“No podés jugar al fútbol por ser mujer”: la regla contra la que pelea una nena de ocho años en Córdoba

Martina Raspo se luce como volante por izquierda en su equipo, pero no puede jugar en los partidos oficiales porque el estatuto dice que solo los varones pueden hacerlo. Sus padres y entrenadores iniciaron un pedido para que la Liga Regional de San Francisco le permita participar de los encuentros junto a sus compañeros

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Martina Raspo tiene ocho años y pide que la dejen jugar en la Liga Regional de San Francisco con sus compañeros varones
Martina Raspo tiene ocho años y pide que la dejen jugar en la Liga Regional de San Francisco con sus compañeros varones

Martina Raspo tiene ocho años y juega al fútbol en el Club Tiro Federal y Deportivo Morteros, de Córdoba. Hace un tiempo, luego de quedar afuera de una nueva convocatoria, se acercó a su entrenador, Álvaro Biglia, y le preguntó si podía jugar los partidos por los puntos de la Liga regional. Con mucha pena, el hombre le respondió que no, que el reglamento no permite a las nenas disputar encuentros oficiales.

No contenta con la respuesta, Martina se fue a su casa y habló con su mamá Carolina y con su papá Pablo. Fue la mujer la que decidió emprender una campaña para que su hija pueda cumplir su sueño de compartir dentro de la cancha con sus compañeros en un partido oficial. Días atrás, envió una carta a las autoridades de la Liga Regional de San Francisco para que modifiquen el estatuto y permitan que “La Martu”, como todos la llaman, pueda jugar.

Martina y su familia vivían en San Cristóbal, Santa Fe, pero por cuestiones laborales este año se mudaron a Morteros. En la casa de los Raspo siempre se respiró fútbol: la nena creció con tres hermanos varones que jugaban junto a ella y un padre que es “profe”. Es por eso que los patines que su mamá le regaló hace un tiempo siguen ahí guardados, impecables, casi sin uso. La pasión de Martina siempre fue la redonda.

La niña es zurda y juega de volante por izquierda o de delantera
La niña es zurda y juega de volante por izquierda o de delantera

Cuando tenía siete años, Martu empezó a jugar al fútbol en Independiente de su ciudad natal. Después de la mudanza a Morteros, la familia le buscó un lugar donde pudiera continuar con su actividad preferida. Así llegaron al Club Tiro Federal y Deportivo Morteros. “Se acercaron y preguntaron si la nena podía jugar al fútbol. Yo les contesté que las puertas estaban abiertas para ella”, contó Álvaro, entrenador de las categorías 2010 y 2011. Así, la niña se sumó a un grupo en el que hay 35 varones y en el cual hoy ella es la única mujer.

Al ser tan numeroso, el grupo de Martina generalmente se divide en dos. Algunos juegan los partidos de la Liga, mientras que el resto disputa la categoría Integración, que es una especie de Reserva. En esa segunda división es donde hoy juega Martina, contra equipos integrados por varones.

“Este año le fue re bien. Al principio le costó porque era su primer año en la cancha, pero terminó jugando muy bien y entendiendo todo. Antes le costaba hacer goles: llegaba y siempre le faltaba algo, le pifiaba a la pelota, se la robaban o hacía una de más. Pero al final ya empezó a hacer goles, patea con las dos piernas. Es una atrevida la Martu”, dice con emoción Álvaro, que entrena a la niña tres veces por semana y que considera que la formación mixta es una buena opción hasta los 12 o 13 años, etapa en la que empiezan a manifestarse las diferencias físicas entre varones y mujeres.

Su entrenador la define como "una atrevida" dentro de la cancha
Su entrenador la define como "una atrevida" dentro de la cancha

La presencia de una nena en un equipo mayormente integrado por varones aún llama la atención, pero, al ver jugar a Martina, los padres y los entrenadores de los equipos rivales se sorprenden porque no hay ninguna diferencia en el nivel respecto de sus compañeros. El DT no dudó a la hora de definir las características de Martina: “Tiene unas condiciones tremendas. Es zurda, juega de volante por izquierda y a veces de delantera. Los chicos la aceptaron como una más y la respetan porque juega bien. Ella está a la altura de cualquiera”.

La Liga Regional de San Francisco debería tomar una decisión respecto del pedido de Martina antes de febrero del 2020, que es cuando se harán los fichajes de cada equipo para los nuevos torneos. Un antecedente que podría ilusionar a la familia Raspo es el de Candelaria Cabrera, también de ocho años, quien en 2018 emprendió un reclamo y consiguió que La Liga Casildense de Fútbol, en Santa Fe le permita jugar para su equipo (Huracán de Chabás) junto a los varones.

Nos apoya un montón de gente, no estamos solos. Pedimos firmas a la gente que nos conoce y la ve jugar”, destaca Carolina Bulacio, la mamá de Martina y la gran artífice de esta movida con la que también aspira a abrirle las puertas a otras nenas que quieran jugar. La campaña cuenta con el visto bueno del padre de Florencia Bonsegundo (la jugadora que es oriunda de Morteros y que fue emblema de la selección argentina en el reciente Mundial de Francia 2019) y tiene como principal respaldo a Rocío Correa, futbolista profesional de San Lorenzo y de la Selección Sub 20 (hoy alejada de manera transitoria de las canchas por una lesión). La delantera tucumana se ha puesto en contacto con la familia y ha invitado a otras futbolistas a visibilizar el caso.

Martina junto a su papá, Pablo, yendo a un entrenamiento
Martina junto a su papá, Pablo, yendo a un entrenamiento

Martina es fanática de Boca y de Colón de Santa Fe. Su espejo adentro de la cancha es Mauro Zárate, el delantero del Xeneize. En el fútbol femenino, Álvaro la compara con Alegra Risso, la joven oriunda de Freyre que juega en Unión de Santa Fe y que ya ha sido convocada a la selección argentina juvenil.

“El fútbol es todo para ella. Martina se ve a futuro en esto, siempre me dice: ‘Cuando yo sea grande, voy a jugar al fútbol y voy a ver qué otro trabajo consigo’”, relata con orgullo Carolina sobre los sueños de su hija. La profesionalización del fútbol femenino en Argentina, lograda en este 2019, abre las puertas a que Martina -y otras niñas- puedan aspirar por primera vez en la historia a que la ilusión de ser mujer y vivir del fútbol (sin necesidad de buscar otra ocupación) deje de ser una utopía.

La carta que presentaron los padres de Martina a la Liga Regional de San Francisco:

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