Por Matías Palacios, desde Israel
Va, viene, se mueve por todo el lobby del hotel Hilton de Tel Aviv. Sonríe, como siempre. Atrae, convoca. Es el Guillermo Coppola que todos conocen. Activo, ahora en una función de relaciones públicas de Torneos, una de las empresas que organiza los amistosos internacionales de la selección argentina. Y es por eso que en la última gira por Arabia Saudita e Israel, acompañó al equipo de Lionel Scaloni.
Tras una visita emotiva a Jerusalén con sus compañeros de trabajo y varios dirigentes de la AFA, entre ellos el presidente Claudio Tapia; el que fuera el representante más importante de Diego Maradona, se sienta en el bar del lugar donde se concentra Argentina y atiende a Infobae. Todo entre un teléfono que no deja de sonar a miles de kilómetros de Buenos Aires, mensajes que caen, un amigo que le trae un repuesto para su auto difícil de conseguir en el país, y gente que se acerca a saludarlo y a pedirle que gestione una foto con Messi.
-Guille, ¿te trae recuerdos estar acá? ¿Hacía mucho que no venías?
-Acá veníamos con Diego y Carlos Bilardo porque era cábala. Vinimos antes de México '86 y repetimos en 1990. Aquellas veces íbamos a un hotel que pregunté si seguía en pie y me dijeron que sí, pero que quedó perdido en el tiempo. Este Israel me sorprende, nada que ver. Crece y crece. Tel Aviv y Jerusalén avanzaron mucho. Me impactó. La última vez que vine fue hace ocho años, cuando vinimos a jugar un campeonato de fútbol de abogados con mis amigos de La Logia. Recuerdo bien ese viaje porque antes pasamos por Turquía. Paramos en un hotel en donde éramos todos hombres, salvo una mujer, ¿quién la conquistó a ella? Guillermo (y estalla en una carcajada).
-¿Y cómo te sentís acá en esta función, con el plantel, en la organización?
-Soy feliz haciendo esto. Estoy bien con todos: jugadores, cuerpo técnico y dirigentes. Los jugadores me invitan a tomar mate con ellos. Viajo en los aviones muchas veces con el plantel. Pero yo voy hasta ahí. Eso lo aprendí con Diego. Un día en un entrenamiento en el Napoli, se va la pelota afuera y se me ocurre tocarla y devolverla al campo. Entonces Diego paró la práctica y me grita, “Guillermo, ¿yo voy a tu escritorio y te toco los papeles? Bueno acá no vengas a tocarme la pelota”. A partir de ahí, entendí. Si puedo evitar un vestuario lo evito. El micro lo mismo. Y los jugadores lo entienden y te respetan más.
-¿Tenés diálogo con Messi?
-Sí, tengo mucha buena onda. Siempre bien. Hablamos de Diego, contamos anécdotas. La mejor.
-¿Y con los demás jugadores, también hablás?
-Sí. Mucho. A los más chicos les encanta que les hable de Maradona. Me decía Lautaro Martínez que quiere conocerlo, porque claro, son chicos que no lo pudieron ver jugar y hoy está vigente en el fútbol.
-¿Hay comparación con lo que genera Messi en lugares tan lejanos como son Arabia e Israel, a lo que provocaba Maradona?
-Te tengo que ser honesto. Diego atraía a líderes políticos, religiosos, reyes, actores, actrices, deportistas. Pero Messi a nivel de gente, genera más movimiento, gente en general te digo. La razón: hoy hay más comunicación, más información. ¡Vos viste lo que pasó en Arabia! Todo el estadio repleto de árabes gritando “Messi, Messi”. A mí me sorprendió. Con Diego en lugares así, yo no vi eso.
En comparación, ¿cómo eran aquellos arribos a lugares como Israel en los 80 con Diego y cómo es ahora con Messi?
-Lo que pasa es que antes no se sabía tanto que veníamos, a qué hotel íbamos. Una anécdota: en el 86 antes del Mundial, llegamos a Tel Aviv y con Diego nos escapamos de la concentración. Habíamos traído unas amigas y nos fuimos a la casa de un tío de una de ellas. Esa vez nadie se enteró salvo la seguridad interna. En cambio, hoy te escrachan. Por eso yo digo que hoy Messi genera más. Hoy no se podría hacer, no hay manera. Acá en la puerta hay un montón de gente que quiere ver a Messi, que recorre kilómetros para verlo de cerca. Pero vos no sabés lo que es estar las 24 horas con la presión del saludo, de la foto, el videíto, el autógrafo. Yo lo viví, lo sé. Lo de Messi es en gran escala. Y llega un momento que por más buena voluntad y predisposición que tengas, una pelota se te infla, ¿me entendés?
Hablar con Coppola lleva a pensar en Maradona, a quien vio por última vez durante el Mundial de Rusia y se comunicó en septiembre, durante el cumpleaños de Chiqui Tapia, cuando el presidente de Gimnasia, Gabriel Pellegrino los cruzó con videos y mensajes de WhatsApp. Es el momento de hablar sobre quien fuera su todo, como alguna vez reconoció.
-Trascendió un guión sobre una nueva serie en la que te acusan de haber especulado con la muerte de Diego cuando sucedió su primer problema cardíaco en Punta del Este en el 2000. ¿Estás al tanto?
- Sí, me avisaron. La verdad: que me pinten como me quieran pintar. Lo que pasó esa vez ya lo dijo Diego, se lo contó a Martín Liberman y Fernando Pacini en una nota que les dio a Fox Sports en la clínica Cantegrill. "Guillermo me salvó la vida". Después que digan lo que quieran.
-¿Y el documental de Asif Kapadia, que habla de su relación con la mafia napolitana, lo viste? ¿Fue así lo que cuentan?
-Sí lo ví en el avión yendo hacia Arabia. Yo lo viví todo eso, aunque lo que cuentan de la camorra napolitana está exagerado, es ficción. Tenía cierta relación sí. Los de la curva B (la barra del Napoli) lo llevaron a algunos lugares a veces, a eventos que tenía que ir, pero hasta ahí. Es como si viniera la 12 en Boca y te piden que vayas a algunos actos. Yo a los Giuliano no los conocí. Solo recuerdo que llega este muchacho (Carmine Giuliano, el líder de la camorra) y yo no sabía quién era. Entonces Diego me dice, “¿lo saludaste?”. Y no, si yo no sabía quién era.
-¿Y como lo ves a Diego?
-Lo que vivió en Gimnasia me gustó porque en el mejor lugar que él está, en donde más feliz se siente, es en donde hay un poco de verde y una pelota. Cuando está encerrado no se sabe qué pasa. Yo siento que él está bien en lo sentimental. Está con su novia, él me dijo que estaba enamorado, “me enamoré de viejo”, me confesó. Comparte la casa y la actividad con ella. Eso es positivo. Pero lo negativo son las peleas con Dalma y Gianinna. ¡Escuchame! (y se toca los brazos por los tatuajes) Dal, Gian. En el camión que teníamos, decía “Dal - Gian”. “Te lo juro por Dalma y Gianinna”. Pero bueno conmigo pasó algo así. Yo fui “mi hermano, mi otra pierna, el resto del corazón que me queda, mi amigo, mi manager, mi segundo padre, el hombre que me salvó la vida”, y un día fui “el que le robó la plata a sus hijas”. Ese es Diego, un Diego auténtico. Pero claro, si querés a mí tirame una piedra desde una terraza pero con las hijas... Verlo hoy así, peleado con ellas, que eran su sostén, a mí me lastima. El resumen es que cuando murió su papá, me llamó para que lleve el jonca junto a él. Si yo lo traicioné como me acusó, no pasaba eso. Con Gianinna va a pasar lo mismo. El es así.
-¿Por qué se dan esos enfrentamientos con ellas?
-No sé. Fijate igualmente que ahora reconoce a sus hijos que era algo que antes no hacía y uno le criticaba. Te cuento una que vivimos: mi tercera hija fue de una situación circunstancial y yo la reconocí ni bien la vi. Tan hija como las otras, mismo amor, mismo derecho. Y a esa hija yo la fui a ver estando con él, y le conté y se puso feliz, nos dimos un abrazo, pero él justamente eso no lo hacía. Recuerdo cuando vimos a Junior, el chico italiano. El chico vino a buscarlo (fue en 2003 en Italia) y yo provoqué el encuentro porque Diego no lo quería ver. Hoy es al revés. Está con ese papel de reconocerlos, tiene otra actitud, otro sentimiento, pero por otro lado se pelea con Dalma y Gianinna. No entiendo. Esto a mí me hace mal. Prefiero al Diego... En definitiva sé lo que siente, las ama. Pero el es así, reaccionario, rebelde.
-¿Tenés trato con Matías Morla y los abogados que lo acompañan?
-Nos respetamos, sí. Yo nunca hablé mal de ellos, no tengo porqué.
-¿Y con Rocío Oliva?
-Mirá, si vos sos mi amigo y te quiero y me decís que estás enamorado, ¿qué voy a hacer? No te voy a tirar en contra. Si yo te veo que estás en un momento brillante de ingresos, que te están manejando bien, bárbaro. Pero bueno quizás es mejor esto, que lo que pasaba conmigo, que éramos amigos incondicionales. "Para mi viejo, Guille", "los dos somos uno", tengo doscientas millones de firmas de él con esas cosas que escribió. Yo cuando lo veo en la cancha, me hace bien. Me molesta cuando pelea. Y los memes que se arman me duelen. Pero bueno, él sale y se expone.
-Guille, ¿lo ves muy sedado a Diego?
-Mirá. Yo sé que no existe la droga en este momento de su vida. Y lo digo para aquellos que dicen “uy, mirá cómo está”. ¡Nada de eso! Pero sí pastillas, que le darán los profesionales, ¿no? Yo no me animo a decir más.
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