La historia de película de los hijos de Juan Manuel Fangio: el “shock” al descubrir que eran hermanos, el lado desconocido del Chueco y el laberinto de la herencia

Infobae viajó a Balcarce para reunirse con Oscar y Ruben, hijos del legendario piloto argentino. La verdad detrás del mítico personaje que ganó 5 títulos en la Fórmula 1

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Oscar y Rubén Fangio se conocieron después de 63 años (fotomontaje)
Oscar y Rubén Fangio se conocieron después de 63 años (fotomontaje)

El hilo rojo de los Fangio se creó antes de que ellos lo supieran. Oscar y Rubén se casaron con sus respectivas parejas (Norma y Hercilda) el mismo año. Ambos tuvieron 3 hijas. Los dos eligieron el nombre de Carolina para una de ellas. Uno tiene un nieto llamado Ramiro. El otro también. Y lo más llamativo: los dos son herederos del legendario piloto argentino que se convirtió en leyenda con sus 5 títulos en la Fórmula 1.

El encuentro con Infobae se dio en el museo que recuerda las hazañas del Chueco alrededor del mundo. La gloria presente en cada vehículo, trofeo o casco simboliza el legado que dejó uno de los personajes más emblemáticos del país. “Después de cenar hablamos un ratito, así nos tomamos unas copitas de vino y nos divertimos un poco más”, dijo Cacho, quien llevaba el apellido Espinosa hasta que la Justicia dictaminó que la prueba de ADN le arrojó un resultado positivo sobre el parentesco con Juan Manuel Fangio.

Los ojos claros de un turquesa penetrante, los rostros alargados característicos por sus orígenes italianos y la calvicie heredada que en sus tiempos se escondía debajo del casco de cuero representaban algunos elementos para ignorar los resultados que brindaron los estudios cuando exhumaron el cuerpo del Chueco en el cementerio de Balcarce. “El más parecido es Rubén. Yo tengo algunos rasgos, pero no tantos como él”, aclaró Oscar antes de ser interrumpido por su hermano. “Es relativo, Cacho. Hace un año estuvimos en una fiesta en la que nos sacamos varias fotos arriba de los coches, y cuando volví a verlas al poco tiempo no sabía quién era cada uno”, dijo con una sonrisa cómplice.

Ellos están felices de haberse encontrado. La presentación del TAG Heuer Fangio Carrera Calibre 16 Edición Limitada fue la excusa ideal para volver a compartir una cena cargada de sentimiento, orgullo y pertenencia. Las mollejas caramelizadas que acompañaron a la deliciosa carne envuelta en una salsa de mostaza y miel, junto con el malbec del 2017 que había prometido Oscar, completaron la velada bonaerense.

La Ferrari 166 con la que compitió el astro del volante se encuentra en el Museo de Fangio de Balcarce
La Ferrari 166 con la que compitió el astro del volante se encuentra en el Museo de Fangio de Balcarce

“Tenemos una historia completamente distinta. Yo compartí muchas cosas con mi viejo. Muchas carreras, viajes… hasta que mi mamá se separó de él. Pero Rubén no tuvo esa experiencia”, reconoció el mayor de los hermanos. “Pasa que Cacho siempre estuvo ligado al automovilismo”, reforzó el menor.

Eran tiempos en los que Juan Manuel Fangio competía cerca de su primogénito, aunque no lo reconociera. “Siempre supe que era mi viejo. Al principio me crié con una familia que era del primer matrimonio de mi mamá. Fueron los años en los que iba a la primaria, cuando mi vieja se fue con él. Recién cuando terminé el secundario me fui a vivir a Mar del Plata y empecé a compartir cosas con ellos”, relató Oscar con el dolor que le provoca su memoria.

Su pasión por las tuercas le permitió desafiar a su padre, dado que “él no quería que corriera”. “Mi viejo nunca me ayudó, porque le hubiera gustado que fuera médico”, reconoció Cacho.

Lejos de la facultad de medicina, sin estetoscópios, elementos quirúrgicos, termómetros ni jeringas, Oscar Espinosa adoptó la pasión de su padre biológico con los kartings. “Después corrí en algunas categorías menores, hasta que en un Gran Premio me consiguió que participe en el equipo de Renault Gordini, donde estuve dos años”, detalló.

"A él le hubiera gustado que fuera médico", reconoció Cacho sobre su padre (shutterstock)
"A él le hubiera gustado que fuera médico", reconoció Cacho sobre su padre (shutterstock)

Tal vez su mejor momento haya sido en la década del sesenta cuando incursionó en el Turismo Carretera, donde Carlos Pairetti se lucía con el Trueno Naranja y él se destacaba con el Trueno Dorado. Fueron sus años más felices antes de que lo contratara Fiat y probara autos de Fórmula. Sin embargo, esa alegría nunca estuvo completa por un detalle: “Nunca corría con el apellido Fangio. Tenía el seudónimo de Cacho”.

Su situación cambió cuando partió rumbo a Europa. La Argentina atravesaba el gobierno de facto y el vínculo de su padre con el poder facilitó los trámites burocráticos de su documento. “Le pidió a los militares que se pudiera cambiar mi documento. Recién ahí pude adoptar el apellido paterno, pero mi vida y la relación con él no cambiaron para nada”.

Cuando logró su objetivo de quedar entre los 5 primeros en las competiciones que protagonizaba, se le presentó otra dicotomía: “Tuve que optar entre vivir en Buenos Aires lejos de mi familia o quedarme en mi casa. No lo tuve que pensar mucho porque sufrí un montón el distanciamiento. Constituir una familia fue uno de mis principales logros de mi vida. Fue mi gran anhelo de joven”.

Aquellas aventuras por Europa y América dejaron una cicatriz en Oscar Fangio. “Cuando me iba de casa a una carrera, mi hija no caminaba; y cuando volvía ya corría. La otra no hablaba, pero cuando volvía de los viajes ya me decía cosas. Me perdí el mejor período de mis chiquitas, aunque en la época del secundario las pude disfrutar un poco más. Hasta las iba a buscar a las puertas de los bailes. La mejor decisión que tomé en mi vida fue dedicarme a mi familia en lugar de los autos. Y con mis nietos tuve una gran recompensa”.

“Tuve que optar entre vivir en Buenos Aires lejos de mi familia o quedarme en mi casa", dijo Cacho Fangio (shutterstock)
“Tuve que optar entre vivir en Buenos Aires lejos de mi familia o quedarme en mi casa", dijo Cacho Fangio (shutterstock)

El caso de Rubén Fangio fue completamente opuesto al de su hermano. En su pasado no hubo vértigo, ni adrenalina. “Lo mío no fue muy jugoso”, aclaró. “No fue ni emotivo, ni apasionante como es el automovilismo. Contrariamente a lo de Cacho, que él supo toda la vida quién era su padre, yo recién me enteré a los 63 años”...

Sin embargo, en su infancia tuvo contactos con el pentacampeón del mundo. “Yo era Vázquez, pero cuando me bautizaron él fue mi padrino”, recordó en el extenso diálogo que mantuvo con Infobae. “El parecido físico era tan notorio que todos me decía que podría ser el hijo de Fangio. Entonces empecé a indagar un poco porque los dos somos de Balcarce”, continuó.

Una conversación pendiente con su madre fue la clave para que se destapara la olla de la verdad. “En esa época era muy complejo consultarle a mi mamá quién era mi verdadero padre. Pero salió la verdad. Entonces comencé el juicio filiatorio, que no fue para nada fácil. Fueron 10 años de lucha jurídica hasta que se llegó a un final feliz. La Justicia dio su veredicto”, dijo Rubén, con una naturalidad sorprendente.

Para él, lo más importante fue encontrar su verdadera identidad. Según su mirada, “uno tiene que saber de dónde viene y hacia dónde va". "Parte de mi corazón está con el padre que me crió, pero la identidad hay que buscarla, porque si yo no tengo identidad, mis hijos no la tendrán. Y mis nietos tampoco. Fue un logro haber llegado a esa conclusión”.

Juan Manuel Fangio a bordo de una de sus naves (shutterstock)
Juan Manuel Fangio a bordo de una de sus naves (shutterstock)

El inesperado encuentro de dos hermanos que se conocieron después de 63 años

Oscar y Rubén están unidos por el lazo sanguíneo de Juan Manuel Fangio. En cada encuentro se percibe una hermandad que pareciera de toda la vida, pero ellos se conocieron cuando ya estaban jubilados. “Hemos sido muy respetuosos el uno del otro. Él se enteró por los medios de mi existencia, pero yo ya sabía de él. No obstante nos respetamos hasta que la Justicia diera su veredicto”, explicó Rubén, sin omitir ningún detalle. “Fue un 3 de febrero de 2016”, comenzó el menor de los hermanos antes de ser interrumpido por Cacho: “Vos tenés mejor memoria que yo, es mejor que lo cuentes vos cómo fue”.

Después de unas risas por la intervención de Oscar, Rubén continuó con su relato: “Cuando me dieron el informe con el 99,99% de la prueba de ADN (el mismo resultado que Cacho) no había discusión. Por eso un periodista que trabaja en Mar del Plata nos hizo una conexión telefónica”.

Una nueva interrupción de Oscar sirvió para detectar la sensación que vivió cada uno. “Fue sin autorización, porque a mí me estaban haciendo una nota y no lo conocía a Rubén. No me habían consultado nada. La verdad es que tenía miedo, porque es muy difícil encontrar periodistas serios hoy en día. Son buscanotas. Buscan la primicia sin importar los daños que puedan causar en una persona. Me acuerdo que hablé 2 o 3 palabras porque estaba en shock. Hubiera preferido que el primer encuentro no fuera mediático”, explicó Cacho. Y agregó: “Cuando colgué le dije al periodista que no se podía tomar esas atribuciones. Después lo llamé a Rubén porque sabía que muchas radios nos iban a querer cruzar a los dos juntos, y la verdad es que teníamos que tener cuidado para no herir la susceptibilidad de la familia”.

El concepto de familia es un axioma fundamental en los hermanos Fangio. Como ambos sufrieron la falta de reconocimiento de su padre, se aferraron a un entorno creado por el amor y el sentimiento de pertenencia. “Hicimos buenas migas porque somos los dos muy familieros, y lo primero que cuidamos es a la familia. Siempre velamos por nuestros hijos y nuestros nietos”, reflexionó Oscar.

Su caso sirvió además como ejemplo para aquellos que tienen dudas sobre su identidad y aún no se animaron a realizarse el test. “Antes nadie se animaba a realizarse las pruebas de ADN. Como lo nuestro se hizo público, un montón de gente se animó a consultar sobre sus orígenes. Sobre todo si hay una buena herencia de por medio”, dijo Cacho con una sonrisa.

Otro de los juegos del destino hizo que ambos sean fanáticos de River. Un punto en común que se contrapone al de la política, dado que Rubén se define como peronista y Oscar como apolítico. Sin embargo, el que tuvo una experiencia con el General fue Cacho: “Una vez tuve la suerte de conocer a Perón. Fue en una carrera en Buenos Aires en la que el viejo ganó con mucho calor. Me acuerdo que cuando terminaron los festejos en el podio, fuimos al salón VIP del autódromo y estaba él. Fui con mi mamá y con mi viejo y vimos que tenía una simpatía extraordinaria. Menem no podría ni atarle los zapatos. Un tipazo. Tengo una foto colgada en la que estoy con el General y mis padres, pero no me hice peronista”.

El binomio de los hermanos podría transformarse en un tridente si la Justicia confirmara la paternidad de la leyenda deportiva de Juan Rodríguez, quien también se sometió a las pruebas de ADN. “Yo tengo una relación con él, pero no el vínculo que tengo con Rubén. Lo conocí mucho antes porque andaba siempre con mi tío Toto para todos lados, pero nunca nadie me dijo que era mi hermano. Compartíamos carreras, pero no sabía nada. Algunos amigos me decían que era hijo de mi viejo, pero todos en el pueblo decían que era hijo de Toto. Ahora está esperando lo que dictamine la Justicia en La Plata”, advirtió Cacho, y luego le cedió la palabra a Rubén: “La Justicia es la que tiene que decidir. No se pueden sacar conclusiones personales. Nosotros atravesamos por lo mismo. Fueron muchos años de lucha jurídica, en los que fuimos muy respetuosos el uno con el otro”.

El Lancia Ferrari que se luce en el Museo de Juan Manuel Fangio en Balcarce
El Lancia Ferrari que se luce en el Museo de Juan Manuel Fangio en Balcarce

El conflicto de la herencia

¿Qué herencia?”, preguntó con ironía Rubén Fangio. Los supuestos millones de dólares que están detrás del legado del Chueco nunca llegaron a destino de los herederos. “Nosotros vivimos de nuestras jubilaciones. Una vez publicaron que íbamos a percibir 50 millones de dólares... Fue muy desafortunado, porque nos hizo sentir muy mal. La gente lo creyó y eso nos costó un grave problema. En mi caso hubo 10 años de ventaja, y eso es mucho tiempo. En una década pudieron pasar muchas cosas, porque recién ahora comenzamos la sucesión que nadie había hecho”, explicó.

“Con el uso del nombre, por ejemplo, tuvimos que interceder porque lo estaban explotando sin nuestro consentimiento. Estuvimos obligados a ceder en un montón de cosas, porque de otra manera había que ir a juicio. Y con la edad que tenemos no creo que nos sirva, porque son interminables”, agregó Oscar.

Con la adquisición del nombre de la marca, los hermanos confían en que surgirán nuevos proyectos positivos. “Como lo que pasa con la Fundación Fangio, que es ajena a la familia, pero vamos a hacer todo lo posible para que siga adelante”, aclaró Cacho. “No podemos permitir que se caiga semejante legado”, argumentó.

Naturalmente, el aspecto económico alteró los intereses del resto de los familiares que portan el apellido Fangio. Uno de los ofendidos fue Juan Manuel II, sobrino del Chueco, quien también incursionó en el automovilismo: “Él tenía una relación bárbara conmigo, pero cuando pasó todo esto desapareció. No me habló más. Se borró. Todo lo que pertenecía a la herencia del viejo desapareció. Le hicieron firmar documentos con la creación de sociedades anónimas y hoy no hay nada de todo eso. No hay dinero en ningún lado”, completó Oscar.

Oscar Cacho Fangio, también aprovechó el encuentro para volver a subirse a un karting
Oscar Cacho Fangio, también aprovechó el encuentro para volver a subirse a un karting

La mezcla de sensaciones que despierta ser el hijo de un ídolo mundial

Rubén y Oscar vivieron la paternidad de Juan Manuel Fangio de una manera muy distinta. Ambos sufrieron y sintieron el dolor que genera la falta de interés de un padre. “Si bien yo sabía toda mi historia, y había salido en la tapa de la revista El Gráfico como el hijo de Fangio, hasta que la Justicia no lo confirmó andaba por la vida con dos apellidos paternos en el documento. En principio no iba a hacer nada, pero una de mis hijas que falleció de muy joven me lo había pedido”, confesó Cacho, quien aún posee en su poder las cartas manuscritas que el legendario piloto le enviaba de Europa.

“Fue todo muy complejo. Llevaría mucho tiempo explicar los sentimientos encontrados que me fueron pasando en todo el transcurso. No fue ni bueno, ni malo. Fue un hecho que me pasó, en el que pude resolver mi identidad”, recordó Rubén. Y agregó: “Sentí un gran alivio. Cuando me enteré, pasé dos horas llorando sacándome todo ese peso de encima. Me liberé de una pregunta que arrastré durante mucho tiempo. Por eso les digo a todos aquellos que tienen dudas de sus orígenes, que no cesen de buscar, porque el día que encuentren su identidad van a encontrar un gran alivio”.

“Para mí también fue muy difícil, porque él me hizo un parche en el documento cuando fue a ver a los militares. Estuvimos mucho tiempo sin hablarnos. Yo le pedía que mis hijos no sufrieran el mismo problema que tuve yo. No quería que tuvieran doble apellido, y cuando nacieron mis hijas no hizo nada. Tuvimos esa diferencia, porque interpretamos la vida de manera distinta. Me acuerdo que me dijo algo que me dolió mucho. Que tenía que hacer méritos para ser su hijo… fueron 35 años de mucho dolor. Después traté de llevar una vida normal y antes de que se muriea le dije que no quería que mi familia se avergonzara de todo su pasado”, completó Oscar, quien además de convivir con el rechazo de su padre, también debía ignorar las constantes comparaciones cuando se subía a los autos. “Cuando empecé a correr fue muy tedioso, porque tenía que aprender a sobrellevar las comparaciones. Los defectos que no le veían a otros, me los veían a mí. Mi viejo fue tocado con la varita mágica y yo no. Por eso le tuve que poner el hombro para todo, con mucho sacrificio”, rememoró.

Fangio ganando en 1957 en su carrera más grande y logrando su quinto título de Fórmula 1.  (Facebook Museo Juan Manuel Fangio)
Fangio ganando en 1957 en su carrera más grande y logrando su quinto título de Fórmula 1. (Facebook Museo Juan Manuel Fangio)

Una vida de película

La madre de Oscar Espinosa, Andrea Berruet, acompañó a Juan Manuel Fangio hasta dos años después del último título que consiguió el Chueco en la Fórmula 1. “Cuando se separaron, traté de hacer una vida normal”, confesó Cacho, quien recuerda episodios destacados como la vez que secuestraron a su padre en Cuba o mantenía sus vínculos con la Junta Militar Argentina. “Siempre estuve muy pendiente de lo que le sucedía. Unos radioaficionados amigos de Mar del Plata me daban la información, aunque eran noticias un poco disfrazadas, porque no eran del todo verdaderas”.

“A mí me molesta cuando se publican cosas que no son ciertas. Muchas veces se escriben libros y artículos sin nuestra autorización y se ponen informaciones que no son precisas. Algunas cosas pudieron ser verdaderas y otras no. Es un tema muy complejo”, interrumpió Rubén, con el deseo de dejar en el pasado todos los aspectos negativos para tener una mirada positiva hacia el futuro. “Hoy lo más importante es que tengo un hermano que antes no tenía. Y por suerte pudimos gestar una gran relación”, resumió el más chico.

En tiempos en donde las plataformas digitales por streaming basan sus producciones en las historias de los deportistas, como los casos de Carlos Tevez, Diego Maradona o Carlos Monzón, la vida de Juan Manuel Fangio y sus hijos podría perfectamente ocupar un espacio en la cartelera. “¿Por qué no? Es la vida del corredor más grande de toda la historia. Que vengan a hablar con nosotros para ver si le bajamos la bandera a cuadros o no”, cerró Rubén.

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