El desafío con Bianchi en la balanza, la mística detrás de su gol y el bochornoso festejo en el avión: el recuerdo del Turco Asad, a 25 años de Vélez campeón del mundo

Aquel 1 de diciembre de 1994, un club de barrio paralizó al mundo del fútbol: con goles de Roberto Trotta y el 9 del equipo, luego elegido el mejor jugador de la final, el Fortín se quedó con el título más relevante de su historia después de ganarle al poderoso Milan de Fabio Capello

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Omar Asad levanta la Copa
Omar Asad levanta la Copa Intercontinental que Vélez le ganó al Milán hace 25 años (Matías Arbotto)

“Cuando vuelvo después de la jugada, Bianchi me aplaudía. También lo veo al profe Santella revoleando la bufanda y mirando a todos mis compañeros que me cargaron durante cinco meses...”

Esa no fue la reacción que generó en el banco de suplentes el segundo gol de Vélez en la final de la Copa Intercontinental contra el Milan, en Japón. Meses antes, después de aquel penal de Roberto Pompei que picó en la línea, dio en el travesaño, y terminó en el fondo del arco del Morumbí para consumar la histórica consagración del equipo de Carlos Bianchi en la Copa Libertadores, el máximo goleador fue el primer señalado por el resto del plantel.

La vida de Omar Asad cambió para siempre después de la victoria en los penales contra el San Pablo de Telé Santana. Pasó de jugar a los 20 años con sus amigos en el barrio a tener la fama de una estrella de rock en poco tiempo.

“Turco cagón, gordito me decían. Todo pensando que me tenía que preparar para enfrentar a uno de los mejores defensores del mundo”, le cuenta Asad a Infobae.

“Antes de salir, Carlos me agarró y me dijo: ‘Hacele sentir tu presencia, con respeto. Que él se cuide de vos”. El 1 de diciembre de 1994, el primer blanco para Omar fue Franco Baresi, considerado como uno de los mejores defensores en la historia del fútbol, y figura del conjunto italiano.

Lo que para muchos hoy sería considerado bullying, esos dichos en el lenguaje de la pelota eran utilizados como motivación. Al menos eso se creía. En el caso del duelo Asad vs Baresi, la fórmula funcionó. En el primer cruce que tuvieron en el césped del estadio Olímpico de Tokio, el Turco aprovechó sus casi 100 kilos y dejó en la lona a una de las estrellas del Milan.

Esa jugada fue todo un mensaje para el equipo de Capello. Una demostración de la mentalidad que habían forjado el entrenador y el preparador físico en ese plantel. “Carlos fue nuestro gran líder y Santella nos dejó en el aire”, dijo Asad.

Omar Asad habló con Infobae
Omar Asad habló con Infobae a 25 años de Vélez campeón del mundo (Matías Arbotto)

Después de varios meses de preparación, el cuerpo técnico de Vélez aprovechó para rotar a los futbolistas del plantel. Con el torneo Apertura como banco de pruebas, Bianchi reguló las cargas de competencia y puso a punto a su equipo con el fin de llegar en óptimas condiciones a la final Intercontinental.

Vélez viajó a Japón siete días antes de la definición. Fueron 35 horas de vuelo. Para acostumbrarse al uso horario y combatir el jet lag, los jugadores se fueron de excursión. Visitaron un templo milenario y hasta una pagoda, un recinto religioso. “Justo estaban exhumando los restos de una persona mayor. Era una cremación. Nosotros lo mirábamos de una manera y ellos de otra. El respeto era lo más para ellos, y para nosotros fue muy chocante, pero increíble”, recuerda Asad.

Todo iba bien en territorio japonés. Hasta que un entrenamiento encendió las alarmas de todos. “Tres días antes del partido ya nos dimos una señal entre todos porque fuimos un desastre. En una práctica de fútbol casi formal contra suplentes y algún que otro invitado de un colegio, perdimos. Fuimos un desastre”, contó el Turco, que remarcó como Bianchi manejó esa situación, los reunió a todos para tranquilizarlos y los liberó de toda presión.

“Dos días antes del partido, Carlos nos mostró la final que le ganaron 4-0 al Barcelona. Abrimos los ojos grandes y dijimos ‘con estos nos comemos seis’. Y a las 24 horas nos mostró otro actuación: perdieron y jugaron mal. De esa reunión salimos muy motivados”, explica el número 9 del Fortín.

Asad y noche previa antes de jugar con el Milan. ¿Por qué lo tuvieron que pesar?

La noche previa al encuentro más importante en la historia de Vélez fue especial. ¿Les costó conciliar el sueño a los futbolistas? “No, a mí no. Sí a mis compañeros, les costó bastante. Me acuerdo que había muchos en el pasillo, muchos cagados. Se hacían los que tomaban mate, que estaban mirando al rival y estaban cagados mal. Se pudieron dormir recién 4, 5 de la mañana”, menciona entre risas el Turco.

Antes del desayuno, la habitación que compartían la dupla Asad-Almandoz tuvo una visita especial. “Llegó el día del partido y me fueron a golpear la puerta: eran Santella y Bianchi con la balanza en la mano”, relata Asad.

- ¿Por qué fueron a pesarte?

- “Cuatro días antes había subido un kilo de lo que yo pesaba. Entonces, hubo una reunión: Santella, Ischia, el capitán (Roberto Trotta), Chilavert”.

- ¿Qué definieron?

- “Me iban a pesar el día del partido y que si no pesaba mi peso no iba a jugar la final. Medio que me quería apretar el Pelado (Bianchi) porque sabía como lo hacía y Santella, que era mi mentor, y yo era su pollo, decía ‘Tranquilo que mi pollo va a dar el peso’”.

- ¿Y qué pasó?

- “Bueno, me levanté para irme a pesar y dí un kilo por debajo de mi peso. Santella empezó ‘tomá, tomá…’ le decía a Carlos, y él dijo ‘tranquilos, tranquilos, que todavía falta el almuerzo’.. Y así. Bueno, llegó el día de la final, estaba en mi peso, y fue lo que fue. Estaba justo en mi peso, volaba, rapidísimo, fuerte. Una previa muy linda, media con nervios pero sabiendo lo que se venía”.

Una vez que todo Vélez llegó al estadio, la concentración copó el vestuario. El clima no parecía el de una final para el Turco Asad, pero una situación que se produjo en la entrada en calor del equipo los motivó aún más. “Vivimos muy tenso el momento en el que Marcelo Gómez se esguinzó el tobillo. Nos pusimos a llorar todos. No sabíamos que iba a pasar con él, pero lo que terminó pasando nos potenció: al Negro le sacaron sangre del tobillo, lo infiltraron y salió a la cancha. Eso nos potenció”.

La pelea antes de entrar a la cancha con los jugadores del Milan

- ¿Es verdad que en el túnel, antes de entrar a la cancha, se dijeron de todo con los jugadores del Milan?

- “Ahí ya se empezaba a gestionar el ingreso de los dos equipos como en el Mundial. Nos juntaron en el pabellón antes de salir a la cancha, y bueno, hubo un par de gritos, puteadas… Después, a medida que nosotros íbamos gritando y nos dábamos aliento, ellos nos miraban de reojo, por encima del hombro y a nosotros no nos gustaba nada. Entonces, pasamos del aliento a los insultos y a carajearlos un poco. Pero siempre dentro de la ley, de lo legal. ‘Vamos que los tenemos que matar, que ganar. Les vamos a cortar las patas. Somos mejores, concentrados no nos pueden ganar’, así fue. A cada paso que los veía, eran más grandes. Eran todos grandes. Salimos a la cancha muy bien, muy fuertes. Hicimos un partido bárbaro, todo lo que pasó antes nos potenció para bien”

Así fue como el partido se jugó de la manera que Bianchi y el resto de su cuerpo técnico lo había planificado. “El primer tiempo fue chato, lo llevamos a nuestro juego. En el segundo se dio: vino un pelotazo mágico de José Luis (Chilavert), Pepe (Basualdo) que la bajo y enganchó como los dioses y le hicieron el penal al Turu (Flores)”, relata Asad sobre la secuencia que desembocó en el primer gol de Vélez. A los 5’ del epílogo, Trotta batió a Rossi desde los 12 pasos para poner al frente al equipo sudamericano.

Siete minutos más tarde, y para terminar de descolocar al poderoso Milan, el Turco tuvo su momento de gloria. A pesar que pensó que su definición no iba a terminar donde finalmente acabó: en el fondo del arco.

- ¿Cómo recordás la jugada del gol?

- “Me acuerdo como si fuera hoy. Toda la jugada. Pompei va a apretar al volante, el volante se la da al central, a Costacurta… Lo apreta el Turu (Flores), amaga, mira para atrás y cuando vuelve para atrás le pega mal a la pelota. A todo esto, yo estaba con Maldini, en la marca mía con Maldini, y veo que Turu lo va a apretar, bah la pelota va para atrás y el Turu aprieta. Yyo suelto a Maldini y voy a la espalda de Baresi, que era el último hombre. ¿Por qué? Porque Costacurta estaba con el Turu. Entonces, voy a la espalda de Baresi y cuando veo que tira sin mirar, corro, pero yo no pensé que le iba a pegar tan mal. La pelota iba picando, yo estaba en el aire, y tenía que llegar primero. En ese momento, pensé ‘Me sale el arquero, me toca y es penal’, así que, a penas siento una pluma que me roza, me tiro. Voy así, toco la pelota y el arquero se frena para no hacer penal: yo, automáticamente, en milésimas de segundos, dije ‘Salió el arquero, yo pasé por la espalda del último hombre.. El arco está libre’. Y bueno, en el aire, pongo el primer pie de apoyo, ya estaba decidido lo que iba a hacer y giré. En ese segundo giré bien, la agarré con la comba necesaria y por la inercia que llevaba medio que me caigo y quedó en el aire mirando. Veo la pelota y medio como que se levanta desde mi vista y apunta para el córner, pero después hace así y así (lo marca con las manos) y entra limpita a la red y fue un golazo. Baresi quedó tirado en el arco y fue una emoción enorme”.

La conquista de Asad sentenció la final. El Milán de los millones, el de Maldini y del francés Desailly; de Boban, el fino mediocampista croata; y del montenegrino Savićević, se quedó sin respuestas frente al poderío emocional y estratégico de un equipo inolvidable.

“Salir campeón del mundo es lo más. Fue un premio merecido para Vélez. La gente necesitaba ese paso de grandeza. Y lo hicimos con nobleza”, cuenta Asad.

Omar Asad relata su gol contra el Milan

La celebración se extendió todo lo que se pudo. Intentaron en varios bares, pero la noche en Japón se terminaba temprano. Al final, el Hard Rock Café de Tokio sirvió para juntar a la familia velezana: juntos, jugadores, dirigentes y los hinchas que viajaron festejaron con varias copas en mano. Pero lo mejor, según Omar, se vio a más de 10 mil metros de altura.

- ¿Qué pasó en el avión?

- “Bueno, ahí hubo hechos bochornosos. Mejor que algunos compañeros los cuenten ellos. Quisieron tomar mate y no tomaron mate, tomaron bebidas de todos los colores y así les fue, no. Uno quiso acompañar a otro que tenía el temperamento fuerte y palmaron”.

- ¿Es verdad que uno se quedó dormido en el baño?

“Claro, exactamente. Quedó herido de gravedad. Dormido porque estaba herido de gravedad. Se quiso hacer el héroe forzando una situación y el otro era de crédito largo y este con dos o tres copitas, palmó. No voy a decir que fue el Negro Gómez con Tito Pompei, que se quedó dormido en el baño. Y el Negro, pila, porque estaba lastimado el tobillo, sentado con reposo y tomando. Él no se podía levantar…”

Asad y un repaso por los festejos en Tokio y en el avión de regreso a la Argentina

Una vez que el avión tocó tierra firme, una caravana de hinchas velezanos pobló la salida del micro del Aeropuerto Internacional de Ezeiza. Y a partir del cruce con la avenida General Paz, el periplo fue eterno. Más de dos horas tardó el bus que llevó al plantel hasta el estadio José Amalfitani.

En ese mismo lugar está parado el Turco Asad, pero 25 años después. Con varios kilos de más que en la década del 90, pero con el corazón repleto de alegría, el jugador que fue elegido como el mejor en la final del mundo contra el Milan se vuelve a encontrar con ella, brillosa y bien cuidada.

“Peleamos mucho a nivel equipo para jugar esa final y levantarla. Es una sensación de orgullo, de victoria. De esfuerzo y recompensa. Creo que la tenemos que valorar muchísimo. Un orgullo levantarla, más con la chapita de Vélez Sarsfield, el club que me forjé y también me retiré. Así que, enorme. Enorme levantar esta copa que significó lo máximo para mí y la institución”.

Además de la fecha de fundación del club, el 1 de diciembre quedó marcado como el día más significativo en los casi 110 años de vida de Vélez. El día que un grupo de amigos y compañeros, bajo la tutela de un líder que catapultó a un club humilde hasta lo más alto del fútbol, superó todas las barreras impuestas por la historia para coronarse en un escenario desconocido.

El Turco Asad, con la Copa Intercontinental en la mano, y un balance del título conseguido

Producción audiovisual: Matías Arbotto

Edición de video: Emanuel Gómez

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