El 4 de enero de 2019, a Macarena Sánchez le comunicaron que ya no sería tenida en cuenta en la UAI Urquiza. Pocos imaginarían que esa decisión que la obligaba a estar seis meses sin jugar marcaría un hito en la historia del deporte nacional. Lejos de quedarse callada, la delantera alzó su voz e inició una demanda contra el club y contra la propia AFA exigiendo que se reconociera su vínculo laboral con la institución. De esa manera, se cargó sobre sus espaldas un reclamo colectivo: el de la profesionalización del fútbol femenino.
Ese sería el principio de una trama que recuperaría una larga tradición de lucha de la disciplina de mujeres y que llevaría a la AFA a tomar una decisión trascendental. El 17 de marzo, el presidente Claudio “Chiqui” Tapia convocó a una conferencia de prensa en el predio de Ezeiza y anunció la realización del primer torneo profesional femenino de la Argentina.
Las medidas eran concretas: la AFA transferiría unos 120 mil pesos por mes a cada club de la Primera División para que estos puedan afrontar los costos de entre ocho y once contratos (como mínimo). Esto implicó, además, el ingreso de las jugadoras del Convenio Colectivo de Trabajo bajo el cual se rigen sus colegas varones de las primeras tres categorías (y parcialmente en la C) y el compromiso de un monitoreo respecto de las condiciones laborales que las entidades ofrecen a sus planteles. Además, se habló de la creación de un certamen similar a la Copa Argentina masculina, a disputarse con equipos de todo el país.
En ese contexto, y con la ilusión puesta en el futuro, UAI Urquiza se coronó campeón del último torneo femenino amateur. Con los goles de Mariana Larroquette, Belén Potassa y compañía, el conjunto de Villa Lynch selló su segunda consagración consecutiva y sacó pasaje a la Copa Libertadores (quedaría eliminado en cuartos de final del certamen que se disputó en octubre).
En junio llegó el gran evento del año para el fútbol femenino. El Mundial de Francia 2019 marcaba el regreso de Argentina a la máxima competencia de selecciones después de 12 años, y el desafío no era nada fácil. Sin embargo, el conjunto nacional dio una muestra de garra y tenacidad para sellar una actuación histórica.
El camino empezó en el Parque de los Príncipes de París, con un impensado 0-0 ante Japón (campeonas del mundo en 2011) gracias a una actuación descollante de Estefanía Banini y un planteo de contención del rival que dio sus frutos. Ese empate marcó un hito: significó el primer punto para el equipo Albiceleste en Mundiales femeninos (previamente había perdido los seis encuentros que había disputado en las citas de 2003 y 2007). Luego llegaría la ajustada derrota por 1-0 ante una potencia como Inglaterra, con la arquera Vanina Correa como protagonista por atajar un penal cuando el encuentro aún estaba 0-0.
Un párrafo aparte merece la igualdad 3-3 ante Escocia. El equipo de Carlos Borrello llegó a estar tres goles abajo en el marcador, pero en el cierre del encuentro logró una remontada para el infarto. El ingreso de Dalila Ippólito desde el banco de suplentes aportó rebeldía y Milagros Menéndez selló el descuento. En el tramo final, Florencia Bonsegundo dispuso el 3-2 con un estupendo remate de media distancia y, ya en tiempo de descuento y a través del uso del VAR, marcó el empate definitivo con un penal que debió ejecutarse dos veces, agregando aún más tensión a la definición.
El pase a octavos de final no pudo lograrse por poco, pero la actuación de la Selección en el Mundial generó un boom y despertó un interés que pocos hubieran pronosticado en la previa. Dejó sentadas las bases, además, para una difusión aún más marcada de la disciplina y para el crecimiento del equipo.
En los últimos días en Francia se comenzó a tejer una interna que derivó en un conflicto inesperado. Las integrantes del plantel se reunieron y consensuaron que no querían la continuidad de Borrello como entrenador por diferencias en distintos aspectos. La idea era tener una charla con el presidente de la AFA, Claudio “Chiqui” Tapia, para pedirle un cambio en la conducción del equipo. Esa conversación nunca se dio y, en la previa de los Juegos Panamericanos de Lima 2019, las referentes del conjunto quedaron afuera de la convocatoria. La capitana Estefanía Banini, la subcapitana Ruth “Chule” Bravo y la histórica Belén Potassa no fueron llamadas para disputar el torneo continental. En solidaridad con ellas, Florencia Bonsegundo se bajó de la lista. Las cuatro expusieron al DT con duras cartas que publicaron en sus redes sociales.
Más allá de esa tensión interna, Argentina fue a Lima con el envión del Mundial a flor de piel y con una gran ilusión a cuestas. Durante el torneo se desarrollaron nuevos liderazgos, como los de las defensoras Aldana Cometti y Agustina Barroso, y el resultado fue, una vez más, histórico: por primera vez el equipo femenino nacional se subió al podio y se colgó una medalla. Tras perder la final por penales ante Colombia, el conjunto Albiceleste se quedó con la Plata.
Ya en el ámbito doméstico, los equipos de la Primera División comenzaron a anunciar las firmas de sus primeros contratos. San Lorenzo dio el puntapié inicial, confirmando la incorporación de Macarena Sánchez, la abanderada de la profesionalización. Al conjunto Azulgrana le siguieron otros equipos como River, Racing, UAI Urquiza y Boca -el único que rubricó vínculos con todas las integrantes del plantel-, entre otros.
Con muchas expectativas comenzó la primera edición del torneo femenino profesional del a Argentina. El certamen se desarrollará hasta mediados de 2020 y, en la actualidad, tiene a Boca Juniors como líder, con la UAI Urquiza, San Lorenzo y River siguiendo de cerca.
El 2019 cierra con el optimismo generado por la profesionalización del torneo local y de los buenos resultados cosechados por la Selección en el plano local, pero se abren nuevos interrogantes. En los últimos días del año, las jugadoras de El Porvenir denunciaron que sus sueldos aún no fueron abonados y que no tienen las condiciones mínimas para desarrollar la actividad, es decir, que no se están cumpliendo las pautas que prevé el nuevo régimen de la máxima categoría del fútbol femenino. En cuanto al conjunto Albiceleste, se confirmó que la Argentina desistió de la postulación para ser sede del Mundial del 2023 y la organización de los últimos amistosos internacionales (disputados en días de semana y a puertas cerradas en el predio de Ezeiza) planteó un panorama ambiguo a futuro.
Luego de la consagración de Estados Unidos en el Mundial de Francia, el cántico que resonó en el estadio fue el de “Equal pay”. Hace ya un tiempo que las jugadoras, con su capitana y Balón de Oro Megan Rapinoe a la cabeza, reclaman por la igualdad salarial respecto de sus colegas de la selección masculina. Queda claro que en la Argentina las urgencias son otras, pero también es evidente que 2019 fue el año en el que se dieron enormes pasos y se logró un desarrollo inédito para la disciplina. El terreno es fértil para que, si se sostienen los esfuerzos y se redoblan los compromisos, se desarrolle un potencial que está latente.
SEGUÍ LEYENDO: