“Amor y lucha" se llamaba el club de barrio en el que el Perrito Barrios aprendió a sacarle rédito a sus electrizantes gambetas. Las paradojas del destino quisieron que ese nombre se transformara en un lema indeleble que acompaña a este chico que tiene 21 años y llama la atención en la primera de San Lorenzo por la calidad que carga en ese 1.56 metros de pura habilidad.
Amor y lucha son las dos palabras que lo acompañaron cada día cuando se tomaba el colectivo desde Dock Sud a las 5 de la mañana para ir a entrenar esquivando algún tiroteo pasajero. O también cuando Marcelo Tinelli intentó ayudarlo con el tratamiento hormonal de crecimiento que le aplicaron a Lionel Messi pero se toparon con la decepción de enterarse que era tarde para aplicarlo. Aquellas dos palabras son las que guían también a su madre para criar en aquel rincón del conurbano con puro amor a los ocho hermanos.
Desde que tiene uso de razón la pelota es su mejor compañía, aunque recién a los 12 años –luego de un período en River– su camino se unió con el del Ciclón, que hace unas pocas semanas lo ayudó a mudarse a Caballito para estar más cerca del entrenamiento luego de realizarle el año pasado el primer contrato profesional que le permite darle una mano a los suyos.
Su sueño tiene una única finalidad: ayudar a su familia. Quiere sacar a su mamá y a su hermana del Docke con la idea de que su sobrino se críe en un ámbito más tranquilo y también busca poder costear los medicamentos para que su hermano con epilepsia pueda tener una mejor calidad de vida.
— ¿Cómo estás viviendo este momento?
— La verdad que bien. Ahora no me está tocando jugar mucho pero trato de entrenar siempre al cien para estar preparado cuando llegue la oportunidad.
— ¿Te frustra?
— Sí, te bajonea un poco pero ya me pasó varias veces y lo sé manejar. A medida que pasa el tiempo voy creciendo y lo voy entendiendo más; que hay que estar tranquilo, que todo llega porque me pasó. La verdad es que hay que seguir entrenando como siempre.
— ¿Cuándo comenzaste te tenías fe?
— Sí, era algo que soñaba. Estaba fuera de mi casa todo el día jugando con mis hermanos. Era algo que siempre quise y gracias a Dios después de tanto esfuerzo se pudo lograr.
— ¿Te probaste en otros clubes?
— Sí, primero me llevaron a River. Pero se me complicaba con la escuela y era muy lejos... Venía cansado y no llegaba a horario. Decidí no ir más.
— ¿Cómo te cambió la vida estar en un club tan grande?
— Lo vivo muy tranquilo, muy normal, traté de mantener los pies sobre la tierra como siempre. Ahora en el barrio todo es muy distinto, porque los pibitos me dicen ‘vamos a sacarnos una foto’, y eso me emociona porque es un orgullo para mí.
— ¿Cómo fue tu infancia en Dock Sud?
— Complicada por cómo es Dock Sud. Muchos tiros, robos e inseguridad. Todo eso me marcó. Mi familia me hablaba de que yo no tenía que hacer esas cosas. Por suerte lo supe manejar bien y pude salir adelante. Estábamos jugando a la pelota en la canchita del barrio, se empezaban a agarrar a los tiros y nosotros teníamos que correr para todos lados. O estábamos tomando una gaseosa y de repente se agarraban a tiros y nos podía pasar cualquier cosa a todos los que estábamos ahí. Cuando venía para entrenar, viajaba a las cinco de la mañana y cuando estaba saliendo, por ahí se agarraban a tiros. Entonces mi mamá se quedaba preocupada y eso a mí me ponía muy mal.
— ¿Qué fue lo que más te costó?
— Llegar a Primera. Hay muy buenos jugadores en las inferiores de San Lorenzo, entonces costaba un poco y a veces yo soy muy impaciente.
— ¿Tu mamá a qué se dedica?
— Es ama de casa. Cuida a mi hermano, porque tengo un hermanito que tiene epilepsia.
— ¿Le cambiaste la vida a ellos?
— Sí, la verdad que sí. Quiero sacarlos adelante, me siento muy contento cuando puedo ayudarlos así que eso me inspira más.
— ¿Te ibas a hacer un tratamiento para el crecimiento?
— Sí, pero ya era un poco grande y no podía hacerlo a esa edad y no se pudo. (Marcelo) Tinelli me lo había ofrecido, pero no pudieron agarrarme a tiempo y no se dio. La verdad que Tinelli siempre iba a ver a las inferiores. Me iba a ver y siempre me inspiraba, me ponía muy contento.
— ¿Era el tratamiento de Messi?
— Creo que sí...
— ¿Si no hubieses sido jugador que hubieses hecho?
— Albañil, porque mis primos y tíos trabajan de eso.
— ¿Qué te da orgullo de tu vida?
— Como salí adelante porque la verdad que tuve una vida muy complicada y me la rebusqué como pude.
— ¿Cuál es tu sueño?
— Sacarla a mi mamá del barrio porque todavía dice que no se quiere ir porque lleva muchos años ahí.
— ¿Recordás algún buen consejo que te dieron?
— Sí. Hablando con (Fabricio) Coloccini y (Gerónimo) Poblete y me dijeron que lo que viví lo tengo que tomar como ejemplo. Que cada oportunidad la tengo que aprovechar y recordar las cosas que pasé y eso me ayuda. La verdad que Coloccini me ha hablado bien y eso me da fuerzas para seguir.
— ¿Cuando te vas a dormir qué visualizas?
— En lo de hoy, en las cosas que estoy viviendo, en los momentos que estoy pasando, que cuando debuté hice el gol y no me lo creía. Fue todo muy loco porque entré 10 minutos, toqué la primera pelota e hice el gol. Fue como algo que no me lo esperaba. Siempre pienso eso.
— Aparte muchos no te tenían fe por la estatura...
— Sí, pero no me afectaba en nada porque yo sabía lo que quería y sabía que en algún momento se iba a dar y lo tenía que aprovechar.
— ¿Pero esos comentarios en algún momento te tiraron para atrás?
— Sí, un poco sí, pero siempre traté de seguir adelante y por suerte se me pudo dar. Creo yo que puedo ser un ejemplo, ¿no? Para los más chicos que tienen que seguir y que en algún momento las cosas llegan.
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