El pasado fin de semana, el Floresta Rugby Club celebró una fecha de infantiles en honor a Eduardo Strajch, ex coordinador de la categoría. Como Floresta aún no posee un predio propio, la noticia es que el encuentro en el que participaron más de 1.000 chicos y nueves clubes se desarrolló en el anexo del Club Curupayti, que cedió sus instalaciones.
La jornada ideada por los directivos del Floresta Rugby Club no es sencilla de coordinar y basta con un ejemplo: organizar el tercer tiempo para más de mil jugadores es un desafío no solo en fondos sino también en cuestiones logísticas. Ante la carencia de predio, los organizadores tuvieron que pensar también en conseguir las instalaciones más adecuadas para el evento. La generosidad del Club Curupayti que abrió sus puertas el sábado 24 para esta iniciativa no solo fue decisiva en el éxito de la jornada, sino que también sirve como enseñanza no escrita para todos los participantes.
Fue una muestra más de los valores y la solidaridad que este deporte promueve como pilares fundamentales y que se materializa en estos gestos donde clubes grandes ayudan a otros que se están iniciando, sin ningún tipo de interés. El único objetivo es alentar la inclusión de chicos de distintos ámbitos sociales y seguir desarrollando el rugby.
“Floresta es un club donde se pone por encima lo social y lo humano. Muchos caracterizan al rugby como elitista, por eso nosotros decimos que este es un club de barrio. Acá todos somos amigos”, cuenta Gonzalo García Lofriego, el actual capitán del plantel de la división superior. Y de allí el agradecimiento desde el “club de barrio” a la generosidad de Curupayti y de su presidente Augusto Pascarella, quien también disfrutó del éxito del evento: 1.000 pequeños rugbiers convocados por Floresta, jugando en el club Hurlingham.