivo: si le ganaba el duelo a los chilenos, se aseguraba los pasajes para viajar a Australia. Otra vez sin Riquelme -su lugar lo ocupó Messera, el equipo de José nunca encontró el camino al gol. Y en el cierre del partido, una fugaz aparición de Reynaldo Navia le dio el triunfo a Chile, que logró una clasificación histórica a los Juegos Olímpicos.
Una vez que todo terminó, el propio Pekerman no pudo contener su decepción. "Este es el día más triste en mi carrera como entrenador. Me siento el responsable de esta mala experiencia”, dijo en diálogo con la prensa en el estadio do Café.
Justamente fue con los medios que el DT del seleccionado marcó su posición sobre la exclusión de Riquelme de trascendental partido. “A Román le pedimos el mayor esfuerzo para jugar contra Brasil y así y todo no lo vi bien. Ante Chile no jugó porque no estaba bien, y si no estaba bien no valía la pena hacerlo jugar”, declaró José.
En su casa, Brasil se coronó campeón del preolímpico y se clasificó a Sydney 2000. Tal vez como nunca antes en el historial de esta clase de torneos clasificatorios, Argentina contó con un grupo de futbolistas que tenía todo para triunfar: ya conocían el significado de ganar, eran figuras en sus clubes y tenían una relación particular con el DT. La fórmula, finalmente, no funcionó y el “Dream Team” de Riquelme, Aimar y Cambiasso y Saviola fracasó en su intento de llegar a los Juegos Olímpicos.
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