Con el aprendizaje que dejó el antecedente de 2012, cuando Roger Federer visitó por primera vez a la Argentina y un precario escenario montado en Tigre casi genera una tragedia por sus tribunas de madera colapsadas, Buenos Aires volvió a disfrutar de la presencia del suizo en un contexto completamente diferente.
La renovada sede de Parque Roca fue el lugar ideal para que Su Majestad desarrolle su talento. A pesar de las elevadas temperaturas, algunos desperfectos en la organización y del caótico tránsito que se generó para arribar al estadio Mary Terán de Weiss, el espectáculo demostró tener un nivel internacional. Sobre todo en los precios, ya que un refresco de menos de medio litro cotizaba alrededor de $200, el estacionamiento 400 y las entradas (totalmente agotadas) variaban entre los 4.000 y 17.000 pesos.
Banderas de Uruguay, Perú, Venezuela, Paraguay, Bolivia y Suiza decoraron las tribunas repletas que no cesaron en ningún instante de corear el tradicional Olé, olé, olé… Roger, Roger…
“Estoy muy excitado. Gracias por esta calurosa bienvenida. Será una fiesta espectacular, que lamentablemente no podrá ser ante Juan Martín del Potro. Por eso me gustaría que también él sea parte de éste show”, fueron las primeras palabras que deslizó el admirado singlista, luego de ser presentado por Matías Martin.
No fue un pase de facturas. Fue un gesto de agradecimiento por haber participado en el proyecto que lo tuvo como principal protagonista. Por ello, cuando el tandilense apareció sorpresivamente en la cancha, el público respondió con una ensordecedora ovación. “Espero que entiendan que no voy a poder jugar por mi problema en mi rodilla. Es una lástima, porque tenía muchas ganas de compartir este partido con el mejor tenista del mundo. Espero que lo disfruten”, dijo Delpo unos instantes antes de ser interrumpido por una fanática que no pudo controlar su euforia: “¡Claro que te entiendo Juan Martín!”
La reacción se convirtió en un fenómeno de contagio que continuó con otros gritos dedicados a los protagonistas. “Vas a ser siempre el número uno Roger. Te amo”, aseguró un vozarrón masculino. “Qué lástima que no seas uruguayo”, le siguió otro. “Que viva la república de Bolivia”, sorprendió uno fuera de contexto, al que Federer le devolvió un gesto con el pulgar hacia arriba y el público respondió con otra ovación.
El intenso calor llevó a que en el primer set se jueguen puntos cortos. De todos modos, el revés del suizo despertó la euforia de las gradas. Sonrisas antes de cada saque, miradas cómplices entre los rivales, interacción con la gente… el show era completo. Así, cuando Su Majestad sintió que los hinchas mermaron con su aliento, improvisó el recordado gesto del Topo Gigio que popularizó Juan Román Riquelme en sus días en Boca. El encuentro previo que establecieron en la zona de camarines probablemente haya inspirado al tenista que guardó entre los obsequios más queridos la camiseta del Xeneize que usaba el ex volante en su época de gloria. Mientras tanto, Alexander Zverev también se sumaba al pedido de ovación y el público le respondió de inmediato.
El momento clave del encuentro se dio en el tie break cuando el alemán estaba 5-1 arriba. “¡Vamos Sascha!”, gritó eufórico un fan desde su butaca. Fue entonces cuando Federer paralizó la acción, suspendió los movimientos de su servicio y con su dedo índice negó la arenga hacia su rival. Su mano izquierda haciendo montoncito instaló una pregunta: “¿A quién estás alentando?” La interrogante fue seguida de un gesto claramente codificado por los presentes: “A mí me tienen que apoyar”, mientras se señalaba el pecho. La respuesta de las gradas hizo mover a los cimientos del estadio con el entusiasmo generalizado, pero el apoyo de sus seguidores no alcanzó: Zverev se quedó con la definición del primer parcial 7-3.
La música de Queen invadió en el descanso. El We Will Rock You se transformó en el We Will Ro-Ger, mientras el suizo acompañaba con su baile, antes de pelotear con los Ball Boys. Una escena ajena al espectáculo que continuó en el segundo set, en el que Federer lo interrumpió en alguna ocasión para que los fanáticos de la primera fila puedan sacarse una buena selfie con su ídolo.
Cuando el marcador mostraba 3-2 a favor de Zverev, el mejor singlista de la historia desenfundó un inesperado pelotazo que fue dirigido al cuerpo de su rival. “Metete en el show”, se interpretó a la distancia. El germano entendió el mensaje. En el game siguiente se animó a un saque de abajo, que no le salió del todo bien por la notable destreza de su adversario: 3 a 3 y el duelo siguió tan parejo que volvió a definirse en el tie break (7-2 para el alemán).
El clima futbolero que se vivió en las tribunas fue acompañado de las presencias de Gabriel Batistuta, Hernán Crespo y Diego Latorre, entre otros. Acompañados por algunos jugadores de Los Pumas, la relación de espacio y tiempo se paralizó definitivamente después de la entrega de premios, cuando Diego Maradona apareció en la pantalla gigante para dedicarle un mensaje a Roger: “Hola maestro, máquina, máster... fuiste, sos y serás el más grande. No hay otro que pueda asomar. Quiero que cualquier problema que tengas en el país me llames y me digas lo que necesites. Un beso a tu señora y a tus hijos”.
Las palabras del mejor futbolista de todos los tiempos cargaron de emoción al mejor singlista de la historia. El resultado adverso ante Zverev en la exhibición de Buenos Aires fue una muestra de lo que irremediablemente pronto sucederá. Su Majestad abdicará al trono. Y todos lloraremos en su despedida.
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